Si pensaba en Bull, la primera palabra que se le venía a la mente era "mostrenco". La primera impresión fue, como la de cualquiera cuando ve a un qunari, de que era impresionante e imponente. Luego descubrió que, si bien era un adversario feroz en la batalla, en el día a día era un bonachón y bruto.
-Dame una jarra de ese mejunje al que llamas cerveza.- le dijo al tabernero, que respondió con un resoplido.
La noche estaba inusualmente tranquila en la taberna de Feudo Celestial, donde se había asentado la inquisición. Miró a su alrededor, sería divertido ver a Sera hacer alguna de las suyas, claro que era divertido siempre que no eras la víctima de sus bromas.
Iron Bull pasó por la puerta de madera seguido de sus hombres, que hablaban animadamente.
-¡Ha sido increíble! –Exclamaba Krem.- Cuando nos ayudaste con la magia, el guiverno no esperaba ese ataque.
-¡No soy maga!-protestó la elfa, que evidentemente era maga.
-Buen trabajo, chicos.- alagó Bull.- Pedid lo que sea, va de mi cuenta.
-Ya habéis oído al jefe.
Los batalladores se apresuraron a pedir sus bebidas favoritas en la barra, Dorian comprobó que no tenían un gusto demasiado difícil de contentar, todo lo que pedían eran licores baratos y cervezas rancias. Claro, que allí tampoco había mucho más que elegir.
Dorian probó su cerveza, e hizo una mueca ante tan desagradable sabor, ¿cómo podían beberse eso los demás sin pestañear?
-¡Ey…! Eh… -Bull parecía rebuscar la palabra correcta.- ¡Hola!
Con ese simple saludo, se sentó sonriente a su lado. Agarró la jarra que le tendía el tabernero y la chocó con la de Dorian en un brindis, para luego darle un buen trago.
-Veo que se os ha dado bien la cacería, -comentó para darle conversación. No sabía por qué pero se estaba poniendo nervioso, necesitaba hablar de algo.- ¿guivernos, eh?
-Un guiverno, más bien –corrigió Bull sonriente.- ¡Y era un hueso duro de roer!
En un gesto amistoso, Bull le dio una palmada demasiado enérgica en la espalda, que casi lo tira del taburete. Dorian se agarró con ambas manos a la barra para no caerse mientras que Bull se reía a carcajadas.
-Ya veo, ya…- contestó intentado dar otro sorbito a su cerveza.- A vosotros os gusta verdaderamente esto, machacar bichos y esas cosas. Es lo que os divierte, aparte de ser vuestro trabajo.
-Pues sí. – El qunari apuró su jarra y le hizo un gesto al tabernero para que le sirviera otra, Dorian se asombraba por su rapidez para beber.- Dicen que no se deben mezclar los negocios con el placer, pero mira, a nosotros nos va bien.
-Creo que estás malinterpretando el dicho.
Bull rió y le dio otra palmada, esta vez más suave. Sin darse cuenta, Dorian rió también ante la inocencia de su amigo, algunas veces le sorprendía.
-Bueno, ¿qué haces aquí tan solo? –Le preguntó el qunari.- ¿no te apetece un poco de compañía?
El mago se ruborizó, ¿Bull acababa de usar un tono juguetón o se lo estaba imaginando? Después le había guiñado el ojo… Bueno, claro, que estaba tuerto, sólo habría pestañeado. Se serenó e intentó disimular su nerviosismo.
-Quería despejarme un poco, he estado investigando en los libros de la biblioteca, pensé que podría encontrar algo sobre Corifeus.- suspiró dando a entender que la búsqueda no había sido muy fructífera.- Mañana seguiré.
Una camarera pelirroja, de exuberantes curvas pasó por al lado de ambos. A Dorian no le pasó desapercibida la mirada de Bull.
-Adelante, ve a hablar con ella. –Le animó, medio en broma.- No te cortes porque esté yo enfrente.
Bebió otro trago de la cerveza, que ya pasaba mejor después del segundo trago. Quería ver la reacción de Bull, que le sorprendió: frunció el ceño y negó con la cabeza. ¿Pero qué le pasaba?
-Ya estoy hablando con quien quería, chispitas.
Dorian casi escupe la cerveza, eso sí que no se lo esperaba. Tosió durante unos momentos, Bull le daba palmaditas en la espalda, que más que ayudar le quitaba el aire a cada golpe. Además, justamente Sera acababa de llegar, que no dudó en estallar en una aguda carcajada sin disimular.
-¡Para, que me matas! – Protestó, aunque divertido.- Antes Varric y ahora tú, ya no hay quien me quite el mote.
-¿No te gusta? Te pega mucho.
Sin preguntarle si le apetecía, Bull hizo un gesto al camarero indicándole que trajera otras dos jarras. El camarero asintió sabiendo a qué se refería al instante, Bull seguro que ya se lo había pedido antes.
Ante ellos sirvió dos jarras de un licor que a Dorian le olía muy fuerte, a puro alcohol.
-¡Por Andraste! –exclamó Dorian acercándoselo a la nariz.
-Esto es lo que hay que beber para brindar, es una bebida de verdad. –Comentó Bull, totalmente convencido.- ¡Ahora sí, brindemos por nosotros!
El qunari alzó su jarra delante de Dorian, esperando que este chocara la suya. Estaba expectante, el mago veía que le hacía ilusión.
-¿Por nosotros? –preguntó Dorian confuso, brindando.
Ambos bebieron. Bull dio un largo trago, mientras que Dorian al intentarlo solo pudo alejarse la bebida de los labios y toser, ardía muchísimo en su garganta.
-Por nuestra amistad, -le explicó Bull sin inmutarse por la potencia de la bebida.- y por lo que será.
Otra risotada de Sera estalló a sus espaldas, sin que Dorian pudiera protestar porque seguía tosiendo, la elfa debía estar pasándoselo divinamente. El mago se volvió con la intención de decirle algo, pero la elfa lo dejó perplejo haciéndole un gesto bastante obsceno con las manos. El rubor le subió al mago por las mejillas, y sintió que el calor le invadía, ¿estaba insinuando que él y Bull…? ¡No, lo que estaba era chivándose de las intenciones del qunari!
Mudo, fijó la vista en su bebida. Ya tenía sus sospechas, pero que Sera se hubiera cerciorado antes que él era preocupante.
