[c=#663399][D][/c] Obsesión
Una joven no se podía estar quieta en la cama. Se movía de un lado a otro, buscando conciliar el sueño, pero ningún resultado positivo. Ya no lo podía evitar, estaba despierta y mirando fijamente hacia el techo, sumida en sus pensamientos.
- Esta ya es la quinta vez en esta semana. ¿Cómo es posible que sienta tantas ganas de hacerlo seguido? – pensó al mismo tiempo que se avergonzaba de su vicio – Vamos May, de que te quejas si al final lo disfrutas mucho el hacerlo – sonriendo pícaramente.
- Pero no sé si el quiera esta vez. Recuerda que toda la semana le has hecho hacer lo mismo – mientras miraba fijamente a su esposo que dormía plácidamente – La primera vez disfrutaba del momento al igual que yo, pero últimamente se ha quejado por lo seguido, más siempre termina cediendo por complacerme. Así que lo haré – así que acordado su cometido, se dispuso a levantar suavemente a su esposo.
- ¿Ash? Despierta Ash.
- Uh… ¿May? ¿Pasa algo? – respondió soñoliento mirando a su esposa, esta lo miraba sonriéndole.
- ¿Otra ves?
- Así es.
- May, por favor. Es la quinta vez esta semana – reprocho.
- Por favor Ashy, será la última vez.
- Eso me dijiste ayer.
- Es que, no puedo evitarlo. Es… como te explico.
- A ver que excusa dices esta vez.
- Es un más que un simple placer, es una necesidad dentro de mí. Mi cuerpo lo desea con ansias.
- Lo tuyo no es placer, ¡es vicio!
- No puedo expresar la felicidad al hacerlo. El irlo tocando hasta poder sacarlo de su escondite, ansioso a mi espera.
- Que afortunado – con sarcasmo.
- Disfruto el momento cuando mi lengua roza por toda longitud, así hasta llegar a la punta. De ahí situar mi boca, y lentamente comenzar a devorarlo. Sin mencionar cuando comienza a deshacerse en mi boca, derramando ese néctar que tanto me excita. Aquel que succiono lentamente, sin dejar ni una sola gota… disfrutando cada segundo que me toma hacerlo. Es algo sublime.
- Desde cuando hay tanta estética en algo tan banal.
- Por favor, no me negaras que no disfrutas el hacerlo conmigo.
- Pero al menos no exagero.
- Por favor, la ultima vez, ¡si! – poniendo una tierna mirada y ojos llorosos, a lo cual nunca se pudo resistir.
- Esta bien. Iré a comprar esas benditas cosas para que todo sea "mas placentero"– contesto resignado mientras se levantaba de la cama.
- ¡Entonces te estaré esperando! No tardes porque ya no resisto más.
- Si, como sea – dijo antes de salir
El joven se encamino por las oscuras calles, tratando de buscar un establecimiento abierto. No teniendo éxito, se fue hacia la residencia de su amigo Gary, el cual montaba un pequeño negocio. Apenado, toco el timbre de la casa.
- ¿Si?, ¿quién es?
- Soy yo Gary.
- No me digas que otra vez.
- Así es amigo.
- Al rato bajo.
A los pocos minutos, el castaño le abre la puerta a su amigo, haciéndolo pasar hacia donde estaba el dichoso producto.
- Esta bien que este en su época, pero ya exagera. Lo suyo no es placer, es gula.
- Si, ni Dawn cuando estaba en la misma, me hacía padecer tanto. Bueno aquí están, cada paquete contiene tres y conociéndola llévate tres.
- Que sean nueve, aún así no es suficiente para complacer a esa mujer.
Mientras retornaba, iba meditando acerca del asunto, mirando fijamente los paquetitos.
- Esta bien que este embarazada, pero tanto es la obsesión por el CHOCOLATE.
