Nota: antes de leer sólo quería aclarar que esta historia también la podéis encontrar en mi perfil de Wattpad con el mismo nombre, yo soy la autora así que no me denunciéis :D Espero que lo disfrutéis. Un beso :)

Aquel era el gran día. El día en que el empresario y modelo internacional Adrien Agreste se casaría con su novia de toda la vida y mano derecha en su empresa de moda, la flamante Marinette Dupain-Cheng. Toda París estaba eufórica con el acontecimiento. Las revistas de moda y chismes llevaban semanas especulando sobre cualquier detalle de la boda. El lugar, la celebración, el banquete, los decorados y como no... sobre el traje de novia.

Toda París se sentía feliz por el matrimonio de una de sus parejas más célebres a nivel internacional. Bueno, toda no... en una de las mejores suites del Hotel Le Grand Paris había una rubia de ojos azules mirando el programa de televisión que retransmitía en directo la boda del año sin poder contener las lágrimas.

El novio ya había llegado a la catedral de Notre Dame y se encontraba en el altar esperando notablemente nervioso a la novia. A pesar de la apariencia intranquila del joven estaba más guapo que nunca. Con el cabello rubio un poco más largo que cuando lo tenía en su adolescencia pero, aún así, perfectamente peinado, sus ojos esmeraldas brillando por la emoción del momento, su cara angelical y su sonrisa amable hacia los presentes en la iglesia y la audiencia que le seguía por televisión derretían el corazón de cualquier fémina.

Le enfocaron en primera plana, Chloé se acercó a la televisión y con su mano acarició la imagen del chico. Rompió en llanto cayendo de rodillas al suelo mientras todavía apoyaba su mano en la pantalla. Estuvo así un buen rato, no sabía decir cuanto tiempo. La joven lloraba siendo ajena a todo lo que pasaba y decía la presentadora del programa.

-¡Ya llegó la novia que todos esperábamos! -exclamó la reportera-. ¡¡Marinette Dupain-Cheng está saliendo de la limusina para dirigirse al altar donde le espera Adrien Agreste!!

No quería hacerlo, sabía que no quería, sabía que no debía pero no pudo evitarlo y Chloé miró la pantalla. Allí estaba su eterna rival, su enemiga, la que se lo había arrebatado todo... a su amigo de la infancia, al amor de su vida, a una vida feliz junto a él. Era tan injusto y dolía tanto, su corazón se partía en mil pedazos. ¡Maldito destino!¡Maldito destino!¡Maldito destino! No paraba de repetir la hermosa hija del alcalde una y otra vez. Un recuerdo vino a su mente, un recuerdo que trataba de enterrar a toda costa pero que era imposible y siempre volvía en sus peores momentos.

Flasback=

Por fin habían derrotado a Hawk Moth, París volvía a estar segura y los Miraculous debían ser devueltos a su guardián a la espera de una próxima amenaza.

Todos los héroes se encontraban en casa del guardián formando un círculo presidido por el propio Maestro Fu. En todos esos años habían demostrado ser un gran equipo, habían luchado codo con codo y se habían enfrentado a mil peligros por culpa de los akumas de Hawk Moth. Por eso, el Maestro Fu había decidido que en el momento de entregar sus Miraculous estuvieran todos presentes. Se habían ganado el derecho de conocer las identidades de sus compañeros y Chloé Bourgeois con más razón que ninguno otro, pues todos los héroes conocían su identidad mientras que ella desconocía la de ellos.

-Muy bien, llegó el momento... -comenzó a decir el Maestro Fu-. Quítense sus Miraculous todos a la vez. A las de 3.

1... 2... 3... un brillo cegador ocasionado por todas las destransformaciones iluminó la estancia dando lugar a cinco jóvenes que resultaron conocerse muy bien entre ellos.

-¡¿Alya?!

-¡¿Adrien?!

-¡¿Nino?!

-¡¿Marinette?!

Parecían asombrados, emocionados y felices. Fueron a abrazarse unos con otros pero una rubia de ojos azules no había dicho nada, no se había movido del sitio. Aún no podía creerse que los demás héroes junto a los que había combatido todo este tiempo eran sus compañeros de clase con los que no tenía buena relación. Que Ladybug fuera su más odiosa rival Marinette y que el engreído y coqueto Chat Noir fuera en realidad su amado Adrien.

-Vamos Chloé acércate que no mordemos -dijo Adrien con una sonrisa.

La chica se acercó con una sonrisa forzada y dio unas palmaditas al grupo. No obstante, enseguida se alejó y se mantuvo un poco distante. Desde su posición oía cómo sus compañeros decían:

-No me puedo creer que vosotros seáis Rena y Carapace -dijo Adrien a Nino y Alya.

-Yo no puedo creer que vosotros seáis Ladybug y Chat Noir -dijo Alya llevándose las manos a la cara frustrada-. Desde el principio os tuve al lado y ni me di cuenta. ¿Qué clase de reportera soy?

-Una un poco ciega -dijo Nino riéndose de su chica. Alya le dio un puñetazo en el hombro.

-¡Ay! -se quejó el moreno mientras se rascaba el hombro herido.

-Y yo... nunca me di cuenta que el amor de mi vida lo tenía detrás de mí en clase... sí que he estado ciego My Lady -susurró Adrien a Marinette con voz de enamorado tomándole de las manos.

-Ad-Adrien... -tartamudeó Marinette.

-Te lo he dicho muchas veces y te lo vuelvo a decir, te amo Bugaboo. Una vez te dije que no me importaba la chica que anduviera detrás de esa máscara y el hecho de descubrir que esa chica eres tú Marinette me da la razón. Dame una oportunidad, déjame demostrarte que te quiero... te lo suplico.

Marinette se puso roja como un tomate. No podía articular palabra pero asintió levemente con una gran sonrisa y eso fue lo único que Adrien necesitó para darle un apasionado beso delante de sus compañeros. Alya y Nino vitoreaban y aplaudían a la nueva pareja felices. Chloé desvió la mirada cerrando sus puños mientras sentía como su corazón dejaba de latir por un instante.

-Me alegro que por fin hayáis aceptado vuestros sentimientos -dijo el Maestro Fu con calma-. Después de todo es vuestro destino.

-¿Qué quiere decir Maestro Fu? -preguntó Adrien.

-Que Ladybug y Chat Noir están hechos el uno para el otro. Vuestro destino es estar juntos -respondió con una sonrisa sincera.

Al escuchar eso, la pareja de enamorados se abrazó nuevamente feliz mientras una rubia no pudo evitar dejar escapar una lágrima de sus ojos.

Unos días después...

Una figura encapuchada toca a la puerta de la casa del guardián. El Maestro Fu abre la puerta y se sorprende al reconocer al individuo bajo el atuendo.

-Chloé... -murmuró.

-Maestro Fu, necesito hablar con usted por favor -dijo una llorosa Chloé.

-Claro pasa.

Caminaron hacia la sala de relajación en la casa del guardián. Una vez dentro se sentaron uno enfrente del otro. Chloé se bajo la capucha. El Maestro Fu pudo ver sus ojos vidriosos y enrojecidos de tanto llorar. El anciano esperó a que ella hablara.

-Maestro, ¿es verdad lo que dijo?¿Qué Ladybug y Chat Noir están destinados a estar juntos? -preguntó la chica suplicante.

-Chloé... -murmuró el hombre con el semblante triste.

-Necesito saberlo, necesito saber la verdad.

El anciano la miró a los ojos y decidió contarle lo que la chica le pedía.

-Bueno, no es algo que ocurra en el 100% de los casos pero sí en la gran mayoría.

-Entonces aún hay esperanza... -musitó la rubia poniendo sus manos en su corazón.

-Chloé, la probabilidad de que Marinette y Adrien se separen es muy baja.

-Maestro, con el debido respeto, usted no lo entiende. ¡Yo lo amo!¡Amo a Adrien Agreste! -unas lágrimas amenazaban con volver a salir-. Es lo único que realmente he querido, lo que más he deseado en este mundo. Sí existe la más mínima posibilidad... aunque sea muy pequeña... lo esperaré el tiempo que haga falta.

Fin del Flasback=

5 años habían pasado desde ese día, 5 años maldiciendo a ese maldito destino que osaba alejarla de Adrien. 5 años esperando un milagro, cualquier cosa, que rompiese esa dichosa pareja. Que demostrase que ellos, en realidad, no estaban hechos el uno para el otro. Que esa teoría, profecía, leyenda o como lo quisieran llamar no era más que una tontería, una completa estupidez, algo verdaderamente ridículo.

Pero pasó el tiempo, ese milagro nunca llegó y hoy sus esperanzas se derrumbaban como un castillo de naipes. Hoy Adrien Agreste, el amor de su vida, se casaría con su rival y no podía hacer nada para evitarlo. Ya no estaban en el colegio, esto era la vida real y esa boda definitivamente era muy real. ¿Por qué tuvo que ser Marinette Ladybug?¡Ella había sido su amiga desde la infancia!¡Su única amiga durante mucho tiempo!¡Sus padres habían sido íntimos amigos! El destino era que estuviera con ella. Tenía más derecho que la panadera a estar con él.

Volvió a mirar el programa. No podía negar que Dupain-Cheng iba radiante, y eso enervó su estado de ánimo aún más. El vestido era hermoso, ella estaba guapísima y rebosaba felicidad, la gente la vitoreaba como si fuera Ladybug, aunque París no conociese en verdad su pequeño secreto, y caminaba lentamente hacia el altar donde estaba Adrien, su amado Adrien. La joven rubia no pudo soportarlo más. Apagó el televisor, se vistió con ropa informal para no ser reconocida por las calles de la ciudad y se marchó del hotel.

Caminaba sin rumbo fijo, vio un pub un poco lúgubre y con poca gente. En un sitio como ese seguro que no estarían hablando de la jodida boda del año así que entró sin pensárselo dos veces. Se dirigió a la barra frustrada y pidió un mojito. No había dado ni el segundo sorbo a su bebida cuando escuchó una voz que le preguntó:

-¿Un mal día?

Se giró. A su lado había un chico joven, sería dos años mayor que ella como mucho, tenía el cabello negro con las puntas azuladas, ojos azules, complexión delgada y parecía ser un chico bastante tranquilo a pesar de su estilo rockero. De normal, la rubia no le hubiese hecho caso. Se habría volteado y se habría marchado a otro lugar del pub para no tener que aguantar a nadie. Pero hoy no era un día normal y ese chico parecía tan deprimido como ella.

-Sí, el peor de todos. ¿Y tú? Tampoco te ves muy feliz.

-Igual que tú -contestó acabando su bebida de un trago-. Camarero, póngame otra por favor.

Pasaron unos minutos sin decirse nada más, sólo bebiendo. La televisión que se ubicaba encima de la barra cambió la programación.

-¡Especial de última hora!¡Adrien y Marinette Agreste ya son marido y mujer! -anunció la comentarista.

¿En serio?¿Ni siquiera en un pub de mala muerte podía escapar del maldito destino del par de héroes parisinos? La rubia bufó exasperada y el chico desvió la mirada al suelo con un suspiro.

-¿Por qué estás aquí? -preguntó curioso el joven con una sonrisa afable al cabo de un rato.

-Perdona...

-Se nota que no eres la clase de gente que frecuentaría un bar como este -comentó mientras agitaba el contenido de la nueva bebida.

-Como has dicho tenía un mal día y quería alejarme de todo -musitó la chica mirando a la nada-. Beber tranquila y olvidar...

-Parece que tenemos más en común de lo que parece. ¿Puedo saber el motivo?

-¿Contarle mi vida a un desconocido? -alzando las cejas incrédula.

-De alguna forma se empieza a ser amigos -mientras daba un trago.

No supo porqué pero la chica sonrió, ese chico transmitía confianza. No tenía muchos amigos y no le importaba que él se convirtiera en uno de ellos. De hecho, había algo en él que le gustaba y ella quería conocerlo un poco mejor. Así que se relajó gracias al efecto de la bebida y comenzó a contarle su penosa historia de amor.

-Llevo toda mi vida enamorada de un chico, hemos sido amigos desde niños. Siempre conservé la esperanza de que algún día me correspondiera. Pero hoy... hoy se ha casado con otra mujer y mis esperanzas se han ido a la mierda. ¿Y tú rockero?

-Pues yo llevo desde mi juventud enamorado de una chica, iba en la clase de preparatoria de mi hermana. Siempre conservé la esperanza de que algún día me correspondiera. Pero hoy se ha casado con otro hombre y mis esperanzas se han ido a la mierda.

-Vaya, tenías razón tenemos mucho en común.

-Podríamos brindar... por nuestros amores fallidos y nuestras falsas esperanzas -dijo él alzando su copa.

-Brindo por ello -la chica alzó su vaso y brindaron.

Los dos dieron un buen trago a sus bebidas. Chloé no estaba acostumbrada y casi se atraganta. Cuando recobró la compostura se pusieron a reír.

-Por cierto, me llamo Luka Couffaine -extendiendo su mano de forma amistosa.

-Yo Chloé Bourgeois, un placer conocerte Luka -dijo ella aceptándola.

-El placer es mío Chloé Bourgeois.