Los personajes de CCS, son propiedad intelectual del grupo CLAMP. La historia es de mi autoría.

Full summary: Primer paso: odiarlo; segundo: mantenerte al margen de su perímetro de conquistas; tercero: tomarte una copa y acompañarlo a su departamento de soltero. Sakura tenía una vida decente como coordinadora de eventos en el club de solteros Lovely, aspirando a formar parte del equipo de celestinas de una reconocida agencia de citas y pronta a contraer nupcias con su novio de la infancia hasta que dos meses después de conocer a Syaoran Li, se vio en la obligación de casarse con él a la fuerza. Bendita fuera su suerte.

Los planes de soltería de Li Syaoran eran: nunca repetir mujer y ser inteligente. Fue inteligente hasta que se juntó con una chica de peinado estrambótico con pinta de elfo, que sólo borracho hubiese volteado a ver, y para su desgracia, así fue. Adiós a la soltería.


Cómo ligarte sin querer a un millonario.

Capítulo 1: Planteando objetivos.


Sakura pasó un dedo por los pétalos de un lirio blanco, adornado con gerberas y rosas amarillas. Tiró la oreja de un peluche sentado en la base de mimbre y por enésima vez, desquició la tarjeta oculta en el centro.

"Una noche excelente, nena. Gracias".

Resopló elevando las manos al cielo, ¿acaso ese sujeto no tenía frases más creativas? Además, no creía que a las prostitutas que él frecuentaba les gustasen los tiernos ositos de felpa o los finos y costosos arreglos florales. Ellas se conformaban con el dinero que ya les había pagado y con el placer proporcionado mutuamente. Sintió ganas de descolgar el teléfono y llamar a Jou, el repartidor, para cancelar la entrega.

Todos los días eran iguales, a las diez en punto de la mañana, recibían la llamada de Saori, la asistente del depravado sexual mejor conocido como Syaoran Li. Saori era probablemente la única mujer cercana que se le había escapado viva por tener cincuenta y cuatro años, ser viuda y abuela de seis nietos menores de doce años. Encargaba el mismo arreglo en diferentes tonalidades, todos conteniendo el mismo mensaje a excepción de los domingos, porque la floristería estaba cerrada. En compensación el lunes por la mañana, se enviaban dos arreglos en diferentes direcciones con el mismo mensaje, lo que indicaba que Li no descansaba ni los fines de semana.

Asqueroso.

Todo ese torbellino de disgustos matutinos había comenzado desde hacía tres meses, cuando el lobezno ese, decidió internacionalizar su polla y mudarse a Japón. Aunque en la cama debía de ser todo un macho semental para ser tan solicitado.

Se mordió el labio inferior, remojándose el dedo índice en una gota de agua que había resbalado sobre la mesa. Formó círculos, regañándose mentalmente por imaginar los hábitos y habilidades eróticas de ese sujeto. Escuchó correr el agua del váter y se apartó del mostrador. Cogió la solicitud impresa en papel rosado y mirando el gran sello de "RECHAZADA", en el centro, se dejó caer en la silla giratoria frente al ordenador.

Takesha, salió del tocador secándose las manos con una toalla de papel, sonriendo a todas luces por haber superado su problema de estreñimiento. Frunció el entrecejo, mirando la tarjeta blanca arrugada en el fondo del arreglo floral que dejó encima del mostrador y negó con la cabeza.

—Otra vez lo has hecho, Sakura —acusó reemplazando la tarjeta por otra.

Sakura estiró las piernas en su silla, apretando la solicitud contra su pecho.

—Si yo tuviese la suerte que tiene ese hombre con sus ligues, ya me apodarían Cupido japonés.

—No me digas que rechazaron tu solicitud de nuevo.

—Así es, Taki —Sakura hizo bolita su solicitud y la arrojó al basurero—. Es la tercera vez desde que trabajo con Sonomi que intento ocupar una plaza como celestina. No entiendo por qué no me dan una oportunidad, sé de memoria los manuales, las técnicas, los programas de integración de personalidades, pero siempre me reprueban.

Takesha se movió a palmear el hombro de su compañera.

—Sabes que es Nadeshiko quien aprueba solicitudes y lo siento por ti, amiga, pero es evidente que te odia.

Sakura gimió hundiéndose en la silla.

—Ya lo sé, pero te juro que nunca me he metido con ella, ha sido así desde que la conozco.

Sakura se sabía huérfana desde que tenía memoria, los encargados del Hogar Hikaru, donde ella fue abandonada a la semana de nacida, le habían dicho que no poseían registro alguno de su familia. Con el tiempo ella perdió interés en saber quiénes eran sus progenitores, tenía tan mala suerte que vio a la mayoría de sus compañeros ser adoptados por parejas amables y cariñosas, dispuestas a darles un hogar mientras ella se conformaba con estar inscrita en el programa "Una familia temporal", en el que personas de buen corazón les llevaban a su casa durante la temporada festiva.

En una de esas oportunidades conoció a la familia Daidoji. Sonomi se preocupaba por ella todas las épocas del año, su hija Tomoyo también era muy amable y todavía continuaban siendo amigas, pero por desgracia no podían adoptarla porque el esposo de Sonomi simplemente le aborrecía. Sakura lo comprendía, eran un matrimonio joven y estable económicamente, bien podían tener otro hijo propio en vez de adoptar uno, y así fue. En su décimo segundo cumpleaños recibió la noticia de que Sonomi esperaba un bebé al que nombraron Kai, y desde entonces Izei Daidoji no la quiso más en su casa. Nadeshiko Kinomoto que era amiga cercana de la familia, se alegró entonces.

Después de aquello, una pareja mayor que también formaba parte del programa la resguardó en su casa junto con Daisuke, otro compañero del orfanato, hasta que cumplió dieciocho años. El matrimonio Ubachi se enamoró de ambos e intentaron adoptarlos, pero por desgracia y mala suerte suya, sólo podían adoptar a uno de ellos, y terminaron decidiéndose por Daisuke.

Esa fue la última pareja que interesó por ella. Los matrimonios más jóvenes, buscaban niños pequeños, recién nacidos si era posible, y a medida que crecía, Sakura perdía totalmente las esperanzas en encontrar una familia. Al cumplir la mayoría de edad, tuvo que abandonar el Hogar Hikaru con poco dinero en el bolsillo. Los ancianos padres de Daisuke, su actual novio, le habían proporcionado una habitación en su casa, hasta que ella reuniera el dinero suficiente para alquilar un departamento. Dos años después, consiguió arrendar un apartamento detrás del Club de solteros Lovely, algo bastante conveniente porque se ahorraba dinero en transporte.

Ella y Daisuke ahorraban cuánto podían para poder casarse ese mismo año. Sus padres iban a pagarles la luna de miel, y corrían rumores de que les obsequiarían una pequeña casa en un barrio decente. Sakura tuvo una infancia difícil, y su mayor sueño era formar su propia familia al lado del hombre que amaba. Daisuke era más que su novio, era su hogar, el único lugar estable que había tenido su corazón desde siempre.

Por todas esas razones era que detestaba tanto a los sujetos como Syaoran Li, probablemente ella era hija de uno de esos casanovas y de una adolescente que no soportó el abandono ni la responsabilidad de ser madre y terminó abandonándola a su suerte. Ella le agradecía cada día a Dios porque a pesar de todo, creció sana, nadie había abusado de ella como sucedió con otros compañeros, y en su odisea por buscar un hogar, ganó muchos amigos.

Ahora con veinticuatro años, había decidido que era hora de establecerse. Creía que sería una buena esposa, y una excelente madre, más que nada deseaba eso. Le daría a sus hijos todo el amor, cuidados y comprensión que ella anheló.

Suspiró, recostándose en el mostrado. La noche anterior, se había desvelado haciendo flores de papel para adornar la iglesia el día de su boda. Naia, la madre de Daisuke, se ofreció a ayudarle pero su artritis no se lo había permitido. Sakura trabajaba sola día y noche para que todo estuviese listo. Daisuke tampoco resultaba de mucha utilidad, porque rara vez opinaba sobre los detalles de la boda, él se limitaba a colaborar económicamente.

Alguien entró a la Floristería Celeste, pero Sakura lo ignoró completamente, total era hora de almuerzo y ella sólo estaba de visita.

—Hola, nena —preguntó un hombre retirándose el móvil de la oreja—. Busco el arreglo que encargó Saori.

Takesha se estremeció.

—Es éste —farfulló, reconociendo al hombre salido de una portada de revista para pecadoras. Se mordió el labio cuando él hizo una mueca de desagrado al leer la tarjeta del adorno, la arrugó y se la metió al bolsillo del pantalón.

—Cámbiala por una de feliz cumpleaños, ¿se puede?

—Por supuesto que sí.

Sakura que había escuchado esa voz en el salón VIP del Club de solteros todos los miércoles por la noche, se dignó a levantar la cabeza. Ahí estaba, el diablo encarnado.

—¡Que sí! Con un demonio, no lo he olvidado, voy para allá —masculló al teléfono Li Syaoran.

Sakura apoyó los codos en la mesa, acunándose el rostro entre las manos.

—¿Se le olvidó el cumpleaños de su novia? —preguntó con sorna.

Syaoran se despegó el móvil de la oreja, dirigiendo su mirada a la esquina del mostrador. Entrecerró los ojos, calculando la cantidad de pecas encima de la naricilla respingada de la chica castaña de mejillas redondas y ojos verdes. Llevaba puesto un uniforme rosa chillón y un collar de perlas blancas falsas alrededor de su cuello. Se acordaba de ella. Le pareció una pequeña elfina la primera vez que la vio en el Club de solteros, ella le había persuadido de reemplazar su membresía Golden por una Platinum.

—Si mi novia fuera usted, seguro se me olvidaría —respondió sonriendo, poniendo en evidencia todo su sex appeal.

Sakura frunció el entrecejo, provocando que su naricilla se respingara todavía más.

—Si yo fuera su novia, ya lo habría castrado.

Syaoran se echó a reír.

—Créeme que eso sería lo último que querrías hacer —espetó perdiéndole el respeto. Ella había comenzado con las bromas pesadas, de todos modos.

Takesha empujó el arreglo hacia adelante.

—Está listo, señor —indicó, fulminando a Sakura con la mirada.

Syaoran colocó dos billetes sobre la mesa, tomando el arreglo. Se acercó a Sakura, y le extendió otro billete.

—Cómprate algo que cubra esas pecas —le guiñó un ojo y se marchó.

Sakura esperó a que la puerta de cristal se cerrara para arrojarle el billete a la espalda. Takesha levantó el tablón del mostrador y salió corriendo a recoger el billete.

—¿Estás loca? Las propinas me son muy útiles en estos días. Anel enfermó de nuevo —explicó refiriéndose a su hija de dos años—. Además, cómo puedes enojarte con ese bombón, está más bueno que el actor porno de la película que Madea me obligó a mirar ayer.

Sakura se recogió el cabello en una coleta, esbozando una mueca de repugnancia.

—Creí que ya no veías esas asquerosidades con tu hermana —golpeó suavemente el mostrador con el puño—. Me arrepiento de haber admitido la membresía de ese tipo, tengo que tragármelo una vez a la semana.

—Pues yo —dijo Takesha volteando rótulo de abierto a cerrado—, estoy contenta de haberlo visto. Siempre me había preguntado cómo era en persona y ahora que lo sé, pienso inscribirme en el Club para ver si puedo cazarlo a él, o a otro tipo rico de los que frecuentan ese lugar.

Sakura escrutó con la mirada el cuerpo de Takesha, pelirroja, alta y con cuello de garza. Busto generoso y caderas anchas. El tipo de mujer ideal para Li. Aunque él las prefería sin ningún tipo de compromiso, con un amplió vocabulario sucio para disfrutar en la cama. Sacudió su cabeza, gracias a los cielos, Daisuke era un hombre decente.

—No puedo creer que seas de esas tipas que sólo aspiran a tener una noche con él —gruñó Sakura rodeando el mostrador—. A mí me repugna, ya está demasiado utilizado.

Takesha rió, pasándole un brazo por los hombros.

—Sólo era una broma, Sakura. Anel es lo único que me importa en estos momentos —cerró la floristería y se encaminó a tomar el almuerzo con Sakura—. Lo dije por molestar, siempre vienes a quejarte de su conquista rubia de los miércoles, y te molesta ver los arreglos tan bonitos con mensajes poco obscenos que le envía a sus amantes. Me cuentas más cosas sobre él que de Daisuke.

Sakura hizo un mohín empujando la puerta giratoria del Woo's Dinner, un lugar bastante popular en la calle Woo, famosa por estar abarrotada de Clubes nocturnos y otros sitios de pecado. Sakura pensó en un principio que un restaurante familiar como ese, no sobreviviría en el pandemónium Woo, pero era agradable tener un lugar decente en el barrio. Además, si no tenía ánimos de cocinar en la noche, simplemente salía de su casita, cruzaba la calle y encontraba una cena segura.

La propietaria, Tomoyo Kagura, la saludó desde la barra, evadiendo a dos tipos con pinta de camioneros que almorzaban en ese lugar. Sakura escogió una mesa lejos de los juegos infantiles y de las extravagantes mesas triangulares con asientos de dudosa seguridad, acabando por recluirse en una butaca junto al escaparate.

—Yo no tengo la culpa que en las revistas y programas de televisión se hable de él —replicó Sakura continuando con la conversación—. Yo sólo cumplo con mi deber de actualizarte en noticias, porque tú únicamente estás al tanto de las aventuras de Dora la exploradora.

Takesha chasqueó la lengua, cogiendo el menú que les ofrecía la mesera. Una vez la chica se hubo retirado, Sakura se limitó a sacar un libro de su bolso y se dispuso a leer. Takesha puso los ojos en blanco, no entendía la afición de Sakura por la lectura.

—¿Qué haces? —protestó, bajando el libro con el pulgar en aras de que esos ojos verdes apuntaran hacia ella.

Sakura remilgó.

—¡Takesha! Es el libro de moda, además la autora es amiga mía y le prometí ir a la firma de autógrafos que habrá mañana en el centro comercial y apenas he llegado a la mitad.

Takesha arqueó las cejas.

—¿Es aburrido?

—No —Sakura suspiró, metiendo el libro en su bolso—. Lo que sucede es que Daisuke absorbe mi tiempo libre por las noches.

—Ah, quién te mirara con esa carita de mojigata —se inclinó sobre la mesa para darle un empujón.

—No alucines. Daisuke y yo, sólo hablamos.

—¿Cosas sucias?

—No, de nuestro futuro.

Takesha se carcajeó del azoramiento de su amiga.

—Ahora comprendo por qué hablas tanto de Li, envidias su vida sexual.

Sakura golpeó la mesa, asustando a la camarera que colocaba los platos.

—Por supuesto que no. Ni siquiera me gusta el tipo. Yo sólo tengo cabeza, ojos y cuerpo para Daisuke.

Takesha se hizo una imagen mental de Daisuke. Era guapo, pero tampoco para arrojarle las bragas como a Li. Tenía un trabajo, más o menos bien pagado, pero siendo guardaespaldas de un viejito banquero que había decidido despilfarrar los últimos años de su vida echando las canas al aire, pasaba mucho tiempo fuera de la ciudad.

—¿Y ya pensaste en el tema para la fiesta del miércoles?

—Claro, será noche de elfos.

Takesha la miró, perpleja.

—¿Qué? No creo que tus clientes quieran ponerse orejas puntiagudas.

Sakura se metió un trozo de brócoli a la boca, y la apuntó con el tenedor.

—Te equivocas, querida. Lo he hablado con ellos por correo electrónico, y todos están emocionados con la idea.

—¿Li también?

—Li pertenece al salón VIP, Rika es la encargada de sus eventos. Yo estoy con los miembros Golden.

—Que lastima, ya no apreciaras su paquete con mallas ajustadas.

A Sakura, le dio indigestión.

*.*.*

El trabajo de Sakura comenzaba a las dos de la tarde, motivos por los que se pasaba la mañana dándole lata a Takesha en la floristería Celeste, que junto con la Agencia de citas Honey y el Club de solteros Lovely, conformaban el conglomerado de negocios de Nadeshiko Kinomoto.

Sakura era la encargada de entretener a un grupo de veintiséis solteros desde las ocho de la noche a una de la madrugada. No negaba que se divertía, pero su aspiración más fuerte era ser celestina, quería ayudar a las personas a encontrar su media naranja. Comprendía que las relaciones no eran perfectas, muchas veces ni siquiera congeniaban las personalidades, la química sin embargo no podía faltar. Ella y Daisuke por ejemplo, tenían gustos diferentes, peleaban algunas veces y luego se reconciliaban. A la hora de salir, era un problema acordar el lugar de la cita, Daisuke quería ir al estadio a ver un partido y Sakura al cine. Al final, hacían ambas cosas por grave que fuese el desacuerdo.

Esa noche después de una fiesta hawaiana, llegó a casa y encontró en su contestadora un mensaje de Daisuke diciendo que viajaba a Paris con su jefe durante una semana. El hecho le disgustó, cuando Daisuke regresara le daría su reprimenda. Él solía hacer siempre lo mismo, avisarle a última hora por miedo a que ella se molestara, y efectivamente, así era. Pero en contra del trabajo, Sakura no podía hacer nada. Lo que sí sabía, era que pasaría mucho tiempo sola cuando se casaran mientras Daisuke continuase trabajando con Mr. Money. A Daisuke le enojaba que ella se burlara del Señor Yamada, a Sakura no obstante el apodo le encantaba.

A la mañana siguiente su mejor amigo Eriol Hiraguizawa, estaba tocando su puerta antes de la hora apropiada para el café. Ella lo recibió con una sonrisa condescendiente y corrió al sofá a terminar con su libro. Eriol corrió al baño a ducharse y a sacar el traje de emergencia que Sakura le guardaba en su armario. Asaltó el frigorífico, consiguiendo el último pudin de chocolate.

Sakura le miró de soslayo cuando tomó asiento junto a ella, oliendo a jabón y a loción para después de afeitar.

—Espero que hayas terminado el ejemplar que te regalé. Nos vemos frente a la librería Yuri a la una de la tarde.

—Te seré sincero, no lo he leído —confesó Eriol con fingida vergüenza—. Pero comentaré lo que tú me relates en el camino y le diré a tu amiga que es genial.

Sakura rodó los ojos. La familia Hiraguizawa eran personas con una disciplina moralista bien arraigada, sobre todo la abuela de Eriol que estaba en contra de las relaciones prematrimoniales. A Sakura le causaba gracia esa cuestión, ni siquiera ella pensaba de esa manera. Por eso cuando Eriol planeaba una aventura con una de sus amiguitas, llamaba a su casa diciendo que iba a dormir en el departamento de Sakura porque estaba cansado y quedaba más cerca de la oficina. Sakura siempre estaba preparada para los interrogatorios nocturnos de la veterana Miki Hiraguizawa, la mayoría de veces le daba tanta risa engañarla que no sentía culpabilidad alguna.

—No te contaré nada.

Eriol le estampó un beso en la frente cruzándose de brazos.

—Entonces yo tampoco te contaré que Miki se enamoró de tu amorcito en la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga, Jang, la abuela de Li.

Sakura levantó las cejas.

—Imagino que ligó con todas las nietas de las viejitas.

—Que rayos, asistieron sólo muchachonas mayores de sesenta —Eriol se rió, apartándose una pelusa del pantalón—. Por la noche decidieron continuar con su salvaje celebración jugando un partido de Rummy y arrastraron a Li con ellas, así que no te fue infiel ayer.

Sakura se lamió un dedo y pasó una página del libro, escuchando desinteresadamente a Eriol.

—No es mi amorcito. Mi amorcito de verdad se llama Daisuke, te lo he dicho, Eriol.

—No lo amas, Sakura, compréndelo. Es costumbre, trauma, obsesión, lo que quieras, pero no es amor. Me rehúso a entregarte en el altar si insistes en casarte con él.

—No te he pedido que lo hagas —replico—. Caminaré sola, como lo he estado siempre.

Eriol se encogió de hombros levándose del sofá.

—Como quieras, nos vemos más tarde —se despidió, abriendo la puerta.

Sakura escuchó el ruido de una ambulancia cuando Eriol salió de la casa. Se sentó sobre sus piernas en el sofá y se masajeó las sienes observando las flores de papel para su boda. Tomoyo le había dicho lo mismo en una ocasión, pero pese a lo que todos dijeran, ella estaba segura de amar a Daisuke.

**Continuará**


Notas de autora:

Hola, este proyecto hace mucho que lo tengo en mente, pero no había tenido inspiración para iniciarlo. Espero que les haya interesado. Nunca he sido buena inventando nombres de lugares y menos de los personajes, así que, tengan compasión.

Jamás me ha gustado dejar a Syaoran como el cabrón h. de p. mujeriego, pero lastimosamente para partir con esta historia tuve que presentarlo de esa manera. Lo siento. :(

Mis otras historias no se han movido porque me había quedado sin conexión a internet desde la semana pasada hasta el día de ayer, y personalmente, soy incapaz de escribir sin internet. Muchas veces necesito ver imágenes para inspirarme y si no lo hago, no me inspiro. xD

Vale mencionar, que me horrorizó el cambio para comentar historias del fanfiction, a pesar de eso, espero que me dejen uno. D:

Muchos saludos, Sara.