Hola! :) Esta es la primera vez que publico una historia. Soy bastante novata así que... Bueno, tener piedad :S Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo ^^
Quería también hacer unas pocas aclaraciones. Como muchos soy seguidora de esta serie en su versión original (en inglés) y voy al corriente de los nuevos capítulos, y sobre todo me encanta leer y discutir las teorías que surgen a partir de los sucesos ocurridos en el programa y suposiciones de aquellas cosas que por el momento no han quedado lo suficientemente claras. Digo esto porque a lo largo de la historia puede que algunos noten que hago algunas referencias a estas teorías para guiar la historia, aunque en la gran mayoría son las que ya han sido confirmadas (por así decirlo). Aún así la historia sigue siendo una creación solamente mía al igual que la gran mayoría de los personajes son originales de la serie (y algunos de los cómics oficiales). Ante cualquier duda consulten Wikipedia xD (o a mí, también podía ser válido). Eso es todo.
Los personajes no me pertenecen (por desgracia xD), pertenecen a Frederator Studios, Cartoon Network y Pendlenton Ward. Yo solamente me limito a jugar con ellos y situaciones correspondientes a la misma historia.
Capitulo 1:
Otro bello amanecer se levanta una vez más por detrás de las grandes colinas de las tierras de oOo, los rayos del sol se asoman imponentes sobre el manto de la oscuridad de la noche anterior, llenando de luz cada rincón a su paso, la vida de todas las mañanas comenzaba tímidamente a despertar otra vez, algunas flores se abrían, abejas comenzaban a escucharse zumbar y los animales más pequeños salían de sus escondites, mientras que otros seres de la noche volvían a sus lugares a esperar pacientemente las caricias de las penumbras nuevamente; todos siguiendo las reglas, excepto ella.
Marceline Abadeer, a pesar de ser la Reina de los Vampiros, a pesar de que ni siquiera le hace falta el titulo para ser la ama y señora de las noches en estas tierras, a plenas horas del amanecer, señal que supuestamente debía tomar como el momento de la retirada, permanecía acostada bajo la sombra de un árbol observando los detalles que tenía para ofrecerle este nuevo día. Conforme el sol se movía ella cambiaba su posición para no ser tocado por sus rayos. Pues sí, el sol día la lástima, pero no podía evitar seguir ser atraída por esa luz mortífera.
Miraba a su alrededor y sentía nostalgia de aquellos escasos años, ya tan lejanos, en los que podía moverse libremente aun de día, en los que sentía con cariño los cálidos retazos de sol sobre su piel, ser abrazada enteramente por esa luz, por ese brillo, por ese calor... Pero también eso, ya nunca más volvió ni volvería a ser así.
Cuando había salido por la noche no tenía las intenciones de quedarse hasta el amanecer, pero ya estaba allí, y ni siquiera llevaba su sombrilla para protegerse. Pensó en quedarse allí, bajo la sombra de ese viejo árbol, hasta que volviera a hacerse de noche, pero mientras volvía a cambiar de lugar distinguió a lo lejos a un enorme cono de helados con patas y brazos caminando por la pradera. -Un habitante del dulce reino- pensó la vampiresa, casi le parecía un chiste que existirán criaturas así. Pero, ¿qué hacía tan lejos de su reino? Esto a Marceline no le hubiera importado en lo más mínimo, sino fuera porque el cono caminaba justo por el camino que llevaba hasta su casa. No pudo evitar la intriga y curiosidad, así que se decidió a seguirlo, lo cual no iba a ser fácil.
Al final logro cubrirse con un espeso arbusto de los rayos del sol. Se sentía por sobre todo ridícula por estar llevando algo así sobre la cabeza, pero era eso o hacer un agujero bajo tierra, porque no había muchas sombras con las que cubrirse por ahí. Cuando finalmente lo alcanzo el Cono de helado ya estaba subiendo por la montaña, definitivamente se estaba dirigiendo hasta su casa. Esta vez dejo que se le adelantara.
El cono de helado llego hasta la entrada de la cueva, grito para saber si había alguien pero nadie contesto. Lo siguiente que hizo fue dejar un sobre con el nombre de Marceline escrito sobre este, asegurándose de que estuviera lo suficientemente a la vista posible ya que la Reina de los Vampiros, no tenía ningún buzón ni nada parecido. El lugar le daba escalofríos, se veía tan oscuro y raro, además de ser húmedo y frío, se dio la vuelta e intento salir lo más rápido que pudo, aunque claro, no pudo hacerlo. Marceline, quien se había quitado ya el molesto arbusto de la cabeza, se apareció por detrás del Cono y tomándolo de los pies lo suspendió en el aire. El pobre cono lanzo un agudo alarido por el susto recibido mientras se sujetaba la cabeza para evitar que se le cayera la crema. Marceline comenzó a carcajearse y empezando a sacudirlo le dijo: Vaya, vaya... ¿Pero que tenemos aquí? ¿Qué hace una delicia como tú en un sitio como este?
-¡Por favor, por favor, no me haga nada, se lo imploro! -Lloriqueaba el Cono.
-A ver, entonces dime, ¿Qué haces metiéndote por mi casa mientras no estoy?
-Yo... Solo vengo a dejar una encomienda, del mismísimo Dulce Rey para usted, su temible majestad.
Marceline soltó al asustado Cono y dirigió su atención a la nota que había dejado sobre unas rocas. Tomo el sobre y verifico que en efecto para su sorpresa se lo había mandado el Dulce Rey, gobernante supremo del Dulce Reino. Mientras el Cono intentaba juntar toda la crema que se le había caído, la vampiresa esta vez un poco más calmada se dirigió a él.
-¿Qué es lo que quiere ese sujeto?
-Amm... No lo sé majestad. Yo simplemente soy un mensajero, casi no se me informa de nada de lo que envió. Pero... ¿P-podría permitirme decirle algo, Reina de los Vampiros?
-A ver...
-P-pues... Debo señalar que a juzgar por el semblante de mi Señor, parecía ser algo de mucha, mucha, mucha importancia para su majestad. Con su p-permiso, ¿Puedo ya retirarme?
-Si ya lárgate. -Sentencio Marceline despectivamente, mientras seguía observando incrédula el sobre.
Siempre supo que algo como esto llegaría a pasar, aunque no se lo esperaba justamente el día de hoy. ¿Que podría querer pedirle ese anciano, qué era lo que ella podía darle siquiera? Si en teoría no tenía nada más que su cueva y sus pocas pertenencias. En comparación, ese tipo lo tenía todo, ¿o no?
Dos días después de haberse entregado la nota, en el Dulce Reino seguían sin recibir respuesta por parte de la Reina de los Vampiros. Se pensó incluso recurrir a un segundo citatorio, pero esta vez no mandarían a un debilucho y pobre Cono de helado, sino quizás a los guardias bananas a exigir respuestas, pero al final no fue necesario, ya que esa noche, sin siquiera llamar la atención, Marceline Abadeer entro en el enorme castillo, y sin querer, dándole un gran susto al mayordomo, pidió que la llevaran a donde sea que estuviera el Dulce Rey.
Las enormes puertas del salón se abrieron y del otro lado de ellas, la vampiresa observo a un hombre mayor haciendo gimnasia aeróbica, bailando a destiempo, con la música puesta en una gran pantalla DVD y riéndose a carcajadas de lo lindo.
-Y un, y do, y tre, y cua...
-Hemm... Disculpe, Dulce Rey. -Interrumpió un poco apenando el mayordomo.
-Siete, y och... ¡¿Qué?! Oh, discúlpenme, no los oí entrar. ¡Vaya, pero mira quien nos honra con su visita! - El mayordomo paró la música y le alcanzo al Rey una toalla y una botella de agua. -Marceline Abadeer, cuanto hace que no nos veíamos. ¿Que tal el mundo de las tinieblas y los demonios?
-Las tinieblas siguen oscuras y los demonios tarados. -Respondió esta aun sin poder terminarse de creer lo estúpido de la situación.
-Claro, claro. Pero que tonterías pregunto. ¿Te ofrezco algo rojo para beber?
-¿Que es lo que quieres Gumbald?*
El Rey solemnemente le ordeno a su mayordomo salir de la habitación para poder hablar los dos a solas. Marceline dio un vistazo al gran salón, no había cambiado en casi nada desde la última vez que estuvo allí. Mientras el Rey seguía secándose el sudor del cuerpo observaba detenidamente a la Vampiresa.
-Nos has cambiado en nada, ¿verdad Reina Vampiro?
-Tú en cambio sí, cada vez te veo más viejo. -Respondía la vampira a lo que se alejaba de la vista del Rey flotando de aquí para allá por todo el salón.
-Ja, ja, jaaa! -Rió el monarca con voz añeja -. Eso es cierto. Esas son cosas que tú no entiendes, ya que el tiempo no corre para ti.
-Si bien no corre, aun sigue siendo valioso para mi, así que... ¿Y bien? ¿Qué era eso tan importante que querías pedirme?
-Oh, no te preocupes, es algo bastante sencillo. Seguramente has oído hablar sobre mi sobrina, la Dulce Princesa.
-¿Tu qué?... Pero, ¿cómo es posible que tú tengas una sobrina Gumbald? -Preguntaba intrigada la vampiresa en lo que detenía su vuelo.
-Esos son por menores -contesto el Rey tomando un poco más de agua -. El punto es, ¿la conoces?
-Bueno, solo he oído hablar de ella... Bubble... Bubblegan?
-Bubblegum -corrigió el Rey-. Dulce Princesa Bonnibel Bubblegun.
-Bonito nombre... ¿Se te ocurrió a ti solito Gumbald?
-Veras, Reina Vampiro Abadeer.
-Marceline -se acerco un poco más hasta donde se encontraba el Rey -. Te he dicho miles de veces que odio las formalidades, llámame Marceline.
-Oh, lo siento, esta vieja cabeza ya me está fallando -decía mientras se daba unos golpecitos sobre la frente -. De acuerdo... Marceline. Como te darás cuenta, yo no estaré en este mundo para siempre.
-No resisto la pena. -Decía la vampiresa con exagerado sarcasmo.
Haciendo caso omiso al comentario, el Dulce Rey se encamino hasta uno de los enormes cuadros que había en el salón. Siempre sonreía sinceramente, cosa que a veces a los grandes monarcas les llegaba a costar demasiado, cuando miraba hacía el retrato de su adorada sobrina. Desde el primer momento, esa dulce criaturita había sido una luz de esperanza en su vida, una vida que con el tiempo se marchitaba más y más. Marceline se acerco flotando hasta el cuadro que había ignorado por completo, pensó que era como todos los demás que siempre estuvieron ahí.
-El día en el que deba marcharme, será la Dulce Princesa quien se encargue de todo el Dulce Reino, y cumplirá con todas las obligaciones que impliquen ser una autentica monarca. Eso seguramente tú tampoco lo entiendes, ya que a pesar de ser Reina no gobiernas sobre ningún reino, o al menos uno que tú quieras.
Marceline le saco la lengua al Rey a sus espaldas. Luego volvió a mirar a la joven de la pintura. Su retrato la hacía lucir como una niñita de no más de 10 años, tan frágil, tan delicada... ¡Y tan dulce! ¿De verdad esa pequeña e inofensiva criaturita estaba destinada a tan grandes cosas? ¡Pero si parecía que con solo el viento se podía despedazar!
-Mira, no es porque sea mi sobrina y todo eso -decía el Rey sin dejar de contemplar la pintura -. Pero puedo apostar a lo que sea a que ella es capaz de hacer grandes cosas, ¡y las hará! Para tan corta edad es muy inteligente, muy hábil, a veces tanto que me sorprende. También ha demostrado ser bastante buena en los deportes, tanto físicos como intelectuales, es una gran rival, y sobre todo muy bondadosa. No me cabe lugar a dudas de que amará y será amada, o como mínimo respetada, por todos los habitantes del Reino. Es genial en todo, claro excepto por...
-¿Problemas en el paraíso? -Se burlaba la vampiresa -. ¿Cual es el gran defecto de tu adorada princesita?
-Pues... -El Rey se dio la vuelta, tratando de encontrar las palabras justas - Digamos que es un poco... Asustadiza para su edad.
-¿Tu princesa es una cobarde? -Marceline comenzó a reírse mientras el Rey volvía a tomar un poco de agua.
-Digamos que le teme a muchas cosas, no es algo raro, le puede suceder a cualquiera -Continuaba el Rey -. Pero por su condición, me temo que no puedo permitirle algunas cosas, entre ellos varios de sus temores, solo los más ilógicos. Son cuestiones burocráticas.
-Reycito, me estas aburriendo... ¿Podrías ir directamente al grano?
-Bueno, si así lo quieres, mejor para mí... Marceline Abadeer, desde este momento, te nombró como la Real Dulce Niñera de mi sobrina, la Dulce Princesa Bonnibel Bubblegum.
-¿¡QUE?!
¡Gracias por llegar hasta aquí! :D Se aceptan todo tipo de críticas o comentarios o lo que sea... (Igual, que sepan que voy a continuar esta historia les guste o no. Quien avisa no traiciona :P) Y gracias otra vez por tomarse el tiempo de leerlo.
*Quería recalcares que 'Gumbald', no es lo mismo que 'Gumball' (o como deben de conocerlo, 'El Dulce Príncipe'). Lo digo solo para que no haya confusiones.
