Como siempre Kuroko no basket y sus personajes pertenecen a Tadatoshi Fujimaki yo solo los visualice en otras circunstancias.
El único que puede tenerte… soy yo
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Aburrido, esa era la definición que tenia de sus últimas dos semanas y pensar que aún le quedaban dos más le llevaba al límite de su frustración.
- Maldito BaKagami – gruñía cada vez que podía, y es que, para él no había ningún otro culpable de sus males, más que el pelirrojo Ala-pívot de Seirin. De no haber sido por el esfuerzo que hizo en el último partido de práctica para ganarle, no se habría esquinzado el hombro, aunque debía admitir que lo haría de nuevo una y mil veces con tal de sentir esa adrenalina otra vez. Después el uno contra uno que jugaron ese mismo fin de semana. Todo se fue acumulando hasta que tras una semana de entrenamiento intenso, durante la práctica, su brazo dejara de responderle.
El doctor le había inmovilizado el hombro por dos semanas, que habían terminado hoy, pero aun así le prohibió las prácticas por dos semanas más y eso, sólo si la revisión salía bien.
- Quiero jugar basket – se decía mientras andaba, no se acercaba a ver las prácticas de su equipo porque solo lograban ponerlo más ansioso, y si se le ocurría siquiera pasar cerca de un balón era suficiente para que Satsuki le soltara un sermón a pesar de que estaba perfectamente consciente del hecho de que no la escucharía - diablos, ahora que había decidido empezar a parame por ahí – se quejó de nuevo y siguió paseando por las calles semi-pobladas ese viernes por la tarde, sin tener mucha idea de qué hacer con su tiempo hasta que pensó en una buena forma de entretenerse. Decidiendo que es lo que haría a continuación se dispuso a dar la vuelta en la siguiente calle, si hay algo que podía hacer era molestar al que consideraba causante de todo aquello.
Como cada que se paseaba por ahí, le gustaba molestar a BaKagami cuando intentaba estar a solas con Tetsu, llegó después de un rato y los esperaba fuera del gimnasio de Seirin hasta que todos salieran para colarse entre ellos a la primera oportunidad.
No era que le molestara que los dos se volvieran pareja después de la Winter Cup ni mucho menos, pero las rabietas que el pelirrojo hacia cada vez que le amargaba el rato, le gustaban en demasía.
Comenzaban salir, y los veía irse uno a uno, pero ninguno era la persona que estaba esperando, tras varios chicos salió el enano castaño que recordaba se había enfrentado a Akashi en la Winter Cup hace unos meses. Sabía que si a alguien podía preguntarle, era a ese chico.
Lo tomo de la muñeca para hacer que lo mirara y acorralándolo en la pared para intimidarlo fue que le pregunto - ¿dónde está BaKagami?
El chico tembló como lo había visto hacerlo anteriormente pero tenía agallas, lo vio a los ojos sosteniendo su mirada, antes de contestar – si-sigue entrenando c-con Kuroko-kun – esa mirada le había gustado eran raros los que le miraban a los ojos con decisión, a pesar de saberlo temblando, sus ojos se veían seguros.
Justo cuando Aomine iba a reclamar o decir alguna otra tontería escucharon la voz del pelirrojo, lo demás fue muy rápido para que reaccionaran.
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Lo último que supo es que fue empujado por el pelirrojo, que venía huyendo de Nigou, perdió el equilibrio cayendo con todo y chihuahua tembloroso, y ahora se encontraba en esa situación estaba sobre el chico con sus labios sobre los de él.
Furihata - justo ahora recordaba su nombre - lo miraba con los ojos abiertos como platos mientras un intenso rubor comenzaba a esparcirse por todo su rostro.
Aomine se había dado cuenta de lo que estaba pasando pero no hizo ademan alguno de quitarse, se había quedado clavado en el lugar sintiendo sus labios y observando los hermosos ojos cafés del chico debajo suyo.
Segundos o minutos quien sabe cuánto tiempo pasó, antes de que decidiera quitársele de encima, cuando se levantó, se le había incluso olvidado por que había ido en primer lugar, simplemente se sacudió un poco la tierra que mancho su uniforme por la caída y se dirigió a la salida de la escuela, tras darle la espalda al resto nadie pudo vislumbrar la sonrisa que empezaba a ensancharse en por rostro o el ligero sonrojo que se empezaba a abrir paso en sus mejillas y absolutamente nadie podría saber de ese ligero cosquilleo que aún le quedaba en los labios, pero algo era seguro y se lo dijo a sí mismo al salir por la reja principal de Seirin mientras volvía la vista en la dirección donde se encontraba el gimnasio, y donde aún se encontraba Furihata.
"El único que puede tenerte, soy yo" esa era su resolución ahora
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- Estúpido Ahomine - decía Kagami mientras ayudaba al castaño a levantarse
- Estas bien Furihata-kun – habló Kuroko sobresaltándolo un poco, con todo el alboroto se había olvidado que venía con el pelirrojo
- S-si Kuroko-kun, no me pasó nada – contestó una vez recuperó el aliento un poco, ya que entre el beso y el susto se había quedado sin aire
- Quieres que te acompañemos a la estación, te ves como si furas a desmayarte en cualquier momento – dijo el pelirrojo con nada de delicadeza como es su costumbre.
- N-no es necesario que se molesten
- Furihata-kun, no es molestia, vamos – y tras esto Kuroko y Kagami se lo llevaron, la verdad es que si sentía que se iba a desmayar en cualquier momento, además del ardor en su cara porque seguramente se había sonrojado pero todo era insignificante comparado con el latir de su corazón desbocado que juraría podrían escucharlo a kilómetros de distancia, por no decir que los chicos que lo acompañaban. Había besado a una chica una vez antes, justo después de la Winter Cup, pero eso no se podría comprar ni en un millón de años con la revolución de sensaciones que había dentro de su cuerpo ahora.
Oh si, el beso de Aomine sí que le había gustado y no sabía si alegrarse o asustarse por ello.
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Era ridículamente temprano, era sábado por Dios! ¿Qué demonios hacía despierto? y peor aún ¿Qué demonios hacía frente a la entrada de Seirin?
Cierto, estaba ahí porque Kagami le había dicho que su espartana entrenadora los obligaba a entrenar ese día también y los citaba bastante temprano en la escuela. Nunca entendió como es que esa chica diminuta y sin encanto era capaz de mandar a todos ellos como si nada.
Y ahí estaba Aomine debatiéndose si entrar o no, había pasado una hora desde la que se supone iniciaba su entrenamiento por lo que era un hecho que los encontraría en el gimnasio pero seguía preguntándose a sí mismo qué demonios estaba haciendo ahí?
- Quieres verlo de nuevo -
Le dijo una voz en su cabeza
- Claro que no - dijo en voz alta contestándole
- No puedes mentirme -
- Claro que puedo, no eres Akashi - De nuevo habló en voz alta
- ¿Entonces te puedes mentir a ti mismo pero no al enano psicópata? -
- No miento - dijo y soltó a reír de forma audible por la forma en que llamaba al pelirrojo en cabeza, si se enterara lo mataría pero no estaba ahí, y seguía preguntándose si entrar o no pero no fue necesario.
Mientras estaba ahí discutiendo consigo mismo pasaron los chicos de Seirin corriendo tuvo que hacerse hacia atrás para alejarse de la reja y que no se lo llevaran entre ellos.
- ¿Qué rayos es esto? - habló en voz alta
- Aomine-kun - Dijo una voz junto a el haciendo casi saltara de su piel
- Joder Tetsu no me sorprendas así - le gritó a su amigo de secundaria mientras su novio se acercaba a ambos
- Kuroko regresa con los demás no queremos molestarla más de lo que ya está... ¿qué estás haciendo aquí Ahomine?
- No te incumbe BaKagami!, si quiero visitar a Tetsu lo hago y punto - dijo colocando la mano sobre el hombro del peliceleste.
- Estás muerto - habló el pelirrojo antes de abalanzarse sobre el moreno pero no pudo hacerle nada ya que el de ojos celestes los detuvo.
- Kagami-kun, no seas impulsivo Aomine-kun no habla en serio, no vino a verme a mí - dijo y lo miró a los ojos.
- ¿Cómo lo sabes Tetsu? - Dijo Aomine ante la atenta mirada del peliceleste
- No lo sabía, pero acabas de confirmarlo – Cuando comenzaban a preguntarse a quien había ido a ver, el moreno termino de delatarse con la sonrisa que se plasmó en sus labios
- Chicos dice la entrenadora que si no llegan en 15 segundos harán el doble del régimen de hoy - Furihata corrió a avisarles deteniéndose a una distancia considerable en cuanto vio al as de Tōō ahí con ellos
El pobre comenzó a ponerse nervioso y los colores se le subieron al rostro, decidiendo que era demasiado vergonzoso mirar a ese chico después de lo del día anterior, dio media vuelta y regresó al gimnasio para seguir entrenando con los demás, él tampoco quería tener doble entrenamiento, para su condición apenas y podía con el normal.
- Creo que verlos entrenar no me parece tan mala idea, Satsuki no me deja ni acercarme al gimnasio -dijo el moreno emprendiendo carrera para alcanzar al castaño y llegar al gimnasio de Seirin
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Sus dudas respecto a la entrenadora había sido aclaradas al ver como ese pequeño demonio le aplicaba una llave a Kagami por llegar tarde, después vio el régimen de entrenamiento era incluso algo más duro que el que imponían en su escuela, pero no quitó la vista del pequeño base de Seirin, verlo esforzarse tras cada ejercicio a pesar del cansancio reavivó la llama en él, esa que había perdido antes y que Tetsu tras ganarle volvió a encender pero que ahora ardía con más fuerza.
Cuando se dispersaron cada quien para ir por su lado Aomine en lugar de seguir a su excompañero y Kagami por lo menos para disimular, se fue tras Furihata, aunque este iba con Kawahara y Fukuda.
Aomine fue tras ellos preguntándose todo el tiempo cuando se deslindaría del par de molestias que rondaban al castaño, al escuchar su plática se dio cuenta que de que se dirigían a la casa de uno de ellos y fue cuando desistió en el intento de hablar con Furihata por ese día, a pesar de no saber ni que quería decir pero no se rendiría, así que después de tomar la decisión de irse a casa por instinto marcó su territorio cual bestia, sin pedir permiso ni preguntar, tomó a Furihata abrazando su cintura por la espalda con su mano derecha, mientras con la izquierda tomó su mentón para que lo volteara a ver y plantó un beso en sus labios, algo brusco, sorpresivo y salvaje ya que mordió sus labios un par de veces antes de soltarlo para dirigir una mirada de muerte a los dos acompañantes e irse sin decir palabra.
Furihata se puso rojo y su cuerpo comenzó a temblar más de lo normal, ¿Qué rayos había pasado ahí? ¿Por qué Aomine lo había besado otra vez? Y la pregunta más grande ¿Por qué no hizo nada para resistirse?
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Era domingo sabía que Seirin no practicaba los domingos por lo que no podría ver a ese chico que tanto había llamado su atención, quería tenerlo y lo tendría. Estaba harto de estar en casa y no tenía ganas de ver a Satsuki, si solamente iba a ir a regañarle por cualquier bobada mejor huiría de casa antes de tener que escucharla.
Tomó una ducha y se vistió con ropa cómoda, si andaría en la calle todo el día minimo quería estar a gusto.
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- ¿Qué es lo que te pasa Furihata-kun? Estas muy distraído – habló el chico pelirrojo, mientras botaba un balón que había sacado de su mochila para esa práctica, desde la Winter Cup, ayudaba a Kouki a practicar dos domingos al mes – No he venido desde tan lejos para que no prestes atención a lo que hacemos.
- Lo-lo siento Akashi-san – se inclinó el castaño para acompañar su disculpa con una reverencia, está bien que se había hecho amigo del pelirrojo pero eso no lo obligaba a estar ahí por lo que le parecía una falta de respeto de su parte el no estar atento.
- No puedo jugar así, dime que es lo que está afectando tu concentración o no podremos continuar – amenazó tras encestar de nuevo con extrema facilidad
- Perdón, es solo qué… me preguntaba… ¿te puedes enamorar de alguien solo por un beso?
- Puede ser – contestó
- ¿En serio lo crees?
- No lo creo, lo sé por experiencia, pero no es el beso en sí, sino la persona
- ¿A qué te refieres?
- El beso cobra importancia si es la persona correcta, y si esa persona que te besó pudo despertar todos tus sentidos entonces, en respuesta a tu pregunta, si, una persona es capaz de enamorarse con solo un beso.
- Pero… ¿Si no conoces nada de esa persona?
Akashi lo miró enarcando una ceja, debía haber un modo para explicarle mejor, soltó un suspiro – por tu bien, espero que Tatsuya no se entere de esto – dijo unos segundos antes de besarlo, corto sin movimiento, solo juntando sus labios.
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Estaba pasando frente a unas canchas de basket, pocas veces había pasado por ahí pero si lo que quería era evitar a su amiga pelirrosa lo único que podía hacer era alejarse de todo lo que estuviera cerca de sus casas.
Mientras trataba de despejarse había entrado a ese parque pensaba una y otra vez en Furihata, en ese primer beso accidentado que le había hecho sentir lo que ahora siente, en ese segundo beso que le dio plenamente consciente el cual su castaño no se había negado a recibir.
Llegó a las canchas de basket sin darse cuenta y en cuanto llegó ahí los vio, como en cámara lenta, como hablaban, como Akashi lo besó y su rabia creció al ver que Furihata no se resistió. Su furia pudo más que él mismo, le valía un cacahuate que sea el mismo Akashi, lo suyo era suyo y lo dejaría claro.
Corrió hacia ellos para quitarlo de un empujón, colocándose entre ambos y soltando puñetazos a diestra y siniestra hacía el pelirrojo mientras ágilmente su excapitán los esquivaba sin dificultad hasta que viendo la oportunidad Akashi utilizó su ankle break para hacer caer al moreno
- Aomine – gritó Kouki preocupado justo cuando acercaba un puñetazo a la cara del moreno.
Akashi se detuvo a nada de golpear al antiguo as de Teiko
- Espero eso haya disipado tu duda Kouki – habló el pelirrojo – Y Daiki conoce tu lugar, tú no puedes conmigo – le dijo mirándolo a los ojos, esos ojos de colores distintos que tenía desde la Winter Cup sin ver.
Akashi se separó del moreno y tomando sus cosas se fue de ahí, necesitaba calmarse, de preferencia ver a su novio su actitud impasible siempre le ayudaba a mantener la calma, lo bueno que Akita estaba más cerca de Tokio. – Ve a que te revisen el hombro no sería bueno que empeoraras ahora – dijo de frente, era una orden, una de las irrefutables órdenes del emperador.
Kouki suspiró aliviado una vez Akashi se hubo marchado, él si había visto esa faceta del pelirrojo más veces ya que en sus entrenamientos la había sacado un par de veces, se acercó tembloroso a Aomine, le preocupaba ver que no se había levantado.
Se inclinó apoyándose las manos en las rodillas para bajar a la altura de Aomine.
- ¿E-estas bien? – preguntó en un susurro
Aomine lo miró y con la mano que si podía mover tomó a Furi del cuello para besarlo de forma ardiente y esta vez, más que antes Furi le correspondió. De nuevo el tiempo se detuvo y solo se encontraban ellos dos mientras sus labios se unían, sus lenguas acariciaban y sus manos se entrelazaban
- No vuelvas a dejar que nadie más te bese o se te acerque, el único que puede tenerte soy yo – la frase se escuchó posesiva, algo que contrastaba mucho con el abrazo calido que le estaba dando, sin embargo solo era con una mano y ese gesto no pasó desapercibido para el castaño.
- Vamos al médico, necesitas que te revise – le dijo mirando directamente el hombro del brazo que Aomine no había movido ni una sola vez. Y es que una vez hubo bajado la adrenalina y el calor del momento, o mejor dicho cuando calló y el pánico de ver tu vida pasar frente a tus ojos por haber levantado la mano en contra del emperador, nuevamente su brazo dejo de responderle.
- No quiero moverme, quiero quedarme así – le dijo el moreno abrazándolo solo un poco más fuerte
- Vamos, podemos quedarnos así cuando el médico me asegure que estas bien – habló de nuevo intentando ponerse de pie sin mucho éxito.
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El chiste le salió en otras tres semanas de tener el brazo inmovilizado de nuevo pero bueno mientras ese tiempo pasaba él iba todos los días a recoger a su novio a la escuela, aunque tuviera que aguanta a Kagami haciéndole burla por la casi paliza que le hubiera puesto su excapitán.
Iban ya dos semanas de esa rutina, una más y podría volver a moverse libremente y jugar, sobretodo jugar. Ese fin de semana Kouki nuevamente tenía práctica con el emperador. No habían hablado desde entonces.
Cuando se vieron el castaño terminó pidiendo las respectivas disculpas en su nombre ya que a pesar de haber visto a la muerte a los ojos (Akashi) el moreno no pensaba disculparse. Ese fin de semana no dejó solo a su chico con el emperador ni por un minuto, no quería repetir la experiencia de la primera vez que los vio en esa cancha aunque su quijada llegó casi al piso cuando vio al "hermano" de Taiga llegar repentinamente al guar y ser recibido por un beso por parte del emperador, el cual cabía perfectamente en la definición de descarado por la forma en que esos dos se devoraban, Aomine era desvergonzado y aun así ese par logró sonrojarlo
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Le encantaban las reacciones del castaño que se avergonzaba de todo lo que hacía, si le tomaba la mano, si le pasaba el brazo por los hombros, si lo besaba discretamente en público o los apasionados besos que se daban en privado y como olvidar el día en que le invitó un helado, el color de rojo que adquirió su rostro fue tan intenso que le recordó a Akashi y no le importaba en lo más mínimo siempre y cuando fuera él quien provocara todo ese mar de reacciones en Furihata.
Ese día cumplían un año de ese incidente y justo se le vino a la cabeza ese beso que su antiguo capitán le dio a su actual novio, no pudo evitar la molestia y se abrazó fuerte a su cintura mientras le susurraba una frase ya bastante conocida por su chico.
- Kouki, el único que puede tenerte soy yo – y tras decir eso le dio un corto beso en los labios antes de recibir una respuesta que no esperaba escuchar.
- Si Daiki, así como el único que puede quererte soy yo – le habló en un susurro para después darle uno de esos besos apasionados que tanta vergüenza le daban, pero qué más da, su Daiki era SU Daiki y eso también debía dejarlo claro ahora siempre.
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Bueno, lo que empezó como una pequeña locura que publiqué en facebook evolucionó hasta convertirse en esto, espero que les haya gustado y muchas gracias por haber leído si llegaron hasta aquí, este es mi tercer y ultimo aporte a este reto.
