¡Disclaimer!: Los personajes pertenecen a Square Enix, Disney...
~Introducción~
Y allí estábamos, aburridos, a la espera de la histérica de la jefa de estudios, para que nos dijese de una vez cuál iba a ser nuestro castigo.
Era injusto… ¡Yo no había hecho nada! Pero claro, mis queridos "amigos" me habían metido en el marrón. Así de graciosos son…
Seguro que no os interesa lo más mínimo qué pasó ni por qué estábamos aquí, pero os lo voy a contar, porque por algún lugar tengo que empezar la historia, ¿no? Bueno, pues ahí va:
"Hace mucho, mucho tiempo, en un país muy lejano…"
Dejémonos de paridas y centrémonos durante cinco minutos, por favor…
La cosa es que, esta mañana, a los simpáticos de Axel y Demyx no les apetecía lo más mínimo ir a clase de filosofía –todavía no sé por qué-, y a los muy… no se les ha ocurrido nada mejor que saltarse la clase. Pero no se podían quedar dentro del instituto. ¡Por favor! ¿Qué clase de malotes serían si, después de no asistir a clase, se quedasen dentro del recinto…? ¡Pues de todo menos malotes! Así que se han saltado la valla… ¡y me han arrastrado con ellos! Lo que no se esperaba ninguno de nosotros es que justo hoy el director tendría que ir a diossabedónde y llegaría tarde a clase, y, lo mejor de todo, que llegaría justo cuando nosotros nos marchábamos, porque es lo que suele pasar. Creo que era algo así como "la ley de Murphy", ¿no? Pero eso da igual. Continuemos con mis interesantes azañas: como es evidente, en cuanto el dire nos ha visto, nos ha llevado a su despacho, y de ahí, a la sala de castigo. Y por eso estamos aquí…
La sorpresa más grande nos la llevamos cuando vimos aparecer a Larxene y a Zexion por la puerta. Se supone que ellos son buenos chicos. Los típicos alumnos empollones que sacan buenas notas y a los que nunca castigan… Bueno, típicos, típicos... Larxene tenía un mal genio que no era capaz de aguantar ni su madre, y Zexion vivía en su mundo. Pero eso mismo es lo que los había metido en problemas esta vez –aunque lo de Larxene es evidente que trae problemas a la larga…-. Al parecer, Larxene le había gritado a un chaval de la clase al que no viene a cuento describir, y Zex, mientras estaba en su mundo, como siempre, se había puesto delante del profesor, y éste último, se comió el suelo… O una cosa semejante. Tampoco es que me haya parado a prestar demasiada atención a sus relatos dignos, por supuesto, de un best seller –irónicamente hablando-. Y es que, a veces, yo también vivo en mi propio mundo para evadirme de los problemas en los que me meten ciertas personas. Creo que si no lo hiciese, Axel y Demyx habrían dejado este mundo hace mucho, muuuucho tiempo. Y puede que Larxene tamién. Pero a ella es mejor dejarla en paz; tengo miedo de que pueda escuchar mis pensamientos…
Parece una tontería, pero hubo un día que llegué a pensar que Larxene era capaz de leerme la mente. Era un día como otro cualquiera; ella y yo, caminando por la calle, cuando se cruza una chica de escándalo. Naminé, creo que se llama. Y como suele pasar con todas las chicas de escándalo, pues la miré de arriba abajo. Lo que yo no sabía entonces es que Larxene tiene una gran capacidad para sacar cualquier cosa de contexto –y para leer la mente-, y, en ese momento, las usó. ¡Acabé por sentirme como un pederasta pervertido! Y eso que la tal Naminé apenas es dos años menor que yo. Pero Larxene insistía:
-¡Es una cría!- gritaba - ¿Cómo puedes mirarla así? ¡Pedazo de pervertido!
Obviamente, la "niña" se dio por aludida, y se fue rápidamente del lugar; creo que le dieron vergüenza ajena los gritos de mi acompañante. Además, Larxene no tiene derecho a llamarme pervertido; Naminé es una chica con ya 15 años… y menudos 15…
-¿Qué quince? –escuché decir a Axel.
-Esto… -traté de buscar una excusa -¿He dicho eso en voz alta? –dije por fin, también sin querer.
Yo y mi gran capacidad para excusarme.
Axel se dispuso a decir algo, pero, en ese instante, la jefa de estudios entró por la puerta, gritando y sujetando a un chaval por el hombro, haciendo entrar a este último por las malas a la sala de estudios. Pobre chico…
El recién llegado se sentó al fondo de la sala. Se le veía cabizbajo, deprimido, y Axel, dispuesto a cambiar esto, corrió hacia el lugar donde el nuevo estaba sentado, y comenzó a hablarle, aunque, conociendo a Axel, puedo decir con seguridad que no sólo quería hacer amistad con él.
-Ese chico va a tener que andar con el culo pegado a la pared a partir de ahora –dijo Demyx, con toda la naturalidad del mundo, dejándonos a Larxene y a mí, y ante todo a Larxene, anonadados, y a Zexion… Bueno, ese seguía embelesado con su libro.
-¡Calla, imbécil! –respondió Axel, desde el otro lado de la habitación, y volvió a su tarea de intentar desesperadamente entablar conversación con el chaval, o de llevárselo al huerto. ¡Quién sabe cuando se trata de Axel!
-¿A que te referías con lo de "andar con el culo pegado a la pared, Demyx? –preguntó la rubia, con la cara blanca, como si el otro hubiese dicho algo malo o fuera de lo común.
Y es que, malo no era, y fuera de lo común tampoco estaba; simplemente, Larxene no lo sabía. Era un secreto que Axel trataba de guardar. No por miedo al rechazo, sino por miedo a su abuela. Esa simpática mujer que cargaba la escopeta cada vez que veía parejas homosexuales en "El diario de Patricia". El pobre pelirrojo había jurado no hablar con nadie de sus gustos –excepto a Demyx y a mí- hasta que su querido abuelita saliera con los pies por delante y metida en un saco negro.
Normalmente, a un pringado cualquiera, o a un chico cualquiera, si generalizamos, no le es difícil hablar de algo así con sus amigos y que nadie se entere, pero Axel… Axel es jodidamente popular, y eso complica las cosas. Porque cuando eres popular, siempre hay alguna piba cotilleando tu vida las veinticuatro horas del día. Ésa que conoce todos tus más íntimos secretos –hasta esos que cuentas a tus amigos en los baños del instituto por lo bajo mientras tiras repetidas veces de la cadena-, y que, por supuesto, los divulga, porque le gustas, pero te odia por no haberla querido dar un hijo tiempo atrás. Y claro, si divulga tus secretos, se acabarán enterando esos primos que van a tu mismo instituto, después tus tíos, que le darán el chivatazo a tus padres, y que, por efecto dominó, se lo acabarán contando a tu abuela psicópata.
¿Y cómo hacer que tu abuela no se entere de que te van los tíos? Pues contándoselo sólo a tus dos mejores amigos y amenazándolos de muerte en caso de que se lo cuenten a la cotilla de Larxene.
Así pues, Demyx se dispuso, con miedo en el cuerpo, a no contarle nada a Larxene, y a, como no, hacer un poquito el imbécil.
-Verás, yo lo que quiero decir con eso es que… -se levantó de la silla y pegó su cuerpo a la pared –ya se acerca el invierno, y como los radiadores están en las paredes, pues tendrá que pegar el culo, ¿no? Para no tener frío, ya sabes…
Axel le comentó al chico del fondo que Demyx y él no se conocían de nada, Zexi soltó una leve carcajada, Larxene miró al imbécil… como el imbécil que era, y a mí, sólo se me ocurría una palabra para describir la situación: impresionante. Pero al menos, la desagradable rubia parecía haber quedado conforme con la explicación del gilipollas del rubio, por lo tanto, todos contentos. Pero sólo durante un par de segundos. Después, nos dimos cuenta de que el director y los jefes de estudios habían presenciado la escenita al completo, y, en consecuencia, todos nos sentimos avergonzados. Digo todos, pues Demyx se avergonzaba de sí mismo, y los demás, de él.
De lo único que me alegré en ese momento, fue de saber por fin mi castigo, porque tiene narices haber tenido que aguantar media mañana encerrado en una habitación con los payasos esos para que una gorda histérica me diga que, durante los próximos dos meses, estaré en la misma sala, también encerrado, y con la misma panda de locos, durante los recreos.
La que me espera…
Bueno, ésto de momento no tiene gran cosa, básicamente porque es una introducción y no quería enrollarme demasiado (que creo que lo he hecho ^^U), pero pronto subiré una segunda parte más interesante (y todas las que hagan falta :'D).
