Mi Vida Con Susana

Capítulo I: Un Modo Simple de Vida

Hace algunas noches estuve en el bar "Any Colour you Like" donde trabaja Jen. Era temprano y había poca audiencia.

-Buenas noches preciosa.

-Hola Terry – me saludó con una sonrisa tomando mi mano y plantándome un beso en la mejilla -. Vienes temprano, la función empezará hasta dentro de un par de horas.

-¡Maravilloso! Eso quiere decir que tenemos un par de horas para charlar.

Jen detuvo a un mesero que pasaba junto a nosotros para ordenarle unas bebidas.

-¿Tienes hambre? –me preguntó, yo contesté con una seña que no– Por favor trae unas botanas y un whisky en las rocas para Terry.

El mesero asintió y desapareció de nuestra vista de inmediato.

-¿Tú no vas a tomar nada?

-No, voy a aprovechar que el tío Sean no está para cantar algunos de los temas prohibidos.

-Mmmmm, prohibidos… suena muy bien- expresé en tono socarrón con media sonrisa en los labios.

-Ya lo verás.

Respondió guiñando un ojo, se puso de pie y subió al escenario donde la banda ya estaba instalada, lista para comenzar.

-¡Buenas noches a todos! Bienvenidos a su bar multicolor. Aprovechando que Sean – su tío, dueño del bar – no ha llegado aún, voy a interpretar algunas canciones del repertorio prohibido. Espero que hayan traído frutas y verduras que no estén podridas – su comentario despertó hilaridad en la audiencia a lo que ella correspondió con una sonrisa antes de comenzar a cantar.

Por mucho tiempo estuve enamorada

No solo enamorada, estaba obsesionada

Con una amistad que nadie más pudiera tocar

No resultó, estoy avergonzada.

Y todo lo que yo quería eran las cosas simples, un modo simple de vida.

Y todo lo que yo necesitaba era simplemente un hombre

Así yo podría ser una esposa.

Estoy tan avergonzada, he sido muy mala

No sé como llegué a este punto

Yo siempre fui amada por todos

Tú llegaste, yo te acosé.

Como un enfermo abusador doméstico buscando una pelea

Y todo lo que yo quería eran las cosas simples,

Un modo simple de vida.

Si nos conocemos mañana por primera vez

¿Comenzaría todo otra vez?

¿Trataría de hacerte mío?

Siempre pensé que sería una mamá

Algunas veces deseo un "error"

Mientras más esperaba, más egoísta me volvía

Parece que serías un buen papá

Ahora todas esas cosas simples son simplemente muy complicadas para mi vida

¿Cómo le seré fiel a mi libertad?

Un estilo egoísta de vida

Cuando todo lo que siempre quise fueron las cosas simples

Un modo simple de vida

Un modo simple de vida

Un modo simple de vida…

Mientras Jen cantaba, una alucinación se formaba ante mis ojos, su imagen se mezclaba con la de otra chica de rostro y complexión totalmente diferente, pero que encajaba perfectamente en los versos de la canción que interpretaba: Susana Marlowe.

Nunca he hablado de lo que ocurrió entre la que fuera mi compañera de tablas en los inicios de mi carrera y yo, ¿la razón? Simple: porque duele.

Quienes me conocen desde hace tiempo saben que entre Susana y yo hubo durante varios años, una muy estrecha relación que terminó tan extrañamente como comenzó.

Admito que cuando la conocí no me fue indiferente. Habría tenido que ser yo un eunuco para ignorar los atributos físicos de aquella joven rubia. Sus grandes ojos azules son extremadamente expresivos, su piel blanca es muy suave y delicada, su voz es queda hasta el punto de la sensualidad.

Durante mis años adolescentes no estuve muy interesado en chicas, quizás porque sabía que conseguir lo que fuera de ellas no sería difícil y para mí las cosas fáciles no se disfrutan; fue así que mi perfil conquistador se mantuvo en su más bajo nivel en los años que siguieron.

En verdad era muy joven y me sorprendo de mi capacidad para enfocarme en lo que era mi objetivo: ser actor, el mejor de toda la compañía.

Dada mi personalidad solitaria, nunca busqué relacionarme con mis compañeros, por el contrario, siempre me aislé del resto del grupo, sobre todo para estudiar mis parlamentos, cosa que a todos les parecía pedante excepto a la chica Marlowe.

A pesar de que la jovencita me gustaba físicamente había otras cosas que hacían que su atractivo ante mis ojos disminuyera y eso se debía a que daba la impresión de ser banal y que sus razones para convertirse en actriz giraban en torno a querer ser el centro de atención del mundo, más que en su vocación actoral.

Pasado el tiempo, algunos de mis prejuicios se vinieron abajo en el momento en que compartimos escena. Ahí fue donde me percaté de que además de ser bonita, Susana era talentosa.

Cuando ella estaba parada sobre un escenario, dejaba de ser Susana Marlowe para convertirse en el personaje que interpretaba. Lo hacía con tal naturalidad, que era difícil para otras chicas superarla pues el miedo las invadía y las hacía verse acartonadas en su interpretación.

Ahora que lo veo en retrospectiva pienso que más que el talento nato que Su pudiera tener, era la seguridad en si misma la que le daba el toque necesario para salir airosa en sus interpretaciones.

No fue sorpresa para mí saber que ella había ganado el papel de Julieta para la puesta en escena donde yo gané el papel de Romeo. Dentro del mundo del espectáculo ocurre algo muy curioso, la gente cree que aquello que ve sobre el escenario, trasciende a la vida privada del actor. Es parte del "engaño", mientras más gente lo crea, es porque en mejor actor te has convertido.

Lo que nadie parece entender es que cuando estamos sobre el escenario, dejamos de ser nosotros mismos para convertirnos en alguien más, en ocasiones totalmente diferente. Yo no besaba a Susana ni le hablaba de amor, era Romeo quien se dirigía a Julieta, era él el enamorado, no yo.

El día que Su me habló de sus sentimientos yo entré en estado de "shock". ¿Cómo era posible que ella sintiera eso por mí?, ¿en qué momento había yo dado pie a todo aquello? Una vez pasada la primera impresión logré decirle que si bien ella me gustaba, en mi corazón había alguien más.

Creo que las cosas hubieran sido diferentes si meses antes no hubiera vuelto a ver a Candy ni a sostener una relación epistolar con ella. No recuerdo nada que me hubiera impedido iniciar un romance con aquella chica, después de todo compartíamos un afecto en común: el teatro.

Sobra decir que las cosas se complicaron al extremo después del accidente. Por principio de cuentas yo estaba muy confundido y adolorido al saber que en unos segundos, Su había perdido sus sueños de convertirse en la mejor actriz que la compañía Stratford pudiera dar. Necesitaba verla para asegurarme con mis propios ojos que ella estaba bien, pero su madre no pensaba lo mismo y acercarme a Su fue una labor en extremo difícil.

Cuando por fin pude acercarme, lo único que a ella le preocupaba era el hecho de que Candy llegaría a Nueva York para verme interpretar el papel de mi vida dedicado a ella.

Muchos sentimientos se agolparon en mi pecho y lo que debió ser una de las alegrías más grandes de mi vida hasta ese momento, se convirtió en un pozo obscuro de tristeza y desolación.

A pesar de las exigencias de la señora Marlowe, mi intención no era la de comprometerme con su hija en matrimonio. Hasta antes de la noche del estreno, yo lo único que sabía era que tenía que retribuirle de algún modo lo que ella había sacrificado por salvar mi pellejo, pero no tenía clara la forma en la que lo haría y el acoso de su madre no me ayudaba a pensar con claridad.

Todo cambió en el momento en que, al terminar la función, me dijeron que Su había desaparecido de su habitación. Corrí al hospital y al lugar donde me indicaron que estaría. La encontré y el alma me volvió al cuerpo pues durante el breve tiempo que duró mi trayecto hacía allá, mi mente no dejó de pensar en que lo que sería si Su se hubiera quitado la vida; su muerte era algo que estaba seguro no podría cargar en mi conciencia.

Como si el peso que llevaba sobre mis hombros fuese poco, al llevar a Su de regreso a su habitación me topé con Candy y un hueco enorme se formó en mi estómago. Desde que la segunda parte de la obra diera comienzo, ya me había percatado de la ausencia de Candy y pensé que sería porque los rumores ya habrían llegado a sus oídos dando pie a que se marchara sin decir nada. No tuve mucho tiempo para meditar en los efectos de su reacción; tal vez era mejor así, despedirse sin decir adiós.

Enorme fue mi sorpresa cuando Su me dijo lo que Candy había hecho en la azotea del nosocomio, no porque no supiera de lo bondadoso del corazón de la pecosa, sino porque tuvo el tino de estar en el lugar y en el momento en que Su necesitaba de un ángel.

Minutos después todo estaba decidido entre Candy y yo, mientras que Su me alentaba a cambiar de parecer. Fue muy clara lo recuerdo bien: "Vete con ella, aún estás a tiempo de alcanzarla", pero ya estaba determinado a dejar ir a Candy para quedarme con ella.

Los días y las semanas que vinieron fueron extremadamente difíciles pues tanto ella como yo, estábamos sumidos en un estado depresivo que hacía que el otro se deprimiera todavía más. Yo no era capaz de ver lo que ella padecía, solo podía darme cuenta de que sentía que mis alas habían sido cortadas y que quien me las había cortado no era otra que Su.

Mi estado anímico empeoró con el tiempo y cada vez que veía a Su encontraba un motivo para sentirme peor. Ella lloraba todo el tiempo y siempre sacaba a relucir que su sufrimiento se debía a que yo no podía amarla por seguir enamorado de Candy. Sus argumentos me exasperaban y una vez que perdía la paciencia, nada me impedía decirle las cosas más hirientes que pudiera maquinar mi mente.

Cuando mi "frustrado amor" por Candy no era tema de discusión, eran sus palabras y su toque el que me molestaba. Me daba rabia saberme tan necesario para que ella hiciera cualquier cosa. Claro está que esto me llevó eventualmente a obligarla a que se rehabilitara para hacer uso de una prótesis; ella lo hizo sólo por darme gusto, pero no duró mucho tiempo dado el grado de dificultad y las molestias que representaba y mas temprano que tarde, lo abandonó.

Me ensañé con ella tanto como pude y en lugar de odiarme me amaba con más fuerza. Fue cuando decidí recurrir a mi vieja técnica para evadirme de la realidad: la interpretación obsesiva de un personaje. Por supuesto que las cosas no sabían igual si no llevaban por delante algunas copas de licor, así que fue cuestión de tiempo para que, gracias a mi recién adquirida condición, yo dejara de cumplir a cabalidad mis compromisos profesionales y personales.

Desesperado por vivir en ese pequeño infierno que representaba mi compromiso con Su, decidí poner tierra de por medio. Abandonarla no era una opción, para mi estaba - y está - muy claro que tenía una responsabilidad con ella y que no la iba a dejar de lado para ir en busca de una felicidad momentánea, pues sabía que ir a buscar a Candy ya no me daría aquello que necesitaba para ser feliz y vivir en paz ya que siempre cargaría en la conciencia mi deber no cumplido con Susana, pero en ese momento estaba dividido en dos y ese sentimiento me ahogaba por completo.

Recuperé la conciencia en Chicago con la imagen de mi pequeña pecosa frente a mis ojos haciendo de su vida algo que estaba diametralmente opuesto a lo que yo había hecho con la mía. Mi mente voló a Nueva York al lado de Su sabiendo que a pesar del dolor tan grande que representaba haber perdido su pierna y no haber logrado conquistar mi corazón, su actitud hacía la vida también era diametralmente opuesta a lo que era la mía y me llené de asco y vergüenza de mí mismo.

Continuará…

Nota:

La canción que Jen interpretó se llama "A simple kind of life" y su artista original es un grupo llamado "No Doubt".

Por Annabel Lee

2007