Descargo de responsabilidad: la maravillosa Akagami no Shirayukihime pertenece a Akizuki sensei.


TRAVESURA

Raji Shenazard, príncipe heredero del reino de Tanbarun, entró en sus habitaciones privadas, dispuesto a pasar la tarde ocupado en sus obligaciones, que en esos momentos consistían en la correcta selección de los colores y materiales para su nueva principesca vestimenta. Porque uno tiene que hacer gala de su estatus ¿cierto? No sea que lo confundan con un cualquiera, con alguien de la plebe, los dioses no lo quieran…

Un rato después, agotado ya de la exhibición de sedas, muarés, pieles y cachemir (el algodón no cumple sus estándares…), se sentó a merendar. Colocó con afectada elegancia la servilleta en su pechera (no fuera a manchar el chaleco) y levantó el cubreplatos de afiligranada plata que contenía su merienda.

No… No podía ser…

Sintió cómo los pelos de la nuca se le erizaban y las rodillas empezaban a hacer clac-clac la una contra la otra…

No… Había dado órdenes expresas de que no se le sirviera ESO nunca más…

Porque si no, no podía evitar pensar en 'su' nombre. Y si pensaba en 'su' nombre, podría pronunciarlo. Y si lo pronunciaba, 'él' lo sabría.

Y vendría a por él.

Sí, una manzana roja, brillante y de aspecto delicioso, podía hacerle hacer todas esas cosas.

Y mientras intentaba contener los espasmos de sus rodillas, alcanzó a oír las carcajadas de su hermana Rona, mientras la voz seria de Eugena la instaba a contenerse.

Esto no iba a quedar sin castigo…