Cambiare o moriré en el intento...

Capitulo 1 - La acusación

-¿Qué significa esto, Candy?-decía Sara Legan, molesta. Viendo los objetos desaparecidos entre las pertenencias de la rubia. Quien negaba con la cabeza.

-Yo no robe nada de eso, señora Legan.-decía la rubia, con seguridad. Pero estaba asustada por la reacción. Todo la incriminaba. Esta vez arrodillarse y pedir perdón no serviría de nada. Lo sabía.

-¿Cómo que no, Candy? ¿Me dirás que estas cosas están ahí porque alguien más las puso?-preguntaba Sara, aunque no esperaba ser contestada.

La muchacha iba responder algo. Pero no pudo porque los hermanitos Legan estaban mas que contentos por lo que habían logrado. Estaban felices sabían que lo habían logrado. Echarían a Candy de la casa. Les deleitaba la mirada afligida de la rubia. Quien se empezaba a ser una idea de lo que le esperaba después. ¿Adonde ir? ¿Volver al Hogar? ¿Con semejante acusación? Jamás, lo debía resolver. Debía limpiar su nombre. Haría lo necesario para no hacer quedar mal a ese humilde Hogar que la había recibido con mucho amor.

-¡Vamos, Candy! ¿No dirás nada?-decía Elisa, sonriendo satisfecha.

-Déjala, hermanita. Es obvio que no dice nada porque en el fondo sabe bien lo que hizo.-decía Neil.

-¡Esto es el colmo! ¡Mi esposo me oirá! No te puedes quedará así como si nada hubiera pasado. –decía Sara, jalando del brazo a la rubia. Pero se detuvo en seco. Su esposo era muy comprensivo con la muchacha.

-Te llevare con la tía abuela…Ella decidirá lo que se hará contigo, niña.-decía Sara, sin soltar a la rubia. Quien estaba triste.

No importaba lo que hacia no era aceptada. Solo la despreciaban. ¿Por qué? Se preguntaba. Ella era alegre, vivaz, espontanea. Un cumulo de energía. Al parecer ese era unos de los problemas. ¿Qué hacer ahora? Era un dilema. Era inocente, lo tenía en claro. Pero las evidencias la inculpaban. Lo quisiera o no. Tal vez si admitía el robo, el castigo que le impondría seria menor. Tal vez solo seria dormir a cielo raso. O tal vez trabajar como empleada hasta pagar el precio de todo lo que se hallo entre sus cosas. Ambas opciones no sonaban nada justas. Pero tal vez era lo que le quedaba. Ante todos era "Candy, una ladrona. Una niña del Hogar de Pony que robo". Debía actuar con cuidado. No importaba ella, importaba que otros niños no fueran perjudicados con lo que ella decidiera hacer. No huiría. Enfrentaría las consecuencias.

Llegaron a la casa de la señora Elroy. Sara le expuso el caso de la rubia. La anciana negaba con la cabeza. Estaba molesta, pensaba en que seria lo mejor en ese caso. La rubia era un a huérfana sin educación. Era obvio que tenia ningún referente para tener sus preceptos morales bien establecidos. Sentía que no todo era culpa de la niña. Quien no había levantado la cabeza, no había dicho nada. Ella estaba sumida en sus pensamientos. Pero la anciana pensó en escuchar la versión de la niña. Al menos sabría que había pasado desde ambos puntos de vista.

-¿Qué paso, niña? Dime ¿Es como Sara dice?-decía la anciana. Observo como la rubia estaba pálida.

-¿Usted también cree que soy culpable, señora Elroy? Yo estoy dispuesta a cumplir cualquier castigo que me impongan, se qué no robe esas cosas. Pero parece que nada de lo que diga cambiara lo que creen. Yo cumpliré cualquier castigo que me imponga. Trabajare como empleada si hacia me lo piden. O dormiré en la calle. O lo que ustedes digan, pero por favor no me envíen al Hogar de Pony. NO así, no con esta falta. Pagare por esas cosas que hallaron en mi cuarto. Trabajare indefinidamente si les parece bien. Asumiré la responsabilidad de esa acusación.-decía la rubia, mirando a los ojos a la matriarca de los Andrew.

La señora Elroy la observo algo asombrada.

"Dice que es inocente, pero que cumplirá cualquier castigo…Al menos sabe como bajar el mal humor… ¡Bah!... ¡Sera mala influencia para mis sobrinos! Debo rectificarla…Debo asumir su educación…Solo así haré algo bueno por la sociedad…Cambiaré y reformare a esa niña huérfana…Eso haré…Pensaba enviarla a México…Pero volverá peor…Volvería echa una mujerzuela….Echaría a perder a mis sobrinos nietos…La reformare por el bien de todos…" pensaba la anciana.

-Pensaba enviarte a México, pero solo empeorarías aun más tu comportamiento…Así que serás enviada a Londres…A un internado…Te educaran para que seas una dama…Solo así limpiaras tu nombre…Yo asumiré esa responsabilidad…Iras como mi protegida…-decía Elroy.-Esta decidido.

-Tía abuela…-decían la señora Legan y los hermanos Legan.-¿Pero...

-Nada. Tome una decisión. Que a la larga será benéfico para todos. La niña se rectificara. Así no será mala influencia para nadie. Candice, te quedaras conmigo desde ahora.-decía seria la anciana.

-Señora Elroy, yo...-decía la rubia.

-No digas nada. No cambiaré de decisión. Es eso ,o enviarte al Hogar de Pony con el nombre manchado.-decía Elroy.-No tienes más opciones, niña.

-Esta bien, yo cambiaré...-iba diciendo la rubia.

-¿O morirás en el intento?-preguntaba Elisa, con burla.

-Sí, eso. Cambiaré o moriré en el intento. Me esforzare mucho para ser una dama.-decía la rubia, con determinación. -Gracias por darme esta oportunidad, señora Elroy.

-No hagas que me arrepienta de ello.-decía la anciana. –Partirás a Londres mañana mismo. Iras sola. Te recibirá alguien que ya contrataré. Has tus maletas. Si alguien pregunta por tu nombre les dirás que eres; Candice White, la protegida de los Andrew. Quizá si demuestras buen comportamiento con el tiempo seas adoptada. Pero eso lo veremos después. Por lo pronto seré tu tutora.

La rubia asintió. Fue a recoger sus pocas pertenencias. Se llevo consigo a Clint. Estaba triste. Sus tres amigos se enteraron. Estaban tristes, pues serian separados. Pero prometieron mantener correspondencia siempre. Seria lo único que los uniría a partir de ahora.

La rubia caminaba hasta la estación de trenes. Sus amigos la despedían llorando. Ella también lloraba. Se despidió de la señora Elroy.

-No llores, niña. ¡Una mujer debe se fuerte ante todo! Ya sabes, tienes que cambiar...-decía la anciana.-Toma esto.-decía entregándole otra maleta, era mediana.-Es algo de ropa que te daré, te quedara bien. Tampoco queremos que hagas quedar mal nuestro ilustre apellido. Te comportaras a la altura del caso. Adiós, niña.

-No la decepcionaré, señora Elroy. ¡Adiós, señora! ¡Adiós, muchachos! –decía al rubia alejándose, con las maletas en manos. Miro por última vez la estación y a los que estaban ahí.

"Adiós, señorita Pony, hermana María. Volver algún día…Volveré como una dama…Estarán orgullosas de mi…" pensaba la rubia. Sintió nostalgia. Sintió como Anthony la abrazaba, después hicieron lo mismo Stear y Archie. Lloro por esa despedida. Sentía que una parte de su corazón se quedaría ahí en América.

-Nos volveremos a ver un día, chicos…Los extrañare mucho…No olviden escribirme…Los quiero…-decía la rubia, se fue caminando por la plataforma. Subió al tren con paso lento, pero seguro. Suspiro y se dirigió al barandal. Alzo la mano y se despidió de sus tres paladines. El tren se alejaba, estaba llorando. Observo como alguien de un momento a otro corría siguiendo al tren,que estaba en pleno movimiento.

-¡Candy! ¡Candy! ¡No te olvidare nunca! ¡Espérame! ¡Espérame que algún día me quedare contigo!-decía Anthony, corriendo. Ante la mirada sorprendida y nostálgica de sus primos. Y la mirada desaprobatoria de Elroy.

-¡Solo espérame! ¡Algún día estaremos juntos! ¡Te quiero mucho, Candy!-gritaba el rubio. Se detuvo. Estaba afligido. Sentía que ese condenado tren se llevaba a su único amor. Estaba llorando.

-¡Volver algún día, Anthony! ¡También te quiero! –decía la rubia, quien no dejaba de llorar ante tan doloroso despedida.-Te quiero mucho...

Observaron el tren alejarse y perderse por las vías. La rubia miro el horizonte con nostalgia.

¿Qué le esperaba en Londres? Fuera lo que fuera no había marcha atrás. Iba a Londres, camino a convertirse en una dama. Luego de ese viaje largo, llego a New York. Nunca había estado ahí antes, todo le era desconocido. Pero tras preguntar dio con el muelle. Abordo el barco imponente , que la llevaia a su destino...

Se sentó en una silla que encontró. Iba en segunda clase. Junto con otras personas que eran en general profesionales. Abogados, comerciantes, entre otros jóvenes de clase media. Se veían tan despreocupados, algunos señores conversaban calmadamente.

Candy se limpio sus lágrimas. Pronto oscurecería, debía buscar su habitación que le asignaron. Pregunto a una persona que trabajaba ahí como cargador de equipajes.

-¿Cuál es su nombre, niña?-decía el hombre, era joven. Aunque mucho mayor que Candy. Quien le mostró su boleto.

-Candice White, señor.-decía ella, con una pequeña sonrisa. Viajaba sola, pero por su seguridad no revelaría ese detalle.-Verá, mi padre está ocupado conversando con un amigo suyo y parece ser una charla muy animada... , por lo que pensé en adelantarme.-decía la rubia. Iba sola, era peligroso. Debía ser cautelosa.

-Ya veo, acá dice segunda clase. Vaya por ese pasillo y la habitación que tenga el número 23 es el que le toca ocupar.-decía el hombre, devolviendo su boleto.

-Gracias, señor.-decía la rubia.

Busco esa habitación. La hallo luego de no mucho rato. Entró y prendió la luz. Acomodo su maleta. Saco a Clint, quien estaba oculta en una de ellas.

-Buscare algo par comer, Clint. Quédate aquí, ¿De acuerdo?-decía la chica, yéndose al comedor. Cuando llego, le sirvieron una porción. Se fue a sentar. Observo que todas las mesas estaban ocupadas. Pensó en irse a su habitación de nuevo con la comida, que sostenía en sus manos. Después de todo debía compartir con Clint.

-¡Hey! Sí... tú, niña... Eh... Siéntate aquí con nosotros..-decía un joven alto, de cabellos oscuros y mirada algo coqueta.-Tenemos espacio. Ven.

-Gracias...-decía la rubia, sentándose en el asiento vacío.

-¿Estás sola, pequeña?-quiso saber el joven, que le había avisado del asiento. La rubia negó con la cabeza.- Me iré a Londres a probar suerte. Ahí esta mi "negocio". ¿Tú a donde te diriges?

-A estudiar...-decía la rubia, escuetamente.

-¿En serio? Pobrecita niña. Con lo traviesa que pareces...-decía el joven, con burla.-¿Cómo te llamas, rubia?

-Soy Candice White, no rubia.-decía la chica, poniendo los ojos en blanco. Los demás jóvenes de la mesa la observaban con una sonrisa.-¿Y usted ,joven?

-Sam White...¡jajajaja!…parece que somos primos lejanos….¡Vaya!...Eres de Florida...¿Como se llama tu padre?-pregunto el joven, mirando a la Pecosa.

-¿Eh? Yo no…-decía la rubia, pero el joven de cabellos oscuros le gano.

-No es de Florida entonces…Tal vez... de New York…O tal vez sean inmigrantes de Francia…-decía Sam, tocando su barbilla pensativo.

-No, verá yo en realidad soy...

-Descuida. No te preocupes. Aunque no seamos familia directa. Me encargaré de que vayas cómoda en este viaje, Candice.-decía Sam, con una sonrisa amable.

-Yo no...

-¡Otra White!….Eso sí es épico…Pensé que me había quedado solo…Pero tengo una prima lejana de quien no sabia nada…Debemos ponernos al corriente..-decía Sam.-Si quieres te doy mi postre. No me gusta mucho el dulce, Candice.

-Verá yo...

-Come. Estás muy flaca, te enfermaras.-decía Sam, sin dejar a la rubia hablar.-Vamos come, Candice.

Candy no tuvo de otra que obedecer sin chistar. Las demás personas de la mesa se reían de esa escena ,del comedor.

Continuará...


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¡Eureka!

Al fin pude hacerle la corrección debida a este capítulo. (En Chicago , ni en Lakewood hay mar, antes había obviado esto sin querer en un descuido, pero no afecta a la trama descuiden, solo son detalles a corregir)

Si ven alguna inconsistencia solo díganmelo y yo lo corrijo, se los agradeceré un montón. :)

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Selenityneza

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