(Segunda historia, algo mas triste y dura que la primera. Por supuesto The Mentalist ni sus personajes me pertecenen asique todo esto es obra de mi desquiciada mente. Enjoy!)

Era lo mismo desde hacía un mes. Todos los días acompaño a Jane a hablar con Lorelai. Sigue convencido de que hablará. Que antes o después hablará. Cada día una hora intentando que suelte la más mínima pista que nos pueda llevar a John el Rojo. Cada día una hora perdida en la que solo escuchábamos los delirios de una mujer desquiciada que creía en la causa de un asesino en serie. Jane no quería que entrase con él. Se podía considerar masoquismo tener que aguantar a la mujer que siendo cómplice del asesino de su familia lo engañó y se aprovechó de él, pero quería estar sólo y yo aguantaba cada minuto detrás del cristal. Hasta ese día.

La muy zorra alababa cada día las obras de su mentor. De cómo haría cambiar las cosas. ¿Cómo un ser humano podía creer esas patrañas? Pero ese día no. Ese día comenzó a hablar de la noche que pasó junto a Jane. Siempre le llamaba amor, y me había acostumbrado. Podía llegar a entender que estando como una cabra se hubiera enganchado también de Patrick, pero oírle contar todo aquello era demasiado. Saber todos los detalles de cómo había disfrutado. De cómo Jane le había hecho disfrutar era demasiado. Él no había mencionado nada, no se dignó a darme una explicación y aunque tampoco tenía derecho a pedírsela hubiera necesitado saberlo de sus propios labios. Saber que vio en ella para que le dejara compartir sus sábanas. Supongo que yo tenía también una parte de masoquista, llevaba ya veinte minutos oyendo el monólogo sobre la gran noche que paso junto a su "gran amante" hasta que él mismo reaccionó y comenzó a contestarla.

-Entonces recuerdas el documental que vimos en la televisión

-Como no amor, fue muy excitante

-¿Y recuerdas cómo termina? La cebra intenta huir pero es el león el que gana. Pues bien tu y John el Rojo sois esa cebra y os aseguro que aunque escapéis ahora os cogeré. Cogeré a John el Rojo por el cuello y disfrutaré hasta el más mínimo dolor que pueda causar mientras le descuartizo.

-Yo también te recuerdo como un león amor. Un león durante toda la noche. Pero te equivocas… la única cebra que va a perder una parte de su cuerpo es esa compañera tuya. A John no le gusta que le dejen sin su rega….

Fue demasiado asique irrumpí en la sala y después de dos tortazos y arañar a Lorelei en la cara, la agarré por el cuello. Si Jane no me hubiera intentado parar juro que no sé lo que hubiera hecho. Otro policía de la prisión entró y entre los dos me sacaron de allí. No hubiera hecho falta tanto pero supongo que perdí los nervios. Gracias a Jane convenció al joven oficial para no acusarme de agresión y pudimos salir de allí en pocos minutos. El camino fue un infierno. Nadie dijo nada hasta que llegamos al CBI y nos dirigimos a la oficina.

-¿Se puede saber qué coño te ha pasado ahí dentro?

-¿Quieres la verdad? ¿La verdad de porque estoy así?

-Pues si siendo sinceros no entiendo nada de lo que acaba de pasar. Siempre habla de ti y sabías desde el principio que había pedido tu cabeza. Pero si incluso compré contigo el melón que lleve en la caja.-Jane había sonreído para poder romper el hielo pero lo que le pasaba a Lisbon era algo mucho más fuerte que el estrés que el caso de John el Rojo solía producir.

-Tantos años estudiando a la gente, examinando los motivos que los mueven, leyendo su comportamiento, encontrando sus puntos débiles, descubriendo sus mentiras y destapando sus más oscuros pensamientos… ¿y ahora me dices que no conoces mis razones?

-Pues honestamente no

-¿Que quieres que lo admita delante de ti y así humillarme un poco más? Que así quede totalmente descubierta y frágil ante… ante… cualquier cosa que te estés proponiendo. Que una vez más venzas y alimentes tu ego creyendo que el gran Patrick Jane sabe y consigue todo cuanto quiere.

-No me propongo nada. Y mucho menos si eso conlleva humillarte o herirte. Nunca me lo permitiría. Escúchame bien NUNCA.

-Pues ya es tarde.

-¡Teresa… Teresa! No te vayas, no podemos dejar esto así. Lo siento

-¿Lo sientes? Si supuestamente ni sabes que pasa, un lo siento no vale nada viniendo de ti. Hace mucho que se que tus palabras son parte del attrezzo de ese estafador de feria que sigue dentro de ti.

Salió corriendo hacia el parking. No quería ver, ni hablar con nadie. Encima parecía que ella estaba siendo la mala en todo ello cuando la zorra con la que se acostó estaba ayudando a su mayor enemigo. Un puñal. Eso había sido. Un puñal clavado en lo más hondo. Y no solo se lo había clavado la única persona que pensaba que podría significar algo en su vida. Esa misma persona lo había retorcido en su pecho hasta que había explotado. Lo que le acababa de decir a Jane tampoco había sido de buen gusto, pero después de tantas noches sin dormir y de tantos interrogatorios aguantando las chorradas de Lorelai tuvo que sacar ese puñal y romper con todo.

-¿Todavía no lo entiendes no?- Cho no hacía nada más que mirar la cara de incredulidad que tenia Jane

-¿El qué? ¿Por una vez voy a ser el último en saber de qué va el tema?

-Pues sí que eras un fraude leyendo mentes…. Está enamorada de ti. Desde el primer minuto que te conoció, Teresa Lisbon ha ido siendo cada vez menos Teresa Lisbon. Ahora toda su vida gira en torno a ti, está obsesionada. Eres su John el Rojo particular. Sólo que no quiere quitarte la vida sino dártela. Solo quiere que salgas de ese pozo de tristeza en el que estás metido y a poder ser acompañado de ella. Las pocas veces que abandonas el CBI para ir al motel de pacotilla en el que vives, Lisbon te sigue. Primero espera desde el coche a que salgas en pie del bar de mala muerte en el que ahogas las penas y luego vuelve a seguirte hasta que entras en tu habitación, asegurándose de que no haces ninguna tontería más al menos por esa noche. Le rompe el corazón verte así y no poder ayudarte más de lo que lo hace. Asique ella vuelve aquí y duerme en tu sofá. Supongo que así piensa que está más cerca de ti o más cerca de entenderte. Nunca había usado ese sofá hasta que llegaste y ha llegado incluso a beber té.

-No... No lo sabía

-Por supuesto que no lo sabías. Lo observador que eres para el resto del mundo no lo eres para la persona a la que más le importas. Sabes convencerla, sabes hacerla reír y sabes cómo vacilarla. Pero no sabes leer lo que necesita para ser feliz. Abre los ojos de una puta vez.

Desde luego la sinceridad de Cho era como siempre aplastante. Jane necesitaba hablar con Lisbon. Pero que le diría, ¿cómo podía creer que no le importaba? Ella era lo más importante en este mundo, era lo único que le mantenía cuero y atado a la vida. No sabía si era amor, nunca se lo había planteado. Sólo sabía que mataría y moriría por ella y que nunca se podría perdonar si alguien la hiciera daño si él estaba implicado. Ese era el verdadero obstáculo. El miedo. El miedo a perderla era más fuerte que cualquier otro impulso.

Arrancó su viejo Citroën y se dirigió a casa de su compañera.