Nota de autor: Naruto no me pertenece.
Dos extraños.
Pequeña cosa sucia. Nunca amado, nunca protegido, era el momento para no creer en nada. No digno de reconocimiento.
Hinata Hyuuga no era digna del reconocimiento de su clan, de su padre, de su hermana, de Neji, de Naruto, de Konoha. ¡Que inmundo, tú desastre, pequeña cosa sucia, inútil! Su reflejo siempre es el mismo, no significaba nobleza, sino debilidad.
Por mucho que lo intentara, nada cambiaría.
Se había olvidado de lo que se sentía el dolor.
Quería hundir su katana en sí mismo, quería correr, cualquier cosa en vez de continuar así. Ahora no era muy diferente a un animal rastrero; Sasuke Uchiha se preguntó si Itachi había visto éste lado suyo. ¡Por supuesto que sí! Y Konoha también. No quiero tu compasión Naruto.
Acabaría con ellos, de esa manera nadie recordaría cuan miserable había sido el último Uchiha.
Huyendo, van en círculos, sin tocarse.
Diferentes ángulos de un mismo sueño sobre Konoha. Distintos caminos hacia Naruto.
Mientras arrastran bajo la sombra de un hermano, un primo, se alimentan del mismo fango, secretando sustancias parecidas, los músculos se contraen al incipiente desenlace de sus esfuerzos, sabiendo que fracasarán. Pero no pueden subsistir sin ese elemento de tortura.
Aunque, jamás habría satisfacción para este monstruo, el paladar permanecía dolorosamente ansioso, y las entrañas pedían otro tipo de adicciones. Oh. Amarga realidad. La indescifrable agonía.
Sasuke caminaría hasta el final, libertino final para perpetuar su orgullo, haciendo la destrucción una extensión de su rencor. Hinata sólo quería entender, ella se entregaría a su devoción por la lucha, para santificar todo aquello en lo que creyó.
Los dos abrazarían al desprecio.
Hasta cierto punto entendían a Madara y Naruto: insaciable hambre de absoluto, desde los lados opuestos del tablero, claro.
Algún día todo estará perdido o salvado, alistarían sus armas, mirando al sol directamente, quedarse ciegos para no ver a quiénes hieren, ser aún más inútiles.
Serían dos extraños para siempre.
Hinata golpeaba a Neji buscando su caída, ser la causa del sufrimiento de alguien.
Sasuke perseguiría su venganza, y esperaría a Naruto, para que éste lo asesinara.
Si un día se encuentran frente a frente, quizás activen sus líneas sucesorias, quizás luchen. Quizás se odien un poco. Nadie soporta ver una imitación barata de sí mismo. Quizás un rubio idiota aparezca entre ellos. El destino era un muro difícil de derribar. O quizás nunca se conozcan, dejándose conducir por la vida, dos masas oscuras, impenetrables, deseando chocar con el infinito.
Hinata pelearía cada momento, las venas en su rostro estarían más hinchadas por el brío. Su padre gritaría que era suficiente, y su primo estaría allí observándola, juzgándola en silencio. Sasuke pelearía cada momento, el escozor en sus ojos lo llevaría al límite, y su amigo se prepararía para atacarlo, igual que el resto del mundo.
Los clanes tienen como miembros a seres algo trágicos, o muy tontos.
Ellos siempre serían dos extraños.
Gracias por leer.
