Magnus se comportaba de un modo extraño. Parecía nervioso y encima me había echado del loft con una excusa extraña. Para colmo, Isabelle me había cogido por bandas y no podía escabullirme de su habitación.
-No pienso ponerme esa ropa -señalé lo que mi hermana tenía en sus manos, unos pantalones con una camisa muy elegante- no voy a salir a ningún lado.
-¿y que mas das? No vas a salir así... -miré mi ropa, unos vaqueros desgastado y una sudadera negra que tenía un par de agujero en las mangas.
Rodé los ojos y acabé asintiendo, de todas formas, no me apetecía llevarle la contraria porque sabía que ella acabaría ganando. Además, estaba preocupado por Magnus, ¿por qué se comportaba así?
-¿ves? Hasta tú te has dado cuenta -Izzy sonrió ampliamente, después de que Simon volviera, ella ha estado mas contenta. Se le notaba demasiado, estaba enamorada del ex-vampiro diurno.
Puse los ojos blancos y me levanté para ir al baño a cambiarme, seguro que Magnus agradecía a Isabelle que me obligase a ponerme esa ropa. O no, so seguía comportándose de esa forma.
Al rato, caminé a casa de Magnus junto a una chaqueta negra que mi hermana me había obligado también a ponerme. Iba demasiado elegante, no me sentía muy cómodo aún.
Abrí la puerta y no pude evitar sorprenderme al ver la escena. Estaba Magnus, vestido de forma elegante como yo. Me sonrojé un poco mirando la mesa decorada con velas. Había un mantel lleno de brillantinas y una botella de vino con el vino servido.
-Adelante, cariño -me sonrió y me senté en la silla que él la apartaba.
Miré a Magnus aún embobado en sus perfectos ojos de gatos y el se sentó frente a mí. Durante el resto de la comida, estuve en silencio, sonriendo como un tonto mientras comíamos. Estaba muy rico.
Tras el postre, el se levantó y puso una rodilla en el suelo frente a mí. Raziel, no podía creerlo. ¿Me iba a pedir matrimonio? Algo en mi cara debió a resultarle divertido porque soltó una pequeña carcajada.
-Alexander Gideon Lightwood, yo, Magnus Bane te estoy pidiendo la mano. Te amo y te amaré por siempre. Y sería el hombre más feliz del mundo si tú hicieras el placer de casarte conmigo. ¿Me lo concederías?
Su sonrisa que enseñaba todos sus dientes. Sus ojos brillantes que estaban fijos en los míos. ¿como podía negarme? Le amaba y yo le amaba. Pero no me salían las palabras.
-Yo... Sí, si acepto, te amo Magnus, te amo mucho.
Esta vez yo tomé la iniciativa y le besé, intentando demostrarle todo mi amor mientras que él, sin dejar de besarme, me ponía el anillo en mi dedo.
Estaba feliz esa noche con él, con Magnus. Con mi prometido.
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