Amor...¿ilusión?

''Era definitivamente algo insólito...''

La verdad, había pensado años (o al menos eso me pareció) en lo que dije, sinceramente, no era uno de mis mejores logros ¿o si?, ¡basta!, no...tenía que ser suficiente con esto. A veces, en lo más profundo, pienso que lo que acababa de hacer era lo correcto pero en realidad me estaba convenciendo a mi misma...además solo era un arrebato, no estaba en un juicio bueno cuando ocurrió. Pero entonces ¿por qué quería repetirlo?, ¡de verdad, nisiquiera me entiendo!, al que quiero lo tengo claro, pero la forma en que ocurrió...y no lo rechazó...así que en realidad...tal vez...quiera.

Pero, no. Era Draco Malfoy ¡por amor de Dios!, ya bastante raro era que habría besado a una Weasley, ¿ahora serían novios?, preferiría a Merlin en mayas.

—¡Señorita Weasley!—dijo una voz fuera de mis pensamientos—, si tiene algo que compartir con la clase, ¡podría hacero ahora!—. La voz de la profesora McGonagall resonó en toda la clase, fui tan tonta en haber elegido precisamente esa asignación para hacer volar mi mente.

—Disculpe profesora—, sentía mi cara colorada, ahora todos estaban mirándome.

—Eso espero—pidió—, bueno, volviendo con el tema...

Una vez mas, mis pensamientos se encontraban lejos del salón de clase. ¡Draco Malfoy!, aún no podía creérmelo, uno de mis mayores rivales, uno a los que he odiado con alma..., y ahora, si tan solo alguna persona que de verdad quería se enterase...sería un completo desastre, ¡si tan solo Harry se enterase!, al decir esto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, volaria hasta Escocia solamente para hechizar a Malfoy; además, su familia se había salvado por un pelito por interbención de Harry, no debía enterarse. Una lucha se desataba en mi cabeza, ¿que debía hacer?

«Debes decirle..

¡No!

Pero sino..

Peor sería que se enterase

¡Malfoy se lo merece!

No quiero hacerle sentir mal...»

Una voz sonaba como eco en mi cabeza, «pueden retirarse...», debía de ser la profesora McGonagall, desperté aturdida. Hermione me miraba furiosa y se fue hacia la puerta con aire ofendido, tal vez el no prestar atención en clase para ella era un delito. Recogí los libros que estaban en mi mesa y que ni siquiera sabía como habían llegado allí, ahora tendría que estudiar el doble de la clase de hoy con Hermione, podría venir en los EXTASIS.

—¿Señorita Weasley?—volvió a decir la voz de la profesora, ahora un poco mas calmada.

—¿Si?—pregunté nerviosa.

—Acérquese.

Me dirigí hacia su escritorio, que se encontraba abarrotado de libros y de instrumentos para practicar transformaciones. Me miraba fijamente, probablemente querría regañarme por como me había comportado hoy.

—Usted tal vez no sea la número uno en el curso, pero siempre ha sido una muy buena estudiante. ¿Qué le ocurre?

Hice una mueca imprevista, realmente no esperaba esa reacción, primero pensé en inventarme algo, pero luego suspiré, necesitaba alguien con quién hablar.

—Vera profesora, yo...

Lo pensé mejor, nadie debería enterarse.

—...es que estoy demasiado tensa por que este año termino el colegio. Últimamente solo pienso en...—balbuceé—...bueno, eso.

La profesora McGonagall me miró tras sus grandes gafas.

—No debe preocuparse por eso, muchos estudianes se ponen nerviosos, pero verá que le ira bien. Puede retirarse—terminó con una sonrisa

Salí inmediatamente de la clase, sin siquiera agradecerle. Caminé como loca por los pasillos, era de noche y estaba ambrienta, así que me dirigí hacia el Gran Comedor, en busca de Hermione. El lugar estaba moderadamente lleno, finalmente la vi sentada en la mesa de Gryffindor, charlando con una compañera de séptimo. Me acerqué con la cabeza gacha, tratando de no chocar con nadie.

Me aclaré la garganta ruidosamente, pero ella me ignoró. Me senté para hablarle.

—Eh...¿Hermione?

Ella suspiró agotada, pero finalmente se dirigió hacia mi.

—Ginny, de veras, no te entiendo...¿por qué has estado tan rara desde que te fuiste a ver a Hagrid?. Disculpa por no haber ido, pero tenía que estudiar ¿si?, no es para que te molestes...

—¡No estoy molesta contigo!—exclamé ofendida—. Para nada Hermione, es mas, pensaba que la que se sentía molesta eras tú.

—¿Yo, por qué tendría que estar molesta?

—Bueno, pensé que te habías enterado.

—¿Enterarme de qué?

Me sorprendí, realmente ella no tenía ni idea.

—Oh, pues...—pensé en algo rápido—...que Hagrid no estaba y por eso no pude saludarle.

—¡Ah!—dijo ella, con incomodidad—. No sabía Ginny, pero puedes visitarlo otro día.

—Tienes razón.

Nos miramos y luego concentramos nuestras vistas en la comida, hablar con Hermione me había hecho quitar el hambre, comí unas patatas con carne y pensé en un lugar para pensar, totalmente sola, la sala de menesteres ya no funcionaba...¿la biblioteca? ¡Sí!, Hermione iba a hacer sus deberes en la sala común, ya no iría a la biblioteca. Me encaminé con paso ligero hacia allí, encontré una mesa vacia, la luz estaba levemente baja. Así me senté, absorta en mis pensamientos.

No habían pasado ni bien dies segundos, cuando un chico alto, de ojos grises y tez palida apareció. Se puso seriamente nervioso, al igual que yo, traté de no fijar mi mirada en él, sino el los libros que había abierto para no leer, el corrigió de inmediato su nerviosismo y volvió a la indiferencia.

—¿Qué haces aquí Weasley, poniéndole hueco a los libros?—me fastidió él arrastrando las palabras.

—Estudio Malfoy—le respondí irritada—, cosa que tú aparentemente no conoces.

El rostro de la señora Pince, la bibliotecaria, había aparecido derrepente. mirándolos a ambos furiosa.

—Silencio en la biblioteca—susurró, pero severamente—. O tendrán que salir.

—¿Ves Malfoy?—le dije con voz apagada, a causa de la reprimenda.

Se acercó y me tomó la muñeca con brusquedad y me jaló hasta fuera de la biblioteca. Tuve la oportunidad de solamente tomar mis libros, corrió aún sin soltar mi muñeca hasta llegar a la lechucería, la cual comunmente se encontraba vacía. Las lechuzas ululaban indignadas, aparentemente estaban descansando y las habían interrumpido. Malfoy lo ignoró.

—¿Para qué me tragiste aquí?—le pregunté fastidiada, la mano le dolía mucho.

—¡Quiero aclarar esto de una vez!—farfulló, luego aligeró la mirada—. ¿Qué ocurrió?

—¡Fue un accidente!—exclamé sonrojándome—. ¡Y fuiste tú!

—¿Yo?—dijo alzando un poco más la voz—, te pusiste ahí...¡fue algo horrible!

—Definitivamene—coincidí con él—, fue horrible.

—¿No le dirás a nadie verdad?, no quiero que la gente piense que ando con una Weasley.

—¡Ni yo, con un hipócrita y cretino como tú!—le dije asqueada—. Además, tengo novio.

Me sentía extraña, esa situación no era nada cómoda, y mucho menos tratándose de él.

—¿Potter, verdad?—y sus ojos se fijaron en los mios, con ambición.

—¿Te interesa?—le dije despectivamente.

—La verdad es que sí—arqueé una ceja, en señal de extrañez—, ¡no de esa manera!. Me pregunto si le digiste a tu querido noviecito acerca de eso.

Agaché la cabeza, mirando a otro lado, no quería darle la respuesta pero daba señal de que él ya lo había adivinado.

—Eso pensé—concluyó satisfecho—, me pregunto que pensaría si le enviara una lechuza...diciéndole que su novia anda de travieza, que le miente. Y tú no podrás negarlo.

—¡No te atrevas!—le grité, echaba fuego por las orejas—, ¿como te atreves a hablar así de él?, ¡te salvó de Azkaban!

—Algo que nunca hubiera querído que hiciera en realidad.

Era demasiado para mí, no me iba quedar viendo como un estúpido insultaba a Harry, saqué mi varita tan rápido que Draco no tuvo ni oportunidad de defenderse.

¡Desmaius!—pronuncié apuntando a Malfoy.

Él se tambaleó y cayó al piso, donde se encontraban todos los desechos de las lechuzas.

—Cada vez me caes mejor, ¿sabes?

Lo miré con odio, realmente no lo soportaba, tendría que decirle a Harry de una vez...sino él se adelantaría y malograría la situación. Bajé las escaleras a toda prisa, tenía que ir a la Sala Común y volver, enviarle hoy mismo si es posible, pero aún así...¿qué le diría?:

Querido Harry:

Te aviso que me he besado con Malfoy.

Sonaba increíblemente absurdo, al llegar al retrato pronunció la contraseña:

«Alféizar»—le dije un tanto cansada.

La sala común estaba vacía, era bastante tarde, el fuego fluía maravillosamente. Me senté en una de las mesitas, buscando pergamino y la pluma. Pensé profundamente, tenía que escoger con cuidado, no debían ser rudas ni dolorosas, pero también debían ser sincera.

Querido Harry:

Eh pensado decirte esto desde que comenzó, pero simplemente no encontraba las palabras adecuadas, resulta demasiado difícil. Te suplico que antes de sacar concluciones, termines toda la carta y lo que más quiero, es que no te enojes conmigo aunque tengas razones. Bien, estaba saliendo de clase de encantamientos un día, y me dirigía hacia la práctica de quidditch (por cierto, ser capitana no ha sido nada fácil, pero es grandioso) y bueno, me encontré con Malfoy en el campo. Yo había hecho reservación pero el se rehuzó a hacerse a un lado, así que le quité la escoba que tenía en la mano, la jalamos con tanta fuerza que me caí, y Malfoy tropezó con la escoba así que cayó ensima mio y, pues...nuestros labios rosaron ¡pero no fue un beso!, simplemente un accidente. No soportaba no decírtelo, espero que no te enfades y lo entiendas, aunque no te culpo.

PD: Te agradecería que nadie más se enterara de esto, es muy vergonzoso.

Besos de

Ginny.

Tomé prestado la lechuza de una compañera de habitación, amarré la nota a sus patas, ella ululó aceptando y se perdió de vista cuando salió a las afueras. Suspiré, ahora mi coinciencia se encontraba limpia sabiendo que Harry se enteraría de aquello. Aún cuando se enfadase. Subí las escaleras hacia el dormitorio de las chicas, Hermione y todas las demás estaban durmiendo, me cambié y entré a mi cama absolutamente cansada.

La mañana siguiente, fue un poco mejor que el anterior, ni yo ni Draco nos atrevíamos a entablar una conversación, ni con insultos, ni con palabras normales.