Era una fría tarde de invierno, la nieve golpeaba la ventana, y Celia estaba sentada en el sofá, observando hacía el infinito; exactamente no sabía bien lo que hacía, pero de verdad hacía mucho tiempo que no sabía lo que quería. llevaba mucho tiempo esperando conseguir ese puesto de trabajo y cuando por fin lo había conseguido, sentía que todavía le faltaba algo, es cierto, su vida había sido complicada, se las había tenido que arreglar sola, sus padres la abandonaron cuando tenía dos años en la puerta de la iglesia, hasta que cumplió los 18 había vivido con las monjas. Pero a pesar de todo no les guardaba rencor a sus padres, por haberla abandonado lo único que quería era encontrarlos, pero lo único que había conseguido era un par de viejas fotografías y un numero de teléfono, pero nunca se había atrevido a llamar. realmente tenía miedo, no miedo de sus padres, miedo de ella misma, miedo de su propia reacción, pero ella sabía que si quería saber más cosas de su pasado debía coger ese teléfono y llamar, pero por una razón o por otra nunca encontraba tiempo; aunque ella nunca se había sentido sola, las monjas la trataban muy bien, pero no era lo mismo, sus cumpleaños, la navidad, las vacaciones de verano, la graduación del colegio, su primer novio…No tenía a una madre a la cual contárselo porque nunca había conocido a la suya, pero estaba decidida a llamar ese número de teléfono, ahora que su mejor amiga se había casado y se había ido de la ciudad se encontraba bastante sola, tenía que buscar a su familia, y quien sabe quizás tenía algún hermano.
Y hasta que un día se armó de valor y con los ojos llorosos y las manos temblorosas cogió el teléfono y marco; mientras esperaba a que alguien le contestara, se le pasaron muchas cosas por la cabeza, sería su madre la que hablaría o su padre o su abuela ¿tendría hermano? El teléfono sonó y sonó y nadie cogía el teléfono, hasta que cuando estaba a punto de colgar:
-Hola buenas tardes ¿quién es?
-yo, yo, yo (con los ojos llorosos)
-si ¿tú eres?
-Celia
-Muy bien Celia y que quieres
-Ma...Mama
-¿perdona, creo que te has equivocado?
-no, cuando tenía dos años mis padres me abandonaron a las puertas de la iglesia, y tras mucho tiempo he conseguido un par de fotos y este número de teléfono ¿eres tu mi madre?
-(se puso nerviosa) no lo siento estas equivocada y hasta seguido colgó.
-pi, pi, pi, pi...
Le había colgado, su madre o quien fuera había colgado, eso es que sabía algo. Tendría que volver a llamar, pero y si volvía a ocurrir lo mismo no podía arriesgarse. Decidió dejar el tema para el día siguiente y se puso a realizar otras cosas
Al día siguiente, Celia se levantó pronto y preparo una pequeña maleta, se iba con sus amigas de fin de semana y Julia, la pasaría a buscar a la una. Tenía muchas ganas de pasar el fin de semana con sus amigas, pero todavía seguía pensando en esa llamada. Algo escondía su madre o quien fuera, sino porque no hablaba con ella, decidió que no pensaría en ello, durante el fin de semana, se lo pasaría bien con sus amigas y el lunes, quizás lo viera todo más claro y sabría cómo actuar.
Acabo de preparar la maleta, limpio un poco la casa y a la una Julia estaba allí. Estaba muy contenta, pasamos a recoger a Isa y a Raquel. Y pusimos rumbo a la casa rural, habíamos decidido pasar un fin de semana las cuatro alejadas de todo, para poder relajarnos.
Los días pasaron muy rápido, la verdad que logre olvidarme de lo malo al menos durante el fin de semana. Pero cuando el domingo volvíamos para casa, tuvimos un pequeño accidente en la carretera solo tuvimos algunos rasguños y Julia y yo, un problema en el cuello; de lo malo no fue para tanto. Cuando estaba en el hospital y el policía vino a pasarme declaración, me pasó algo muy curioso, nunca me había pasado que cuando me empezó a preguntar me quede embobada mirándole, pocas veces me había pasado esto, era amor a primera vista o que era lo que me estaba sucediendo, casi no pude contestarle a las preguntas, solo le sonreía. Julia se lo conto, todo por Celia; porque ella la conocía perfectamente y sabía lo que le pasaba. Y ese policía que la había puesto tan nerviosa, se llamaba Jack. Jack curioso nombre. Al día siguiente, le dieron el alta. La verdad que se encontraba mucho mejor. Se fue a su casa, aunque había pasado algún tiempo, cuando estuvo sola no pudo evitar pensar en esa llamada a su madre y se armó de valor y lo volvió a intentar. No pararía hasta saber la verdad. Cogió el teléfono y comenzó a marcar el número. Nada nadie contestaba, hasta que cuándo iba a colgar
-si
- hola mama
-¿perdona? ¿Quién eres?
-soy Celia, he llamado hace tiempo. Por favor, es ¿usted mi madre?
-(se puso nerviosa) no lo soy. Celia, por tu bien olvídate de tu madre, no la busques
-¿pero?
-pi, pi, pi, pi, pi
no entendía nada se había quedado peor de lo que estaba. ¿Cómo se iba a olvidar de su madre?, la abandono cuando era pequeña, pero solo quería saber algo de ella.
No, por mucho que le dijeran eso; no se rendiría. Buscaría por otros lugares, pero encontraría a su madre, costase, lo que le costase. No iba a renunciar a encontrar a su madre, por muchas trabas que le pusiesen en el camino.
Así que al día siguiente decidió ir a esa iglesia donde su madre la había abandonado, quizás allí supieran algo. Cuando llego a la iglesia, el sacerdote se ofreció amablemente a atenderla. Celia le contó su historia. El cura la miró pensativo y después, dijo:- No creo que me equivoque demasiado, pero recuerdo que esa noche en la que te dejaron aquí; la mujer le dijo a su marido "Roberto, vámonos ya; será lo mejor para la niña"
-¿Roberto? es el nombre de mi padre ¿verdad?
- imagino, yo solo recuerdo eso
-seguro padre, seguro que no se acuerda de algo más ¿por favor? es importante
-no hija, no recuerdo nada más.
-gracias, padre.
Y salió corriendo de la iglesia. Tenía la sensación de que el sacerdote le ocultaba algo pero ¿el qué? No tenía como averiguarlo. Solo tenía unas fotos antiguas, un número y un nombre "Roberto". Y de repente, se dieron cuenta ¿las fotos? Casi todas las fotos tienen algo escrito por la parte de atrás. Llego corriendo a casa y miro las fotos allí estaba ella de pequeña con su madre. Le dio la vuelta y allí estaba " Para mi pequeña, nunca te olvidaré. ¿M?, sería de mama o M de maría, Marisa, Mayte. No, en algún sitio de la foto tenía que haber algo más. Miro las otras dos fotos y comprobó que había una dirección de donde se rebelaron esas fotos, habían pasado demasiados años, pero quizás todavía lo recordaran; Pero y si el destino quería que no encontrase a su madre, porque seguía intentándolo. Pero Celia, por encima de todo; deseaba conocer a sus padres. Al día siguiente, decidió ir a la tienda de fotografía; estaba en un barrio bastante lujoso y la tienda aunque viejecita, todavía seguía allí. La dependienta la atendió, pero no ayudo en nada a Celia, ya que decía no saber nada. Pero nada más que Celia, salió por la puerta, la dependienta realizó una llamada.
-Roberto, soy yo Clara; ha estado aquí preguntando por vosotros.
-¿y que le has dicho?
-no le he dicho nada, que no sabía nada.
-perfecto, si vuelve dile, lo mimo. Dejará de buscar
-¿pero? no sería bueno que hablarais con ella.
-No, no es el momento (grito).
Y automáticamente colgó. Clara, se quedó pensativa. Pobre Celia, pensó.
Mientras tanto Celia ajena a todo caminaba hacía su trabajo. Hacía poco que la habían ascendido; pero pese a ello le gustaba cumplir con sus obligaciones y ser puntual (continuará)