"MY WORLD ENDS WITH YOU"

Una persona atravesaba los vastos terrenos de Hogwarts a toda velocidad en un intento de escapar de sus perseguidores.

-Muévete más rápido, Fabray- las lagrimas en el rostro de Rachel eran evidentes por el temblor en su voz - Se escapa.

Quinn se quedo callada. Intentaba llevar el paso de Rachel y Santana, pero era casi imposible.

Santana no desperdicio el tiempo volteando por su hombro, sabía perfectamente que Rachel ya la había alcanzado y era cuestión de segundos para que el primer hechizo la golpeara, pero no podía parar, no deseaba parar.

Rachel se movía impulsada por una rabia cegadora, lo veía todo en rojo. Lo único que deseaba era vengarse, ya nada le importaba. Las lágrimas se deslizaban por su rostro, no se molestaba en limpiarlas. Los músculos de sus piernas ardían de tanto correr, jadeaba por el esfuerzo. Escuchó como Quin le rogaba que parara la inútil persecución, pero ella ya no escuchaba.

Observaba la espalda de Santana, con el rostro deformado por el odio. Sacó su varita del bolsillo de su túnica, con las lagrimas aun derramándose de sus ojos chocolate, pronunció el hechizo que prometió nunca usar contra nadie, menos contra un amigo.

-Crucio

Rachel sintió el poder fluir por su brazo como un hormigueo, y era como si con el maleficio se hubiera ido todo rastro de cordura que le quedaba.

Los ojos de Quinn se agrandaron por el horror. En cuanto la maldición golpeó la espalda de Santana, esta sintió un dolor que no se parecía a nada de lo que hubiera sufrido antes, era tan intenso que le cortó la respiración. Cayó al suelo con la cabeza sujeta entre las manos, soltando un alarido, que incluso el mismo Voldemort hubiera estado orgulloso de escuchar.

Rachel bajó la varita, miraba a Santana en shock. Sintió nauseas en la boca del estomago y uso toda sus fuerzas para no vomitar. Todo el cuerpo de Santana temblaba, se había acomodado en posición fetal y un sollozo escapó de sus temblorosos labios.

Santana lloraba inconsolable, pero no sabía si era por el dolor que le había producido el maleficio o el hecho que fuera Rachel quien lo había conjurado. A pesar de que el maleficio no duro mucho, sentía el fantasma del dolor sobre su cuerpo.

Un silencio pesado se estableció entre las tres chicas.

Quinn estaba congelada en su lugar, aturdida. Rachel temblaba de rabia y dolor. Y, por último, Santana seguía en la tierra, solo que ahora no lloraba solo estaba entumecido. Ninguna de las tres se atrevía a moverse, en ese momento algo se había roto y nada podría repararlo.

-Rachel- Quinn extendió una mano para tocar el hombro de Rachel, pero esta lo sacudió, murmurando un seco "no me toques". Quinn dejó caer la mano, y dio un paso hacia atrás.

Rachel estaba pálida, como si hubiera visto un fantasma, sus facciones estaban esculpidas en piedra. Sus ojos antes llenos de vida ahora estaban apagados, fríos como el acero. Alzó la varita de nuevo, apuntando amenazadoramente a Santana.

-Levántate, Lopez- Escupió el nombre como si fuera veneno en su boca- Saca tu varita. Defiéndete. Eres el mejor duelista ¿no? Demuéstralo.

Santana alzó la cabeza, no creyendo lo que había escuchado. Aún así, se levantó temblorosamente. Apenas se había enderezado, una varita le apretaba el cuello y Rachel la tenia sujeta por el collar de su túnica. Se acercó a su oído.

-En honor a la amistad que alguna vez tuvimos te dejare luchar por tu vida, aunque no creo que ganes esta- Las palabras las dijo con una frialdad inusual en ella. Después la aventó, haciendo a Santana tropezarse con sus propios pies. Rachel se acercó a Quinn, quien seguía muda.

-Vamos, Quinn, saca también tu varita- le susurró a la rubia.

Santana tal y como era ella, no pudo evitar burlarse, a pesar de que sabía que las cosas acabarían mal.

- Me siento sumamente afortunada, Berry- Hizo una pequeña reverencia.- Solo tu mostraría compasión por una pecadora como yo.

Quinn veía el intercambio incapaz de hacer nada. Rachel solo apretó la mandíbula, la locura nublaba su mente y le costaba pensar con claridad.

-Rachel, no creo que esta sea la manera en que...- no pudo acabar la frase, porque Rachel la interrumpió abruptamente.

-¿Y dejar que se vaya así? ¿Después de lo que hizo?- las palabras salían entre jadeos. Rachel respiro profundamente en un intento en vano de controlarse.

- Por supuesto que no debe de irse así, pero no creo que sea la forma hacer esto- Quinn pronunciaba las palabras lentamente. Rachel solo se encogió de hombros, haciendo caso omiso de su amiga.

-Vamos, López, saca tu varita.

Santana no quería pelear con Rachel, la quería mucho, era de sus mejores amigas, y un duelo así solo acababa en una cosa: muerte. Y ella no quería morir pero tampoco quería que Rachel saliera lastimada.

-López, no tenemos todo el día- gruñó Rachel, el odio reluciendo como el encantamiento lumos incluso aunque todo estaba a oscuras.

Santana metió una mano paralizada a su túnica, y unos momentos después su varita se blandía a lo alto.

Eso fue todo lo que necesitó Rachel, su varita se movió con tanta rapidez que pareció un borrón.

Santana a duras penas tuvo tiempo para conjurar un contra hechizo, pero aún así no fue lo suficientemente potente y salió despedida hacia atrás golpeándose la espalda contra un árbol.

-Rachel- gritó Quinn, quien no podía creer lo que estaba viendo.

-¿Qué,Quinn? Ahora ¿Qué quieres? ¿No crees que ya esperamos suficiente?- La voz de Rachel temblaba de nuevo pero Quinn no podía descifrar si era por rabia o por tristeza.

- Matarla, no va a traerlo de vuelta, Rachel, el no querría que hicieras esto- Quinn intentaba razonar con su amiga, pero esta no daba indicios de escucharla- Tus padres estarían avergonzados si se enterasen de esto.

La cabeza de Rachel volteó tan rápido hacia Quinn, que parecía que se iba a romper. Rachel la veía sorprendida, sus facciones estaban desfiguradas del shock al escuchar las palabras que dijo Quinn.

Santana también observaba sorprendida a Quinn, ella sabía que el tema de los padres de Rachel era un tema casi prohibido.

-No sabes de lo que estás hablando, sangre sucia- En cuanto las palabras dejaron la boca de Rachel, esta se arrepintió de inmediato. El rostro de Quinn reflejo el dolor que le causaron las palabras de Rachel.

Santana sintió hervir sus venas. Ella odiaba esa palabra. Odiaba a las personas que pronunciaban esa palabra. Odiaba lo que esa palabra representaba. Y en otro tiempo Rachel había estado de acuerdo con ella. Pero quizá, ese tiempo se había acabado, apretó la varita entre sus manos.

-Berry- el tono de Santana era peligroso, pero esta no le prestaba atención ya que estaba mirando a Quinn casi arrepentida- tú estas enojada conmigo, deja a Quinn fuera de esto.

Rachel parpadeo, y su mirada adquirió un brillo asesino.

-Como tú quieras- su varita se movió con rapidez, lanzando potentes hechizos contra Santana.

Las dos eran duelistas por naturaleza, lo llevaban en la sangre. Desde pequeñas habían sido entrenadas para ser brujas excepcionales en el arte del duelo. Y en otras artes que las dos se avergonzaban de siquiera conocer.

Santana, apenas tenía momentos para respirar por que los ataques de Rachel eran imparables y letales. Las emociones de Rachel corrían salvajes a través de su mente y su varita lo reflejaba.

Quinn ya no intervenía, estaba quieta. Observando sin observar como sus dos mejores amigas peleaban a muerte, mientras las palabras de Rachel hacían eco en su mente "Sangre sucia", su estatus de sangre siempre la había perseguido desde que habia pisado Hogwarts la primera vez. Quinn parpadeó y se enfocó en lo que había delante de ella. Rachel y Santana se lanzaban hechizos a diestra y siniestra la una a la otra.

Rachel tenia las facciones deformadas en una mezcla entre sufrimiento, odio, ira. Quinn sabía lo mucho que a Rachel le dolía pelear contra Santana, quien hasta hacia unos momentos fue su mejor amiga. Quinn cerró los ojos un momento, ya que su corazón estaba lleno de pesar. Cuando los abrió lo que vio le heló las venas. Los ojos de Rachel ya no reflejaban ni sufrimiento ni ira ni siquiera odio, estaban cegados por la locura. Rachel había perdido el ancla que la unía a la tierra, a sus principios.

-Vamos, Santana- Rachel soltó una terrible risotada, que solo competiría contra la de Bellatrix Lestrange- ¿Esto es todo lo que tienes? Y yo que me había preocupado.

Santana tenía los dientes apretados por el esfuerzo, los hechizos se le estaban acabando, lo único que quería era parar a Rachel.

-Expulso -Santana apuntó a los pies de Rachel, esta saltó hacia atrás y se salvó por un pelo de la explosión que había conjurado Santana. Rachel abrió mucho los ojos al ver el cráter en el suelo.

Rachel sonrió torcidamente.

-Así que las cosas van enserio ¿no, López? - Rachel jadeaba un poco, la adrenalina corría por sus venas. Alzó su varita y describió un círculo encima de su cabeza, de la varita salieron llamas doradas, que se dirigieron como un látigo contra Santana, esta sacudió su varita y una fuente de agua se dirigió a Rachel. Al combinarse las llamas y el agua se formó una explosión, que lanzó a las chicas a volar.

La espalda de Santana chocó el suelo con un golpe sordo, y el aire de los pulmones se le escapó bruscamente. Se apoyó en los codos, y su visión se oscureció en los bordes. Parpadeo, intentando aclararse la visión. Apenas tuvo tiempo de rodar hacia un lado. El hechizo de Rachel creó un cráter a lado de su cabeza.

-Vamos a terminar con esto, Santana- Rachel hablaba como enloquecida- tu lo mataste, ahora yo haré lo mismo.

En ese momento, Quinn reaccionó, saliendo de su letargo. Sacó tan deprisa su varita que Rachel no se dio cuenta del movimiento.

-Avada

-Expelliarmus- La varita de Rachel saltó por los aires, Rachel estaba atónita. Buscó con la mirada, a la persona que la había desarmado y se encontró con la mirada desafiante de Quinn.

-Quinn-Rachel estaba sin palabras. Abrió y cerró la boca un par de veces, haciéndola parecer un pez fuera del agua.- ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué la salvaste? Ella lo mató, nos traicionó, mató a nuestro amigo ¡Nuestro amigo!- Gritó esto último, recuperándose de la sorpresa y ahora viendo con furia a Quinn.

-¿Crees que no lo sé, Rachel? Yo estaba ahí contigo ¿no lo recuerdas? Yo lo vi acostado en el piso, mientras ella le apuntaba con su varita- Quinn sollozaba al decir esas palabras- Pero no voy a dejar que te conviertas en una asesina por una persona así.

Santana recuperó el aliento, y se aferró a su varita como si su vida dependiera de ello, lo cual era cierto. Se enderezó y apuntó con su varita a las chicas, que una vez fueron sus amigas. Aprovechó el momento de distracción, para darse la vuelta.

-Accio varita- La voz de Rachel envió escalofríos por la espina dorsal de Santana, esa chica ya no era su amiga, era lo que sus padres no querían que se convirtiera: Una mortifaga.

Quinn también se dio cuenta del cambio en la actitud de Rachel y se dispuso a atacarla.

-Desmaius- Quinn salió volando por los aires y golpeo tan fuerte el piso que perdió el conocimiento.- lo siento, Quinn, pero no soy tan blanda como tú.

Santana estaba horrorizada. No podía creer lo que sus ojos habían presenciado. Rachel atacó a Quinn, eso era imposible. Rachel cuidaba de Quinn, la defendía de los otros alumnos cuando hacían referencia a su estatus de sangre. Y ahora Quinn estaba en el suelo desarmada.

Santana levantó su varita con una mano temblorosa.

-Rachel, ¿cómo pudiste? - Santana miraba a Rachel como si a esta le hubiera crecido otra cabeza- Quinn...ella...no...debiste...por...como

Santana seguía mirando estupefacta a Rachel, quien a su vez miraba a Quinn con remordimiento, en un abrir y cerrar de ojos esa emoción fue reemplazada por la de ira.

-¿Como pude hacerlo? ¿Por qué te sorprende tanto?- Cada palabra era como la maldición cruciatus en Santana- Vamos, Santana, no hice nada que tu no harías.

Santana dejó la culpabilidad a un lado, y fue a enfrentarse a Rachel, estaba cansada de que nadie la escuchara, sus mejores amigas la habían juzgado sin saber que había ocurrido realmente.

-Tú no sabes nada, Rachel- habló a través de sus dientes apretados.

Rachel la miró duramente con la varita apuntándole al pecho.

-Lo que sé, Santana, es que Kurt está muerto. Y la única culpable eres tú.

Y con esas últimas palabras, Rachel agitó su varita. A Santana le pareció que todo ocurría en cámara lenta. El viento acariciaba los arboles que se movían al compas de este, los pájaros aleteaban sin ninguna prisa. Incluso Quinn se movía un poco, despertando del efecto provocado del hechizo que Rachel lanzó contra ella. Los ojos de Quinn se agrandaron por el miedo, Santana le dedicó una mueca.

Los ojos de Santana y Rachel se encontraron unos brevísimos segundos. Los de Rachel ya no reflejaban la misma calidez que en su día la recibieron, ahora estaban oscurecidos por una sombra de locura.

Los de Santana debían de reflejar algo similar, solo que la locura estaría reemplazada por la tristeza, el cansancio, la mirada de una persona que ya ha vivido mucho. Santana pensó que a sus diecisiete años, nunca había logrado algo de lo que en verdad se enorgulleciera, bueno, solo una cosa y era la misma razón que la puso en esta situación.

Lo único que esperaba era que no doliera, y que de encontrarse con Kurt, este ya la hubiera perdonado.

Los labios de Rachel se movieron lentamente conjurando el hechizo que pondría fin a la vida de Santana. Rachel blandió su varita, y por un momento Santana pareció reconocer en esos ojos opacos los de su mejor amiga pero solo fue por un momento, ya que de la varita salió un haz de luz roja que le dio de lleno en el pecho.

Santana sintió como el mundo a su alrededor perdía sentido. Estaba cayendo hacia atrás tan lentamente, que por un momento vio como Quinn se levantaba de su lugar y corría a lado de Rachel, pero eso no duro por mucho tiempo.

En el minuto en que su espalda tocó la tierra del campo dedicó una última mirada hacia el cielo, las estrellas estaban en su máximo esplendor. Eso la alegró, al menos pudo ver algo hermoso antes de cerrar los ojos.

Todo se volvió negro.


Hola espero que les agrade la historia. Se aceptan criticas buenas,malas. Subiré tan pronto como pueda.