El comienzo/Capitulo 1
Cuando oí caer la primera gota de lluvia contra el alfeizar, rápidamente corrí a bajar las persianas de toda la casa, pues poco antes los cristales habían sido limpiados por Julia, la criada, y como me tenían que durar dos días no quería que se me mojasen, ya que mañana daría una gran fiesta por mi cumpleaños. Por fin cumplía 18 años. Por fin conseguiría mi mayoría de edad. Por fin podría conducir el porche amarillo que mi padre prometió comprarme cuando empecé mi adolescencia. Por fin podría utilizar, la American Express que mi madre me regalaría como uno de los regalos de mi cumpleaños. Pero lo mejor de todo: podría hacer la mayor fiesta hecha en mi casa. Vendrán todos mis amigos, y por supuesto invitare a Edward, un chico nuevo en el colegio, un tanto extraño. Tiene la piel blanca y dura como el mármol. Con unos ojos penetrantes y chispeantes. Aunque llego al colegio tan solo hace unas semanas, me enamoré de él en el primer instante en el que sus ojos se fijaron en mí cuando me choque con él en las escaleras del colegio. Pero ni aún así, tan torpemente, conseguí captar su mínima atención.
Pero hoy sería un día diferente, ya que con la ayuda de mis mejores amigas, Jessica y Ángela, conseguiría lanzarme a preguntarle si querría ir a mi fiesta de cumpleaños. Así comenzó la mañana:
- ¿Ed-ed-edward, querrías venir a mi cas-fiest-fiesta de cumpleaños?
- Sí Bella. Me encataría ir a tu fiesta. Pero… ¿Dónde y cuándo es?
En este momento yo me quedé sin habla, verdaderamente no me esperaba su respuesta tan firme y segura. Pero por suerte Ángela que estaba a mi lado, contesto rápidamente:
- Plza. Zalameo. Nº 13. Mañana a las 7.
El asintió con la cabeza y se marchó.
Desde ese momento estuvimos dando los últimos retoques a la fiesta.
Mi casa consiste en una pequeña mansión, con cinco plantas, dos del dos de ellas subterráneas, donde guardan los coches mis padres.
En la primera planta se encuentra el salón, donde se hacen las recepciones de mis padres con los médicos millonarios del país. Tras una puerta de cristal veneciano con un marco de madera de roble se esconde el despacho de mi padre, donde solo entro para recibir mis regañinas, y para hablar con mi padre sobre temas muy-muy-muy importantes.
En el salón se encuentran dos sillones color salmón, y tres butacas de estilo Luis XV. Entre los sofás se halla una mesita baja, con patas anchas, donde ellos apoyan sus anchos vasos de whisky, cubata o los que toman. Mientras ven las montañas verdes o nevadas desde las grandes ventanas. Este salón, también llamado el "salón de reuniones" apenas entro ya que no hay nada interesante que pueda hacer. El cuarto que mi gusto es un lugar calido y acogedor, tiene un solo sofá rinconero, suave, blandito y muy bonito. Pero lo mejor de todo es la súper mega televisión de 50" extraplana, que está colgada de la pared. Debajo de esta hay una chimenea, donde me resguardo del frío en invierno. En el medio hay una mesita de cristal con una planta que me la regalaron mis amigas en mi pasado cumpleaños.
En el segundo piso se encuentran las cuatro habitaciones, una la de mis padres con una cama de enorme cama de matrimonio, a los lados había dos mesillas con los teléfonos, algo imprescindible en mi casa.
Otra de las habitaciones es la mía, es como mi pequeña casa, es donde me preparo para salir reluciente cada día al colegio, es donde estudio, donde me conecto a Internet para hablar con mis amigos de otros países donde hemos tenido que vivir durante un tiempo por los negocios de mi padres. Ahí también duermo, me despierto, en fin donde realizo más de la mitad de mi vida. Porque en ella también tengo mi baño. Mi sitio favorito de toda la casa es mi vestidor, donde tengo la ropa ordenada por colores, luego, también tengo varios cajones donde tengo todas mis joyas, otro para las gafas de sol. En otra estantería tengo todos mis sobreros, bolsos, pañuelos. En fin en este lugar puedo pasar todo el día y al final ponerse el sol, y yo puedo seguir allí sin sentir el paso del tiempo.
Las demás habitaciones son para Ángela y Jessica o para los invitados que mi padre acoge para conseguir que sus negocios prosperen.
Lo que mas me importa en estos momentos es la fiesta, espero que todos estén a gusto, que mi padre por un día no hable de cómo va la bolsa, o lo que piensa hacer con los beneficios de una acciones y que mi madre pueda comprender que la gente con vaqueros y camisetas del mercadillo, pueden ser iguales o mejores que los que van vestidos de Armani o de Emidio Tucci. Otro detalle que me pone muy nerviosa es, que decirle Edward, que ponerme para que por fin me mire, y me diga la típica frase de "Que guapa estás hoy" o "Como me alegro de verte" y no que pase lo que pasa siempre en las fiestas: que todos me miran, bailan conmigo, pero al final nada, nunca pasa nada. Porque como soy la hija pija del multimillonario Charlie Swan y de la directora general de la revista de mayor auge en moda. Pues como a los dos segundos todos me miran mal, excepto mi dos amigas que saben lo harta que estoy de todos las pijadas de mi casa, de mi familia y sobre todo que en mi propia casa me llamen señorita, y como no con estas palabras empezó la fiesta.
