Sumario: Daryl sólo quería encontrarla. Ellos sólo querían escuchar su confesión. (¿AU?)
Disclaimer: Ninguna de las series me pertenece, ni sus personajes. Pero lo recogido en este espacio is mine.
Suelo tender a crear crossovers mentales entre series de forma bastante habitual, o AU's con personajes de una serie metidos en el universo de otra. La revisión de Expediente X con motivo de la próxima temporada que van a estrenar (aún no estoy al día en el revisionado), me hizo imaginar un escenario posible entre ambos mundos, o al menos entre un mundo y los personajes del otro en él.
En la vida pensé que acabaría escribiendo algo con Mulder y Scully apareciendo entre las líneas, es mi primer intento así que, disculpad si están fuera de sus personalidades habituales. Gracias por vuestra comprensión.
Como podréis imaginaros siendo esto un crossover o AU (a veces me cuesta distinguir una cosa de la otra) habrá suspense (lo intentaré) como cabría de esperar. Los hechos se desarrollarán en el mundo de Los Expedientes X mezclando a los Agentes Mulder y Scully con varios de The Walking Dead , serie de la cual trasladaré acontecimientos varios e intentaré encajarlos con más o menos fortuna en el mundo "real" de los federales.
Perdonad las posibles erratas.
Advertencias: Lenguaje.
Capítulo 1
La lámpara fluorescente del techo parpadeaba de forma continua sumiendo su silueta encogida en sombras cada pocos segundos.
El hombre sentado en la silla no se había movido un ápice desde que le habían obligado a tomar asiento tras la mesa metálica frente a él. Sus manos esposadas descansaban sobre la fría superficie, los dedos de su mano derecha rozando los de su izquierda de forma continuada, pensativa.
La puerta de la sala de interrogatorios se abrió. Sus dedos se entrelazaron en un fuerte abrazo, su mirada no se movió del reflejo brillante intermitente de la lámpara.
— ¿Te has decidido ya a confesar?
El hombre guardó silencio, sin dar muestra alguna de que hubiera prestado atención a sus palabras o a su sola presencia. No, su cabeza estaba muy lejos de esas cuatro paredes, bajo aquellos árboles, en aquella carretera, donde la había perdido.
— Cuanto más tardes en explicar lo ocurrido, más complicado será para ti librarte de los cargos que te van a caer.
Su verborrea no lograba atravesar sus oídos y anidar en su cerebro para que los procesara. Conocía sus derechos, se los habían leído hacía varias horas por primera vez en su vida, y sabía que no tenían nada contra él. Sólo estaban intentando apretarle las tuercas, obligarle a confesar algo que no había ocurrido. Algo que él no había hecho.
Pero tenía un nombre. Un lastre. Una mancha negra sobre su espalda que iba con él allá donde se desplazara.
Dixon.
— He de reconocer que… Tienes bastante imaginación, Dixon.— Soltó una risa irónica, un suspiro ligero.— Creo que es la excusa más increíble que he oído desde que ingresé en la academia.
Daba igual que su expediente estuviera limpio al margen de alguna multa de tráfico. Era indiferente que nunca hubiera tenido ningún problema con la justicia como los había tenido su hermano, o su difunto padre antes que él. Daba igual, era un Dixon.
Oscuridad. Alcohol. Violencia. Sangre.
— Quizá hayas engañado a Rick, sigue siendo un tanto ingenuo con la gente.— Chasqueó la lengua con desdén.— Pero a mí no me engañas, imbécil.— Daryl tragó con parsimonia.
Con eso lo asociaban, era indiferente que tuviera un pequeño trabajo, no gran cosa, pero algo. No importaba que pagara sus impuestos como el resto de ciudadanos de ese pueblo remoto y perdido en mitad de la nada en Georgia. Daba igual que no se hubiera resistido a ser esposado aunque sabía que era inocente. (¿Lo era? No del todo).
Luz. Flores. Sonrisa. Verde.
Greene.
— ¿Sabes? Había varios rumores por el pueblo. Animales, hombres… Pero nunca mujeres.— El agente se rascó el mentón con gesto pensativo.— He de reconocer que has tirado muy alto con ella.— Se humedeció los labios esbozando una sonrisa irónica.— Rubia, ojos azules. Una auténtica muñeca.
¿Cómo crees su historia? ¿Cómo dar veracidad a algo que nadie conocía excepto ellos dos? ¿Cómo creer algo tan inverosímil como la sola idea de que pudieran conocerse? No podían ser conocidos aunque vivieran en el mismo pueblo a varias millas de distancia. No podían ser amigos aunque ella visitara su lugar de trabajo una vez por semana al menos (aunque luego las visitas hubieran sido más frecuentes). No podían haberse visto fuera de los muros de aquel cementerio, lejos de aquellas lápidas y compartir una cerveza y un zumo de frutas porque no quería faltar a su padre.
No podían ser nada pero ellos le querían hacer culpable de su desaparición.
— ¿Cómo lograste engañarla? Dime, ¿la drogaste?— El sheriff ladeó el rostro.— O tal vez le diste un golpe y tras tener tu momento con ella, la dejaste tirada en alguna parte, ¿eh?— Se acercó a la mesa, apoyó sus palmas sobre ella, sumiéndole en las sombras.
¿No se suponía que la gente más cercana, sus familiares o amigos eran los primeros en formar la lista de sospechosos? Se conocían, pero ellos no habían creído sus palabras, ¿Entonces?
Daryl parpadeó molesto cuando el agente apartó la silla de la mesa, arrastrando las patas arrancando un chirrido que parecía querer helarle las entrañas. Pero el calor había abandonado sus extremidades durante la noche, mientras corría en la oscuridad, buscándola, cayendo al suelo sin aliento. Sin ella.
— La drogaste, la forzaste y cuando te cansaste de ella, bam.— Estrelló su palma sobre la mesa arrancándole un pequeño respingo que hizo que sonriera.— No te preocupes, la encontraremos,— Daryl le miró por el rabillo del ojo— y tú acabarás entre rejas. Donde debes estar, con todos los de tu calaña.
Podía verle reclinado contra el respaldo de su silla, brazos entrecruzados sobre su pecho, su pierna izquierda cruzada sobre su derecha. Podía ver su mirada oscura clavada en él, queriendo meterse en su cabeza a pesar de que les había contado todo lo que sabía (casi todo).
La puerta de la sala de interrogatorios volvió a abrirse, un cálido olor a jazmín inundó la sala. Un gruñido de hastío abandonó los labios del agente.
— Parece que ya ha llegado la caballería…— Farfulló entre dientes.
— No digas ni una sola palabra más, Daryl.— Dijo la mujer de cabello rubio enfundada en una falda negra y una blusa blanca perfectamente planchada. El moño precario en el que su pelo estaba recogido era el único indicio de la premura con la que se había encaminado a la comisaría.
— Tranquila, abogada. Sólo estábamos conversando, como amigos. ¿Verdad, Dixon?— Apartó la mirada hacia la pared de su izquierda, lejos de ellos dos.— Os dejo para que podáis hablar a solas.
— Sería un detalle, agente Walsh.— Dijo con sorna la abogada dejando su maletín de cuero sobre la mesa metálica enarcando una ceja.
El agente soltó una carcajada ahogada, negó con la cabeza poniéndose en pie, sus pulgares asentados en su cinturón. Chasqueó la lengua mirándola con fijeza, ella parpadeó sin inmutarse lo más mínimo por la mirada del agente.
— Alguna vez vendrás a hacerme una visita, y no será meramente profesional, Harrison.— Dijo en voz baja acercándose a ella, sus labios cerca de su rostro pero sin llegar a rozar ninguno de los cabellos sueltos.
— Tengo que hablar con mi cliente a solas, agente.— Dijo ella con crudeza apartándole con el hombro y ocupando la silla que Shane había dejado libre.
— Os traeré unas pastas.— Comentó por encima de su hombro el agente cerrando la puerta de un portazo.
Andrea soltó un resoplido, negando con incredulidad mientras abría su maletín y comenzaba a sacar cosas de él. Una libreta, un bolígrafo, el teléfono móvil. Su mano se detuvo sobre el cierre del maletín cuando alzó la mirada para clavarla en él.
— Daryl.— Dijo su nombre de forma pausada sin obtener ninguna respuesta.
La mujer deslizó su mano por encima de la mesa hasta tocar las manos del hombre frente a ella. Él las apartó con rapidez, removiendo sus hombros como si quisiera deshacerse del peso que tenía sobre ellos.
— ¿Me cuentas lo que ha ocurrido?
Su tono de voz era más pausado, más cercano, más suave del que había usado con el agente Walsh segundos antes. Era el tono de voz reservado para situaciones como esa en las que necesitaba que su cliente cooperara con ella, que le contara la verdad, que confiara en ella.
Daryl se mordió el interior de la mejilla y se inclinó sobre su asiento, hincando los codos sobre la mesa, los dedos de su mano abriéndose paso entre su cabello humedecido por el sudor y la fina lluvia nocturna. Exhaló un suspiro apretando los ojos cerrados con fuerza. Tragó grueso.
— No está.— Murmuró en un hilo de voz casi inaudible a pesar del silencio de la sala roto únicamente por sus respiraciones y el continuo crepitar de la lámpara sobre sus cabezas.
— ¿No está…?— Habló Andrea con calma el bolígrafo preparado en su mano derecha.
Daryl bajó sus manos por su rostro hasta abrazar su cuello con sus palmas, frotando la piel bajo ellas con fuerza.
— Beth.— Croó su nombre con voz rasgada. Inspiró hondo y bajó las manos hasta apoyarlas con suavidad sobre la mesa.
— ¿Qué le ha ocurrido a Beth?
El hombre se encogió de hombros paseando su mirada por la sala con gesto ausente, derrotado.
— Estaba allí mismo y…— Alzó las cejas confuso, frunció el ceño.— De repente, ya no estaba.
Daryl parpadeó con lentitud sintiendo otra vez ese nudo en la boca de su estómago, esa desazón en sus entrañas que le obligó a carraspear con fuerza y tomar aire para que sus ojos no se humedecieran lo más mínimo.
— Ya no estaba.— Repitió bajando la mirada a sus propias palmas sin creer lo que estaba saliendo de su boca. No lo creía. No podía haberla perdido, no de esa manera. No a ella.
— ¿Por qué no… me cuentas lo que ha pasado, Daryl?
No había compasión ni condescendencia en su voz. No se estaba mofando de él, ni le había prejuzgado. Ahora podía verlo con más claridad. Podía comprender que no todos allí le despreciaban sin conocerle o darle una oportunidad.
Ella le había ayudado a entender lo confundido que estaba en muchas cosas. Lo equivocado que estaba al creerse nadie, o menos que nada. Ella le había ayudado a creer que podía ser algo más que un nombre manchado en oscuridad y carmesí.
Tenía que encontrarla.
— ¿Desde el principio?— Forzó su voz para hablar con ella.
Andrea asintió con el semblante serio, abierto.
Daryl se humedeció los labios, pasó el dorso de su mano por ellos y comenzó a relatarle lo ocurrido.
Bueno, hasta aquí el primer capítulo. ¿Qué os ha parecido? ¿Interesante? ¿Pasable? ¿Para lanzarlo a los lobos? Sed libres de decirme lo que pensáis via pm o review.
Voy a ir intercalando flashbacks, habrá guiños a momentos varios de la serie The Walking Dead principalmente o "traslación" de los mismos al mundo de Mulder y Scully. Espero que salga bien el asunto.
Nos leemos,
Ekhi
