1- COMO SIEMPRE

Harry se despertó, estaba sudorodo, asustado. Un mal sueño que se le repetía. Miró a su despertador, perteneciente a Dudley q lo había tirado a la basura y Harry lo había capturado. Eran las 6:00. Se lavantó, se vistió y salió de su habitación. Por la rendija de la puerta de la habitación contigua, la de Dudley, divisó como un gran bulto, Dudley seguia durmiendo a pata tendida. La verdad es que harry pensó en volver a dormirse pero no se sentia capaz.

Bajo a la cocina y haciendo el menor ruido posible desayuno y salió a la calle. Mientras andaba pensaba en sus amigos y Sirius ¿qué estarian haciendo mientras el se aburria?. Harry ansiaba que Ron fuera a recojerlo, por que no aguantaba más con aquellos muggles que tenia por única familia. Año tras año el verano se convertia en un suplicio, claramente era su peor temporada del año, justamente por que tanto como tio Vernon como Dudley no hacian más que molestarle. Por unos momentos en tercero tuvo la alegría de poder empezar a vivir con su padrino y dejar a los Dursley atrás. Seguramente se alegrarían de no verle mas en la vida, pero no más que el mismo, pero esa idea se le desvaneció de la cabeza cuando muy a su pesar Colagusano se les escapo. Él hacia lo posible para no dirijirles la palabra a los Dursley pero eran tantas las ocasiones que le sacaban de quicio que incluso en alguna ocasion estuvo a punto de perder los estribos pero se controló.

Seguia andando sin saber a donde ni a que. En un abrir y cerrar de ojos Hedwig se le aposento en el hombro, acto que asusto a Harry y estuvo a punto de perder el equilibrio y caerse de bruces contra el suelo. Desató la carta que su adorada lechuza traía junto a un paquete y reconoció la carta que todos los años Hogwarts le mandaba.

1 Estimado señor Potter:

2 Le rogamos que no olvide que el próximo curso dará comienzo el 1 de septiembre. El expreso de Hogwarts partirá a las once en punto de la mañana de la estación King's Cross, andén nueve y tres cuartos.

Se adjunta la lista de libros del próximo curso.

Atentamente,

2.1 Profesora M. McGonagall

Subdirectora



Miró el paquete, casi se había olvidado de él y se preguntó que contenía. Era el regalo de Hagrid que se adelantaba tres dias por que según la nota que traía consigo estaría muy ocupado los siguientes dias y no quería olvidar su cumpleaños. Harry se alegro y lo abrió rápidamente. Un diario mágico y algo que no sabia lo que era. Lo miró, era de forma cuadrada y muy irregular, parecía viejo. En la mitad tenia una gran bola de color verde esmeralda, muy similar al de sus ojos. Dentro de ella había humo de color rosa y le recordó mucho al regalo que Neville recibió de su abuela hace años. La verdad es que eran muy similares. Puso su mano sobre la bola y su humo empezó a teñirse de negro. - ¿Que es lo que quería decir? se preguntaba Harry – En cualquier caso si no lo descubría antes, el mismo se lo preguntaría Hagrid cuando llegase a Hogwarts . Aquel suceso le dio que pensar mientras volvía a casa, dudaba que el negro fuese uno de sus colores favoritos, más bien no le gustaba, le traia malos pensamientos.

Ya eran las 10:00, entro por la puerta y tío Vernon que lo miraba malhumorado le preguntaba:

- ¿Que es lo que hacías a esas horas en plena calle?.Debería castigarte por salir sin permiso.

Harry hizo caso omiso y subió a su habitación. Vio un trapo en el suelo y se apresuró a recogerlo. ¡Si era Errol!

Pobre Errol – pensaba. Le dio agua y vio que su aspecto iba mejorando. Traia consigo una carta, indudablemente de Ron y un pequeño botecito que contenia un poco de polvo azul.

Hola Harry:

Espero que el aviso te llegue, como ya sabes, Errol no es de fiar y pig que tampoco es muy de fiar se apuesto enfermo. Percy no me a querido dejar a Hermes. Según él la necesitaba pero lo a echo por que no me la quería dejar. Es un egoísta. Este año no podemos ir a recogerte ya que ese trasto muggle que mi padre llama "coche" se a estropeado. En su lugar te dejó unos pocos polvos flu para que vengas cuando quieras.

3 Lo siento

Ron

Como era de esperar, Harry, rápidamente cogió sus cosas que ya las tenia preparadas, metió a Errol en la jaula de Hedwig y abrió la puerta.

Acto seguido bajo a la sala de estar, se puso los polvos en las suelas de las zapatillas, quito de la chimenea la estufa y encendio un gran fuego.

- Os alegrareis de oir que me voy. Hasta el año que viene, creo. - vocifero

-¡A la Madriguera!

Y seguidamente entró por la chimenea.

Para cuanto tio Vernon entro en la sala de estar ya no quedaba rastro de Harry, aunque no le importo lo más mínimo. Lo que si le importo fue el destrozo que Harry le había dejado en la sala. La estufa estaba en la mitad del salón y varios ladrillos rotos ensuciaban el suelo de la hasta entonces brillante salón.

Llegó como siempre que viajaba en polvos flu algo mareado pero esta vez para su sorpresa no se cayó.

Ron le esperaba.

- ¡Hola Harry! ¡Qué bien que ya estés aquí! – le dijo Ron con una gran sonrisa en los labios.

- Encantado Ron. Ya sabes que cuanto antes me vaya de esa casa mucho mejor. No los soporto. Un día más y...

- ¡No te pongas así!- rió Ron

Los gemelos se acercaban y dieron a Harry una calurosa bienvenida.

- ¡Este es nuestro Harry!- grito Fred.

- Me alegro de verte.- le siguió George.

Ron y los gemelos ayudaron a llevar el equipaje de Harry hacia la casa, algo torcida como siempre. Nunca se pregunto por que estaba así y pensó que a lo mejor se lo preguntaba a Ron después cuando le hubiese contado lo del regalo. Nada más entrar en la cocina la señora Weasley se abalanzó sobre Harry, que era lo que de costumbre hacia.

- ¡Oh Harry! Que bien que estés aquí otra vez. ¿Estas bien querido? Pareces un poco mareado.- dijo la señora Weasley.

Cuando Harry pensó que era libre la madre de Ron le estrechó entre sus brazos y Harry por poco se quedo sin respiración.

-¡Mamaaaaa! Suelta a Harry. Tenemos cosas que contarnos. Déjale en paz.- grito Ron con animo de poder liberar a su amigo.

Su madre le miró enfurruñada y murmuro algo para sus adentros pero los dejo marchar.

Mientras los dos subían por las escaleras a todo correr apareció Ginny que parecía que no se enteraba de nada.

- Hola Harry. – dijo tímidamente.

Harry se dio cuenta de que Ginny no era la misma chiquilla de hace años. La vio más madura y mucho más guapa. Pero no pensó más en ello.

Entró junto a Ron en su habitación, tan naranja como siempre y rápidamente se acordó de lo que le tenia que contar.

- ¿Y dices que se puso negro? No me gusta el negro.

- Ni a mí.

- ¿Y donde tienes esa cosa?- pregunto Ron.

Harry se levanto a por ella, y cuando se la enseñó Ron pego un alarido y dio un bote de sorpresa.