Candy Candy y sus personajes no me pertenecen.

"Sombras en el corazón"

Capitulo I

Todo era tan diferente a su alrededor, pareciera como si hubiesen pasado siglos, el mundo cambiaba tan rápido, ella misma se preguntaba muchas veces quien era esa mujer que se reflejaba en el espejo, ya no era más una niña, pero no solo había cambiado físicamente, su alma había cambiado, el dolor la había hecho madurar, y la inocencia de sus ojos había sido reemplazada por una profunda tristeza que solo los hacían aun mas hermosos e interesantes, de hecho no faltaba quien intentara robar una mirada de esos profundos ojos verdes; muchas veces altaneros y misteriosos, miradas que mezclaban la dulzura con la ironía, la tristeza con la alegría, la inocencia con la madurez, la niña con la mujer.

El llamado en la puerta la devolvió a la realidad la tímida voz de Mary preguntaba si podía entrar, ella contestó que si y la chica entró preguntándole si no se le ofrecía nada y si podía ayudarle, ella contestó fríamente y se sorprendió a sí misma al darse cuenta del tono de voz que había empleado, años atrás ni soñado hubiese sido tan seca e impersonal con nadie, murmuró una disculpa y salió de la habitación.

Se dirigió a las magnificas escaleras principales de la mansión, se detuvo ante uno de los grandes y hermosos espejos para observar su imagen, se veía simplemente cautivadora, un hermoso vestido de fiesta, largo, de seda color verde olivo, con brillo tornasol que resaltaba sus hermosos ojos, un sensual escote al frente que aunque dejaba ver mucho no era vulgar, era más bien elegante y le sentaba a la perfección, los tirantes del vestido caían de sus hombros dejándolos descubiertos, de su cuello colgaba un magnifico y delicado collar de esmeraldas y diamantes, regalo de Albert; era simplemente exquisito, y los aretes y brazalete que le hacían juego también estaban en su lugar, además en su mano izquierda había un regalo más de Albert, un increíble anillo con una hermosa esmeralda de corte ovalado rodeada de diminutos diamantes.

Se vio en el espejo y acomodo su sencillo pero hermoso peinado, rizos que salían de muchos lugares, rizos negros azulados, definitivamente el estilista había hecho un trabajo increíble al cambiar el color de su cabello, al principio lo había lamentado, pero era necesario si quería vivir en paz...que precio tan alto podía tener la paz hacía cuatro años que la buscaba desesperadamente pero aun no la encontraba;

en esa ocasión cuatro años atrás después de un año de soportar a la tía Elroy y a los Leegan había convencido a Albert de que le retirará el apellido Andrey, él accedió con una única condición, que Candice White Andrey desapareciera, y tomará su lugar Elizabeth Lancaster, hija única de un acaudalado duque inglés. El duque y su esposa eran una anciana pareja que solo había tenido una hija, la cual había muerto de una extraña enfermedad días antes de que Albert accediera a retirarle el apellido Andrey a Candy, ellos necesitaban desesperadamente una chica que se hiciera pasar por Elizabeth si no su malvado sobrino heredaría su fortuna y los dejaría en la calle.

David Lancaster había sido como un padre para Albert y secretamente esperaba que un día Albert y su amada hija se enamoraran y contrajeran matrimonio, pero sus sueños se habían visto amargamente truncados con la muerte de Lizzie, aún asi por el bien de su amada esposa debía rehacerse y encontrar a alguien que se hiciera pasar por su hija, le contó a Albert su problema y este comenzó a maquinar una idea en su cabeza, le pidió que le diera unos días para ver que podía hacer y se despidió.

La idea había comenzado a tomar forma en la mente de Albert y se la propuso a Candy, consiguió a la gente necesaria para que ayudaran a la revoltosa y rebelde Candy a convertirse en la refinada y elegante Lady Anna Elizabeth Lancaster hija de uno de los más poderosos Duques ingleses, la transformación no fue fácil comenzando por el hecho de que Elizabeth poseía un hermosísimo cabello negro azulado, pero gracias a un excelente estilista el dorado de sus rizos fue trocado por el seductor color de la noche.

Seis meses después nada quedaba de la inocente y revoltosa Candy, era como si Elizabeth se hubiese apoderado de su ser, era una dama codiciable en toda la extensión de la palabra y hoy cuatro años después se encontraba en la casa Lancaster con un solo propósito; arruinar la fiesta de cumpleaños de Eliza Leegan, quien como siempre había planeado un increíble evento social del cual planeaba ser el centro de atención, ella no conocía a Elizabeth en persona, pero al saber por una de sus muchas "amigas" que Lady Lancaster era la heredera universal de una de las fortunas más grandes de Europa y que además se encontraba en Chicago para hacer negocios con los Andrey decidió que sería útil para ella tenerla como invitada en su fiesta sobre todo porque todo Chicago hablaba de ella aún cuando al parecer nadie en Chicago la había conocido aún.

Los rumores decían que Lady Lancaster era una joven antisocial y sin gracia alguna, así que Eliza jamás pensó en ella como alguien que pudiera robarle la atención durante la fiesta, lo que ella no sabía es que era la misma Elizabeth quién había hecho correr esos rumores con el fin de lograr su objetivo.

Nadie más que Albert y los Lancaster sabía quien era en realidad Lady Elizabeth pero Albert no la había visto desde ese lejano día hacia cuatro años cuando la había puesto en manos de los estilistas y tutores que la transformarían en otra mujer, y esta noche no tenía ni idea de que ella estaría ahí y aun cuando sabía que ella había regresado a América para hacerse cargo de algunos negocios entre los Andrey y los Lancaster, la fecha de las negociaciones no era sino hasta dos días después de la fiesta y el había estado en Boston haciéndose cargo de otros negocios.

Elizabeth se vio una última vez en el espejo y se dijo a sí misma que ya era hora de enfrentar los fantasmas del pasado, haría su entrada triunfal a la casa Leegan al mismo tiempo que Eliza fuera presentada, y sabiendo que con todos los rumores que corrían al escuchar su nombre todo el mundo voltearía a verla en vez de prestarle atención a Eliza.

Subió con la ayuda del chofer al coche sabiendo que iba a tiempo según sus planes, llegó a la mansión de los Leegans y una avalancha de recuerdos asaltó su mente; por un momento se sintió paralizada pero volvió en si cuando escuchó a James llamarla:

- ¿algún problema milady?-

-No James, todo está bien gracias

- ¿a qué hora quiere que la recoja milady?

-...no te vayas quédate y yo te mando llamar en cuanto quiera retirarme

-Muy bien milady como usted diga- contestó el veterano chofer de los Lancaster, quien tenía un profundo afecto por Elizabeth porque sabía que debajo de todo ese alarde de altanería se encontraba una sencilla y tierna mujer.

James se encargó de pedirle al mayordomo que se anunciara públicamente la llegada de Lady Anna Elizabeth Lancaster y ella entró al lugar como si fuera la dueña del mismo.

Parecía una visión del cielo con su vestido perfectamente entallado, que revelaba todas y cada una de las curvas de su impactante cuerpo, un maquillaje discreto pero que definitivamente resaltaba lo mejor de sus facciones; sus sensuales labios con un carmín natural, y un delicado polvo llamado polvo de ángel que hacía que sus párpados brillaran como si un millón de diminutos diamantes hubiesen sido molidos y puestos sobre ellos y por supuesto la cascada de oscuros rizos levantados por encima de su cabeza, cada uno de ellos perfectamente acomodados.

Y llegó justo a tiempo, ya que justo en el momento en que Eliza era anunciada por uno de sus heraldos, el heraldo principal mismo anunció con gran orgullo la presencia de la invitada de honor de Eliza:

-Lady Anna Elizabeth Lancaster.

Todas las miradas se apartaron de lo alto de la escalera en donde Eliza acababa de aparecer para ver aparecer en la entrada principal del salón la mujer más bella y seductora que ninguno de ellos hubiese visto jamás, y muchos de los jóvenes que esperaban al pie de la escalera pera recibir a Eliza se apartaron de ahí para presentarse con Lady Lancaster.

Una mirada de furia y asombro apareció en el rostro de Eliza ya que su propia entrada triunfal había quedado arruinada, pero lo que ella no sabía es que aun no había visto ni un ápice de lo que Lady Elizabeth estaba dispuesta a hacer con tal de humillarla.

Notas de la autora:

Hola a todos y todas los fanáticos de Candy Candy, esta es la primera vez que me animo a escribir algo, la primera vez que descubrí la existencia de las fanficciones me quedé asombrada, y encantada por el hecho de que muchos de Uds. Le dieran un final mas bello y coherente a esta maravillosa serie.

Este es un proyecto que comenzó varios años atrás, y alguna vez lo publiqué en otro grupo, pero no lo terminé, quiero reivindicarme, y tengo 29 capítulos listos, quiero subirlos todos juntos.

Intento escribir algo diferente a lo que ya todos han escrito, y aunque se que es difícil y que siempre habrá posibilidades de que se topen con similitudes a otras historias, trato de hacer mi mejor esfuerzo para brindarles una linda historia de amor que los haga soñar.

Cualquiera de sus comentarios son bienvenidos, sea critica, u lo que sea realmente me encantará tener interacción con cualquiera de uds.