Luna Oscura

Los derechos de los animes que use no me pertenecen

Desde que tengo memoria, solo he escuchado tonterías de mi destino…ahora yo cambiare el suyo.— dijo Naruto elevando su lanza roja como la sangre— Hablar Normal.

"Que pereza…"— pensó el coyote con un suspiro— Pensamientos.

Capítulo 1: Destino

Un niño corría por las calles, huyendo de un hombre mayor.

¡Vuelve aquí, maldito ladrón!— grito el hombre, estando vestido con un Kimono azul y llevando sandalias de madera.

Era un niño de no más de nueve años, teniendo un gorro de lana negra en su cabeza que ocultaba su cabello, ojos azules cielo que brillaban y piel bronceada. Su ropa consistía en una camiseta negra de mangas largas, pantalones cortos blancos y sandalias Shinobi negras con vendas en sus pies. Lo que más destacaba del niño era su rostro, donde unas vendas que cumplían el trabajo de mascara.

El niño estaba a buena distancia del hombre, por lo que era imposible que fuera atrapado.

Sabía cuál era la primera regla del ladrón. No robarles a personas más rápidas que él, después de eso, todos eran objetivos.

Solo debía seguir corriendo hasta que el viejo sintiera los síntomas del cansancio.

¡Atrápenlo! ¡Ese niño robo mi dinero!— el niño puso sus ojos en blanco cuando escucho esas palabras.

No solo robo su dinero, sino que el viejo aun no era consciente que hizo un trato con unos delincuentes algo mayores para que estos le sacaran una buena porción de las frutas de su tienda.

En primer lugar solo hizo el trabajo por la comida, pero el viejo estaba demasiado indefenso como para desaprovechar la oportunidad. Era un oportunista después de todo.

Ahora solo debía escapar y dirigirse al punto de encuentro para obtener una porción de las frutas de la tienda.

Pero los planes del niño no se cumplieron porque uno de los peatones de la calle quiso ser el héroe.

El peatón, que caminaba con una adolescente de su misma edad a su lado, era un joven adolescente de cabello castaño y ojos iguales con ropas verdes.

Ese adolescente solo atrapo la mano derecha del niño rubio, causando que este abriera sus ojos con cierto asombro por ver a alguien tratando de ayudar al viejo que lo perseguía.

El perseguidor formo una sonrisa sádica en su rostro al ver como el pequeño de ocho años forcejeaba contra el adolescente que tenía fuerza obviamente superior.

Los ojos del niño mostraron leve miedo ante la perspectiva de ser atrapado. Pero mirando a su lado, noto como estaban al lado de una mesa de madera con algunos adornos y una pequeña navaja a la vista.

Tomando rápidamente la navaja y metiendo su mano derecha dentro de su camiseta, el rubio elevo su mano y la bajo, cortando la manga derecha de su camiseta negra y arrojando el mango de la navaja al rostro del adolescente para aturdirlo levemente.

Sabiendo que el adolescente seguramente le ganaba en velocidad, el rubio decidió entrar en uno de los callejones que rondaban su pueblo.

Ahí vio dos vías, dos caminos por donde podría escapar.

Viendo los basureros a su izquierda, el rubio tomo la tapa de otro basurero a su lado, solo para arrojarla hacia los dos basureros a su izquierda, impactando en uno para hacer que este cayera y se llevara al otro a su lado, logrando provocar mucho ruido en el callejón.

Dirigiéndose hacia el camino de la derecha y saltando un gran contenedor de basura, el rubio se escondió detrás de este.

¡Mira! ¡Por ahí!— grito la voz joven del adolescente al ver los basureros en el suelo y todavía moviéndose levemente.

¡Bien! ¡Jajaja!— el viejo rio en voz alta, causando que el niño negara con la cabeza.

Cuando el niño estaba seguro de que sus dos perseguidores se habían ido, salió de su escondite, riendo levemente mientras que llevaba su mano a su bolsillo trasero, sacando algo de este.

Lo que el niño saco era un brazalete un poco grande para él, uno de color rojo carmesí con características curiosas, siendo que por todo el brazalete había venas que resaltaban. ("No sé cómo explicar lo que son esas venas. Pero cuando vean en lo que se transformara el brazalete entenderán lo que quiero decir con venas")

Siempre eres de la suerte...— dijo el rubio apretando el brazalete en su mano, solo para guardarlo.

Con esas palabras, el rubio destapo su rostro, mostrando sus particulares marcas en sus mejillas, siendo tres pares de marcas con la vaga forma de bigotes. Lo siguiente que hizo fue sacarse el gorro, guardándolo en su bolsillo trasero, revelando su cabello rubio dorado en un estilo despeinado y algo largo.

Caminando por el callejón, el niño saco de su otro bolsillo trasero una billetera de la cual saco todo el dinero para arrojarla al basurero sin tapa.

Con eso, el rubio salió del callejón y comenzó a caminar por el pueblo, ganándose las miradas de todos los aldeanos.

Miradas de enojo, miradas agrias y en un segundo, los susurros comenzaron.

¿Por qué Hokage-Sama permite que su hijo haga tales cosas?— susurro una mujer mayor de cabello castaño en un extraño estilo.

No se probó que sea él quien comete los robos...— susurro un hombre a su lado— Por esa razón, Hokage-Sama no puede hacer nada.

Ese mocoso zorro...— gruño un hombre con enojo, apretando fuertemente sus puños.

Déjalo…Mira como es ahora. Es claro que su destino es la desgracia.— comento un hombre con voz tranquila, colocando su mano en el hombre de su compañero.

El niño rubio chasqueo la lengua ante eso.

Destino. Había escuchado esa palabra durante mucho tiempo.

Muchos, incluso su propia familia, le decía que su destino era ser un fracasado. Le decían que sin importar cuanto tratara, sin importar lo que hiciera, sin importar lo que lograra, su destino seria el olvido y el fracaso.

Ya le daba igual esas palabras. No porque las había aceptado como realidad, sino porque sabía que a falta de un futuro, forjaría su propio destino.

Su brazalete era prueba de ello. El primer objeto que consiguió por sus propios medios. La primera cosa que gano/robo sin consecuencias ni nada.

Aun recordaba que ese día, el dueño de la tienda le dijo que su destino era ser un vago, un mendigo ladrón. Le dijo que el destino dicto que caería y moriría siendo un don nadie.

A pesar de las crueles palabras, el niño huyo y escapo con su brazalete el día de su cumpleaños. Y desde entonces, ese brazalete se convirtió en su símbolo de suerte, porque le recordaba que sin importar las adversidades y problemas, siempre podría forjar su destino.

Mientras que el niño caminaba ignorando los susurros, se dirigió hacia otro callejón, donde un joven adolescente de no más de quince años lo esperaba fumando un cigarrillo.

Era una adolescente de estatura media, con cabello negro y una cicatriz debajo de su mejilla izquierda. Ojos marrones y ropas un poco rotas ya que estas consistían en una camiseta marrón de mangas largas algo sucia bajo un chaleco negro, pantalones negros iguales con las rodillas del pantalón un poco rotas y sandalias azules.

Asistiendo con la cabeza y pasando a su lado, el adolescente tiro su cigarrillo para caminar detrás del pequeño.

Entrando a una especie de vecindario donde varios niños, unos siete, estaban comiendo frutas, el rubio sonrió levemente.

Ahí está tu parte.— el adolescente paso a su lado, señalando una caja repleta de manzanas, naranjas y bananas— ¿Puedes llevarlo solo?

Puedo hacerlo, Reimaru...— dijo el rubio suavemente, notando con una sonrisa como los pequeños lo saludaban y sonreían mientras que comían sus frutas.

Caminando hacia la caja de madera, el rubio la levanto con algo de esfuerzo.

Te recomendaría caminar entre los callejones.— dijo el denominado Reimaru notando como el rubio asentía con la cabeza— Si te ven con mucha fruta, los ANBU no lo pasarían por alto.

Si.— dijo el rubio volteaba para comenzar a caminar.

Y una cosa más...— el adolescente sonrió levemente, alzando su mano para que todos los niños detrás de él gritaran con una gran sonrisa.

¡Feliz cumpleaños!— al escuchar ese grito, el rubio se negó a voltearse.

Feliz cumpleaños, Naruto...— el adolescente tenía una suave sonrisa— No eres tan malo como dicen los adultos.— una mirada suave propago los ojos del adolescente al ver como los hombros del rubio temblaban un poco, solo para que estos dejaran de temblar.

Saliendo del vecindario, Naruto susurro unas últimas palabras.

Gracias.— era una voz silenciosa, una que no fue escuchada por nadie.

Caminando entre los callejones, Naruto continúo su recorrido durante mucho tiempo, más de una hora si el rubio no se equivocaba.

No sabía porque decidió empezar a robar comida desde hace meses. Él siempre se consideró un carterista. Nunca necesito robar comida porque a pesar de ser víctima de negligencia en su casa, la nevera estaba llena de alimentos y sabía lo que era comestible y que no lo era.

Pero no pudo evitarlo, esos niños no tenían tanta habilidad como él. Reimaru, a pesar de ser una adolescente físicamente capaz, necesitaba ayuda y él podía dársela. Simplemente no podía quedarse de brazos cruzados viendo como esos niños lloraban por hambre.

Por esa razón, cada vez que Reimaru acudía en su ayuda, Naruto aceptaba con tal de ayudar a los pequeños a pasar el hambre.

Siguiendo con su camino, Naruto noto como un hombre estaba tirado en un callejón al lado de un contenedor de basura, teniendo una botella verde a su lado y estando acostado sobre cartón. A su lado, un perro marrón estaba acostado de igual manera que él.

Pasando a su lado, Naruto tomo dos manzanas del cajón de madera, pateo el pie del hombre y continúo caminando.

Despertándose con un sobresalto, el vagabundo admiro la fruta con sus ojos húmedos.

Parece…que aún no es nuestro tiempo, ¿No lo crees, Akun?— dijo el hombre limpiándose la lagrima de su ojo, tomando una manzana para morderla y darle pequeños trozos al perro, que gemía de gozo al sentir las manzanas.

Comiendo una manzana, Naruto siguió caminando, dirigiéndose hacia la cima del Monte Hokage.

Subiendo todas las escaleras sin quejarse, Naruto llego a las cabezas de los Hokage, sentándose sobre el Primero y mirando el paisaje de la aldea.

Poniendo sus ojos en el centro de la aldea, Naruto noto como las luces y sonidos seguían.

Era claro que el bullicio seguiría por un buen rato. Después de todo, hoy era el cumpleaños de los héroes de Konoha, además de ser el día que el monstruo conocido como Kyuubi destruyo la aldea hace nueve años.

Además de ser el cumpleaños de los héroes de Konoha, era el suyo, porque él era el hermano de ellos.

Hace nueve años, el Kyuubi se liberó de su madre, la Jinchuuriki en ese tiempo de la bestia. Por esa razón, toda la aldea lucho contra el Bijuu.

Su padre, Namikaze Minato, el Yondaime Hokage, sabía que no podrían vencer al Kyuubi, por esa razón, uso sus vastos conocimientos en el arte de los Uzumaki conocido como Fuuinjutsu para invocar al Shinigami utilizando el Jutsu Shiki Fūjin ("Sello Consumidor del Demonio de la Muerte").

Como Minato era el Hokage, su deber era proteger al pueblo, sin importar su vida. Por esa razón utilizo el Jutsu, ya que este era a costa del alma del usuario.

Pero al terminar de sellar las dos partes del Kyuubi en dos de sus hijos, Naruko y Menma, algo inesperado paso para Minato.

El Shinigami ni le dirigió la palabra. Pero hizo algo que lo perturbo hasta el día de ahora.

Al hacer "eso", el Shinigami desapareció, sin llevarse su alma, dejándolo vivir.

Minato planeaba entregarle su alma al Shinigami para que su esposa e hijos junto a su pueblo vivieran, pero ese plan no se puso en marcha.

Al Hokage no le importo eso. Vivir una vida larga y feliz viendo crecer a sus hijos era mucho mejor que pasar su vida viviendo en el vientre del Shinigami.

Luego de sobrevivir al Sello Consumidor del Demonio de la Muerte, Minato presento a sus hijos Jinchūriki al pueblo.

Al momento de hacerlo, Minato les especifico algo a los ciudadanos de Konoha. Sus hijos eran los héroes por resguardarlos del Kyuubi. Ellos eran los grandes héroes de Konoha por protegerlos día y noche del zorro, impidiendo que este escapara para causar más destrucción.

Sabiendo que las palabras de su precioso Yondaime eran verdad, los aldeanos del pueblo vieron a los niños Menma y Naruko como sus grandes héroes, sin cuestionar otro hecho, llamándolos los Héroes de Konoha.

Como hoy era el cumpleaños de sus preciosos héroes, varios de los aldeanos del pueblo se la pasaban festejando. Porque hoy era el día en que su Hokage salvo su pueblo.

Menma y Naruko estaban en su hogar teniendo su fiesta de cumpleaños idéntica a la de cada año, siendo acompañados por sus padres, los jefes de los clanes y sus hijos, personas importantes como Sarutobi Hiruzen, Hatake Kakashi, y los Sannin de Konoha.

La fiesta estaba saliendo perfecta, y los pequeños Namikaze se estaban divirtiendo como cada año.

La mejor manera de describir a los hijos de Minato y Kushina eran copias opuestas del otro.

Namikaze Menma era una versión masculina de Kushina, teniendo su cabello rojo y ojos violetas con piel blanca. Era una copia de ella tanto en apariencia como en personalidad, porque el pequeño pelirrojo hacia bromas y proclamaba que se convertiría en Hokage.

Namikaze Naruko era una versión femenina de su padre, solo que con el cabello lacio, teniendo sus ojos azules y piel color bronceada. Ella era idéntica a su padre tanto en términos de apariencia como en personalidad, siendo tranquila y amable.

Un rasgo que ambos hermanos compartían era sus marcas de nacimiento, siendo un par de bigotes.

Los pequeños Namikaze se divertían junto a sus padres, siendo la imagen perfecta de una familia.

Pero algo estaba mal en la familia Namikaze. Y ese era su hijo del medio, o sea él.

Él era Namikaze Naruto. El hijo de Minato y Kushina, siendo menor que Naruko y mayor que Menma. La oveja negra del clan Namikaze, o como algunos ciudadanos del pueblo lo llamaban, Reencarnación del Zorro Demonio

Siempre era lo mismo, desde que cumplió los seis años, su familia lo comenzó a dejar de lado.

Al principio eran una familia normal. Días buenos, días malos, discusiones, diversión y alegría. Pero un día todo cambio.

Ese día, Minato y Kushina dijeron que sus hijos Jinchuuriki debían aprender a controlar el Chakra de la bestia. Dijeron que necesitaban entrenar a sus hijos para que estos defendieran Konoha.

Sus padres se la pasaban cada momento del día con sus hermanos, entrenándolos y divirtiéndose. Dejándolo de lado. Condenándolo a la soledad y estar a manos del pueblo.

Sus hermanos no eran mejor que sus padres.

Menma era un mocoso arrogante que se la pasaba todo el tiempo jactándose de su superioridad. De cómo sus padres lo amaban más, de cómo era constantemente entrenado por ellos. Dejándole en claro que él era un inútil débil que era olvidado por sus padres.

Naruko no era tan arrogante como Menma. Ella era simplemente hielo. No le hablaba a menos que fuera absolutamente necesario. Se la pasaba todo el tiempo con un rostro de seriedad en su presencia.

Lo peor de todo era que no solo su familia lo ignoraba. El pueblo lo veía como nada más que la reencarnación del Kyuubi por tener las marcas de bigotes, y no tener a la bestia en su interior.

Para ellos, Namikaze Naruto fue poseído por el espíritu del Kyuubi, dejándole esas marcas como prueba. Ese mocoso no tenía el poder del zorro en su interior como sus hermanos, por lo que, la explicación más lógica en su mente, era que Namikaze Naruto fue poseído por el zorro. Ellos, en sus mentes fácilmente manipulables e influenciables, creían que el mocoso era la reencarnación de la bestia, pero eso era una teoría que ellos debían mantener en secreto, porque a pesar de sus creencias, algunas personas si protegían al niño.

Algunos de los aldeanos del pueblo se emborrachaban de vez en cuando, lo perseguían como una turba.

Ya se los había dicho a sus padres, pero no le habían creído.

Ellos siempre lo dejaron de lado, lo saludaban de vez en cuando, se preocupaban levemente por él, pero nada más que eso.

Siempre que les preguntaba si podía estar con ellos, Minato y Kushina siempre le decían que estaban ocupados, que debían entrenar a Naruko y Menma. Todo el tiempo con la misma escusa. "Debemos entrenar a Menma y Naruko para que controlen el poder del Kyuubi, lo sentimos, Naruto"

Todo el tiempo era lo mismo. Nada cambiaba.

Terminando de comer su manzana, Naruto arrojo los restos al vacío.

Estaba a punto de comer su otra manzana cuando sintió una corriente de viento a su lado, luego vio algo que lo dejo en shock.

Su ojo derecho pudo notar el leve contorno de una persona a su lado, algo que lo dejaba en shock porque no sintió a nadie a su lado, tampoco escucho nada. Era como si la persona pareciera de repente.

Volteando lentamente la cabeza, Naruto observo a la persona que estaba sentada a su lado.

Era un hombre mayor, de cabello naranja brillante y ojos marrones con piel color melocotón. Tenía una estatura alta y podía notar su físico fuerte a través de su ropa. La ropa de ese hombre era por demás extraña, siendo un atuendo que un Dios de la Muerte llevaría, consistiendo en un Shihakushō negro con dos placas en sus hombros blancas cruzando su pecho en forma de X que mantienen un par de espadas en su lugar, la primera placa en su hombro izquierdo tiene tres secciones adornadas con escamas rojas, la segunda placa tiene tres secciones adornadas con escamas rojas en su cintura derecha, y una capa blanca con marcas negras atadas alrededor de su cintura.

Esa era la ropa más extraña que Naruto había visto en su corta vida.

¿Qué haces aquí?— pregunto el hombre mayor con una voz suave, volteándose para mirar a Naruto con una sonrisa.

…Nada.— Naruto se encogió de hombros, volviendo a mirar al pueblo.

¿Vas a comerla…la manzana?— pregunto el hombre en un tono calmado, recibiendo otro encogimiento de hombros, solo para elevar su mano y atrapar la manzana— Gracias.— comiendo la manzana, el hombre de cabello naranja miro el paisaje— Hoy hay un festival en el pueblo…deberías estar en él, divirtiéndote con tus amigos.

¿Qué amigos?— pregunto Naruto con calma en su voz, pero el desconocido podía ver el dolor en sus ojos— No tengo…ni un lugar a donde ir.

¿Y tu familia? Es tarde, ellos te deben estar buscando.— dijo el desconocido con un ceño fruncido en su rostro.

Estoy mejor sin ellos...— Naruto noto como el hombre de pelo naranja dejo de comer su manzana, solo para continuar observándolo.

¿Qué quieres decir con eso?— pregunto el imitador del Dios de la Muerte.

Ellos no se preocupan por mí, yo no me preocupo por ellos.— Naruto trato de parecer apático al decir esas palabra, pero sus ojos lo decían todo.

"Bueno…al menos las cosas no están tan mal como me lo describió Urahara-San"— pensó el hombre con dos espadas, sintiendo alivio de que el niño no quisiera saltar del monte Hokage o algo parecido. El Shinigami observara atentamente al niño, notando que su manga derecha estaba cortada y que unas cuantas marcas estaban en su brazo—"Pero…Yoruichi-Sanno mentía cuando dijo eso"— pensó con ira.

El desconocido descubrió algo ese día.

El Shinigami era un ser oscuro y manipulador.

No tienes que esconderlo todo bajo una máscara...— Naruto alzo una ceja, aunque interiormente estaba sorprendido por escuchar esas palabras— Si tienes dolor, liberarlo es lo mejor.

Si, si…llorar frente a un desconocido es lo mejor.— el sarcasmo era claro en la voz de Naruto.

Soy Kurosaki Ichigo.— una sonrisa estaba en el rostro de Ichigo al decir esas palabras mientras que se señalaba con su pulgar— Ahora ya no soy un desconocido.— Ichigo noto que había curiosidad en los ojos del niño, por lo que sonrió más notoriamente—¿Tu nombre?

…Uzumaki…Naruto.— se presentó con algo de duda por darle su nombre a un completo extraño.

Naruto...tu vida es una mierda, ¿verdad?— pregunto Ichigo sin tacto.

No digas lo que ya se.— Naruto solo volvió a ver el paisaje de la aldea, asintiendo con la cabeza por lo que escucho.

¿Pero quieres cambiar esa vida?— al escuchar esas palabras, los oídos de Naruto retumbaron— Acéptalo…quieres cambiar tu vida…forjar tu propio futuro.

¿Y que si yo quiero eso?— pregunto Naruto volteando la cabeza para mirar a Ichigo con cierta ira en sus ojos porque este hombre creía saber lo que él pensaba.

Yo puedo ayudarte a cambiarla.— Ichigo mostro una sonrisa en su rostro.

…Te escucho.— Naruto mostro interés y curiosidad en sus ojos, causando que Ichigo asintiera con la cabeza.

¿Quieres ser más fuerte?— los oídos de Naruto vibraron ante eso— ¿Quieres tener a alguien a tu lado para que te entrene…para nunca estar solo?

Los oídos de Naruto estaban repetidos en esa última frase. "Para nunca estar solo". Le importaba ser fuerte, le importaba tener a alguien para entrenar, pero le importaba más que nada nunca volver a estar solo.

Puede que no lo mostrara, pero lo soledad le estaba carcomiendo la mente y su interior. La soledad era como si su corazón se apretara contra su pecho todo el tiempo y no poder hacer nada para calmarlo. Ver a los demás solo agregaba sal a las heridas, porque observar a esas familias felices divirtiéndose, mirar a sus padres y hermanos felices, lo llenaba de dolor, celos y envidia.

La inseguridad invadió la mente de Naruto.

Yo…Yo...— Naruto repetía con cierta inseguridad.

Si vienes conmigo…yo te entrenare...nunca volverás a estar solo…nunca volverás a sentirte débil e insignificante… ¿O quieres quedarte así? Siendo ignorado por tu propia familia y siendo maltratado por tu propio pueblo.— conto Ichigo con algo de seriedad en su voz.

Parte de él le decía que no debía aceptar. Que debía quedarse con los Namikaze, porque ellos un día cambiarían y lo aceptarían de nuevo como uno más de la familia. Pero otra parte de él, una más grande y que gritaba para ser escuchada, le decía que si debía aceptar.

Para nunca ser débil. Para nunca volver a sentirse débil. Para nunca estar solo.

Yo acepto...— dijo Naruto con una mirada seria en su rostro— Acepto ir contigo para entrenar…para demostrarle a mi familia que no soy débil e inútil.

Perfecto...— dijo Ichigo con una sonrisa, tomando uno de los hombros de Naruto— De ahora en adelante, serás mi disimulo, Namikaze Naruto.

Luego de decir eso, ambos desaparecieron en un parpadeo, Naruto sin cuestionar el hecho de que Ichigo supiera su nombre.

Nota del autor:

Gracias por leer.

Como vieron, esta es una reescritura.

Hice la reescritura porque tengo nuevos planes y nuevas habilidades para Naruto, y como soy el dueño de la historia y puedo hacer lo que quiera con ella, decidí reescribirla para implementar las habilidades.

Sé que algunos de ustedes tal vez no les gustara y me pedirán que trabaje en mis otras historias, pero prefiero seguir siendo feliz y escribir lo que me gusta antes de que escribir sin inspiración.