Disclaimer: Inuyasha no me pertenece. (Aunque quisiera) Propiedad de Rumiko Takahashi.
Capítulo 1: Nueva escuela, nuevos problemas
Kagome Higurashi entró al salón, algo nerviosa, era su primer día en esa escuela, cómo estudiante de penúltimo año, gracias al trabajo de sus padres, toda su vida había tenido que trasladarse por diversas ciudades de Japón, hasta que por fin, a sus 16 años terminó en Tokio, y ahora se presentaba como la nueva alumna de esa clase.
-Buenos días, mi nombre es Kagome Higurashi.
Todos los estudiantes correspondieron el saludo.
-Higurashi toma asiento al lado de Taisho. – Indicó el maestro, señalando a un despreocupado muchacho albino que estaba recostado en su asiento y parecía no interesarle nada.
Kagome caminó hacia el lugar señalado, sin hacer contacto visual con ninguno de los otros estudiantes, los cuales escuchaba mascullar cosas acerca de ella, e incluso escuchó algo sobre su compañero de asiento, algo que no le agradó mucho. Se sentó y descargó sus libros.
-Hola, soy Kagome…- Extendió su mano hacia el chico.
-Ya lo sé, lo acabas de decir. – Interrumpió, algo fastidiado. – Inuyasha Taisho.
Se limitó a responder, para luego darse la vuelta y recostarse sobre su brazo.
-No le hagas caso. – Susurró una voz a su espalda, era de una chica que sonaba bastante agradable.
-Lo intentaré. – Respondió Kagome con el tono de voz bajo. "Si es que puedo, vaya suerte la mía" pensó frustrada.
-Soy Sango Taijiya – Se presentó la chica de cabellos castaños. – Un gusto.
-Igual. – Kagome le sonrió y se dio la vuelta, probablemente ya tenía una nueva amiga.
Llegó la hora del recreo, y Kagome guardaba sus cuadernos, pero Inuyasha que estaba saliendo, pasó empujándola.
-Ten más cuidado tonta. – Le dijo mientras salía, ignorando cualquier cosa que ella le pudiera decir.
-¿Pero qué se cree? ¿Yo qué le hice? Ese idiota… - Suspiró mientras se agachaba para recoger sus cuadernos.
-Kagome, ignóralo, es lo mejor. – Dijo sango a su lado. –Vamos al patio, te mostraré el colegio.
La pelinegra asintió, siguiendo a la castaña a través de los pasillos, no sabía por qué, pero esa muchacha le parecía muy agradable, y se sentía feliz de hablar con alguien, toda su vida había cambiado su lugar de residencia con frecuencia, por lo que ni se molestaba en tener amigos. Fue caminando hasta que una chica le pareció conocida, le pidió a Sango que se acercaran.
-¿Eri? – Llamó la Higurashi a una chica de cabello negro corto. -¿Eres tú?
-¿Kagome? – Respondió la muchacha.
-Kagome, ¿la conoces? – Susurró Sango a su espalda, como cubriéndose tras ella.
-Si. – Afirmó la azabache. – Es una amiga de infancia.
-No te veía desde que vivíamos en Osaka. – Dijo la chica, acercándose con otras dos más.
-Sí, ya sabes, he vivido en múltiples lugares, pero, ¿por qué ahora vives aquí?
-Negocios de mi papá. – Se encogió de hombros la chica. – Mira te presento a Yuka y a Ayumi.
Kagome se presentó ante las dos muchachas amigas de Eri, su amiga de infancia, hablaron un rato, Kagome conversaba con las muchachas con cierta fluidez, sin embargo Taijiya no lo hacía así, ella prefería estar callada, las tres le comentaron que estaban en la otra clase de su curso, pero que igual esperaban verse en los recreos. Sango y Kagome partieron a su salón, el receso había terminado, y se alejaron de las tres muchachas, caminando distraídas, hasta que la pelinegra chocó con alguien.
-L-lo siento. – Dijo haciendo una reverencia a la chica que había empujado accidentalmente, Sango hizo algo parecido a una cara de terror. La desconocida sólo le otorgó una mirada fría y se alejó.
-Kagome…- Suspiró Sango.
-¿Qué? ¿Quién era ella? ¿Por qué me miró así? – Indagó Kagome. –Y… ¿Por qué diablos se parece tanto a mí?
-Es Kikyo Miko, estudiante de último año, no habla con muchas personas, sin embargo es bastante popular, es la novia de Inuyasha. – Dijo con monotonía. – Y la verdad, no tengo la menor idea de por qué se parece a ti, es bastante extraño. – Continuó mientras sonreía divertida.
-¿Inuyasha? ¡Ja! No debería importarme. – Hizo un gesto con su mano, mientras entraba al salón, ya sólo quedaba una clase antes de partir a su casa.
-Entre menos te involucres con ellos, mejor. – Suspiró resignada la castaña.
Le siguió y tomaron asiento, el profesor estaba sentado leyendo algunas hojas, una vez todos los estudiantes estaban acomodados, el docente se dispuso a comenzar su clase, escribió algunas fórmulas y funciones en el tablero, algo confuso para la pobre de Kagome, que aunque era inteligente, se ausentaba de clase con frecuencia, se escurrió en su asiento mientras tomaba su cabeza entre sus manos, en señal total de frustración, no entendía nada de lo que el profesor escribía.
-Kagome… ¿Estás bien? – Le susurró la castaña a su espalda.
La azabache iba a asentir en respuesta, no quería preocupar a la Taijiya, pero el profesor interrumpió.
-Higurashi, ¿Sucede algo? – Inquirió el profesor mirando por encima de sus lentes, molesto.
Kagome negó con la cabeza, algo nerviosa.
-Entonces, ¿Podría pasar al tablero y resolver esta ecuación?
Trató de persuadir al profesor, alegando que no era necesario que ella pasara al tablero, que entendía perfectamente. Sin embargo el maestro con el ceño fruncido le ordenó pasar, rendida suspiró y se dirigió al frente, tomó una tiza y comenzó a temblar mientras trataba de escribir un número.
-Higurashi, ¿Segura que entiende? – Preguntó el maestro con su ceja arqueada, la aludida negó sutilmente, el hombre recorrió el salón con la mirada y la fijó en el muchacho de cabello plata. – Taisho, ¿Podría dejar de dormir y prestar atención? Su actitud me molesta.
Inuyasha lo miró restándole importancia. – Keh, no es mi culpa que la nueva no pueda realizar una simple operación como esa.
Kagome sintió que sus mejillas ardieron al momento de escuchar esas palabras del muchacho, estaba enojada, ¿Qué se creía él? Llevaba un mísero día de conocerla y la molestaba, ¿por qué la odiaba? Estaba dispuesta a responderle algo pero el profesor habló primero.
-Taisho, si es tan simple como usted dice, pase y la resuelve.
Fastidiado, el chico se levantó y se dirigió a la pizarra, arrebató la tiza de la pelinegra y escribió rápidamente la respuesta con su debido proceso. "Es muy simple" susurró arrogante. El profesor asintió y verificó el resultado.
-Así es como se hace. – Inuyasha miró a Kagome con un deje desprecio.
-Bien Taisho, pero para la próxima asegúrese de estar pendiente, así sea un genio en matemáticas debe prestar atención. – Dijo el maestro, el aludido sólo alzo los hombros y volvió a su asiento. – Y Higurashi, debería de estudiar más, pronto serán los exámenes.
Kagome regresó a su puesto no sin antes asentir ante la "amable" sugerencia del profesor, y luego dedicarle una mirada de odio puro al peliplateado, él le correspondió el gesto y luego se dio la vuelta. La pelinegra suspiró y se acomodó en su asiento. Las clases terminaron y Kagome alistaba sus cosas para regresar a su casa.
-¿En dónde vives? – Inquirió la castaña saliendo tras ella.
-En Shibuya. – Respondió con simpleza. - ¿y tú?
-También. – Respondió Sango sonriente. – Podemos irnos juntas.
-Claro. – Sonrió.
Y así llegaron a la salida de la escuela, caminaban mientras hablaban de cosas como los gustos, disgustos, música favorita, comida preferida, hasta que Kagome divisó el molesto peliplateado apoyando contra una pared, sosteniendo a una chica por la cintura, la pelinegra identificó a la muchacha como la del accidente en la mañana, Kikyo.
-Sango, esa chica, Kikyo, ¿Hace cuanto está con Inuyasha? – Indagó a la castaña, quien estaba muy entretenida hablando de las diversas salsas que le colocaba al sándwich.
-¿Eh? ¿Eso a que viene? – Estaba aturdida. – Estábamos hablando de comida…
-Lo sé. – Sonrió avergonzada. – Es sólo que los vi y me causó curiosidad. – Se frotó la nuca.
-Emm, no lo sé, deben llevar un poco más de un año. – Se encogió de hombros. – Cuando entramos a primer año ya salían.
-Ahh ya veo. – Dijo Kagome con una expresión que la castaña no supo interpretar. -¿Quieres ir a mi casa y cocinamos algo?
-Claro. – Asintió emocionada.
Continuaron caminando en dirección del hogar de la pelinegra, ella después de ignorar la presencia de Inuyasha continuó su camino, pero cierto albino de ojos dorados la miraba alejarse.
-Inuyasha, ¿por qué andas tan distraído hoy? – Pregunto la pelinegra acercando sus labios a los del muchacho, él la apartó delicadamente, a ella le molestó.
-No sé Kikyo, tengo sueño, no sé.
-No sé qué es lo que te pasa, pero tal vez esto te pueda alegrar. – Sonrió pícaramente mientras lo besaba. – Hoy mis padres no estarán en casa, ¿quieres acompañarme?
-Hoy no Kykio, tengo algo que hacer. – Respondió apartándola, ella intentaba seguirlo besando.
Inuyasha sabía perfectamente cuál era la intención de su novia al llevarlo a la casa, en el año y medio que llevaban saliendo, nunca habían faltado sus momentos íntimos, y era algo que el albino disfrutaba, Kikyo era un año mayor que él y eso siempre le atrajo de ella, además de su belleza física, sin embargo ese día no tenía ni cinco de ganas, sólo quería llegar a dormir.
-En serio que estás raro. – Bufó la muchacha. – Entonces me iré, nos vemos mañana.
Se despidió con un beso de la chica, y algo desanimado se dirigió a su casa, no vivía muy lejos, sin embargo pocos conocía que vivieran en su mismo sector, sólo sabía de la asocial castaña que vivía a cinco cuadras, pero ¿quién era él para juzgarla? El tampoco hablaba con nadie de su clase.
-¡Gracias por lo de hoy Kagome! – Se despedía la castaña saliendo de la vivienda de la pelinegra. –No dudes que vendré con Kojaku para que juegue con tu hermanito.
-Claro. – Sonrió la chica. – ¿Segura que caminarás a tu casa? Ya es algo tarde.
-Si no te preocupes Kagome, mi casa está a cinco cuadras, tan pronto llegue te mando un mensaje, ¿te parece?
La azabache sonrió y asintió, se sentó en el portón de su casa viendo como se alejaba Sango, tan pronto la perdió de vista, dirigió su mirada al cielo, era una noche tranquila, el cielo estaba despejado, y algunas estrellas lograban verse. Suspiró, ese sería su nuevo hogar, y debía de acostumbrarse, por lo menos estaba segura que terminaría sus estudios en Tokio, su madre se lo aseguró, que no se mudarían hasta que terminara la escuela.
Estaba sentado encima del marco de la ventana, divisando la imponente noche, con su luna ausente, ¡Cómo le molestaban esas noches! Una vez al mes, cuando era luna nueva, no se sentía el mismo, no sabía cómo explicarlo, no es que creyera en esas leyendas de que los hombres se transforman en perro, pero podía asegurar que odiaba esas noches, no salía, no hacía nada, sólo se quedaba sentado cruzado de piernas mirando por la ventana. Un ruido lo alertó, era la conocida castaña que salía de la casa del frente, seguramente sería conocida de sus nuevos vecinos, su padre, Inu No Taisho, le pidió que lo acompañara a saludar a los nuevos y darles una bienvenida, pero él se negó, no quería nada que ver, y menos cuando no era su noche. Su medio hermano golpeó su puerta, y entró inmediatamente.
-¿Qué quieres Sesshomaru?
-Mi padre dice que al rato vuelve, irá a visitar a los nuevos vecinos, que no te vayas de la casa. – Mencionó serio un peliplateado alto con expresión imperturbable.
-Tú te irás a otro lugar, ¿no? – Inquirió pensativo.
-Si, voy a salir.
Su medio hermano era mayor, iba en tercer grado, pero no se llevaba nada bien con él, eran como el agua y el aceite, mientras el mayor era serio e indiferente, Inuyasha era impulsivo y malgeniado, además de que Sesshomaru siempre despreció al menor y a su madre.
Sesshomaru salió indiferente de la habitación del menor, él sólo bufó para volver la mirada hacia la ventana, la chica llamada Sango caminaba por las calles, luego divisó el portón de la casa de la cual había salido, abrió los ojos sorprendido, la imagen que encontró fue la de una muchacha pelinegra. "No puede ser, que suerte la mía" Pensó frustrado, era esa chiquilla nueva en su clase, Kagome, como se llamaba era su nueva vecina. Enfocó a la azabache, no podía negar que era hermosa, ella parecía estar mirando al cielo, muy concentrada, mientras el débil viento removía sus cabellos oscuros, se quedó unos minutos así, contemplándola.
-Se parece mucho a Kikyo…
Desde el segundo piso, suspiró mientras seguía admirando a su nueva vecina, estaba curioso, hasta que su momento de trance se acabó, al ver cómo la muchacha se incorporaba y saludaba a un elegante hombre de cabello platinado como el de él, era su padre, y por un momento deseó el haberlo acompañado, sacudió la cabeza exasperado.
-No, no, a leguas se nota que esa tonta es una fastidiosa.
Dijo mientras cerraba bruscamente las cortinas y se recostaba en la cama con la intención de dormir, tenía que aclarar sus ideas, ese día había sido muy agitado y por no decir que lleno de problemas, entonces se preguntó a qué hora saldría la pelinegra en la mañana, sonrió, "Claro, para salir después de ella y así no encontrármela" corrigió su propio pensamiento anterior, como si alguien le hubiese reclamado su manera de pensar en Kagome, luego de divagar en sus pensamientos, se quedó dormido, a la expectativa de lo que sucediera al día siguiente.
Podía decir que ya llevaba unos veinte minutos contemplando la majestuosidad de la noche, el barrio al que se acababa de mudar era bastante tranquilo y podía pasar horas sentada mirando a la nada, la presencia de un extraño la alertó.
-¿Eres Higurashi? – Dijo una voz masculina, ella elevó su rostro, estaba sentada en el suelo y sintió la imponente presencia que dejaba el hombre, asintió como respuesta a su llamado. –Soy Inu No Taisho.
¿Taisho? Ese hombre tenía ese apellido. Debe ser una coincidencia, nada de qué preocuparme. Trató de convencerse.
-Soy Kagome, mi madre me dijo que vendrían a visitarnos, siga por favor.
Hizo seguir al hombre quien fue recibido amablemente por su madre y abuelo, ella a pesar de querer saber si ese molesto de Inuyasha era algo del hombre que se encontraba en la sala, tenía que acostarse temprano, le preguntaría a su madre al día siguiente algún detalle del señor Inu, pero ella tenía la esperanza de que el peliplateado no viviera justo al frente. Subió a su habitación, aún no estaba decorada como quisiera, pensó en pedirle a Sango ayuda, si, al día siguiente la invitaría de nuevo.
Se acostó en su cama, y un rato después se despertó al escuchar como el visitante se marchaba de la casa, se levantó a mirar por la ventana que daba a la calle, y pudo divisar al señor Inu entrando junto a otro albino a la casa, sabía que no era Inuyasha, este era más alto, pudo volver a dormir algo aliviada.
¡Hola!
Soy nueva en el fandom de Inuyasha, y luego de leer algunos fics me picó el bichito de la imaginación y pensé ¿por qué no hacer un fic escolar? no he visto muchos.
Y bueno, este fue el resultado de lo que se me ocurrió, espero que les guste este primer capítulo, y si tienen alguna duda o sugerencia o crítica o algo no duden en hacérmela saber, recibo todos los comentarios (También reviews :3) que me quieran dejar.
Bueno la temática no es algo en lo que deba abordar mucho en el primer capítulo, o si no no tendrían nada de sentido los próximos, así que espero que este les llame la atención y les motive a seguir leyendo, sólo debo decir que tendrá algo de romance, drama, humor, y ¿porqué no? algo de lemmon :3
Sin más me despido ^^ Saludos y hasta el próximo capítulo :3
