Hola a todos, éste es mi segundo fic (si cuentan mi versión de La Orden del Fénix, la cuál tuve que quitar…) y en fin, es todo un rollo. Por favor review!

No los distraigo más y… adelante

Disclaimer: No me pertenece nada que puedan reconocer, sino a JK Rowling

A/N: Y volví a cometer otro error, así que por segunda vez tengo que editar todo este capítulo. Mi error es que no confié en mi misma cuando escribí que James era cazador, e hice caso de cierto usuario que me dijo que era buscador. Resulta que James sí es cazador, JK Rowling lo dijo ella misma. Por favor, si encuentran alguna referencia en mi fic de que James es buscador háganmelo saber y volveré a editar. Gracias .

I

Desastre en la clase de Pociones

La miraba demasiado. Demasiado. Lo atraía mucho, sencillamente, el hecho de que su hermosa sonrisa desapareciera de su cara en el momento en que ella descubriera que él la había estado observando; de que su forma de caminar, tan segura, era la única que no cambiaba para lucir más sexy frente a él; de que su voz subiera de tono siempre que su tema de conversación se refiriera a él mismo; pero especialmente el hecho de que ella lo odiara tan desesperadamente.

Porque ninguna otra chica se resistía a los encantos de James Potter. Así, que James vivía intrigado. Pues no entendía porqué ella entre todas tuviera que ser la que lo hiciera. No la amaba, de hecho, él no amaba a ninguna de las otras. Pero la quería para él. Tal vez lo entretuviera unos meses, después la botaría como a las demás. Pero no había porque pensar en eso en ese momento. En lo que había que pensar era en el partido de Quidditch que tendría lugar el día siguiente. Gryffindor vs. Ravenclaw. Demonios, ese Mao Chang era bueno.

–¡Potter! –la voz de su profesor de pociones, el Profesor Lewis Donwood, lo distrajo de sus pensamientos– ¿Pero es que nunca va a entender? Ni si quiera el hecho de que pierde puntos para su casa parece importarle. Con este incidente acaba de perder otros cinco.

–Lo siento Profesor.

­–Aja, bueno. Hablaremos más tarde. Ahora pondré en la pizarra la lista con las parejas para el proyecto de este mes, junto con el tema y la poción que les tocará desarrollar. No habrá cambios, a menos de que sea un caso extremadamente especial. –les dijo señalando un pergamino que había aparecido mágicamente en la pizarra­

–Ahora los dejo muchachos, hay un asunto que debo atender. Señorita Evans, el director quiere verla, acompáñeme por favor –y sin decir más salió por la puerta y los dejó solos.

­­Una masa de estudiantes de séptimo año, Gryffindor y Slytherin, se levantaron de las sillas al mismo tiempo y se amontonaron frente a la pizarra. Algunos parecían contentos; la mayoría resignados; y algunos, como Sirius Black estaban furiosos.

–Oh Dios, me tocó con el imbécil de Mathew Parkinson –un muchacho de cabello negro, cuerpo fornido y brillantes ojos azules se recargó en la pared con pesar.

­

–Sirius, amigo, sólo es un proyecto de clase. –observó un chico de tez clara y cabello color arena.

–Seguro que lo dices porque te tocó con esa preciosidad de Lara Madowes –ante el comentario Remus movió su cabeza de lado a lado unos segundos, para después asomar una pequeña sonrisa tímida.

–Oye Peter¿tú con quién estas? –preguntó Remus a un chico de complexión robusta, cabello cortado en forma de tazón y húmedos y pequeños ojos negros, intentando cambiar el tema.

–Estoy con Nott –dijo secamente–. Aunque mi tema no está tan mal, es sobre la poción multijugos, la vimos en quinto.

Pronto se dieron cuenta de que James no decía nada. Sirius miró significativamente a Remus, quien se encogió de hombros. Sirius se acercó a James por la espalda, dio un saltó y dijo "¡Boo!" logrando de esta manera, que James se sobresaltara y se cayera de la mesa donde estaba sentado.

Sirius se reía descaradamente mientras lo ayudaba a ponerse de pie. Al parecer, la broma no tuvo el efecto deseado. Porque James, en vez de reírse junto con Sirius –y los que quedaban en el aula– se quedó callado, mirando hacia la lista de nombres que flotaba mágicamente frente a la pizarra.

Remus se alejó del grupo para mirar la lista otra vez. Ahí, unos nombres más abajo que el de él mismo, decía:

James Potter, Lilyanne Evans–Poción Animagus

Una muchacha de cabellera color vino y ojos verdes esmeralda caminaba hacia el campo de Quidditch. Tenía una escoba alargada en la mano, diferente a las de Quidditch. Era un Halo Plateado, una escoba para hacer acrobacias. Porque el Quidditch no es lo único que se juega con escobas. Existe un deporte acrobático sobre escobas, que consistía en saltar desde la escoba, hacer piruetas en el aire y volver a caer en la escoba (la cual tiene un hechizo para seguir al acróbata, pues de otra manera caería sin remedio). Para Lily, eso no era sólo un deporte, era su inspiración y su desahogo. De hecho, últimamente Lily necesitaba mucho desahogo. Las cosas no estaban yendo de la manera en que ella lo hubiera deseado.

–¡Lily! –la voz emocionada de una de sus amigas le gritaba desde las gradas– ¡Debo mostrarte algo!

Lily se dirigió hacia ella en el preciso momento en que la chica comenzaba a impacientarse y a lanzarle chispas con la varita para llamar su atención.

–Mira, mira, mira –susurraba emocionada la muchacha de cabello claro, pecas y ojos azules-grisáceos –. Me ha llegado hoy, es la respuesta de San Mungo. Quería abrirla, pero decidí que le hiciéramos juntas.

Le enseñó a Lily un pergamino que decía con letras doradas:

Instituto San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas

Srta. Samantha Harper

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería

Torre de Gryffindor

­–Es genial Sam, ábrela.

–Hay no puedo Lily ábrela tú –le pidió entregándole el sobre.

Lily suspiró y tomó el sobre de las manos de Samantha, quien se había hecho ovillo en una de las sillas, a fin de oír la respuesta a boca de Lily.

Definitivamente, esto de convertirse en Medimago le está afectando la salud mental, pensó Lily para sus dentros.

–¿Qué dice?

–Tranquila, ya voy. Está un poco difícil de abrir….

–¡No puedo creerlo! Trae acá –le ordenó Sam levantando los ojos al cielo y extendiendo la mano para que Lily le devolviera el sobre.

–¿Lo vas a leer tú? –preguntó Lily esperanzada, recibiendo una mirada con el seño fruncido por parte de su amiga.

–Por supuesto que no –le dijo Samantha como si fuera obvio–. Sólo lo voy a abrir, ya que tú ni eso puedes. Diffindo

–Muy bien, aquí vamos–dijo Lily en el momento en que tuvo el sobre de vuelta en sus manos.

–¿Y bien?

–Entraste.

–¡Oh sí, oh sí, oh sí! –gritaba Samantha llena de felicidad, al tiempo en que movía la cadera en forma circular.

A partir de este momento, esta oficialmente loca, pensó Lily con una media sonrisa.

Samantha se sentó en una de las sillas de las gradas para descansar luego de su algo… exótico baile. De pronto pareció darse cuenta de algo, porque volteó a ver a Lily con una mirada extraña en los ojos.

–¿Tu ya recibiste la respuesta del ministerio? Para eso era que Donwood te sacó de clase¿verdad? ­–le preguntó preocupada.

Lily se mantuvo en silencio con la mirada baja, Samantha creyó ver una lágrima solitaria resbalar por una de sus mejillas, pero la perdió de vista de inmediato.

–Lily lo siento muchísimo¿qué te dijeron?

–Nada, simplemente que en este momento no podían darme una respuesta definitiva, y que lo piense mejor, ya que la carrera como auror es muy peligrosa. Y que yo siendo mujer tenía todavía menos chance de ingresar. Así que escogiera otra carrera mejor, para que así no desperdicie mi último año en Hogwarts enfocándome en la carrera equivocada –dijo Lily totalmente decepcionada.

­–Bueno, ellos dijeron que no podían darte una respuesta definitiva, así que eso significa que todavía tienes esperanzas. Apenas acabamos de empezar el año esta semana. Tú imagina que te dijeron que sí, y toma las materias extras para ser auror, ya sabes, Defensa Contra las Artes Oscuras avanzadas y así. Y vuelve a aplicar en unos meses. Se darán cuenta de tu determinación y te aceptarán –la consoló Samantha abrazándola por la espalda.

Lily negó con la cabeza.

­–No Sam. Mira, todo eso suena muy bien, pero¿qué tal si me vuelven a rechazar¿Cuántas veces tendré que rogarles que me acepten? Si para el final del año me siguen rechazando –suspiró con pesar–, tendré que escoger otra cosa, y tomar los cursos aparte.

­–Sé positiva Lily…

–Es mejor si escojo algo más ahora. Es más, puedo ser Medimaga como tú, y así tomar Pociones avanzadas, y así desde ahora. Y ahorrarme el tener que tomarlas después cuando me rechacen… otra vez –continuó Lily interrumpiendo a su amiga.

­–Por lo menos espérate un tiempo, unos meses, y si te vuelven a rechazar ya cambias tus materias y haces lo que quieras ­–insistió Samantha.

Lily suspiró resignada.

–Muy bien, tú ganas. Pero si su respuesta vuelve a ser negativa… ya sabes.

–Excelente Lily, sabía que no podías ser tan tonta –rió–. Ahora vamos al Gran Comedor a ver si sobra algo para comer; o tal vez Mandy y Lara nos querrán compartir algo. Nos perdimos la hora de la comida.

James, Sirius, Remus y Peter salían del Gran Comedor cuando se cruzaron con Samantha y Lily. Ellas no parecían notarlos, pero James sí que las notó a ellas.

–Disculpen, tengo algo que hacer ­–dijo James sin siquiera parpadear.

–Pícaro –le dijo Sirius guiñándole un ojo.

James se revolvió el pelo con una mano y caminó decidido hacia Samantha y Lily, quienes se habían encontrado a Mandy y a Lara y se habían quedado a conversar con ellas.

El chico se colocó justo detrás de Lily y comenzó a bailarle una danza muy sensual sin que ella se diera cuenta. Eso solía dar resultado con las demás chicas, siempre terminaban riéndose tontamente. Sin embargo, la única que se rió fue Mandy (quien al darse cuenta de que era la única que lo hacía calló rápidamente), porque las demás simplemente dejaron de hablar y lo miraron fijamente. Lily supuso que algo estaba pasando al ver que la vista de todas sus amigas se situaba detrás de ella. Se volteó rápidamente sólo para encontrar a James muy concentrado con su danza y con una sonrisa en su cara de idiota.

–¿Qué quieres Potter? ­–le preguntó asqueada

–Nada preciosa, sólo me preguntaba que pensabas tú acerca de nuestro proyecto juntos –se le acercó peligrosamente, tomándola de la cadera.

­–Número uno, no me vuelvas a llamar preciosa. Número dos ¿Proyecto juntos? Realmente deberías dejar de frecuentar a esas chicas… calientes, como tú las llamas –Lily lo empujó lejos de ella–. Creo que terminaron quemándote el cerebro.

–No chiquita, tú puedes decir lo que quieras, pero ya verás mañana cuando nos toque Pociones. Estaremos juntos por toda una hora – dijo James acariciándole la mejilla–. De hecho, mañana es viernes ¿verdad? Sí, creo recordar que nos tocan Pociones dobles. Te veré ahí preciosa.

–Te dije que no me volvieras a llamar así.

–¿Y que vas a hacer al respecto?

Lily se quedó callada.

–Lo sabía ­–y con una sonrisa triunfante dio media vuelta y regresó con Sirius, Remus, y Peter.

­–¿De verdad no piensas hacer nada? ­–preguntó Lara asombrada, una chica alta, de pelo castaño oscuro cortado corto hasta el cuello, ojos pardos y facciones realmente bonitas. Lily rió por lo bajo y simplemente murmuró apuntando con la varita hacia James.

Coloro.

Súbitamente, el pelo de James se tornó de un anaranjado fosforescente; pero eso no fue lo único que se tornó anaranjado, también la parte trasera de la túnica de James, dejándole un par de enormes bolas color naranja justo en el sitio apropiado.

–Eres mala Lily, se burlarán de él todo el día –rió Mandy, una chica de ojos verde agua-puerca (N/A: como color verde opaco, o verde laguna) y larga cabellera negra.

–Y no será suficiente. Ese idiota merece mucho más que eso. ¿Nos vamos? No quiero perderme la cara de McGonagall cuando vea a Potter. ­–añadió como si hubiera hecho su obra buena del día.

­–Ehh, a James lo castigaron ayer Lily. Si sigue así McGonagall lo va a sacar del equipo de Quidditch –señaló Sam.

–¿Y? le haría muy bien a su ego. Además, nos urge un nuevo cazador de todas formas. Potter cada vez vuela peor ­–dijo Lily con una sonrisa tan traviesa, que incluso Sirius estaría orgulloso de ella.

Las chicas rieron y se encaminaron a la clase de Transformaciones. Las clases habían estado algo monótonas, y eso que apenas era la primera semana. El grupo estaba ansioso por darle un poco de diversión a sus compañeros y el hechizo de Lily parecía prometedor.

Pequeña sorpresa que tendrás con McGonagall Potter. Haber si así me dejas tranquila.

☼§§§○§§§☼

Eran las 8:30 AM y Lily estaba en la biblioteca. Necesitaría mucha concentración si no quería reprobar Defensa Contra las Artes Oscuras ese bimestre. Nunca había reprobado, pero su promedio en esa materia comenzó a oscilar entre el 60 y el 70 desde su quinto año. Pero estaba decidida a no darle ni una sola razón al ministerio para volver a rechazar su petición para entrar a la Escuela Nacional Contra la Fuerza Oscura. Por eso, intentaba estudiar todo lo que pudiera antes de que comenzaran las clases en media hora. De pronto una mano tomó su libró y lo lanzó al otro lado de la mesa.

–¿Qué demonios…?

–A ti te estaba buscando –la interrumpió la voz furiosa de James Potter­–. Yo te juro que esto no se va a quedar así.

­–¿Pero de qué me hablas? ­–le preguntó Lily confundida– Si es acerca de lo de ayer te lo tenías merecido.

Se levantó de la mesa y se disponía a irse cuando el brazo de James la detuvo bruscamente.

–¡No te vas de aquí hasta que hablemos! ­–le gritó mientras la obligaba a sentarse.

–Muy bien, ya te dije que si es acerca de lo de ayer…

–¡Hoy es el partido! –la interrumpió James con los ojos lanzando chispas– ¡McGonagall no me dejará jugar hoy, por tu maldita culpa!

Realización golpeó a Lily tan fuerte que se tapó la boca con las manos. Se había olvidado que ese día era el partido de Gryffindor contra Ravenclaw. No es que le importara que James no jugara, sino que el equipo no tenía suplente para él. La había regado, y feo. Intentó disculparse.

–Se me olvidó, perdón. ¿Qué quieres que haga? –se disculpó fríamente. No iba a dejar que su orgullo saliera lastimado.

–No, ya no se puede hacer nada. Ahora me consigues un suplente para las 3:00 de la tarde ­–le ordenó James en un susurro.

–¿Qué? No, ese es tú problema. ¿Sabes? Yo no pienso arreglarte tus problemitas, así que tienes dos opciones: O encuentras un cazador suplente tú solo o Gryffindor se queda sin jugador –había perdido todo deseo de disculparse, y si su tono había sido frío en un principio, ahora parecía el viento en invierno–. Decide.

­–Me las vas a pagar Evans.

–¿Ah si? Bueno, bien por ti ¿eh? Luego te veo –se levantó y salió de la biblioteca apresuradamente.

­James ya se disponía a irse cuando escuchó una voz desde atrás de un escritorio.

–¡Jovencito!

–¿Se le ofrece algo Madame Pince? –preguntó James a la mujer que lo había llamado.

–¿Qué acaso piensa dejar todos estos libros aquí? ­–le preguntó señalando el montón de libros que había estado usando Lily– Póngalos en su lugar inmediatamente.

­–Pero yo…

–Póngalos en su lugar inmediatamente –repitió severamente.

¡Demonios!, dijo para sí mismo mientras que recogía todos los libros –que no eran pocos– que Lily no se había molestado en recoger.

­–¿Hechizos de Defensa? –la voz de Remus sobresaltó a James tanto que terminó tirando los dos libros que traía en el brazo.

–¿Disculpa?

­–¿James Potter estudiando Defensa Contra las Artes Oscuras en la biblioteca? –la voz de Remus sonaba extrañada. Señaló el libro que se encontraba al otro extremo de la mesa.

­–Ah, no es mío. Es da le Evans esa –dijo James furioso todavía ante los acontecimientos de hacía unos minutos.

–Y hablando de Lily ¿Cómo salió todo? ­–James fingió no saber nada ante la pregunta de Remus.

–Vamos James, te seguí desde que saliste del dormitorio. Tu estado de enojo era verdaderamente preocupante ­–señaló Remus–. ¿Qué dijo Lily?

Finalmente James se dio por vencido y le contó a Remus todo lo que había pasado utilizando frases como: "esa loca", "totalmente descarada" y "esa chica es un monstruo".

–¿Y qué piensas hacer?

–Pues nada.

–¿Cómo que nada¿Qué acaso no te importa Gryffindor? ­–Remus estaba bastante asombrado ante la respuesta de James–. Necesitamos encontrar a un suplente, rápido.

–No pienso hacer todo lo que esa niña me diga –replicó James, más intentando convencerse a sí mismo que al chico frente a él.

–¡Corny, esto ya no se trata de Lily!­– exclamó Remus utilizando la –muy odiada por el aludido– abreviación del sobrenombre de James–. ¡Se trata del orgullo de la casa, de la Copa de Quidditch!

–Esto, puede arruinar mi reputación –repuso James–. No quiero que la gente piense que me importa más la opinión de una cabeza hueca que mi propio orgullo. Y no me llames "Corny"

Remus suspiró cubriéndose la cara con las manos. La conducta de su amigo era patética, y no dudó en hacérselo saber.

–Te estas portando patéticamente James. Además nadie lo sabe además de ti mismo, Lily, y ahora yo.

–Escúchame Remus, definitivamente no voy a ir por los pasillos como un idiota preguntando quien me hará el favor de suplantarme en el juego –se intentó justificar, aunque ni el mismo se lo creía–. Ya que me castigó McGonagall porque una niña decidió que mi parte trasera resaltase un poco.

–De acuerdo, entonces yo te suplantaré –se ofreció un Remus enteramente resignado, ya que no le gustaba mucho jugar al Quidditch aunque era bueno–, pero sólo por hoy.

–Gracias, y no le digas a nadie.

­–Como sea, pero ya vámonos porque la clase de Encantamientos va a empezar en dos minutos.

–Sí, no vaya a ser que me castiguen otra vez –agregó James con el ceño fruncido y el cuerpo rígido por el enojo.

Por fin era la tan esperada clase de Pociones. Y cuál no sería la sorpresa de Lily al darse cuenta de que, efectivamente, tendría que trabajar con James.

–Disculpe, Profesor, pero ¿Por favor me podría cambiar de pareja? –le pedía Lily al Profesor–. Es que, en serio que tengo serios problemas con Potter.

–Escuche señorita Evans. Esto no es negociable, y lo dije desde un principio –le explicó el profesor quitándose sus gafas–. Cuando usted sea una, profesional, por así decirlo, y no se lleve bien con su compañero de trabajo ¿cree usted que ese pequeño hecho hará que le asignen un compañero nuevo? En esta vida se encontrará muchas veces con situaciones que no serán de su agrado. Y es mi deber, así como el de los demás profesores, prepararla para la vida real jovencita.

–Pero usted dijo que en situaciones extremas… –replicó Lily antes de ser interrumpida de nuevo por su profesor.

–Esto, no es una situación extrema. Y si vuelvo a oír una queja por parte de usted me veré obligado a castigarla –agregó en cuanto la boca de Lily se abría para replicar de nuevo.

Lily pasó furiosa junto a Mandy y Sam (quienes habían tenido la suerte de trabajar juntas). Estas miraron a Lily interrogativamente, quien las ignoró por completo y se sentó junto a James de mala gana. Durante un tiempo ninguno de los dos dijo nada. James fue el primero en romper el silencio.

–Yo tampoco estoy encantado¿sabes?

Por un momento James creyó que Lily no le iba a contestar, ni siquiera parecía haberlo oído ni puesto atención. Pero luego dijo sin siquiera voltearlo a ver.

–Que rápido cambias de parecer Potter. Ayer parecías encantado de trabajar conmigo.

–Sí, ayer no estaba castigado –le contestó rápidamente.

–Mira, creí que te lo había dejado claro en la biblioteca…

–Ya no importa, tenemos un proyecto que hacer –la interrumpió–. Tú harás la parte teórica, y yo haré la poción. Así no tendremos que trabajar juntos para casi nada.

–Muy bien –acordó Lily secamente.

Trabajaban en silencio –más bien Lily era la que trabajaba, ya que la parte teórica debía de ser hecha primero­– James ni siquiera la miraba, estaba realmente furioso con ella.

–Excelente trabajo, Evans. Veo que se ha decido por aceptar lo que le tocó con la madurez de una señorita de 17 años. Aunque por lo visto, es la única –dijo el profesor Donwood mirando a James–. ¿Hay algún problema con la señorita Evans, Potter? O mas bien¿Hay alguna razón por la cual usted no quiere trabajar con ella?

–No profesor.

–Ah, entonces usted no sólo no trabaja –susurró el profesor–. Sino que tampoco tiene una razón para no hacerlo. Me temo que ya han sido demasiadas en tan poco tiempo Potter. Me veo en la obligada situación de castigarlo.

–¡Pero la profesora McGonagall ya me castigó! Es más, ni siquiera jugaré al Quidditch hoy.

–Pues seguramente la profesora tenía sus motivos. Lo único que logró con decirme eso es que su fase de… rebeldía abarca también las demás clases –señaló el profesor–. Se quedará después de clases a ayudarme a limpiar.

–No lo puedo creer, no lo puedo creer –repetía James furioso mientras Lily se reía abiertamente–. Es tú culpa.

–Hay no Potter, tú fuiste el que organizó el método de trabajo ¿recuerdas? – le dijo Lily indiferentemente–. Eres tú mismo el que cae en sus propias trampas. No me eches a mí la culpa.

–Esta no se va a quedar así Evans. Yo que tú me cuidaría la espalda de ahora en adelante –James dijo esto tan bajito que sólo Lily pudo oírlo.

–Deja el drama para otra ocasión Potter, que no te queda –se mofó Lily­–. Además, eso fue lo que dijiste la vez pasada y no me ha pasado nada ¿o sí?

James no supo que decir a eso y se limitó a –como en las ocasiones pasadas– mirarla furiosamente. Lily notó eso y le sonrió con ironía.

–Mejor ponte a trabajar Potter, si no quieres tener otro castigo –le dijo Lily pasándole uno de los libros, el cuál fue aceptado por James de mala gana.

Los minutos transcurrían lentos, demasiado lentos. Todavía era verano, y aún así el frío en las mazmorras era demasiado para ser soportado. Lily tendría que recordar ponerse el saco de la túnica también, ya que era especialmente sensible al frío. El timbre de fin de clase sonó finalmente. Lily se levantó, pero antes de irse se acercó a James.

–Terminaré la primera parte del reporte teórico por mi cuenta para la próxima clase. Por favor trae los ingredientes activos para hacer el repote acerca de ellos –le pidió lo más calmadamente que pudo–. Puedes llevarte el libro, yo tengo una copia en mi habitación. ¡Suerte con la limpieza!

­–De nada, Evans –le dijo sarcásticamente mientras tomaba una escoba del armario y comenzaba a barrer.

–¿Vienes Lily? –sus tres amigas la esperaban en la puerta, no había signos ni de Sirius, Remus, o Peter.

–Sí claro –les respondió con una sonrisa, para luego volverse a James–. Por lo menos tengo amigas fieles.

Y por segunda vez en el día, Lily dejó a James refunfuñando y limpiando lo que él no había ensuciado.

☼§§§○§§§☼

–¡Vamos Lily apúrate! –Mandy estaba parada en el marco de la puerta de su dormitorio, impaciente.

–Ya voy –la respuesta de Lily estaba demasiado calmada, nada bueno para la desesperación de Mandy–. ¿Dónde están Sam y Lara?

–Esperándonos, así que si no te importa ¿Te apuras? Gracias –dijo Mandy al ver que por fin Lily estaba lista para irse.

Ya todo el colegio estaba en la cancha de Quidditch, para ver el primer partido del año. Sí, apenas estaban en la primera semana, pero Dumbledore lo había querido así. ¿La razón? Nadie la sabía. Por eso, las pruebas para el nuevo equipo se habían hecho desde el año pasado, para así no perder tiempo el siguiente. Muy complicado, pero era preferible a quedarse haciendo deberes en la biblioteca o sala común.

–No puedo esperar a ver con qué sale Potter para este partido –la sonrisa que portaba la cara de Lily era en verdad preocupante.

–Lily, él te dijo que no le iba a pedir a nadie que lo suplantase –señaló Mandy– Es demasiado orgulloso

–Sí, es orgulloso, pero tiene al equipo encima –observó Lily–. Iba a terminar pidiéndole a alguien de todas formas, porque su orgullo como Gryffindor pesa un poco más que su orgullo personal.

–Pues más le vale, porque la copa la ganó Slytherin el año pasado –agregó Mandy con amargura.

–Pues yo sigo pensando que no debiste salirte del equipo –Mandy sólo suspiró ante eso–, eras un excelente cazadora.

–El equipo estaba interfiriendo con mis estudios –dijo Mandy–. Y el trato que tenía con mi papá era que él me dejaría jugar mientras sacara buenas notas.

–Pues es una verdadera lástima –dijo Lily mientras subían a las gradas.

–Lo sé.

Los estudiantes de Ravenclaw vitoreaban a sus jugadores, quienes estaban entrando al partido. Las chicas notaron inmediatamente que en lugar del comentarista habitual –que era Remus– estaba el profesor Donwood.

–¿Qué pasa aquí? –preguntó Lily mientras ella y Mandy se sentaban en los lugares que Sam y Lara habían guardado para ellas.

–No sabemos. Por alguna razón Remus no será el comentarista en este partido –contestó Lara.

–Pues que extraño… –dijo Lily para sí misma– ¡Oye¿Desde cuando lo llamas por su nombre de pila?

Lara no dijo nada ante el comentario de Lily, pero no era necesario; ya que la sonrisa que portaba en el rostro decía más que mil palabras. Las chicas esperaban ansiosas, Lily sonreía.

–Tendré que regalarle algo de Navidad a ese Potter

–¿Qué? –Lily volteó a ver a Sam algo extrañada por el comentario de ésta.

–Ha logrado que tú sonrieras, no lo habías hecho en toda la semana.

Lily rió al escuchar eso, era verdad. El sufrimiento de Potter siempre la hacía feliz. Pronto el equipo de Gryffindor estaba en el campo. Sin embargo, no alcanzaban a distinguir el rostro del nuevo cazador. No les importaba mucho, porque sabían que lo anunciarían pronto. Y dicho y hecho, muy pronto la voz del profesor Donwood resonó por la cancha diciendo el nombre del buscador suplente.

­–¡Y por favor denle la bienvenida a nuestro cazador por hoy¡REMUS LUPIN! –Lara sonreía encantada, Lily parecía enfadada, Mandy no podía creerlo, y Sam simplemente abría los ojos desmesuradamente.

­–Pero si todo el mundo sabe que Lupin, por muy bueno que sea, no juega al Quidditch –la voz de Lily parecía decepcionada–. ¡No le gusta, él mismo lo ha dicho!

–¿Qué importa Lily? ­–Lara se encogió de hombros– el caso es que va a jugar.

–Pero… –abrió y cerró la boca un par de veces sin lograr articular palabra–. ¡Yo quería que Potter se lo pidiera a alguien! Te apuesto lo que sea a que el Lupin ese se ofreció a hacerlo. Sólo por que son amigos.

–Lily, lograste lo que querías ¿no? Tú querías que McGonagall lo castigara. Lo de no poder jugar fue un extra, y ahora también quieres que se humille –enumeró Sam–. Obtuviste lo que querías y más.

–Sí Lily –agregó Mandy–. No se puede tener absolutamente todo en la vida.

Lily no dijo nada y se limitó a cruzarse de brazos y a observar el partido en silencio. Gryffindor terminó ganando 200 a 40. Desde abajo, la miraba muy sonriente un chico de cabello negro alborotado.

☼§§§○§§§☼

El fin de semana pasó sin acontecimientos dignos de mención. Lily todavía se ponía furiosa cada vez que recordaba la feliz cara de Potter después del partido. Sam y Lily pasaban mucho tiempo juntas en la biblioteca, cada quién estudiando materias diferentes, pero ayudándose una a la otra siempre que fuera necesario. Lily tenía que hacer todo lo posible para que el ministerio la aceptara, todo. Incluso había ido a hablar con Dumbledore.

Flashback

–Pasa Lily

–Buenos días profesor Dumbledore –saludó Lily mientras entraba a la oficina del director, quien le sonrió mientras le indicaba con una mano que tomara asiento.

–Entiendo que quieres hablar conmigo; y creo saber la razón –le decía el profesor al tiempo que un plato con galletas aparecía frente a ella –. ¿Galletas?

–Gracias –Lily tomó una de las galletas, tomó una mordida y continuó–. Bueno profesor, como usted sabe, el ministerio ha rechazado mi petición para entrar a la ENCFO.

–Y asumo que no te darás por vencida.

–No señor –dijo Lily tímidamente.

–Bien, no te preocupes. Sé que tienes la habilidad, y te ayudaré a lograr entrar. Pero necesitaré de tu ayuda Lily. Quiero que subas tu nota en Defensa Contra las Artes Oscuras a un 95 mínimo –le indicó Dumbledore–. De otra manera no podré hacer nada para ayudarte.

–Lo haré profesor –Lily sonrió agradecida mientras tomaba otra galleta y salía del despacho de Dumbledore, quien sonría complacido.

Fin del Flashback

–Ya estoy cansada Lily –declaró Sam moviendo los libros lejos de ella–. Es fin de semana, deberíamos de estarlo aprovechando en algo divertido.

–No Sam, la escuela no se supone que sea divertida, se supone que es para aprender. Y ya me dijo Dumbledore que no podrá usar sus influencias para que yo ingrese a la ENCFO a menos que suba mis notas –dijo Lily con voz de circunstancias–. Si quieres vete tú.

–Aja¿y hacer qué? Lara está con Lupin "trabajando en el proyecto" –dijo con voz aguda, tratando de imitar a la de Lara–. Y Mandy sigue dormida, esa chica tiene serios problemas con su reloj biológico.

Pero a Lily los argumentos de su amiga parecieron no causarle ningún efecto.

–Por favor Lily, te prometo que la próxima vez que me pidas algo y yo no quiera hacerlo lo haré –le dijo tirando de una de las manos de Lily, quién desistió finalmente.

­–Muy bien Sam¿qué quieres hacer?

–Vamos a visitar a Hagrid.

La cara de Lily se iluminó al oír eso. Rápidamente guardaron todo y salieron de la biblioteca. Hagrid era buen amigo de las chicas, y siempre les compartía gustoso lo que fuera que hubiera preparado para comer ese día (aunque las chicas no compartieran su entusiasmo con él). Cuando llegaron, vieron a Hagrid fuera de la caballa, agachado sobre algo negro. Curiosas, caminaron hasta ahí para ver que era lo que se traía entre manos esta vez. ¿Qué era lo que tenía Hagrid? Un cachorro.

–¡Pero que lindo! –exclamó Sam con ternura, agachándose para acariciar al animalito.

–¡Es un mastín! –Lily había reconocido la raza, ya que ella misma tenía uno igual, aunque ya muy viejo, en casa–. ¿Dónde lo conseguiste?

–Me lo regaló Dumbledore –dijo Hagrid contento mientras cogía al animal en brazos y lo llevaba a su caballa. Las chicas lo siguieron–. Me dijo que así tendría compañía, y que así estaría más seguro cuando fuera al bosque prohibido. Pero creo que quería compensarme por lo del año pasado.

–¿Qué del año pasado? –preguntó Sam frunciendo el entrecejo. Lily rió e intercambió una mirada de complicidad con Hagrid.

Ya que Hagrid parecía no querer dar explicaciones, Lily decidió darlas por él.

–El año pasado Hagrid, fue digamos –pareció meditar un poco su próxima palabra–, la madre sustituta de un bebé mantícora durante varios meses

­–¿Alguien quiere té? –dijo Hagrid con voz ronca y sonándose la nariz con un pañuelo. Luego les ofreció a las muchachas una taza de té a cada una.

–¿Cómo vas a llamar al perro? –preguntó Sam mientras–muy discretamente– echaba el té en una de las macetas (la cuál se marchitó en seguida).

–Fang. Mírale los colmillos, están enormes –luego se volvió al perro–. ¿Verdad bebé¿verdad? a que sí.

Sam se rió por lo bajo, recibiendo un codazo en las costillas por parte de Lily como consecuencia. Sam la volteó a ver con cara interrogativa, mientras que Lily sólo la miraba con los ojos muy abiertos y torcía la boca.

–Fue bueno verte Hagrid, nos tenemos que ir. –Lily se despidió en cuanto la falta de discreción de Sam empezaba a ser más notoria.

–Sí Hagrid, felicidades por Fang –salieron de la cabaña. Sin embargo, la cara de Lily asomó por la puerta antes de que ésta se cerrase por completo–. Adiós Hagrid.

El lunes tenían pociones a primera hora. Y como lo había prometido, Lily ya tenía gran parte del pergamino terminado. Sólo esperaba que James se hubiera acordado de llevar los tres ingredientes principales. De otra manera se quedarían sin hacer nada durante toda la hora. Lily se sentó tras el escritorio, sacó el metro y medio de pergamino que llevaba, y se cruzó de brazos. Por la puerta entraron los Merodeadores, o como Lily prefería llamarlos, Meros-perdedores.

Cada uno de los chicos tomó asiento con su respectiva pareja. James traía tres pequeños frascos en las manos. Lily suspiró aliviada.

–¡Excelente Potter! –exclamó sarcástica–. Te acordaste, eres el mejor. Bueno ahora, intenta alejarte lo más posible de mí mientras trabajo.

–No voy a hacer eso sólo porque tú me lo dices –le dijo James.

Lily levantó una ceja y torció la boca.

–¿Sabes? Deberías dejar de hacer eso, te ves fea.

–Mira Pottercito, yo no soy como las chicas que sueles frecuentar ¿eh? –a juzgar por el tono de su voz, pareciera que le estuviera hablando a un niño de tres años–. No, yo soy diferente. Mi sueño en la vida no tiene nada que ver con verme bonita. Por lo menos no para ti.

­–Bueno, lo que sea, trabaja.

–Ahora eres tú el que quiere andar mandando por ahí. Pues yo tampoco lo voy a hacer sólo por que tú me lo dices

–Lo sé, pero lo harás.

–¿Por qué estás tan seguro? –­le preguntó fríamente.

–Porque es todo lo que haces niña. ¡No tienes vida social! Así que¿qué haces en las tardes? –James pareció pensar mucho para encontrar una respuesta. Hasta que levantó el dedo y sonrió tontamente–. Estudias.

–Por lo menos yo sigo en Hogwarts gracias a mis propios esfuerzos. No que otros –miró a James significativamente­– sólo lo están porque su papi trabaja en el ministerio.

–¿Te atreves a decir que mi padre le paga a Dumbledore para que me mantenga aquí? –le preguntó James, con una mirada de enojo digna de un hipogrifo.

–Tómalo como quieras –dijo Lily, ya algo fastidiada–. Pásame las lágrimas de Fénix, hay que analizarlas.

James tomó uno de los frascos, y después de asegurarse de que era el correcto, se lo pasó a Lily. Ella lo abrió y puso un poco en un plato color azul-grisáceo

¡SWASH!

El charquito explotó, cayendo en la cara de Lily y sobre el pergamino –el cuál parecía estarse quemando–.

­–¡POTTER¡Te voy a matar! –le gritaba Lily mientras intentaba secarse la cara, la cuál comenzaba a arderle fuertemente–. Seguramente me pasaste el aceite de hígado de dragón. Eres un verdadero idiota.

El profesor Donwood llegó rápidamente para tratar de reparar los daños y averiguar qué había pasado exactamente. Luego de quitarle las machas color rojo que le habían quedado en la cara a Lily, y de reparar el agujero que había ahora en el escritorio se llevó a James y a Lily aparte.

–¿Quién me va a explicar que fue lo que pasó aquí?

–¡Pasó que éste idiota me dio el aceite de hígado de dragón en vez de las lágrimas de Fénix¡Además, destruyó todo lo que llevaba del proyecto!–le explicó al profesor gritando, quien asintió gravemente.

–Muy bien señorita, váyase a la enfermería –se volvió a James–. En cuanto a usted, hablaré con la profesora McGonagall acerca de su comportamiento. Un descuido así es imperdonable. Veinte puntos menos para Gryffindor.

–Pero profesor…

–Pero nada Potter, he tenido suficiente.

Lily se encontraba en la enfermería en compañía de Sam, Lara, y Mandy (a quienes Madame Pomfrey había dejado pasar con la condición de que sólo estuvieran cinco minutos). Su cara estaba cubierta de una crema color café, que según la opinión de Lily, tenía muy mal olor.

­–Ese Potter me las va a pagar. No se conforma con hacerle la vida imposible a los de Slytherin, destrozarles el corazón a todas las chicas con las que ha salido, y creerse el mejor jugador de Quidditch; ¡también tiene que venir a fastidiarme a mí! –gritaba Lily, sin importarle los gestos de Madame Pomfrey para hacerla callar–. ¿Por qué¿Por qué¿POR QUÉ?

–Ya Lily, velo del lado positivo. No tendrás que asistir a clases en todo el día –le dijo Sam no muy convencida.

Voy a hacer que Potter se arrepienta de lo que me hizo y me pida perdón de rodillas, pensó Lily, haciendo caso omiso de lo último que le había dicho Sam

Bueno, ya está terminado, me costó un poco de trabajo, pero ya está. Gracias a todos los que me aguantaron hasta aquí. Por favor mándenme un review, para que así sepa que mejorar y así. Ténganme paciencia por favor, que apenas tengo 15 añitos:P

Besos

Paulina Gryffindor