PREFACIO

Sentí que algo se quebraba en mí, no podía haberse ido para siempre no cuando yo empezaba a aceptar que lo amaba; no podía habérmelo arrebatado de esa manera, no lo permitiría. Al mismo tiempo que las lagrimas comenzaban su camino por el costado de mi mejilla, respire hondo aun sabiendo que no lo necesitaba aquella fuerza que había perdido estaba regresando a mí en forma de llamaradas, eso era todo lo que podía soportar eso se terminaba aquí.

No veía nada más que a mi verdugo, aquel que había infringido tamaño dolor, me abalance sobre él y estalle en ira tan pronto como estallo la tormenta en lo que quedaba de ese despoblado lugar.