Toc, Toc!
¿Se puede?; sip, he vuelto oficialmente a Fanfiction, y esta vez para quedarme. Sé que la gran mayoría ya lo sabéis, pero todavía recibo mensajes, preguntándome que me ha pasado.
Tuve una complicación importante en mi embarazo, obligándome a guardar reposo absoluto en cama. Os aseguro que no es nada agradable estar en cama todo el día, sin apenas poder moverte... pero todo valió la pena, y el pasado 24 de octubre nació mi niño, sano y precioso, que voy a decir yo jejejeje...
Así que ya que el peque ya tiene 4 mesecitos, y ya duerme casi toda la noche, llega el momento de regresar. "Tal como eres" y "Aprendiendo a vivir" también van a continuar, y en pocos días habrá capítulo del divo y la calabacita ;)
De momento, os dejo el primer capítulo de una historia que llevaba mucho tiempo cociéndose en mi cabeza, y me daba pena que se quedara en el tintero. Espero la disfrutéis y me sigáis acompañando en este nuevo viaje. Deciros que es un fic bastante largo, aunque no pueda deciros aun el número de capítulos exactos.
Puede que ahora no pueda contestar con tanta frecuencia a los comentarios, como siempre he hecho, pero ya sabéis que amo leer vuestras elucubraciones y teorías, y que tendré muy presente cualquier sugerencia, queja... lo que sea.
Una mención especial a mis reques del alma; sabéis que os quiero, al igual que a mis dos locas, Cristina y Sara. También gracias a todas por vuestro apoyo por el Facebook a lo largo de estos meses, y sin más, os dejo con el primer capítulo.
Espero lo disfrutéis, nos leemos abajo.
DISCLAIMER: Los personajes de la saga son propiedad de la gran S. Meyer, el resto salen de mi loca cabeza. Lugares y localizaciones, reales.
Honor, Amor, Devoción
Capítulo I
Base militar de Fort Jackson; Columbia, Carolina del Sur
30 de abril de 2012
-Demonios- musitó Isabella, cerrando la puerta de su casa unifamiliar con el pie, a la vez que intentaba equilibrar su cuerpo con las cuatro bolsas de la compra que cargaba.
-¡Hola cielo!- desde la cocina llegaron los ecos del saludo de Sue, la esposa de su padre desde hace diez años -¿mucha gente en el supermercado?
-Demasiada- suspiró, haciendo notorio su cansancio, a la vez que posaba las pesadas bolsas encima del mostrador -¿Will está dormido?- interrogó con una pequeña sonrisa, como siempre que ocurría cuando alguien o ella misma mencionaba al menor de sus hijos, de apenas 6 meses de vida.
-Se tomó todo el biberón de una vez, le cambié el pañal y le puse en la cuna; cayó fulminado en cinco minutos- respondió, con una pequeña risa -no he visto niño más tranquilo en mi vida; Jake y tú sois afortunados.
-Lo somos- exclamó en voz baja, y con un deje de melancolía que a la esposa de su padre no se le pasó por alto. Al notar su estado de ánimo decaer, Sue dejó el cuchillo en la encimera, acercándose a ella y pasando un brazo por sus hombros.
-En mucho menos de lo que te imaginas, estará de regreso en casa, y conocerá por fin a su hijo.
Isabella, o Bella, que era como todo el mundo la llamaba desde que tenía uso de razón, asintió en silencio, dejando caer su vista en la ventana y enfocando el pequeño jardín trasero. Su marido y padre de sus hijos, Jacob Black, llevaba siete meses en Iraq, desempeñando lo que había sido su sueño desde que tenía uso de razón: ser un soldado.
Era algo a lo que nunca llegaba a aclimatarse; recordaba como si fuera ayer las despedidas y las lágrimas cuando su padre, en aquella época el Comandante Charles Irwing Swan, era enviado a luchar fuera del país. Esa incertidumbre de saber si estaría a salvo o no... si regresaría o no regresaría a casa...
Ella y su hermana Ellie, dieciséis meses mayor que ella, llevaban su angustia e inquietud por dentro; es algo que se aprende desde la cuna si eres hijo o hija de un militar. Pero fue algo que su madre Renée no pudo soportar, y abandonó a su marido y a sus hijas cuando Bella apenas tenía seis años y Ellie acababa de cumplir ocho.
Ella era un espíritu libre, y poco maternal a pesar de haber dado a luz dos veces, según ella misma se definía; y quedó claro que no estaba hecha para vivir en una base militar, esperando meses por un marido que quizá, jamás volviera; nunca se detuvo a pensar en las consecuencias que acarreaba ser una esposa del Ejército. El contacto que mantenía con sus hijas era ínfimo, ya que ambas hermanas Swan, cuando tuvieron uso de razón para procesar todo lo acontecido, jamás le perdonaron que ni siquiera esperara a que su padre regresara, procedente del Golfo Pérsico. Gracias a dios, los abuelos Swan estuvieron ahí para ellas y su hijo.
En aquellas época su padre estaba destinado en Fort Carson, Colorado; anteriormente estuvo en Fort Polk, Luisiana, lugar donde ambas hermanas Swan nacieron. Después de la huida de Renée, la familia, abuelos incluidos, se trasladó a Fort Detrick, en Maryland.
Allí las hermanas crecieron y se convirtieron en adolescentes, y cuando su padre regresó de su última misión, después de más de un año fuera de casa, supo que era el momento de no volver a alistarse y pasar a la reserva. Sus padres ya eran mayores, y después de cuidar tantos años a sus nietas, se merecían un descaso; y sus pequeñas merecían estar con su padre... y además, allí conoció a Sue, viuda y madre de un niño llamado Seth, y se enamoraron. Desde entonces, para las hermanas Ellie y Bella Swan, Sue era como una segunda madre, y Seth su hermano pequeño; de hecho, odiaban los términos tales como madrastra o hermanastro.
Fue en el penúltimo año de instituto de Bella, con Ellie ya haciendo planes para matricularse en la Escuela de Alta Cocina de Chicago, cuando su padre ascendió de grado, pasando a ser el General Swan, y le fue ofrecido el puesto de comandante general de la base de Fort Jackson, una de las cuatro bases militares en las que se desarrollaba el entrenamiento básico de reclutas del Ejército, puesto que no titubeó en aceptar.
Allí habían vivido los últimos trece años de su vida, y por supuesto, fue el lugar donde conoció al que ahora era su marido, el Sargento Jacob Black; una sonrisa surcaba su cara al recordar el momento en el que este, siendo recluta, le pidió salir para su primera cita, y su cara de terror cuando en el transcurso de la misma, Bella le reveló entre risas que era la hija del General Swan.
Pero eso no impidió que ambos jóvenes se enamoraran, y continuaran con la relación, aun cuando Jake terminó el entrenamiento básico y se fue a Fort Benning, Georgia, a la Escuela de Infantería, para uno de los múltiples entrenamientos avanzados. Era el último paso para cualquier soldado, antes de poder entrar en combate, y ser desplegados a cualquier lugar del mundo.
Su amor siguió en la distancia, y Bella acabó el instituto y se matriculó en la universidad. Justo cuando terminó la carrera, descubrió que estaba embarazada. Apenas tenía veintiún años, y la unidad de Jake ya había recibido órdenes para partir hacia Kósovo. Con la bendición reticente del General Swan, contrajeron matrimonio en el juzgado, una semana antes de que se marchara...
-¡Mami!- una vocecita alegre la sacó de sus recuerdos mientras ordenaba la compra en los armarios y frigorífico. Sonrió, oyendo pasos ágiles de pequeños pies. Mandy, su segunda hija, de apenas siete años, corrió a sus brazos.
-Hola cariño- se agachó para recibir el abrazo de su pequeña -¿qué tal el colegio, tienes muchos deberes?
-Solo la redacción de Lengua- le explicó la pequeña, de ojos marrones intensos, pelo casi negro y piel ligeramente bronceada, rasgo que su tres hijos habían heredado de Jake. Mandy fue directa a darle un beso a Sue, cuando por la puerta entraron el General Swan, con la gorra de camuflaje en la mano y quejándose del calor que ya hacía en esa época del año, y su hija mayor Crissy, de nueve años.
-Hola mami- saludó Crissy -abuela Sue, ¿qué hay de cena?
-Macarrones con queso para Mandy y para ti- le contó esta, después de recibir un beso de su nieta mayor -y pavo guisado con brócoli al vapor para los mayores.
-¿Por qué nosotros no podemos cenar macarrones con queso?- interrogó su marido, después de dar un beso a su hija y dejar las mochilas escolares de sus nietas en el suelo, para acercarse a su mujer y besar suavemente su mejilla.
-Porque el médico te advirtió que tu colesterol estaba por las nubes- rodó los ojos su mujer, ante la risa contenida de Bella -¿qué van a pensar los muchachos, si ven que su instructor jefe no puede hacer ni cinco flexiones seguidas?- se burló.
-Mis jóvenes reclutas me adoran- se cruzó de brazos, ligeramente irritado; Bella estuvo a punto de aclararle un par de puntos acerca de ese adoran, pero prefirió morderse la lengua.
-¿Entonces... por qué les chillas cuando corren alrededor de las casas?- la curiosidad de Mandy hizo que Bella y Sue dejaran sus quehaceres, y atendieran a la conversación entre abuelo y nieta.
-No les chillo, cariño... hum... solo les animo para que no se cansen- respondió, rascándose la nuca. Sue rodó los ojos; aunque solían ser los sargentos instructores los que se encargaban de esa tarea, Charlie asistía a los ejercicios casi todos los días, e incluso se ponía él mismo a dirigirlos.
-El sábado les llamaste...- Crissy se metió en la conversación, golpeando su dedo índice contra sus labios, en un divertido gesto pensativo -pequeñas niñas mimadas de mamá.
-Si solo les llamó eso- musitó Bella, rodando los ojos divertida.
-¿Y qué hacía usted levantada a esas horas, señorita?- interrogó Charlie a su nieta mayor, haciéndole cosquillas; era increíble lo mucho que adoraba Charlie a sus nietos y lo cariñoso y divertido que era en la intimidad de su hogar; los reclutas pagarían lo que fuera por poder verlo por un pequeño agujero -apenas eran las ocho de la mañana- le recordó.
-Estaba en el salón, viendo los dibujos animados- resolvió su nieta, como si fuera lo más obvio del mundo.
-Ya está bien de conversación- cortó Bella -Mandy, Crissy, id a lavaros las manos y venid a poner la mesa- les dijo a sus hija, con una pequeña sonrisa.
-¡A mi no me toca!- Mandy se cruzó de brazos y dio una pequeña patada en el suelo.
-Te fastidias y pones la mesa conmigo- le sacó la lengua su hermana mayor.
-Christabel Anne y Amanda Louise Swan- les reprendió Bella, seria -nada de peleas, o mañana ninguna irá a la fiesta de cumpleaños de Lorraine- les advirtió, aludiendo a la amiga de sus hijas.
-Pero mamá...- que quejó Crissy.
-Haced lo que dice mamá, vamos- las instó su abuelo, con un pequeño toque en sus hombros.
Charlie sabía que Bella estaba agotada, y a eso había que añadir la inquietud y preocupación por su yerno, destinado en una de las zonas más peligrosas de Iraq. Había partido un mes antes de que Will naciera, todavía no conocía al pequeño... y las niñas añoraban a su padre. Por eso Sue y él mismo, una vez que terminaba su jornada laboral, intentaban echarle una mano en todo lo que fuera posible, y entre semana cenaban todos en casa del matrimonio Black.
Una vez que las niñas salieron de la cocina, la conversación tomó otros derroteros.
-¿Has sabido algo de Jake?- los ojos de Bella decayeron, ante la pregunta de su padre; -he intentado ponerme en contacto con el Comandante Carroll, pero últimamente la conexión vía satélite está imposible.
-Hace una semana que no sé nada; la última vez que hablé con él me contó que iban a desplegar un operativo especial, y que probablemente, no podría ponerse en contacto hasta que finalizara- cuando no estaba en ningún operativo, siempre hablaban una vez por semana, bien fuera por teléfono o Skype, dependiendo del estado de la cobertura.
-Ese tipo de misiones no suele durar más de dos, tres semanas a lo sumo- la tranquilizó su padre.
-Lo sé- admitió esta, mordiéndose el labio; no era la primera vez, ni muchísimo menos... pero la congoja y la incertidumbre siempre estaban ahí.
-Con quién yo sí he hablado es con Seth- habló ahora Sue; Bella sonrió a la mención de su hermano, de diecinueve años, y que estaba cursando sus estudios universitarios en Boston -lo más seguro que venga de visita el próximo fin de semana y...- sus palabras se vieron interrumpidas por el timbre de la puerta.
Charlie estaba rebuscando algo, con la cabeza metida en el frigorífico, y Bella había salido un momento, alertada por la pequeña diferencia de opiniones entre sus hijas. Secándose las manos con un trapo, se encaminó hacia la puerta principal, y al abrir se topó cara a cara con el Sargento Paul Meraz, compañero de unidad de Jake, y que debido a una seria lesión en el hombro, no había sido llamado para la última misión.
-Se... señora Swan- el rostro de la mujer se llenó de confusión al ver la cara desolada y los ojos rojos de Paul -¿está Bella, o el General?
-Ahora mismo los llamo- se giró para ir a buscarlos, pero un escalofrío recorrió su espalda, y de nuevo encaró al joven oficial. Bajó su vista lentamente, hasta que se encontró con un pequeño folio doblado, que Meraz sostenía en su temblorosa mano.
Un jadeo salió de su garganta, a la vez que te tapaba la boca con la mano, y los ojos se le llenaban de lágrimas.
-¿Qué ocurre, querida?- Paul se irguió al oír la voz de su superior, que seguido de Bella, se acercaron al recibidor de la casa -descanse, Sargento- ordenó, con voz pausada -¿qué ocurre?
-Paul...- lo llamó Bella, al ver que no respondía a la pregunta de su padre; su mano temblaba y sus ojos se aguaron al intentar darle el fatídico papel a la esposa de uno de sus mejores amigos y compañeros.
-Oh, señor...-la bilis subió por la garganta de Charlie, comprendiendo lo que estaba ocurriendo -hija...- la agarró suavemente por los antebrazos, en un gesto de consuelo.
El cerebro de Bella tardó casi un minuto en procesar todo lo que estaba ocurriendo; su respiración de volvió dificultosa, a la vez que el mundo desaparecía bajo sus pies; el peor de los desenlaces, aquellos que siempre planeaban sobre las cabezas de la familia Swan, se hacía realidad con su marido.
-Jake...- musitó con un mínimo hilo de voz -no...- negó lentamente con la cabeza -¡no!- chilló ahora, con voz desgarrada, antes de que todo se volviera negro.
Para cuando el General Swan se quiso dar cuenta, Bella estaba desmayada en el suelo, y siendo atendida por una inconsolable Sue y un frenético Paul. Las niñas, alertadas por el ruido, habían acudido a ver lo que pasaba. Crissy se acercó a su abuelo, tirando de la manga de su chaqueta de camuflaje.
-¿Papa ha muerto, verdad?- preguntó, con el labio inferior temblando. Las lágrimas hicieron acto de presencia en los ojos de Charlie, y por una vez, su fachada de marcado aplomó militar se derrumbó.
No pudo hacer otra cosa que abrazar a sus nietas, que también lloraban desconsoladas.
H*A*D
Con la mirada escondida detrás de unas enormes gafas de sol, los ojos hinchados y rojos de Bella enfocaban el ataúd que contenía los restos de su marido, cubierto por una enorme bandera. Su esposo se había ido, dejándola sola con tres hijos pequeños... ni siquiera había llegado a conocer en persona al pequeño Will...
Una ola desbocada de sentimientos hizo que su corazón por poco colapsara; rabia, dolor, soledad, angustia... y ese inmenso amor, que seguía ahí desde que sus ojos se cruzaron; ella con apenas con dieciocho años, y él con veinte.
Y ahora, con treinta años, ella se había quedado sola. Su compañero, su amigo, su amante... todo se había desvanecido de un plumazo e iba a ser enterrado. A lo lejos escuchaba los trazos del responso que el Pastor Donald, el capellán de la base, recitaba. Su pequeña Crissy estaba apoyada en ella, agarrando con ambos puños la falda negra que llevaba puesta, y escuchaba perfectamente sus casi silenciosos sollozos, y no pudo evitar que una temblorosa respiración saliera de su cuerpo, y que las lágrimas volvieran a hacer acto de presencia.
A su izquierda, una joven de treinta y dos años recién cumplidos y con sus mismos rasgos faciales, su color de pelo y ojos, luchaba por contener también las lágrimas con una mueca. Su hermana Ellie sostenía la mano izquierda de Bella, intentando transmitirle consuelo y apoyo, constantemente franqueada por su marido, Trevor.
Bella estaba apoyada en el hombro de su padre, que desde su derecha, prácticamente sostenía el cuerpo de su hija. Por una dolorosa vez, tuvo que dejar la fachada militar a un lado y dejarse ver como un padre y suegro desolado. A lo largo de todos los años de su carrera, había sufrido la pérdida de soldados a su cargo, muchos de ellos grandes amigos... pero esto no se podía asemejar a nada de lo vivido.
A su lado, Sue agarraba fuerte la mano libre de su marido, llorando en silencio y pasando su otra mano por la espalda de Mandy, que tenía la cara escondida en el cuello de su tío Seth; Will y Elliot, el hijo de Ellie y Trevor, estaban en casa con Leah, la mujer de Paul, que dado su avanzado estado de gestación prefirió no acudir al funeral, ofreciéndose para quedarse con los cinco; pero no hubo manera de que Crissy y Mandy se quedaran en casa.
Toda la familia Swan llevaba casi setenta y dos horas sin dormir; nada más conocer la fatal noticia, Ellie y Trevor volaron desde Chicago, su ciudad de residencia, a la vez que Seth condujo ocho horas de noche, para poder llegar a casa. Bella no tuvo fuerzas para ir a recibir el cadáver de su marido a la base aérea, por lo que su padre, cuñado y hermano fueron lo que se ocuparon de todo.
Toda la base de Fort Jackson estaba congregada en el cementerio de Columbia; el sargento Jacob Black no solo dejaba esposa, hijos y familia desolada... también dejaba a cientos de amigos y compañeros; aunque la gente que vivía o se criaba en el ambiente militar sabía perfectamente que esto podía ocurrir, nunca podían hacerse a la idea hasta que de verdad ocurría.
Los disparos en el aire sacaron a Bella de su ensoñación; la corneta empezó a entonar con suavidad el himno de los Estados Unidos, a la vez que Paul, Jared y otros compañeros de su marido, con el rostro serio y contendido, quitaban la bandera del féretro y la doblaban con meticuloso cuidado militar, formando un triángulo que el Teniente Sam Ulley tendió a Bella, con manos temblorosas.
Aquellas barras y estrellas jamás quemaron más su piel que en ese triste momento, pero Bella la abrazó contra su pecho, a la vez que veía como aquella maldita caja descendía lentamente.
-Adiós mi amor...- musitó con voz temblorosa, antes de que un desgarrador sollozo rompiera la quietud del ambiente.
H*A*D
Horas más tarde, ya con el pequeña recepción terminada, y los niños dormidos, Bella salió a respirar al porche trasero de la casa; llevaba una taza en las manos, llena de humeante tila que le había preparado su amiga Leah.
No sabría hacer un recuento de todas las manos que había estrechado, ni de todas las palabras de consuelo que habían hecho vago eco en sus oídos. Apreció más el abrazo sincero y silencioso de Leah, Emily y el resto de sus amigas que cualquier muestra hablada de afecto.
Su vista paseó por el pequeño jardín de su casa; sus ojos de nuevo brillaron cuando se posaron en el pequeño cobertizo, donde Jake guardaba sus herramientas, y que había dejado a medio reformar. Su otra gran pasión, a parte del Ejército, era la mecánica.
Mirara hacia donde mirara, los recuerdos nublaban su mente; recuerdos buenos, recuerdos de incertidumbre, recuerdos amargos... pero todos con un catalizador común, su marido. Discusiones, risas, lágrimas cuando él le comunicaba que de nuevo debía partir... ahora daría lo que fuera por volver a revivir los momentos buenos y no tan buenos...
-Bella- se giró al escuchar a su hermana Ellie, que taza de café en mano, se sentó junto a ella en el escalón -¿por qué no subes y descansas?; llevas más de tres días sin dormir.
-¿Crees que dormiré de nuevo?- le lanzó la pregunta, pasándose la mano por su larga melena castaña -¿qué voy a hacer, Ellie?, ¿cómo voy a sobrevivir a esto?- su hermana pasó su brazo libre por los hombros, permitiendo que Bella se apoyara en ella y de nuevo, llorara en silencio -¿qué voy a hacer sin él?
-Shhhh... tranquila, Bella- susurraba su hermana mayor, en un intento nulo por consolarla -va ser muy duro al principio, pero todo estará bien.
-¡No!- el grito de Bella la asusto; se había puesto de pie, tirando la taza de tila al césped y taladrándola con los ojos abnegados en lágrimas -¡Jake se ha ido... y nada estará bien de nuevo... nada!
-Bella- la intentó tranquilizar -tranquila, por favo...
Se quedó con la frase a medio terminar, ya que Bella se adentró con pasó rápido en el interior de la casa, tapándose la mano con la boca y llorando a lágrima viva. Su padre, su marido y su hermano salieron, para ver lo que había pasado.
-No se lo tengas en cuenta, hija- le dijo Charlie, después de que Ellie le contara lo sucedido.
-No lo hago papá, no te preocupes- sonrió suavemente. Bella y ella se llevaban muy bien, y se ponía en la piel de su hermana pequeña y comprendía su reacción.
-Todavía está en schock- añadió Trevor.
-Exacto- afirmó Charlie -y créeme, va a ser mucho más duro según vayan pasando los días, y sea consciente de todo.
-Lo sé- aprobó Ellie -¿quieres que me quede, al menos unos días más?
-Te lo agradecería, cariño- respondió su padre -va a necesitar todo el apoyo que sea posible; pero solo si podéis hacerlo- advirtió a la pareja, aludiendo a su negocio.
-Mi hermana puede encargarse del restaurante por unos días; tranquilo por eso, Charlie- respondió Trevor.
-Voy a subir a ver como está- anunció Ellie, poniéndose de pie -e iré a echar una mano a Sue.
Dejó a los tres hombres solos en el jardín, sumidos en un pesado silencio, hasta que Seth habló.
-¿Por qué ha tenido que pasar esto?- musitó, casi con rabia contenida; aparte de su cuñado, había perdido a un gran amigo, sentimiento que era compartido por el marido de Ellie.
-Hijo- llamó su atención el General Swan -Jacob era un soldado...- hizo una pequeña pausa -y esto es un riesgo que asumimos todos los que elegimos este tipo de vida; siento ser así de franco... y te aseguro que esto es, probablemente, lo más duro a lo que he tenido que enfrentarme en toda mi carrera.
-Charlie tiene razón, Seth- habló ahora Trevor -no podemos buscar culpables. Cada hombre o mujer que se alista en el Ejército sabe el riesgo que corre. Y también los familiares y amigos lo asumen, aunque cuando ocurre una desgracia así, sea tanto o más doloroso -el General Swan suspiró, y sus ojos volaron haca una de las ventanas del piso superior, la que estaba en el cuarto de Bella y Jake.
-Nos esperan unos meses muy difíciles- musitó, mirando con pesadumbre a Seth y Trevor.
Bien, hasta aquí el primer capítulo. Poco a poco iremos sabiendo más, e irán apareciendo el resto de los personajes.
Un besazo enorme, gracias por estar ahí, y nos vemos en unos días en "Tal como eres".
