Clark arregló su corbata por séptima vez, —sí, estaba contando— el vapor de su respiración opacando su reflejo en la ventana. No estaba seguro si era el indicado para esto. Más bien, sabía que estaba cometiendo un grave error, a pesar de las protestas de Oliver, Chloe y de su madre, de lo contrario.

"Clark, lo juro por Dios. Te mueves un centímetro más y flecharé tu trasero al asiento."

Clark empequeñeció su mirada, retando al conductor. "Me gustaría verte hacer el intento."

Ollie le regaló un guiño en respuesta, por fin, estacionando su auto frente a la preparatoria que había sido testigo de desastres físicos, y además emocionales, en la vida de muchos habitantes de Smallville. Definitivamente, varios cambios se moldeaban en la infraestructura de la cárcel de ladrillo, después de la destrucción de la última lluvia de meteoros.

Ah, ahí venía la culpa de nuevo. "Tengo que hacer eso." Clark susurró a su persona.

Tenía que ser responsable de sus actos. Aunque había tratado de hacer lo correcto, al rescatar a aquella porrista de las manos del viejo Consejero Escolar, quien había resultado ser (Oh, sorpresa) otro mutante, las consecuencias no habían dejado de ser nefastas. Tanto para las diferentes partes de anatomía del cuerpo del Ex-Consejero, regadas por todo el gimnasio, como para la gran parte de las aulas de la preparatoria. El Director Terrence Reynolds había estado furioso con el resultado de la batalla entre Clark y Robert Milles, más preocupado por las manchas de sangre sobre la cera de las canchas, que por la escena criminal con la que se había tropezado. Reynolds era un sabueso, además. Así que, desde que había dirigido su olfato en Clark, difícilmente había podido encontrar escapatoria, a los planes que el Director había tenido para él.

La única razón por la que Clark había tirado la toalla, y aceptado el puesto como nuevo Consejero, había sido simple: con tal sólo Reynolds acusarle que, tal acto de vandalismo, le recordaba a cierto ex-estudiante de Excelsior de apellido Luthor—Clark había estado empeñado en demostrarle todo lo contrario.

-Y henos aquí. Yo tratando de no hiperventilar, aun cuando sé que no es posible. Todo, porque el orgullo Kent no puede cerrar la boca.

"Vamos, Sr. Kent, siempre se estás quejando de ser el paño de lágrimas de todo el mundo. Ahora, por lo menos, podrá ganarse un cheque por la paciencia." Oliver estiró su brazo, por encima de Clark, para abrirle la puerta del copiloto. Clark trató de esconder su refunfuño de irritación, ante tanto entusiasmo.

"Lo que hago por salvar mi honor." Primero una pierna, luego un brazo. Sí, Clark podía hacer esto. ¿Qué tan difícil podía ser sentarse en una oficina, escuchando por ocho horas, a miserables adolescentes quejándose, sobre qué tan horrible era ser virgen? ¡Había obtenido tanta practica con Pete! Además, el dinero no le caería nada mal. "Gracias por el aventón, no tenías que moles—"

"No quería ver este lujoso traje destruido con este clima." Oliver, tan suavemente sutil como siempre, le interrumpió con una sonrisa. Una sutileza que Clark no podía evitar comparar con la de Lex. En aquellos buenos tiempos, claro. Cuando Lex todavía se había molestado por ser sutil. "Ya en serio, Clark, eres perfecto para el trabajo, deja de preocuparte, ¿está bien? ¿Traes tu paraguas? ¿Dinero para el almuerzo?"

Clark sabía que se estaba sonrojando, desde antes de sentir sangre fluir en la zona de sus mejillas. "No, madre mía." Con la brisa de lluvia acercándose, Clark se dispuso a cerrar la puerta—Pero no, Oliver tenía que decir algo más mientras un grupo de jugadores de fútbol americano, precisamente, transitaban cerca de ellos.

"¿A qué hora paso por ti, cariño? ¿Y qué pasó con mi beso de despedida? Bien dicen ahora, que el romance ha muerto—"

"Estaré bien, Oliver. ¡Desaparece!"


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"Oye, yo conozco a ése tipo..."

Lex mordió sus labios. Se tragó el "Yo también" de regreso a su garganta, observando como Clark se introducía a Smallville High, siendo una criatura de otra especie completamente diferente. El traje grisáceo tornasol, escrupulosamente ajustado a su marco, lo hizo lucir como cualquier otro maestro de la institución. Hasta mejor.

-Huh, seguramente un regalo de su nuevo mejor amigo, Oliver Queen… Lex estaba seguro que su úlcera, solamente, empeoraría esta mañana.

"Bruce tiene una foto de él, en su escritorio."

Y acaso, ¿era coincidencia que Queen también tuviera en su posesión un Porsche? ¿Qué no sabía, el tarado, el significado de originalidad? Maldito hijo—¿Qué?

"¿Qué?" Lex sabía que no tendría que exigir más explicación, porque su expresión de terror, debía ser más clara que el agua. La sonrisa malvada de Dick Grayson se lo estaba confirmando. "¿Por qué demonios Bruce tendría una foto de Clark en su maldito escritorio?"

Grayson ignoró la creciente alarma de su voz, adoptando un aire casual y despreocupado. Se encogió de hombros, haciéndose del rogar. Era todo un malcriado. Este era el último favor que le hacía a Bruce. "No me mires a mí, sólo sé que su retrato se encuentra a lado del de la Srta. Dawes. Oye, se me hará tarde, así que—" Y tuvo la osadía de voltear hacia a Lex, con ojos llenos de expectación, como si estuviera esperando por su permiso para irse, o algo por el estilo.

Decir que Lex había perdido toda la paciencia del mundo, era poco. "¿Ahora, qué? ¿Qué quieres?"

Dick frunció su ceño. "Mi dinero para el almuerzo, baka." Y para demostrar su punto, estiró su mano, sus dedos moviéndose con demanda. Lex miró rojo, y hasta bufó como toro.

"Sólo para futuras referencias, te dejo saber que hablo más de cinco idiomas, incluido el japonés, Richard Grayson. Y sólo por eso, vas a morirte de hambre el resto de la mañana. Ahora, sal de mi auto."


"tontos como yo."

por B.B. Asmodeus.

[un cross-over entre smallville y teen titans]

spoilers: de smallville algunos de temporada 6 y un ligero cambio de la 4 (ya lo verán); ninguno de teen titans por ahora. habrá menciones del universo de nolan!batman.

categorías: palabras sucias/drama/humor/romance/pg-13/het/slash.

parejas: por ahora, clark kent/oliver queen.

nota ¡: ya ni recuerdo que le sucedió al director terrence reynolds, pero en mi mente, sigue vivito y coleando en "smallville high", ¿okis?

nota ii: este capítulo ha sido re-editado. se le han agregado escenas, así como se le han eliminado y remoldado otras. se recomienda volver a leer la historia, desde el inicio, para apreciar mejor este fic en su totalidad. *wink-wink*


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1.- "love was, surely, made for fools like me.." -lisa loeb.

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Una sardina tenía más espacio que él. Reynolds le había otorgado la bienvenida con tres casos esperando a ser resueltos, incluido el de la porrista a la que le había salvado la vida. Clark solamente estaba esperando a que el jarrón de café estuviera listo, para entrar en acción.

Con excepción, de que no tenía idea de dónde colocar los tres gigantescos fólderes y su taza para el café en el espacio que, se suponía, debía ser un escritorio de oficina, no uno de kindergarten. "Em. Sr. Reynolds."

"Es temporal, Clark. Tu oficina se encuentra en reparaciones, como ya debes de recordar." Vaya que el hombre era experto en instalar culpa en otros. Era su don. Y tenía muy bien aprendido los talones de Aquiles de Clark Kent. "Sin embargo, para la semana entrante ya debe estar lista. Deja de hacer esa cara, Kent. Este es uno de los cubículos reservados para maestros, y por ser el menos deseado, era el único libre. Ahora supéralo."

Superarlo. Claro.

Cielos, solamente medio cuerpo de Reynolds cabía en el umbral de la puerta. Clark no tuvo alternativa más que eliminar altura de su silla, hasta casi tocar el suelo. Cruzó sus piernas al estilo indio. Ollie se iba a enfurecer al ver como terminaría su regalo de Navidad. Por cada arruga habría una lágrima saliendo de sus ojos. Clark lo podía ver claramente en su mente. Sería el perfecto karma para Queen, después de sus ocurrencias en el estacionamiento. En lugar de sentirse más culpable, una sonrisa maliciosa iluminó el rostro de Clark.

Tan maliciosa, que hasta Reynolds lo contempló, un minuto, con sospecha. Las 8:00 am chillaron en la cafetera. Ah. Ahora era oficial. Era el Consejero Escolar de Smallville High. Aunque, demonios. No había azúcar, ni leche (ni siquiera en polvo) para acompañar su combustible matutino. Vaya forma de comenzar su primer día de labor. Reynolds fue listo, antes de que fuera el blanco de peticiones de Clark, se escurrió fuera del cubículo.

Sin embargo, su huida duró poco. "¡Oh, casi lo olvidaba! Kent, todavía no te pongas tan cómodo. Acompáñame a la Dirección, tengo a alguien que presentarte."

"Sí, señor..." Clark contempló el cubículo. ¿Ponerse cómodo? ¿En esta caja? "En cuanto pueda salir de aquí, lo alcanzo."

Un suspiro de exasperación se escuchó del pasillo. Luego, una mano morena se asomó por la entrada, ofreciéndole apoyo para levantarse. A pesar de que no la necesitaba, Clark la aceptó, sonriente. Bajo su coraza de mal humor, Reynolds tenía un corazón. "Espero ese que sea el último comentario sabiondo que salga de esa boca, ¿entendido, Kent?"


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Richard no pensaba que su situación fuera tan mala.

Cierto. El pueblo Smallville (como el nombre lo indicaba) podía ser algo asfixiante, sí, pero la enorme mansión de Lex lo compensaba. Y la preparatoria no lucía de tan baja monta. De hecho, Dick había estado inscrito en peores. Todo apuntaba a que a Bruce se le olvidaba de dónde Dick provenía, la mayoría del tiempo (se le olvidaban muchas cosas cuando involucraban a Dick, al parecer). Richard había visitado miles de pueblos como este durante su infancia en el circo, y a cambio de ello, había adquirido cierta facilidad para socializar con completos extraños. Sin olvidar, que sus encantos heredados de su padre, no lastimaban. Dick era adaptable.

Y Bruce sabía a la perfección, que tan adaptable Dick era.

Así que, con estos hechos clarificados, Richard no podía evitar pensar, que Bruce lo había mandado a Smallville por razones, enteramente, alternas a las indicadas oficialmente.

Dick no dudaba que se, , todo siguiera siendo un castigo, pero…

…también un caso. Una misión exclusiva para él.

Una prueba. Un nuevo acertijo que debía resolver, si es que deseaba volver a Ciudad Gótica.

Y su primera pista estaba entrando, en ese preciso instante, al lado del Director Reynolds. Aunque Dick había actuado indiferente ante Lex, la sorpresa y curiosidad por saber quién, exactamente, era este hombre—para ganarse un lugar en el escritorio de Bruce—también estaba matándolo, por dentro. El hecho de haber visto tal fotografía en primer lugar, debió de haber sido un movimiento deliberado de Bruce, Richard lo podía jurar. Había sido el punto de partida.

La carrera había comenzado. El reloj estaba avanzando las manecillas, libres de piedad. Todo lo que Dick debía hacer ahora, era mantener el ritmo.

"Este es el nuevo Consejero Escolar, Clark Kent. Clark, te presento a Richard Grayson, nuestro nuevo alumno de 3er. grado. Deseaba que ambos se conocieran, antes de presentar al joven Grayson frente a sus clases. Por una simple razón. Lex Luthor."

Pista núm. dos.

Dick alzó su ceja, poniéndose de pie y registrando la figura galán de Clark Kent, el elegante poliéster separándolo—radicalmente—de la persona plasmada en papel fotográfico, vistiendo franela y jeans sucios. Dick ofreció su mano. Aunque Clark había fruncido su rostro con la mera mención de Luthor, aceptó la mano y le dio un fuerte apretón (de vil granjero), antes de dejarlo ir. Ambos pares de ojos se intercalaron con una intensidad, que no pasó desapercibida por Reynolds.

"Lex Luthor se ha convertido el representante legal del Sr. Grayson durante su estancia en Smallville, y estará a tu cargo dentro de esta instalación escolar, hasta el día que se gradúe, Sr. Kent."

Ojos verde-azules se engrandecieron, aterrados. "¿Qué? ¿Por qué?" ¿Qué hice para merecerlo? casi se pintaba en la frente del Consejero. Dick no pudo evitar sentir un poco compasión por él. Seguramente, Bruce había tenido algo que ver con esto. No había coincidencias en el universo de Bruce Wayne.

"Mejor que nadie, tú sabes por qué, Clark. Cualquiera involucrado con un Luthor merece cercana inspección."

"Creo que está exagerando, señor—"

"Además, que su propio padre en Cd. Gótica nos ha enviado reportes de un pasado muy… violento, entre otros aspectos, del Sr. Grayson y nos ha recomendado tratarlo con cuidado." Bingo. Dick lo sabía. Este juego se estaba volviendo algo predecible. "A decir verdad, su visita en Smallville es un castigo." Y para agregar más drama al completo discurso, Reynolds tomó los hombros de Clark, solemnemente. "Estoy contando contigo, Kent. Ahora hazme el favor de llevarlo a su salón, y presentarlo ante la clase. Tu trabajo comienza desde este instante."

"Pero. Pensé—" Pero, Reynolds ya se estaba dirigiendo a su oficina, saludando a las secretarias, aceptando un café de la más joven de ellas, y viviendo su estereotipo de tipo duro, al mil. "Pensé..."

Pobre Clark. "No se preocupe, Sr. Kent. Prometo no asaltarlo en el camino." Dick se colocó su mochila. Se sentía emocionado. Listo para comenzar. Y luego parpadeó, al percatarse de, cómo mejillas bronceadas, se colorearon de carmín. Clark aclaró su garganta un—no, tres veces, metiendo sus manos a los bolsillos, para dos minutos después, sacarlas, y proseguir con tomar a Dick del hombro más cercano.

"Oye, lamento que hayas tenido que escuchar todo eso. Reynolds tiene esta mala costumbre de juzgar, antes de conocer a la gente—Y creo que esta será tu primera lección, no juzgues. Yo no lo haré, tampoco. No importa de dónde... provengas, o de quién seas pariente. Sé quién realmente te crio. De mí no escucharás insultos hacia quien te brinda un hogar en estos momentos... aunque se trate de Lex Luthor."

Dick no creyó que el mismo Clark había reconocido su resbalón de lengua. Conque conocía quien lo había criado, ¿eh? Interesante. Información clave, que le sería útil después. Pero, no ahora. Solamente inclinó su cabeza ante las palabras del nervioso consejero, como el buen muchacho que no era, y lo dejó guiarlo fuera de la Dirección Escolar.


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Tras regresar a su lata de sardinas, Clark decidió "Al diablo con esto". Viajó hasta la granja por azúcar, leche fresca, un paquete de galletas, una rebanada de pay (para el almuerzo), y por un radio, que su mamá raramente usaba. En el total de 15 minutos. Y pudo haber sido en menos tiempo, si Clark no hubiera tenido que detenerse en el sanitario, antes de regresar. Estar con sus piernas cruzabas, por más de dos horas, parecía no agradarle a su vejiga.

"Aaaah, ahora sí, luce habitable." Para un Kent, por lo menos. Justamente cuando estaba bien acomodado, con el primer archivo abierto en su regazo, una taza con café de buena calidad en su mano libre, y "Smiley Faces" tocando apaciblemente en la radio, su teléfono celular vibró sobre la caja-mesa-escritorio.

"¿Cómo se siente ser parte del Sistema Americano de Educación Superior, Sr. Kent? ¿Cuántos alumnos lleva reportados? Cuente, cuente, ¿ha surgió alguna pelea que haya necesitado su intervención?"

"Oh, no, Chloe. Tengo algo mucho más emocionante que eso. Y solamente te daré una pista, antes de colgarte por mi exceso de trabajo: Bruce Wayne." Clark vivió las próximas horas de su vida sonriendo de oreja a oreja, cantando al ritmo de Gwen Stefani.

Apuntó citas para las 11:30 am y 1 pm, interesado en platicar con Daisy Tyler, la porrista que lo había metido en este enredo, y quien seguía presentando problemas para adaptarse a sus clases; y con Rachel Roth, quien según su archivo, poseía problemas de ira mal controlada, anti-socialismo, síntomas de anemia... y recientemente se le había encontrado flotando un par de libros en las profundidades de la biblioteca, cuando se le había creído estar desierta. Un alumno la había visto en plena acción, y ante la fobia creada por otros mutantes dentro de la escuela, había acudido directo al Director.

Quien le estaba dando el mando a Clark Kent, experto en relaciones ultra-mutantes desde los quince años, para manejar el problema.

El tiempo se sintió como si se hubiera detenido para Clark, al entender—así como aceptar—por fin, que este trabajo parecía ser lo mejor le había sucedido en mucho tiempo. Tantos años sintiéndose responsable por todos estos mutantes, por sus muertes, por la falta de ayuda que Clark simplemente no había sabido brindar, y ahora la oportunidad de poder cambiar el rumbo de otras vidas (destruidas por su culpa, en primer lugar), de ayudar antes de ser demasiado tarde—se le estaba entregando en bandeja de plata.

Diablos. El mundo se le puso de cabeza, con las posibilidades que se le abrieron enfrente.

Alicia cruzó su mente, lo suficientemente rápida para no lastimar con su recuerdo. Aunque, suficientemente prolongada, para darle a Clark el empuje que necesitaba.

"Las cosas suelen pasar por una razón, hijo." Jonathan le había asegurado, en numerosas ocasiones. Hasta ahora, Clark lo comenzaba a creer.

Clark cerró los archivos, llamó a la oficina de Reynolds para confirmar las citas, y tras ser aceptadas, tomó su almuerzo para darse una vuelta por el Gimnasio. Donde Reynolds le había sutilmente mencionado, estaría Grayson en clase de Educación Física, antes de colgar.


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Había dos opciones: Richard Grayson había resultado ser un chico en verdadera necesidad de atención. O se encontraba obedeciendo estrictas órdenes de Lex, para matar a Clark de la vergüenza, frente a todo el cuerpo estudiantil.

Richard anotó otra canasta. Todos enloquecieron. Clark no supo a donde dirigir su mirada, al ser víctima del guiño coqueto del joven, junto a un saludo de su mano, que asemejaba tremendamente a un beso lanzado en el aire.

Cielos, si esta era obra de Lex…

Las porristas brincaron, gritaron, hicieron piruetas que Clark no había creído físicamente posibles, y al lograr su objetivo de atraer la atención de Grayson, comenzaron a reír entre ellas, con sus mejillas rosadas y pompones cayendo al suelo.

Clark roló sus ojos. Vaya que la adolescencia era una patética etapa de la vida. Una cabellera rubia, con ojos grandes y azules, capturó su mirada, sin embargo. Clark hizo una nota mental de acorralar a Daisy antes de que el receso comenzara. Había algo, que sobresalía de su personalidad. En la manera que sus ojos viajaban a sus extremos, antes de dirigirle la palabra a alguien. En como su mirada se mantuvo en el suelo cuando Grayson recogió su pompón rechazado, para ofrecérselo con una sensual sonrisa. Clark tenía el presentimiento, que las manifestaciones de timidez que Daisy expresaba para el beneficio de los demás, no eran del todo verdaderas.

Clark frunció su ceño.

Había sido su imaginación, o en verdad había sentido un leve temblor en... ¿el suelo? Tan rápido como había llegado, se había extinguido. Pero, Clark sabía que había sucedido, sus oídos atrapando el crujido del suelo encerado, chillando como un minino atrapado en un árbol. Clark ya estaba acostumbrado a captar sutiles llantos de la naturaleza, debido a su necesidad de estar al pendiente de la amenaza de tornados, cuando la temporada llegaba. No había manera que ahora, los instintos de Clark le estuvieran fallando. Jonathan lo había entrenado mejor que eso.

Conque temblores. Como los que había creído, también sentir, durante su confrontación con Robert Milles, y cual fenómeno Clark lo había achacado a los poderes del mutante. Nunca le había pasado por su mente que Daisy, tal vez, había sido la responsable.

"Si sigue mirándola de esa manera, terminará mirándola detrás de las barras de una celda, Sr. Kent." La banca rechinó con el peso de Richard. Inmediatamente, Clark sintió su extremo derecho aceptar la calidez del otro cuerpo. Y vaya que la adrenalina del muchacho, ofrecía mucha de ella.

"¿En serio? Creí que esa era tu fin, considerando el número de partidos que anunciaste a todo el mundo, dedicabas para mí, como regalo de bienvenida." No, no podía estarse sonrojando. No podía, Clark ya era un adulto. Ni siquiera, era virgen ya. ¿Cómo podría ser posible? ¡Oh, demonios!

Sí. Se estaba sonrojando. Clark no comprendía su maldita fisiología kriptoniana. ¿No se sonrojaba cuando Lois se paseaba en toalla por su casa, pero sí ante los inmaduros flirteos de un niño?

La sonrisa de Grayson le causó escalofríos. Ciertamente, no ayudó en nada, con el problema "Lo crea o no, Sr. Kent—"

"Clark."

"—usted es bastante famoso entre el público masculino de mi clase. El hecho de estar bajo su custodia, me ha ofrecido una instantánea oportunidad para ser aceptado entre ellos."

Como si Clark se fuera a creer esa locura. Si no había sido famoso cuando había estado cursando la preparatoria, muchos menos tendrían admiradores ahora. "Me estás tomando el pelo, ya en el primer día juntos, ¿Grayson?"

"Para nada, Clark, eres casi considerado un héroe, por estos rumbos. Creo que vi, unas cuantas chicas, llorando de la felicidad, cuando les dije que eras el nuevo consejero escolar. Me invitaron a donar una hebra de cabello suyo, al altar que tienen en el sótano. Como rito de iniciación, por supuesto."

"Ahora sí, estoy seguro que me estás tomando el pelo."

Grayson retiró sudor de su frente con su mano, peinando su fleco castaño hacia atrás. "Totalmente."

Clark torció sus ojos al cielo, en vehemente súplica por paciencia. Este chico estaba lleno de personalidad. Su estómago estaba gruñendo, así que, Clark sacó su trozo de pay del bolsillo. Sin embargo, conforme desenvolvía el postre del plástico, sintió la atención de Grayson caer inminentemente en el almuerzo, junto con su propia banda sonora de gruñidos. Clark sintió la venganza venir. "¿No tienes dinero para comer?"

Grayson tuvo la decencia de sonrojarse, al darse cuenta que había sido descubierto. Después, frunció su cejo, cruzando sus brazos. "Aparentemente, el nuevo pasatiempo de Lex, es matarme de hambre."

El nudo en su garganta fue instantáneo. Era como si viniera con sus propias instrucciones: en lugar del clásico "Sólo agregue agua", para Clark funcionaba de la manera "Sólo agregue Lex". No supo qué decir, o qué no decir. Sólo se le ocurrió hacer una cosa.

Richard lució como si le hubieran ofrecido a Megan Fox, envuelta en chocolate. "No, no se preocupe, señor Kent—"

"Clark. Y tómalo. Mi apetito se ha ido. Además, juro que casi desapareces frente a mis ojos, mientras jugabas, ¿tampoco desayunaste o qué?"

Richard no necesitó más convencimiento. Arrancó a Megan de sus manos y la devoró. "Me levanté tarde. Además, la nueva Sra. Luthor parece odiar cualquier olor a comida por las mañanas, así que... no. En cuanto bajé de mi habitación, Lex ya tenía el auto listo para irnos, y con sus quejas de llegar tarde y las quejas de esa mujer unidas al coro—Bueno, ¿a quién no se le iría el hambre? Juro que esa tal Lana va dar a luz al Depredador, versión calva."

No, Clark no se iba a reír. Era cruel y Lana no tenía la culpa…

La carcajada resonó, por casi todo el gimnasio.

Y más carcajadas le siguieron, una vez que Grayson se le unió.

Wow. Clark esperó por el remordimiento y éste nunca llegó. Todo lo contrario. Clark se sintió refrescado, y la manera simpática en la que Richard sonrió, lo hizo sentir diez veces más libre… de todo. De lazos que, ni siquiera Clark se había percatado, existían en su pecho.

Parecía que, un nuevo ciclo en su vida estaba comenzando.

"En ese caso, más vale que le adviertas a tu tutor, que mañana tienes que llegar con un par de kilos extras, o pronto recibirá una llamada muy especial de Servicios Sociales." Clark cruzó una pierna sobre otra, recargando sus brazos a lo largo de la banca de atrás, sintiéndose superior a todos los mocosos de alrededor.

Richard lo miró, con ojos intuitivos, midiendo la veracidad de su advertencia. "No te atreverías…"

"Claro que sí, eres mi responsabilidad ahora también, ¿recuerdas? Cuidar que no te dé algún tipo de desorden alimenticio, ahora es parte de mi trabajo. Estoy en todo mi derecho de exigirle a Luthor, que deje de preocuparse sólo por Lana y su persona. Sino, entonces ¿para qué aceptó cuidar de ti?"

"No puedo esperar a ver la expresión en su rostro cuando le diga esto."

Clark abrió su boca para responder que él tampoco, cuando percibió un dedo picar su hombro, por detrás. Daisy le ofreció una pequeña sonrisa al conectarse sus miradas, manos delgadas regresando su regazo.

"Daisy, hola." Clark puso en acción con su voz más gentil, a conjunto con la sonrisa que Chloe juraba derretía hasta las defensas de Lois, de vez en cuando. "¿Cómo te sientes?"

Daisy pareció regresar a la vida, al tan solamente escucharlo. Sus grandes ojos resplandecieron, como si también estuvieran sonriendo. Ignorando, completamente, la presencia de Richard, Daisy se agachó para hablar mejor con Clark. "¿Es verdad que eres el nuevo Consejero Escolar?"

"Sí, ¿qué te parece la idea?"

"¿La verdad? ¡Me parece grandioso!" Y sus mejillas se enrojecieron, en consecuencia de algo más, que los ejercicios diseñados para las porristas. Oh. Clark tragó saliva, de repente, muy consciente de la poca distancia separándolos. Se apresuró a regresar a su lugar, y terminó golpeando a una chica sentada a su costado, por el espontaneo movimiento. Miró de reojo a Richard reírse del espectáculo, entre sorbos que tomaba de su bote con agua. Ugh, ¿cómo se suponía que Clark debía comportarse? No quería saltar a conclusiones. Tal vez, Daisy sólo trataba de ser amistosa con él por haberla rescatado de Milles. Aunque, Clark no podía darse el lujo de hacerse el tonto. Reynolds lo castraría si le llegaran rumores de enamoramientos entre porristas menores de edad y consejeros escolares. Lana y Jason habían dejado a Smallville High totalmente paranoicos, al respecto.

Sin embargo, Clark no podía rechazarla de forma rotunda. No si quería averiguar las verdaderas probabilidades de que Daisy fuera otro mutante. Si perdía la confianza de Daisy ahora, tal vez nunca más, la volvería a obtener.

Clark respiró hondo. Todo o nada. Sonrió. "Creo que, sólo dices eso por haberte salvado de aquel hombre."

Los ojos de Daisy se engrandecieron con fingido escándalo. "¿Cómo crees? ¡Digo la verdad! Ese pervertido del Sr. Milles sólo se preocupaba por ver debajo de nuestras faldas en las prácticas, y del cheque que recibía cada viernes. En cambio, tú Clark, pareces perfecto para el trabajo. ¿Es cierto, que una vez peleaste con un alumno que se podía convertir en torbellinos de polvo?"

"Mataste a Alicia... la amaba y te la llevaste de mi lado." Clark apenas y pudo asentir al entusiasmo de Daisy, su aliento atorando en su pecho ante la horrible remembranza. "Sí, hace un par de años."

"Wow, creo que..." Daisy comenzó a articular. Luego pausó. Le indicó con un dedo que Clark se acercase. Cuando el consejero lo hizo, Daisy le sonrió con gratitud. "Creo que por primera vez, desde que me mude a este pueblo, podré sentirme segura." Y pestañas rubias parpadearon, dulcemente.

Primero, Clark se sintió humilde ante la confesión. Después, su sentido común le preguntó si deseaba ir a hacerle compañía a Lionel por esto.

A su lado, Grayson continuó ahogándose con su agua. Huh. Una idea comenzó a formarse en la cabeza de Clark, su mirada viajando de Daisy, hasta el muchacho entrometido. "Me alegra escucharlo. En serio." Clark apretó un hombro de la porrista fugazmente, ofreciendo apoyo, pero con cuidado de no levantar intrigas. "Eh, Daisy, por cierto, me he enterado que tienes problemas con algunas materias, ¿necesitas alguna ayuda?"

Daisy, seguramente imaginando que Clark sería el proveedor de tal ayuda, movió su mentón en acuerdo, de arriba a abajo, uno de sus dedos alejando medio mechón dorado de su cara. "Historia y Química."

Clark aclaró su garganta. Jaló a Richard del brazo. "Aquí, este apuesto joven puede ayudarte. Es excelente en Química, y parece haber ganado un par de concursos de Historia Internacional en su otro Colegio—"

Eran ridículamente graciosas las expresiones en el rostro pálido de Daisy, y en el arrogante de Richard, decepción haciendo contraste con espanto. "Y tú, Grayson, pareces tener problemas con Literatura—"

"Sí, pero Lex—"

"Donde Daisy parece sacarse puras A, sin ningún esfuerzo. Creo que son perfectos el uno para el otro, ¿ustedes no?" Grayson liberó su brazo, murmurando que Lex no le daría permiso de invitar a alguien a la mansión, con la omnipotente presencia de Lana Lang exigiendo silencio, a toda hora.

Entonces, Clark volvió a sonreír, ahora con una chispa perversa invadiendo sus intenciones.

"No se preocupen, pueden estudiar en mi casa. Estoy seguro que mis apuntes les pueden ayudar mucho, y no creo que al padre de Daisy le moleste, después de todo, mi madre es la nueva Senadora. Puede confiar en mí. Vamos, necesitan mejorar esas calificaciones, y no volveré a ofrecerme, si me rechazan ahora..." Táctica llamada "Ojos de Borrego a Medio Morir" fue todo un éxito con una embelesada Daisy. Pero, Grayson continuó musitando protestas.

"Grayson, no sabía que Lex te asustara tanto."

Furia vibró en los ojos de Richard, y Clark supo que había dado en el blanco. La técnica de Reynolds era tremendamente eficaz. "¿A qué horas nos vemos?"

Clark se levantó de las gradas, estirando sus brazos, para la delicia de varias adolescentes, quienes parecían tragárselo vivo con sus miradas—Ahora, fue el turno de Clark para sentirse como víctima de depredadores. Quién lo diría, Richard no había andado tan errado. "Pueden comenzar mañana, después de la hora de comer. Creo que tendrán más compañía, porque el Director Reynolds me entregó una larga lista de pobres almas que no pueden acreditar Literatura e Historia. Ése tal Sr. Milles, en verdad, no movió un dedo para ayudarlos. Tengo muchas espaldas que enderezar, por así decirlo." Les guiñó un poco, y con esa nota, Clark se despidió, rozando por segundos, a la alarma del final del receso. Mentalmente, canceló su cita con Daisy previamente planeada, pero aún, permaneció preocupado por la chica de nombre Rachel Roth. Así también, como por todos los expedientes que le faltaba leer.

Cuando llegó a su cubículo, la radio que Clark había olvidado apagar, estaba haciendo eco con una canción, que Clark había creído olvidada.

"C'est le malaise du moment… L'épidémie qui s'étend."

Protège moi.

Lex la había considerado un himno.

La nostalgia lo atrapó.

Tantos viajes en su Ferrari escuchando esa canción, los ojos de Lex brillando con tristeza, y otros sentimientos que Clark nunca había podido interpretar. Tantas visitas a la granja con los versos "Sommes nous les jouets du destin/Souviens toi des moments divins/Planants, éclatés au matin/Et maintenant nous sommes tout seul" escapándose al ambiente. Un ambiente especial, que Lex siempre había atrapado en sus autos, antes de apagar el motor y dirigirse a Clark con una sonrisa aún sincera, con verdaderas ganas de ver a su mejor amigo.

Clark no entendía por qué nunca se había molestado en buscar la traducción de la canción, y por qué la curiosidad lo estaba matando, ahora. Tal vez, había temido averiguar lo que esos versos encerraban, y sobre cómo éstos hacían resonancia en la vida de Lex en aquellos tiempos.

O tal vez, había temido de lo que "protégeme de lo que quiero" en realidad, había significado para Lex, respecto a su relación con Clark.

Clark tampoco entendía por qué hasta ahora, con Lana embarazada y comprometida con Lex, se dada el tiempo de reflexionar sobre sí había existido un giro más profundo en los sentimientos que Lex siempre había expresado, directo en la cara de Clark. Todas esas pláticas del destino y leyendas, de amigos y enemigos.

De amores y desamores.

¿Habían preservado un significado más profundo?

Clark cerró sus ojos. Era demasiado tarde.

Era demasiado tarde para ellos.

Clark apagó la radio.


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Oliver Queen era, probablemente, la razón de su repentino interés por leer entre líneas. Con sus sonrisas llenas de admiración, que cada vez se vestían con más desfachatez, e insinuaciones que gradualmente, poseían más verdadero interés en la vida de Clark. Su mirada parecía resaltar con un ¿Cuándo te vas a atrever, Kent? cada vez, que ambos se encontraban, y Clark no sabía qué hacer. El amorío con Lois se había desvanecido en cuestión de meses, el Día de Acción de Gracias marcando el principio del fin, para ellos. Y Lois ya hasta se encontraba saliendo con otro hombre.

Pero, aun así, Clark…

… No se podía atrever.

Y Oliver parecía haberse cansado de esperar.

"¿Quieres salir a cenar conmigo, mañana por la noche?"

Clark, quien acababa de cerrar la puerta del auto deportivo, tomó la palanca en pánico, al escuchar la casual pregunta.

Sin embargo, lo más sorprenderte, fue lo que se escapó de los labios de Clark, en replica:

"Um. Seguro. ¿A dónde?"

Silencio.

Obviamente, Ollie estaba tan estupefacto como él, con la respuesta.

Clark abrió su boca para disculparse, aunque nada fuera su culpa, cuando escuchó la bocina del auto de detrás de ellos, quejarse. Clark cerró su boca con un fuerte click, todo su valentía yéndose al caño. El escándalo provenía de Lex y su Lamborghini plateado… y de un sonriente Richard Grayson—saludándolo—por lo que podía Clark admirar en el retrovisor.

El malcriado.

Lex, en cambio, era una muy diferente historia. No saludos de su parte, oh no.

"Creo, que te quiere decir que te apures." -Por favor, por favor, hazme caso, Oliver.

"Tiene suficiente espacio para rebasarme, si tiene tanta prisa." Para probar su punto, Oliver apagó el auto, por completo. Clark vio con consternación, como Oliver bajó su asiento, hasta acostarse, manos detrás de su nuca, una atractiva sonrisa dibujándose en sus labios. Oliver se convirtió en la vil imagen de tentación encarnada, el caramelo de su mirada llamando por Clark, pícaramente. Santo cielo. ¿En serio, este adonis de hombre quería salir a cenar con él?

Lex pitó de nuevo. Clark parpadeó, sacudido fuera de sus flagelaciones.

Oliver ni se inmutó. "Ignóralo, Clark." Ojala. "Ah, ¿dónde estábamos?"

"Um—Ollie."

"¡Ah! Sí, es un restaurante donde mis padres solían ir en Ciudad Edge—"

"Oh, rayos. ¡Se está bajando del auto!" El día había avanzado con tan buenas vibras. ¿Por qué le sucedía esto a él? Clark prefería un round con mutantes en este instante, que ha ser sometido a un encuentro con Lex Luthor. -Dios, por favor, por favor, por favor, que llegue a la ventana de Oliver, por favor. Juro que no volveré a quejarme del nido que me tocó de oficina pero, por fa

La cara de Lex apareció en su ventana, tan repentinamente, que Clark saltó del susto, pegándose en la cabeza. "Genial, Oliver. Olvídate de esa cita." Clark presionó el botón para bajar el vidrio, aventando una de sus mejores practicadas miradas asesinadas, en dirección del rubio. Por lo menos, Oliver lució honestamente arrepentido. Lo que Clark no esperó, fue como la mano de Lex se introdujo al auto, en cuanto existió el espacio suficiente para ésta. Sucedió velozmente, Clark apenas reaccionando a la invasión.

"¡Oye! Lex, ¿qué haces?"

"Necesito hablar contigo. Ahora, Clark." Y cuando su nombre acarició la lengua del billonario, otra mano voló hacia una pierna de Clark, al mismo tiempo que Lex lograba abrir la puerta del Porsche—Ah, para eso había metido la mano. Para hostigar a Clark directo a la cara.

La mano de Oliver se encajó en su rodilla. "Luthor, ¿no tienes otras almas que atormentar?"

Lex no despegó su atención del consejero. "Clark. Ahora."

"No, Clark, cierra la puerta e ignóralo. ¿Por qué tienes que obedecerlo, cuando ni siquiera puedes acercarte a su propiedad? Estamos en un área pública. ¿Sí conoces el significado de esa palabra, cierto Luthor? ¿PÚ-BLI-CO? O sea: ¿no perteneciente a LuthorCorp? Agrégalo a tu diccionario—"

"Oh, tengo otras cuantas palabras que me encantaría agregar a tu diccionario, Queen—"

"Oliver, regresaré en—" Clark comenzó a levantarse, estaba condicionado a hacerlo, ¿cuánta sangre correría si no cortaba este intercambio de veneno? ¡Había amas de casa alrededor! Pero, entonces. Entonces… vio la sonrisa fría, cruel, dibujándose en el rostro de Lex, cuando procesó que Clark lo estaba obedeciendo. Vio el gesto altanero, el centello de satisfacción en sus ojos. Vio que tan supremo Lex se creyó ser, sujetando la puerta abierta, una mano en su cintura, y la otra en la correa invisible alrededor del cuello de Clark.

"Vamos, Clark, no tenemos todo el día, tengo una prometida a la cual regresar."

Bastardo. Maldito bastardo. Clark detuvo todo movimiento de su cuerpo. "¿Sabes qué? Lo que tengas que decir—Hazlo rápido." No fue difícil extraer de su propia persona una sonrisa, similarmente desalmada, a la de Lex, aunque no fuera el estilo de Clark. Pocas personas lo sacaban de sus cabales lo suficiente para rebajarse a su nivel, pero sí existían. Y si detonaban ciertos gatillos en él, Clark podía actuar como si estuviera bajo la influencia de meteoritos rojos, sin necesidad de éstos. Desafortunadamente, Lex siempre había estado en el principio de la lista de sus gatillos, desde ya hacía un buen rato.

Lex se agachó ligeramente, mirando a Clark en silencio. Clark notó los nudillos de la mano sujetando la puerta, hacerse blancos, con el esfuerzo que estaban sufriendo. Irónicamente, también los nudillos de Oliver resaltaban sobre la rodilla de Clark, sujetos como si su vida dependiera de ellos.

Finalmente, un suspiro salió de Lex. Cuando habló, su voz fue plana.

"Pobre de ti que llames a Servicios Sociales."

"Quiero al muchacho alimentado tres veces al día, y no solamente con paquetes de comida china."

Lo plano se fue al demonio con eso. Lex hizo toda la denotación por Clark. El hombre explotó por todas partes. "¡Deberías adoptarlo tú, entonces! No es como si estuvieras haciendo algo productivo de tu vida, ¡estoy seguro que tienes el suficiente tiempo libre para jugar al mentor!" Y el portazo pareció retumbar por todo el estacionamiento, donde prácticamente, toda la escuela estaba disfrutando el espectáculo.

Clark suspiró.

"Dramático." Y todavía un experto en flechar donde a Clark le dolía. Su abandono de MetU no era uno de sus fracasos favoritos. Jonathan Kent debía estar retorciéndose en su ataúd, puesto que había sido muy importante para él que Clark asistiera a la universidad. Lo había querido fuera de Smallville, haciendo cosas grandiosas. No todavía atascado, demasiado apegado al pasado, y a sus raíces.

Oliver relajó sus dedos. Sobó su muslo gentilmente, como si estuviera leyendo sus patéticos pensamientos. "¿A qué se refería con Servicios Sociales?"

Clark bufó aire por su nariz. "Larga historia. Ahora, ¿qué tal si hablamos de esa cena?" Y Clark no supo que lo estimuló, pero su mano, en minutos, procedió a entrelazarse con la de Ollie. El Porsche volvió a la vida, justamente cuando el Lamborghini de Lex los rebasó. Oliver movió su mano, desnudando su palma, tomando sus dedos entre los de Clark.

Una bella sonrisa levantó las líneas de sus labios. Clark quedo hipnotizado. Tenía tejida algo de vulnerabilidad en ella; poseyó más sabor humano y menos plasticidad, que todas las sonrisas que Ollie había, anteriormente, arrojado en su dirección. Su expresión facial fue una conmovedora mezcla de timidez y triunfo.

Clark quería trazar sus facciones con sus yemas, averiguar qué tan suaves eran sus labios. Quería compararlos con los de Lana.

Vaya. Tal vez, esto de "atreverse" no era tan descabellado.


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"Te lo dije. Eres el adecuado para el puesto."

Clark roló sus ojos. Estaba harto de escuchar esa cantaleta. Reynolds, posiblemente, lo despediría mañana por el altercado en el estacionamiento. El hombre estaba obsesionado con buenas reputaciones. Tomó otro pedazo de pizza, chupando el queso que restaba de sus dedos. Mientras jugaba con su comida, Oliver aprovechó para quitarle el control remoto, activando la función de Repetir para la escena de amor de Inframundo 2, por tercera ocasión. Clark no pudo más, gruñó en protesta, a pesar de estar hasta la nariz, de queso y masa.

"¡Basta! Parece como, si nunca en tu vida, hubieras visto a una mujer desnuda."

"No a Kate Beckinsale."

"Ni siquiera está completamente desnuda, Oliver. Y hasta yo creo que Lois tiene mejor cuerpo que ella." Lois definitivamente tenía mejores pechos. Clark no la tocaría, aunque fuera la última mujer sobre la tierra, pero no estaba ciego.

Oliver escondió su rostro entre los cojines del sofá. "¿Podemos no hablar de Lois mientras veo a Kate Beckinsale? ¿Por favor? Estás arruinando la atmósfera..."

Clark retomó asiento en el suelo, apoyando su espalda en el sofá. Mantuvo su distancia. Se ocupó de darle un largo sorbo a su refresco, tratando de fingir que no sentía la mirada de Oliver, en cada parte de su cuerpo. Todo indicó que Oliver esperaba una respuesta.

"¿Cuál atmósfera, retardado?" En el momento que las palabras salieron, Clark supo que había dicho lo incorrecto. Ahora, Oliver sabría que Clark sabía, y ya no podrían pretender que no sabían… y la tensión impalpable entre los dos, tendría que ser puestos en palabras.

"Me encanta cuando me hablas con tanta ternura, Clark. Me derrites." Oliver fue rápido en captar el cambio. Fue como obtener permiso, para él. "¿Y cómo que '¿qué atmósfera?', idiota? Todos mis esfuerzos en vano..."

"Oliver." De repente, las siluetas de Selina y Michael sí resultaban ser interesantes. En verdad, eran actores de buen calibre, porque el amor se podía sentir, a pesar que ninguno de los dos lo habían puesto en palabras desde la primera película. Sólo habían sido miradas, caricias, acciones, y dos besos. Y eso había más que suficiente para ellos, a pesar de sus diferencias y de tanta destrucción dejada en su camino. Selina y Michael sólo confiaban el uno en el otro, solamente se apoyaban mutuamente. No tenían espacio para nada más. Su amor era un secreto, que solamente ellos comprendían...

Clark los envidiaba.

Envidiaba esa clase de… amor.

Creyó haberlo encontrado una vez. Pero, había estado tan equivocado. Nunca había sentido esa clase de amor. Nunca. Ni con Lana, ni con Alicia, ni con Chloe.

"Oliver."

"¿Mmm?"

Clark no estaba seguro de cuando habían comenzado con este peculiar cortejo. Clark no había querido tener nada con Oliver Queen, desde un principio. Lo había rechazado repetidamente. Pero, Oliver era tan testarudo como él. Había peleado por tener un lugar en la vida de Clark. Después de su ruptura con Lois, el hombre se había empeñado, aún más, en él. Había comenzado con visitas diarias a la granja, luego patrullajes compartidos por Metrópolis, conversaciones serias en la Fortaleza, a pesar de la renuencia de Clark. Y después de eso, las líneas se habían vuelto borrosas. Había sido evolutivo. Clark había tenido tiempo, para acostumbrarse al hambre que había ido creciendo en los ojos de Oliver; Clark había caído en cuenta, progresivamente, del deseo que había estado despertando en el arquero. Y Clark no había hecho mucho por detenerlo. Alentar esa clase de atención, no se había sentido incorrecto como con Chloe.

"En verdad, ¿crees que esta atmósfera es romántica, del todo? Porque, sí es así, estás más retardado de lo que pensé—¡Ummm!"

Bueno, alguien ya había estado en el filo de la impaciencia.

Besos.

Palabras siendo devoradas.

Su espalda chocó con el suelo, su regazo completamente invadido. Por Oliver. Manos se enredaron en sus cabellos, susurros que Clark no podía entender, pero sí sentir su significado. Clark grabó en su memoria sobrehumana el sonido de los latidos de Oliver, añadiéndolo a su colección. Catalogó su aroma. Su verdadero aroma, el que descansaba bajo las capas de colonia y de sudor.

Labios húmedos, no tan delicados como los de Lana. Tan insaciables, como nunca Clark había imaginado ser posibles. Más ambiciosos que los besos de Alicia. Clark gimió, sus manos tomando las caderas poderosas de Oliver, que tenían su propio cuerpo clavado al suelo. Clark no había esperado la fortaleza de otro cuerpo, luchando contra él. Había esperado curvas suaves, fundiéndose debajo de su cuerpo. Clark no había tenido idea, de que tan bien besar a un hombre, se sentiría. No había imaginado, que tanto había estado Oliver reteniendo por él... De que tanto lo había estado deseando.

Lentamente, la urgencia se desvaneció, hasta ser sólo existentes gentiles succiones, caricias de labios contra labios. Los inicios de una ligera barba rozaron con su mentón, y Clark contó otra diferencia en su cabeza. El contorno del rostro de Oliver era un marco de hueso rígido, Clark se cercioró de su fuerza escondida, delineándolo con sus dedos. Oliver parecía estar enamorado de su cabello, despeinándolo con largas caricias, casi como un niño haciendo una travesura. A pesar de las aprehensiones de Clark, en sí, no tuvieron dificultad para acomodar sus bocas. Ni sus dientes, ni sus narices, terminaron obstaculizándose mutuamente. Fue algo natural. No el desastre que Clark había estado temiendo.

Sabiendo que el rubio tenía que respirar, Clark le dio un instante para recuperar su aliento, moviendo su boca por el resto del rostro de Oliver, decidido a conocerlo de esta nueva manera. Empezó con un lunar, que yacía cerca de la nariz de Ollie, succionándolo con ternura. Después, midió la longitud de un pómulo con la punta de nariz, impresionado con la finura de su piel dorada. Oliver sonrió durante todo el asalto, acariciando todo el rostro posible de Clark, con el mismo nivel de entusiasmo. "¿Cómo alguien tuvo la voluntad de dejarte ir, así nada más?"

Clark hundió su rostro en el cuello de Ollie. No había sido un asunto de Dejarlo ir, sino más bien, un asunto donde el mismo Clark se había encargado de correrlos de su vida. Había empujado a Lana directo a los brazos de Lex. Y con cada mentira, había ido abriendo un sumidero en su amistad con Lex. Pero, Oliver no lo sabía. Todavía no.

Clark no quería pensar en Lana o Lex. Quería seguir perdiéndose en este nuevo torbellino que Oliver representaba—Quería aprovechar la oportunidad de que no había secretos entre los dos, al máximo. Deseaba explotar este nuevo sentimiento de libertad, con él. Así que, se alojó en aquel cuello que rogaba por marcas de posesión. Lo besó, lo mordisqueó, lo lamió, y lo marcó como suyo. No se limitó, no se frenó. Grabó su dentadura en piel frágilmente humana, y la conquistó. El regazo de Oliver buscó fricción en el suyo, reaccionando al ataque a su cuello con una llovizna de gemidos.

"Siempre tú, Clark." Oliver jaló de su cabello, jadeando directo en su oído. "Cuando estaba con ella… Sólo podía pensar en ti."

Un inmenso disparo de adrenalina corrió por todo su ser, al escuchar tal cosa. ¿Clark había reemplazo a Lois Lane en las fantasías de Oliver? Diablos. Ahora fue Clark el que buscó por alivio, sus caderas chocando con las de Oliver, mezclilla rozando con tela formal. La boca de Clark amplió su objetivo, descendiendo del cuello hasta la clavícula a su disposición. Si unos cuantos botones se reventaron ante su insistencia, no fue culpa de Clark. Que fuera ésta una lección para Oliver, de hoy en adelante, para utilizar más camisetas informales, como cualquier otra persona normal. ¿Qué había de malo con una simple camisa de mangas cortas? Mejor aún, ¿por qué usar camisetas del todo?

"Me van a odiar tanto por esto. Oh, sí. Me aborrecerán…" Queen tomó las manos de Clark entre las suyas, y para su gran sorpresa, las posó sobre sus glúteos, dándole permiso de manosear donde le diera la gana. Instintivamente, los dedos de Clark se apretaron, apreciando la ofrenda, sin pensarlo dos veces. Dios. Esta clase de pasión era nueva para Clark. Nunca se había sentido tan consumido. "Clark. Te he deseado tanto, todo este tiempo, que resulta ridículo—Pienso en ti… Todo el tiempo, pienso en ti…"

"Oliver…" Conmovido, Clark se tomó una pausa, descansando su frente en la calidez de un pectoral.

Pero, Oliver no tenía ninguna intención de detenerse. Aventajándose del cuerpo inerte bajo el suyo, Queen elevó su torso, sentándose sobre Clark, sus pupilas dilatadas examinando a su presa con hambre. Sus dedos se adueñaron de la camiseta de franela de Clark, y la comenzaron a desabrochar. Clark lo observó atentamente, dejando a Oliver acabar con la mitad de los botones. Sin embargo, las voces de la televisión comenzaron a filtrarse a sus oídos—el mundo real, comenzó a filtrarse a sus oídos.

Una ráfaga de aire fresca rozó su pecho desnudo. Clark tragó saliva. Demonios. ¿Cómo podía concentrase? Palmas cálidas recorrieron el territorio de sus pezones. Oliver se agachó, obvio en su intención de reemplazar sus dedos con sus labios. "Eres… magnífico, cielo santo…"

Pero, Clark lo detuvo con una mano sobre su pecho. "Espera. Espera un momento. No—No hay prisa." Palabras. Clark podía utilizar palabras. Eso era un buen primer paso.

Oliver armó su mejor máscara de incredulidad. "¿No hay prisa? ¿Estás bromeando?"

Clark alzó sus cejas. "No puedo seguir haciendo… esto, aquí. No en la sala de mis padres." Las fotografías familiares, repentinamente, parecieron dirigirse a Clark con acusación. Si había un infierno para kriptonianos, Clark se iría directo a él. "Además, no sé qué ha escuchado, Sr. Queen…" Fue empujando a Ollie en sentido contrario, con cuidado, hasta que Clark estuviera sentado y Oliver estuviera cautivo en sus brazos. "… pero, no soy de la clase que se deja seducir en la primera cita—Oh, espera, eso es mañana, ¿verdad? Lástima, tendrá que esperar hasta entonces."

"Maldito." Pero, Oliver estaba sonriendo. "Tan fácil para ti decirlo." Y caló su punto con una última embestida de sus regazos. Clark se apresuró a inmovilizar las caderas del rubio con su fuerza sobrehumana, no apreciando las maniobras poco honorificas de Queen.

"Haz esperado por mi todos estos meses, un día más no te matará." Clark besó la punta de su nariz, engañando a Oliver en una falsa red de seguridad, antes de continuar con su propia maniobra sucia: tumbó a un paralizado Ollie hacia un lado, como si fuera un costal de patatas. Se apresuró a levantarse con ayuda de la mesa, no esperando por las represalias. Su camisa se permaneció abierta, su piel sudada, rosada, y obviamente, una tortura viviente, para los ojos de Oliver.

Quien seguía mirándolo, como si le hubiera crecido otra cabeza.

Clark hizo su mejor imitación de inocencia, mientras ajustaba sus jeans y pensaba en Pete, para bajar su temperatura corporal. "¿Qué? ¿Por qué me miras así?"

Había saliva secándose en el cuello de Ollie. Clark apartó su mirada, con mucha dificultad. "Estoy impresionado con el nuevo lado sádico que estoy presenciando de ti—No me imaginé que lo tuvieras en ti, maldito hijo de perra."

Clark le sacó su lengua. "Más vale que ya vaya dirigiéndose a su torre, Sr. Queen. Metrópolis no está tan cerca que digamos, y yo no pienso darle un aventón."

Oliver sacó su propia lengua, acompañado de su dedo medio, levantándose obscenamente. "Que terrible anfitrión eres, ¿qué pasó con aquellos modales Kent, del que he escuchado maravillas?"

"Pensé que no te gustaba cuando me comportaba como chico bueno." Clark le dio una patada juguetona y suave. "Levántate, ¿quieres?"

Oliver se acostó, aún más, exageradamente sobre el piso, modelando para Clark como el mes de Julio en un calendario para adultos. "¿O qué? ¿Me levantarás?"

"Ah, créeme, habrá algo de levantamiento involucrado, aunque no aseguro que de la forma que quieres—"

Pero, el intercambio se enfrió rotundamente, cuando la voz de Martha Kent resonó por la entrada de la casa, acompañada con el choque de la puerta de spring. "¡Clark, ya llegué! Pude librarme de la junta más temprano de lo pensado." Ambos hombres intercambiaron miradas de completo pánico—y hasta el mismo Clark, sintió su corazón salirle de su pecho—¡el cual seguía descubierto!

Ni contando con su súper-velocidad Clark pudo re-abotonar la maldita camiseta correctamente, como se evidenció en un botón sobrando de más. Oliver, apenas, logró fajarse en tiempo record. No necesitó más aliento para levantarse del piso, y se plantó en el sofá, cubriendo cierto bulto de su regazo, con uno de los cojines del sofá. Para cuando Martha Kent asomó su cara exhausta en la escena, Olive ya tenía una sonrisa llena de encanto, para ella.

Su madre pausó al contar dos cabezas, en lugar de una. "¡Oh, Oliver! Hola, qué sorpresa. No tenía idea que Clark tendría compañía esta noche."

"Bueno, Clark y yo solamente festejábamos su primer día de trabajo. Nada especial." Oliver era un excelente actor cuando se lo proponía. Clark rehuyó de los ojos ávidos de su madre, sin embargo, concentrándose en apagar la televisión y el reproductor de DVD. Clark no era un actor, menos aún enfrente a Martha Kent. Esa mujer lo conocía de adentro hacia afuera.

"A decir verdad, Oliver ya se estaba marchando, mamá. El camino a Metrópolis puede ser muy cansado, y ya se está haciendo tarde."

Martha había estado en el proceso de retirar sus tacones altos, apoyándose del respaldo del sofá. Levantó una fina ceja pelirroja, al escucharlo. "Pero, seguramente puedes... ¿darle un aventón, no? Quiero decir, no se preocupen por mí, muchachos. Tan siquiera terminen de ver la película." Oh, su madre, y su corazón tan noble. Afortunadamente, Oliver se puso de pie con aire de determinación.

"No, Clark tiene razón. Ha sido un largo día. Además, ya tenemos planes para mañana, ¿verdad?" Justo cuando Clark había pensado estar fuera de peligro, Oliver lo jaló de vuelta a las trincheras. El maldito se atrevió a guiñarle un ojo frente a su madre, la insinuación en su voz tan clara, que Clark miró un tono rosa pintar las mejillas de Martha.

Pero, eso no fue lo peor. Clark cubrió su rostro con sus manos, al notar que también el mapa de moretones en el cuello de Ollie estaba al descubierto. Y guiándose por la sonrisa estúpida de Queen, ¡había sido una acción completamente deliberada!

"Mejor, vete ya." Clark gimió petrificado. Para su humillación, una grata risa salió de los labios de Martha. "¡Por dios, mamá, date la vuelta!"

La risa avanzó a ser una oleada de carcajeos. "Oh, Clark, tranquilízate. No estoy, exactamente, asombrada. Oliver no se ha molestado en ser muy sutil con sus intenciones, desde el comienzo."

"Por favor, mamá, detente justo ahí. Si en realidad me aprecias, date la vuelta y déjanos solos para no hacerte cómplice en el homicidio que está a punto de llevarse a cabo."

"¡Bien, bien! Me voy. Conduce con cuidado, Oliver, están anunciadas lluvias para esta noche. Espero verte pronto." Clark se asomó por entre sus dedos, justo a tiempo para atestiguar los dedos de Martha apretar un hombro de Oliver en despedida, antes de ser fiel a sus palabras, y dejarlos solos, sus zapatillas colgado de una de sus manos. Oliver lucía tan abochornado como él, probablemente por haber descubierto que nadie engañaba a Martha Kent, por más desapercibas que las tácticas fueran (y especialmente cuando andaban tras los huesos de su hijo).

Clark caminó hacia Oliver y le golpeó un antebrazo. "Te odio."

"Y del odio al amor, sólo hay un paso." Con la elegancia de una gacela silenciosa, Ollie estaba frente a él en un segundo, robando de sus labios un último beso. Sin preparación para el contra-ataque, Clark tuvo dificultad para aferrarse a sus deseos homicidas. Hizo un intento por mantenerse frígido, pero… PeroDespués Oliver mordió su labio superior, e introdujo su lengua por los rincones de su paladar, y Clark perdió el duelo. Capturó el cuello del rubio, y no quiso soltarlo por nada del mundo, inclusive cuando el mismo Queen lo empujó del pecho, con gentileza.

Sus frente terminaron juntas, cada una buscando apoyo en la otra. Clark se perdió en ojos marrones, mientras Oliver acarició su pómulo con su pulgar. "Te veré mañana, ¿de acuerdo? Ponte guapo para mí, ¿mm?" Otro beso. Pequeño. Clark gruñó, y fue su turno de morder un labio. Oliver gimió con fragilidad, pero mostró tener mayor voluntad, al final del intercambio. "Tengo que irme, Clark. O nunca podré…"

¿Por qué Clark había querido correr a Oliver, en primer lugar? Ya no podía recordar la razón. Lo volvió a callar, apagando las protestas débiles del otro con una vengativa succión de su lengua, y en este turno, no se separaron hasta que Oliver necesitó respirar. "Clark, me estás matando—" Oliver tenía la camisa de Clark torcida en sus puños. Cuando dejó caer su cabeza en uno de sus hombros, una ternura nació en Clark, y sus manos masajearon la espalda de Ollie, ayudándolo a re-encontrar su cordura. "Tengo que irme. Realmente, tengo que irme."

Clark suspiró. "Lo sé."

Ambos guardaron un momento de silencio, absorbiendo la nueva sensación de calma que se apoderó de ellos. Oliver respiro hondo, y cuando hizo otro intento por separarse, Clark se lo permitió. Oliver le regaló otra, de aquellas sonrisas especiales. Vulnerable y tímida. "Adiós."

"Bye, Ollie." Clark no perdió de vista como sus manos fueron rompiendo contacto, conforme Oliver se fue alejando. Las puntas de sus dedos se deslizaron con delicadeza, apretándose por un milisegundo, antes de despegarse. Clark lo siguió hasta la entrada principal del hogar Kent. "¿A qué horas te espero?"

"Alrededor de las siete." Ollie se detuvo en el umbral de la puerta, mirándolo con repentina seriedad. "Ten cuidado con ese joven, Clark. Ambos sabemos, que Bruce no lo mandó aquí, por el agradable clima."

Clark asintió. "No te preocupes. Y también ten cuidado." Sonrió, al recordar ciertos acontecimientos. "Nunca sabes cómo Lex se vaya a vengar por lo de hoy. Puede que tu auto amanezca sin llantas, o quien sabe, hasta demolido. Puedo verlo suceder." Lex era creativo para sus venganzas. Hasta podía colocarle un moño de regalo encima, para terminar de hervirle la sangre a su archirrival.

Las carcajadas de Oliver fueron música para sus oídos, pero luego, el humor se desvaneció del rubio. Sus pensamientos parecieron conectarse con los de Clark, calculando que tan cierta podría llegar a ser la advertencia. Oliver terminó asintiendo, pensativo, y tras una última mirada, Queen se dirigió a su Porsche con una nueva posesividad.

Clark esperó hasta que el auto deportivo saliera de la granja. Después, regresó a la sala para apagar las luces y dirigirse a las escaleras. Ahí, se congeló, al ver a su mamá esperándolo, cubierta con su bata de dormir.

"Lo siento, mamá. Te juro que no fue mi intención que nos encontrarás… en esa clase… de situación… No lo tenía planeado…"

"Clark, deja de lucir tan asustado. No estoy molesta." Sin embargo, la expresión en la mujer era totalmente severa. Las arrugas de su rostro estaban resaltadas con preocupación. "No estoy diciendo que, si hubiera sido Jonathan interrumpiéndolos, las cosas no hubieran proseguido de manera diferente." Genial, otra razón para que su padre estuviera revolcándose en su tumba. "Pero, lo que intento decir, hijo… Es que estoy feliz por ti."

La madera del barandal crujió, bajo la fuerza inyectada por de sus dedos.

Martha miró el barandal un momento. Luego, directo a la cara de Clark. "Eres un adulto. No interferiré en tus decisiones, o me entrometeré en tus… relaciones. Seré honesta, Clark: Desde que Lana y tú se separaron, he estado muy preocupada por ti. Cambiaste, desde la muerte de tu padre, y no para bien. Después, solamente empeoraste desde que supiste del compromiso de Lana con Lex. Dejaste de sonreír, dejaste tus estudios, dejaste de tener ambición por tu futuro. Parecías estar en el limbo. Excepto, cuando te he visto en compañía de Oliver. Él parece sentarte bien. Él te empuja a realizar cosas, te incita a salir de la granja ocasionalmente, para distraerte. Patrullan juntos, así que no tienes que ocultarte de él. Y sé, que tanto significa para ti, el no tener que mentirle a un ser querido, sobre tus orígenes." Tras su largo desahogo, su madre se encogió de hombros. "¿Qué más puedo pedir en una persona, aparte de que no te lastime? Si te hace feliz, es lo único que me importa."

"Mamá…" Mudo para más palabras, Clark subió los escalones que restaban, para envolver a su madre en un abrazo. No había estado consciente de cuanto había necesitado escuchar aprobación, de parte de su madre, hasta este momento. Y no podía negarse a sí mismo, que había tenido miedo de la reacción de su madre, ante esta nueva extensión de su amistad con Oliver. La opinión de Martha Kent lo valía todo.

Aunque, Clark dudaba que si su madre no hubiera visto con buenos ojos esta relación, Clark hubiera podido detenerse. No después de haber conocido el sabor de los labios de Oliver. Clark no habría podido renunciar a él. Y tenía el presentimiento, que Oliver hubiera valido la rebelión.

"Ahora." Martha los separó, besó la frente de su hijo, y sonrió con profundo cariño. "¿Por qué no me cuentas sobre tu día como Consejero?"


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Rachel Roth. Cabello teñido con un tono indeciso entre azul y violeta. Ojos oscuros. Con piel pálida, y cuerpo tan esbelto, que Clark no podía evitar pensar que la chica se iría a desmayar, en cualquier momento.

Sin embargo, a pesar de todo —de sus jeans con agujeros, suéter desaliñado, ojos con demasiado delineador y una pañoleta negra cubriendo su frente— Roth no era otra cosa, más que la vil representación de serenidad. Su mera estancia en el mesa-banco, piernas cruzadas, exigía respeto. Aunque, también miedo. No le sorprendía a Clark que la chica no tuviera amigos en ninguna clase. Según su expediente, Roth ni siquiera tenía camaradas de lectura, como tan siquiera Clark, había tenido durante la secundaria y preparatoria.

La maestra de Matemáticas, de tercer año respectivamente, Claudia Stevens, le sonrió a Clark con orgullo. Parecía impresionada con el nuevo puesto llenado por uno de sus graduados. Tras escuchar su petición en la privacidad del pasillo, la mujer se re-introdujo al salón de clases, con sus manos en la cintura. Calló al grupo, con tan sólo un par de aplausos. "Rachel, podrías acompañar al Sr. Kent a su oficina, ¿por favor?"

Sin decir nada, ni expresar su curiosidad por ser llamaba, Rachel se levantó con gallardía. Sus pasos no titubearon cuando se abrió camino hasta él. Clark sintió escalofríos recorrer su espalda, todo sus instintos kriptonianos y pseudo-humanos encendiéndose con alarma.

Ésta chica era algo especial. No había duda. Se necesitaba de mucho para poner en guardia hasta a su naturaleza alienígena.

"Por aquí, por favor, Srta. Roth. ¿Puedo llamarte Rachel?" Para su sorpresa Rachel asintió. Juntos, caminaron por los pasillos vacíos, hasta llegar al Cubículo del Infierno. Una vez ahí, Clark se miró obligado a ofrecer su silla y mantenerse de pie. A diferencia de su persona, Rachel fue de tamaño adecuado, ceñida al mueble como mano en un guante. Para ganar tiempo, Clark le ofreció una gaseosa a la joven.

Rachel se negó- "No, gracias." -con una voz monótona, que parecía ser la última pieza, que hacía juego con su personalidad. Clark tragó saliva. Esto no iba a ser nada fácil.

"Así que, Rachel, cuéntame... ¿te gusta esta preparatoria?"

Rachel bajó su mirada. "Cumple con su cometido."

Directa. Clark respiró hondo. "Pero, ¿te gusta?"

"A nadie le gusta asistir a la escuela, que yo sepa, Sr. Kent."

"Clark." Corrigió automáticamente, abriendo una gaseosa para sí. "Tienes razón, yo nunca fui gran fan. Aunque, admito me que gustaba involucrarme en La Antorcha. Y ser parte de los Crows. Eso fue divertido… mientras duró." Sonrió con cautela, tratando de lucir indefenso. Rachel siguió observando el anillo de una de sus manos, como si tuviera todas las respuestas del universo guardados. Clark siguió insistiendo. "Lindo anillo. ¿Qué clase de gema es?"

"Ojo de tigre." Huh, como la canción. Clark abrió su boca—"¿Es verdad que usted mató al Sr. Milles?"

Mierda.

Demasiado directa.

Con su boca todavía abierta Clark pensó en un millón de otras maneras de cambiar el tema. Sin embargo, obligó al pánico a retroceder. Se recordó de la razón por la que había citado a Rachel, pensó en su expediente. Clark estaba empeñado en un nuevo comienzo. Tenía que hacerlo, tenía que comenzar desde cero, tenía que reinventar su manera de resolver sus conflictos. Y para tener éxito en su plan...

"Era él, o el resto de la preparatoria. Sus poderes, brindados por la radiación de meteorito, estaban fuera de control. Lastimó a una alumna, y aunque traté de razonar con él en primera instancia, no funcionó. No me dejó otra opción."

… tenía que dejar de mentir.

No entró en más detalles sobre como Milles había terminado explotando en mil pedazos. Todavía le daba pesadillas a Clark, el recuerdo.

Pero, aflorar la pesadilla pareció dar resultados. Rachel, por fin, lo miró a la cara. "La vida está llena de decisiones."

No estuvo claro si eso fue una pregunta, una amarga afirmación, o una peligrosa advertencia de dejar a la chica en paz. "Supongo. ¿Cuánto tiempo tienes viviendo en Smallville, Rachel?"

"Un año, cuatro meses."

"¿Por qué elegiste Smallville?" No preguntó de dónde provenía. El expediente había revelado Ciudad Jump, San Francisco, como lugar de nacimiento. Roth había viajado una larga distancia para llegar a Kansas.

Sus ojos bajaron de nuevo, distantes. Rachel le dio vuelta a su anillo. Su pecho se infló ligeramente, indicando que estaba respirando con profundidad. Clark sabía que la joven estaba decidiendo, en silencio, si responderle con la verdad o mentirle directo a la cara.

"… ¿Quién dijo que había sido mi decisión?"


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Clark era impaciente. Había sido criado con la mentalidad de actuar primero, pensar después. Pero, estaba aprendiendo a captar cuando debía retroceder. Así que, cesando sus preguntas, Clark terminó su cita con Roth, con una última orden de unirse al grupo de asesorías que estaba armando.

"Serás bienvenida esta tarde, después de la hora de salida. Y no te molestes en mentirme, sé perfectamente que tienes muchas dificultades con Física."

"Está bien, pero no podré asistir hoy. Trabajo." Con eso, Rachel se puso de pie y se dirigió a la salida. Sus zapatillas crearon un juguetón sonido de tic-tac-tic, sobre el tile azulado.

"Clark."

"¿Sí, Rachel?" Clark abortó sus intenciones de sentarse, para regresar su atención a la silueta de la joven. Aún con la artificialidad de la luz eléctrica, cabellos azul-violetas parecieron rodear el rostro de una divinidad. Una divinidad perdida, en un lugar a donde no pertenecía.

A un mundo donde no pertenecía.

"¿Crees acaso en el destino, Clark Kent?"

El oxígeno lo abandonó. Clark sintió todo su cuerpo llenarse de tensión.

-"¿Crees que un hombre puede volar, Clark?"

"No, Rachel. Tal vez antes… Pero, ya no."

-"Domínalos con fuerza, Kal-El."

Un gesto, lo más aproximado a una sonrisa, le mostró a Clark, esos labios pálidos en una nueva dimensión. "Yo tampoco."

Entonces, Clark se encontró a solas, sus recuerdos y pesadillas, actuando como la única sinfonía para sus oídos aquella mañana.

-"Nuestra amistad será una cosa de leyendas, Clark.

No. Clark, definitivamente, ya no creía en leyendas, destinos, o cualquier otro producto fantasioso. Era hora de crecer. Jor-El no tenía influencia sobre él; Lex había tomado sus propias decisiones, a pesar de saber que había estado haciendo lo incorrecto, y su padre estaba muerto. Clark no podía seguir siendo regido por los fantasmas de su pasado. Su madre tenía razón, Clark había estado en el limbo, esperando que las cosas volvieran a hacer como antes, por acto de magia. Había estado amargado, a pesar de ser el único culpable de su rompimiento con Lana. Había estado celoso del éxito de Chloe en MetU, y había estado sobreponiendo las sombras de su amistad con Lex, en sus interacciones con Oliver, prejuzgándolo de asuntos que habían estado fuera de su control.

Ya no más.

Era hora de salir del purgatorio de su propia creación. Era hora de regresar a vivir.


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[fin de parte 1]

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Para los que les interesa leer con más sazón, durante escribía, escuchaba:

01. tema principal: "fools like me"; por lisa loeb. [clark kent]

02. "precious", "a pain that I'm used to"; por depeche mode. [pasado clana + recuerdos de jonathan kent]

03. "protege moi", "protect me from what I want", "meds", "song to say goodbye", "special needs"; por placebo. [pasado de clark & lex]

04. "communication", "junk of the hearts"; por the cardigans. [caracterización de rachel roth]

05. "not an addict"; k's choice. [caracterización de richard grayson; referido a su personalidad obsesiva con resolver misterios/casos]

06. "destination vertical"; masha qrella. [clollie sexy-times]

[traducciones]:

i. C'est le malaise du momento. L'épidémie qui s'étend: Es el malestar del momento. La epidemia que se extiende.

ii. Sommes nous les jouets du destin. Souviens toi des moments divins. Planants, éclatés au matin. Et maintenant nous sommes tout seul: Somos juguetes del destino. Recuerda esos momentos divinos. Aplastados, destrozado por la mañana. Y ahora estamos totalmente solos.