Bien! No es el regalo que deseaba para Año Nuevo ya que quería una partida doble, pero se me hizo imposible terminar el de CSI. Este primer capitulo va dedicado a Juli! (espero te guste y es bastante extenso!) Solo son cuatro capítulos tal vez me extienda a cinco, no estoy muy segura aun. No es el primer Fic que hago pero si el primero que subo de Criminal Minds! :D I'm so excited!

Por si hay alguien a quien le guste combinar esto con la moda, como a mi jeje, los conjuntos que viste Emma en los capítulos están disponibles para que los vean en mi perfil de la pagina Polyvore. .com y mi perfil es brisamarina1

Disclaimer: Los personajes no me perteneces, a excepción de Emma que es de mi total autoria y vale aclarar que el caso es completamente producto de mi loquilla imaginación!

Espero que lo disfruten y las Reviews son bienvenidas! :)

Ahora sin mas a leer!


Chapter One: Once Upon A Time, In The Middle Of Winter.

Año 1973.

-¡Uno más, mami! Solo uno más antes de que te vayas- pidió el niño y su madre sonrió.

-Oh, Jacob, es hora de ir a dormir cariño- dijo con ternura desde la puerta, exhausta pero sin poder resistirse a los claros y acuosos ojos de su hijo que pedía un cuento mas antes de ir a la cama. -Si seguimos con este ritmo, el libro que te regalo papa no durara mucho- rio entre dientes y el niño sonrió feliz mientras se acobijaba bajo las mantas y la observaba atento. –Blancanieves- leyó el titulo y él niño ahogo un gritito de excitación y su madre sonrió. –"Había una vez hace mucho tiempo, allá en el norte a la mitad del invierno, cuando los copos de nieve caían como plumas desde el cielo, una reina que gustaba de coser entada junto a una ventana que tenía los marcos hechos de ébano negro. Y mientras cosía y miraba hacia afuera el caer de la nieve, se punzó uno de sus dedos, y tres gotas de sangre cayeron sobre algunos copos de nieve que habían entrado por la ventana. Y vio aquella sangre preciosa sobre la blanca nieve, y pensó…"-.

-Mami, mami ¿qué sucede?- pregunto Jacob al cuerpo sin vida de su madre que se encontraba en el asiento del acompañante del auto dos días después. –Papi, papi despierta- pidió entre sollozos y el hombre apenas se movió gimiendo de dolor. Desvió la vista hacia el asiento vacío a su lado donde solo reposaba el libro que le había regalado su padre y que rezaba en la tapa azul: "Cuentos de hadas de los hermanos Grimm", llorando lo tomo en brazos y se recostó hecho un ovillo, a lo largo del asiento trasero. –No te mueras mami- susurro abrazando el libro mientras las sirenas se oían a lo lejos, sin saber que ese libro se convertiría en su compañero de vida los años siguientes en los que tendría que afrontar la vida solo…

-Quiero a mi mami- dijo el niño entre sollozos mientras era arrastrado de la mano por la asistente social hacia la puerta de la casa donde viviría con sus padres adoptivos. Había superado todas las pruebas para quedarse con ellos, pero el niño bien sabia que desde el momento que puso un pie en esa casa la detesto; el "nuevo papa" era un hombre malo.

-Jacob tu madre murió hace ocho meses, debes superarlo- dijo con frialdad la mujer que de un zarpazo le quito el libro que tenia el pequeño entre sus brazos. –¡Debes crecer y no necesitaras para ello un estúpido libro de cuentos de hadas!- espeto con desdén, pero fue la gota que rebalso el vaso para el niño que lloro a todo pulmón pidiendo a gritos que le devolviera el libro. Todo le había sido arrebatado con tan solo cinco años de edad, no dejaría que lo separaran de su fiel y ahora único compañero de vida. Vivir de los cuentos que ese libro le ofrecía, escapándose a un mundo mucho mejor, a otra realidad de fantasía y mucho mas alegre, era lo único que tenia para superar el agudo dolor que sentía y sentiría por mucho tiempo al vivir en esa nueva y horrible casa…

Año 1993.

"-El FBI sigue buscando las cinco niñas que han desaparecido en estos tres meses, aun no se sabe quién es el sospechoso, pero testigos están seguros de que ha sido un hombre de unos 25 años que viaja por todo el país y rapta a niñas de entre 9 y 10 años, dejando mensajes de cuentos escritos en las paredes con la sangre de los padres que asesina previamente. Se ha hablado de asesinatos previos y de la toma de trofeos que se llevo consigo el sospechoso. Lamentamos informarles que ya han confirmado que a la lista se ha sumado una niña más, Emma Grant cuyos padres han sido asesinados esta madrugada y sus abuelos la reportaron como desaparecida. Ampliaremos en breve con más información. Soy Beth Talbot de Los Ángeles News para todos ustedes"-.

Año 2008. Actualidad.

Amaneció arriba del avión. No había pegado un ojo como hacia quince años que no lo hacia y cuando observo por la ventana, noto que el cielo invernal apenas soleado de Portland había sido remplazado por el gris y triste de Virginia. No sabía las horas que llevaba de viaje, supuso que muchas porque había cruzado el país, pero ya deseaba bajarse de ese bendito avión. Detestaba volar, desde pequeña había tenido que hacerlo cada dos años y si bien ya debía estar acostumbrada, ese viaje en particular la ponía nerviosa. Hacia dos días exactos que había recibido una llamada del agente Hotchner del FBI, pidiéndole reunirse en Quántico urgente para ayudarlos en un caso y Emma pensó inmediatamente que tenia que estar vinculado con el asesinato de sus padres y su posterior secuestro, y gracias a aquella llamada, había estado las ultimas 48 horas recordándose aquella terrible noche. Nervios, ansiedad, miedo y angustia; un coctel de emociones que se revolvía en su interior a medida que pasaban las horas y se acercaba el rencuentro con los dos agentes que le habían salvado la vida. Pero también se abrían paso en su inquieta y curiosa mente varios interrogantes: ¿Por qué luego de quince años? ¿Acaso había aparecido nuevamente… él? ¿Tan grave era como para que el FBI la citara? ¿Qué tenían que ver ella y sus padres en todo esto? ¿Por qué ahora? ¿Por qué revivir todo eso ahora?

Cuando bajo del avión el frio invernal de Quántico le golpeo el rostro y los copos de nieve quedaron atrapados en sus largos y castaños cabellos. Pensó que había sido una idea estúpida llevar puesta una pollera, pero agradeció el hecho de que las largas medias detenían el frio y el abrigo era lo suficientemente largo como para mantenerla calentita lo que quedaba de la travesía hasta llegar a la sede del FBI, pero antes necesitaba un dulce y caliente café para poder comenzar el día, así que se dispuso a buscar un Café cerca de allí.

Amaneció gris y triste; un típico día de invierno en Quántico, Virginia. Le pareció que algunos rayos del sol jugueteaban con salir de entre las nubes del cielo gris, cuando observo a través de la ventana antes de ingresar a la ducha a darse un baño bien caliente, pero habían desaparecido por completo cuando salió abrigado y dispuesto a irse al trabajo. Dentro de su rutinaria mañana había un lugar que no podía dejar de visitar y que estaba de camino a la BAU, lugar de trabajo: su Café favorito. Derek no podía comenzar su mañana sin su café diario y desde que había descubierto el pequeño y acogedor local por casualidad una mañana que llegaba tarde, la sensación de calidez y tranquilidad, mezclado con el exquisito aroma que le ofrecía ese ambiente por las mañanas antes de comenzar un arduo día de trabajo, era increíblemente reconfortante.

Nunca había estado tan atestado de gente, pero él lo atribuyo a que a esas horas de la mañana teniendo la Navidad tan cerca, ese liquido oscuro y de aroma penetrante era lo único que mantenía despiertos a los transeúntes que hacían las compras navideñas. Se abrió paso entre las personas allí presentes con coloridas bufandas y gorros con formas extrañas que reían y hablaban entusiasmadas acerca de los planes de su dia, para poder llegar a la barra donde le tomarían el pedido, pero algo se lo impidió. Cuando caminaba entre las pequeñas mesas para llegar a su objetivo que parecía cada vez más lejano debido al alboroto de los clientes, una silueta menuda de largos y castaños cabellos caramelo, se puso de pie de repente interponiéndose en su camino de por si atestado, sin observar por donde iba, sosteniendo entre sus brazos una gran pila de libros, e impacto con él que se encontraba demasiado cerca como para poder detenerse y esquivarla. Gracias a sus rápidos reflejos producto de su entrenamiento para el FBI, la tomo de la cintura para que la joven no cayera de espaldas por el rebote acercándola a su cuerpo de manera inconsciente provocando que ella, con sus menudas manos posadas en sus hombros para poder sostenerse de algo, tensara con violencia todos y cada uno de los músculos de su cuerpo como respuesta instantánea a la cercanía entre ambos.

-¿Te encuentras bien?- preguntó quitando el fuerte agarre alrededor de su cintura, alejándola al mismo tiempo que se cercioraba de no mantener contacto ya que parecía incomodarle.

-Wow, eso ha sido… un tanto repentino- dijo corriendo los largos cabellos del rostro y él pudo apreciar su belleza, que claramente lo deslumbro. –Realmente lo siento; oh soy un desastre- dijo avergonzada, pero con recelo de su presencia observando los libros esparcidos por el suelo. Pero él ya no fue capaz de sentir nada mas a su alrededor; ya no sentía el murmullo molesto de las voces de los clientes, ni la pila de libros que se le había caído a ella sobre sus pies. Observándola estupefacto, inmediatamente se dispuso a ayudarla para tener la excusa de observarla unos instantes más. Los cabellos castaños, tenían tonalidades del color del caramelo y además de su extensa longitud eran extremadamente lacios. A Derek le dio la impresión que ni siquiera necesitaban ser peinados ya que caían como una cascada por su espalda. A pesar de su tez blanca pálida, como si enfermara a menudo y las ojeras color malva debajo de sus ojos, sus rasgos eran redondeados dándole al rostro forma de corazón y una expresión adorable con sus mejillas teñidas de un pálido color rosado. Parecía cansada, pero sus ojos dorados y redondos, bordeados de extensas y espesas pestañas parecían dos topacios encendidos fuego ya que su brillo intenso era lo que había logrado deslumbrar al agente. Su pequeña nariz pasaba desapercibida con el complemento que sus carnosos labios de un natural color rosado, pidiendo ser besados, le daban al rostro. Parecía una princesa sacada de un cuento de hadas, era realmente hermosa. -Gracias- dijo con suavidad cuando él le tendió los libros restantes y los tomo con dificultad. Aunque él le llevara unos centímetros era esbelta y a pesar del grueso abrigo que llevaba encima, se podía distinguir una figura perfectamente contorneada y bien proporcionada debajo de la gruesa tela. Derek nunca había visto una mujer así, y vaya que había visto mujeres, pero ella era realmente hermosa, única.

-¿Necesitas ayuda con eso?- pregunto él, con la esperanza de que le contestara que si ya que podría verla unos minutos más, pero la respuesta fue negativa.

-No, agradezco tu intensión pero puedo hacerlo sola; aun debo pagar la cuenta así que será mejor que me apresure- contesto educadamente pero había un vestigio de incomodidad en su tono suave de voz, y no lo observaba a los ojos algo que lo desesperaba porque esos orbes, parecidos a las piedras preciosas, eran hermosos.

-Soy Derek Morgan- se presento con una media sonrisa (algo que nunca fallaba con las mujeres), intentando no sonar desesperado por el temor de no verla nunca más, pero ella apenas sonrió.

-Es un gusto Derek- dijo y su voz sonó como música para los oídos del moreno que aguardo a que le diera aunque sea su nombre, pero como si el destino quisiera jugarle una mala pasada eso tampoco sucedió. Ella sonrió forzadamente una última vez, antes de darle la espalda y dirigirse hacia la barra.

-¡Espera! ¿No me dirás tu nombre?- pregunto atónito de que sea una de las pocas, sino la única, mujer que se le resistía. No era común que Derek Morgan debiera trabajar mucho en una conquista ya que tenía cierto talento para ello, además de explotar su evidente encanto y atractivo físico. Pero ella no, ella fue diferente; lo observo con otros ojos. Clavo sus dorados ojos en los oscuros de él y fue en ese momento que ambos sintieron la conexión. Derek vio miedo e incertidumbre, como si le pidiera ayuda con la mirada, como si se encontrara en un aprieto, pero no debiera decirle nada a nadie, como si ocultara un gran y peligroso secreto detrás de ese dorado intenso. Ella en cambio descubrió en esos oscuros y profundos orbes alguien en quien confiar, alguien que podría protegerla sin hacerle daño, alguien sincero, realmente interesado por ella, además de la clara atracción que ese moreno y seductor hombre le había provocado. Lo observo con atención esa fracción de segundo; le llevaba una cabeza, su espalda era amplia y si ella se situaba detrás de él seguramente era capaz de esconderla de quien sea; su cabeza estaba rasurada, su hermosa y broncínea piel brillaba por las luces del local y se veía en forma gracias a su remera que ajustaba en los lugares indicados para sugerirlo; sus rasgos eran afilados, su nariz delicada y respingada, cuidaba muy bien una barba con forma de candado alrededor de sus irresistibles labios de los cuales el inferior era mas carnoso y sobresalía dándole una forma única a su boca… Pero decidió que no; no lo dejaría acercarse, se había prometido no cometer otra estupidez nunca más e iba a cumplirlo.

-Lo siento, Derek- dijo con suavidad y el creyó que se derretiría allí mismo al oír su nombre salir de sus labios. –Debo irme- y sin más se dirigió a la barra, pago la cuenta y desapareció de allí, bajo la atenta mirada de él.

-¿Qué hay de nuevo Morgan?- pregunto el barman, viejo conocido de él.

-No mucho Phil- dijo el aludido un tanto decepcionado, sin sentarse ya que tenía prisa porque tras consultar su reloj había notado cuan tarde estaba llegando.

-¿Lo mismo de siempre?- pregunta con una sonrisa tendiéndole el café humeante que olía exquisito y Morgan sonrió ampliamente, llevándose una mano al bolsillo para pagarle el café, pero Phil lo detuvo.

-No será necesario, agente; esa joven con la que estabas hablando pago el tuyo cuando lo hizo con el de ella- dijo sonriendo orgulloso del moreno al mismo tiempo que le guiñaba un ojo. Desconcertado y sin poder ocultar el interés, interrogo al barman pero no logro quitarle nada mas allá de que era la primera vez que la veía por allí. Un tanto irritado, salió del bar y de camino a la central pensó que no era para nada un día normal.

Sin los pesados libros en su poder ya que los había dejado en su casillero de la universidad, con el bolso de viaje mínimamente equipado y sin poder quitarse de la cabeza la imagen del atractivo moreno que se cruzo en el Café, se dispuso a ubicar la dirección que el agente le había dado por mensaje de texto. El abrigo color beige y la bufanda escarlata la mantenía caliente mientras caminaba en busca de un taxi y se cruzaba con personas que iban y venían entusiasmadas por las compras navideñas. Sonrió melancólica ya que hacia años que no festejaba la navidad y recordaba que era la festividad favorita de su madre, mientras que la de su padre era Halloween…

Tomo un taxi recorrió las calles de Quántico, Virginia con el papel con la dirección en una mano hasta que finalmente llego al establecimiento del FBI y se dispuso a encontrar la bendita y escurridiza central de la BAU, no sabía qué demonios significaba eso, pero era lo que le había dicho el agente cuando hablo con ella hacía dos días. Por alguna extraña razón el nombre Aaron Hotchner le sonaba de aquella noche, pero no recordaba de que momento, o cuando, o relacionado a que rostro de los tantos que había visto cuando la rescataron; sin embargo del agente David Rossi si se acordaba. El hombre había mantenido contacto con sus familiares después de lo ocurrido para estar al tanto de la vida de ella, pero hacia unos años, cuando se fue de la casa de su tía, no supo nada más.

Tomo el ascensor para dirigirse al piso requerido donde se encontró con un murmullo constante de voces, teclados siendo tipeados, papeles que se movían de un lugar a otro, muchas personas… Suspiro desanimada al encontrarse con la idea de que debería comenzar a pedir indicaciones. A pesar de estar acostumbrada a viajar por todo el país debido a su condición, estaba exhausta debido al largo viaje, además de cumplirse quince años exactos de que no pegaba un ojo por las noches, debido a su horrible y doloroso pasado que debería compartir con esos agentes del FBI, que la habían llamado para que viajara con ellos debido a un caso que se relacionaba con el suyo. Si, nada más ni nada menos que su horrible y doloroso pasado. Esas ideas se agolparon en su mente, junto con el coctel de sensaciones que sentía desde que había tomado el avión, y si no hubiese sido por su autocontrol, hubiese salido corriendo de allí debido a un ataque de pánico.

Camino nerviosa por el lugar, hasta que se cruzo en su camino una joven que llevaba puesto un vestido de colores brillantes y llamativos, de tacos y anteojos combinándole y maquillaje bastante cargado; su cabello era rojo y hablaba rápido y suave a través de un micrófono de bincha mientras oscilaba en una mano lo que parecía una lapicera con plumas y un anotador de hojas rosas en la otra, a un superior ya que intercalaba las palabras con un "señor" de por medio que indicaba respeto. Cuando colgó, ella aprovecho a acercarse con temor.

-Disculpa- dijo nerviosa y logro que la joven de cabellos rojos volteara y posara sus curiosos y amables ojos en ella. –Ehmm, ¿podrías decirme dónde puedo encontrar al agente…- dijo bajando la vista al papel que tenía en sus manos. –Hotchner, por favor?- finalizo y la joven de colores brillantes abrió de par en par sus ojos y poniéndose de pie la observo atónita.

-¿Emma? ¿Eres Emma Grant?- pregunto con una sonrisa alegre y la aludida asintió lentamente con la cabeza. –Wow, eres igual a tu madre- dijo con ojos asombrados.

-¿Conociste a mi madre?- pregunto Emma confusa y la joven se limito a asentir apenada.

-Es un gusto, mi nombre es Penélope García. Estábamos esperándote- dijo amable, saliéndose por la tangente, tendiéndole la mano la joven no dudo en estrechar con confianza porque era eso lo que le provocaba esa tal Penélope con sus curiosos ojos y amable sonrisa.

-Lamento la demora, es que no soy de por aquí y me he perdido- dijo la joven de cabellos largos y acaramelados poniendo una excusa a su demora en el Café, pero la de cabellos rojos agito una mano indicándole que no se preocupara.

-No debes hacerlo, pero si me aguardas un segundo ya estoy contigo… Es que Hotch me ha dicho que lo llame en cuanto llegaras- dijo discando rápidamente un teléfono del escritorio más cercano y Emma observo con detalle el lugar. Era amplio y estaba colmado de escritorios con personas que iban y venían, como oficinistas pero con la única diferencia que eran agentes del FBI. Sobre la pared más alejada pudo leer lo que BAU significaba: Unidad de Análisis de Conducta y presintió que estaba en el lugar equivocado. ¿A qué conducta se referirían? ¿Por qué la habían citado si ella no tenía nada que ver con esa sección del FBI? ¿O sí y ella aun no lo comprendía? Sobre el costado izquierdo de esa pared, unas escaleras subían a unas oficinas de las cuales la primera tenía la luz encendida; Emma sospecho que estaban en reunión porque el ambiente no estaba tan poblado como hacia un rato, cuando había llegado. El golpe del tubo del teléfono, cuando García corto la trajo de vuelta a la realidad; volteo a observar a la joven y simpática agente que mostro una sonrisa.

-Bien, la reunión ha terminado, pero debo llevarte a mi guarida para que dejes el abrigo y el bolso, mientras se preparan para recibirte. ¿Puedo ofrecerte un café mientras tanto?- dijo alegre caminando hacia una dirección y tras asentir, la joven intuyo que debía seguirla. Definitivamente Penélope García era de ese tipo de personas a las que no puedes evitar encariñarte con facilidad. Le infundía confianza y serenidad a pesar de su alegre comportamiento, algo a lo que Emma no estaba acostumbrada: a confiar en las personas. –Aquí tienes- dijo con suavidad tendiéndole una taza e ingresaron a una pequeña sala abarrotada de computadoras dispuestas en sus respectivos escritorios de manera circular frente a dos sillas. Emma observo todo con ojos desorbitados, mientras la agente se sentaba cómoda en una de las sillas.

-Gracias- contesto la aludida dándole un sorbo. –Así que… ¿a esto te dedicas?- pregunto sentándose a su lado.

-Así es, aquí busco toda la información que el equipo necesita; no hay programa, virus o contraseña que se me resista- bromeo y la joven sonrió ampliamente.

-Así me has encontrado, ¿verdad?- pregunto con curiosidad y ella asintió, parecía apenada. –Aun no entiendo porque estoy aquí- dijo confusa observándola fijamente a los ojos. -¿Acaso es por lo de mis padres? Tu me has dicho que conociste a mi madre…- dijo con un nudo en el estomago.

-No soy yo quien debe decírtelo, lo siento- se disculpo y Emma sonrió a medias. –Sé que vienes de Portland, ha sido un viaje largo- señalo y la aludida asintió con una sonrisa cansada. Las escasas luces de allí resaltaban el color malva de sus ojeras y la palidez extrema de su rostro, algo que impresiono a Penélope en cuanto la vio.

-Sí; aunque estoy acostumbrada a los viajes, cruzar el país es un tanto agotador- sonrió.

-¿A que te dedicas?- pregunto la de rojos cabellos y la aludida sonrió melancólica.

-Es complicado poder establecerme en un lugar ya que debo cambiar de estado cada dos años, por lo que ningún tipo de negocio fijo que piense costear, me servirá de algo. Estudie artes visuales; en otras palabras dibujo, pinto y hago esculturas, pero los cuadros están en el sótano de mi casa ya que con eso de no tener un local no puedo mostrarlos…- dijo bajando la vista apenada y Penélope deseo no haber preguntado ya que realmente le afectaba.-Como estoy desde hace cinco en Portland, decidí estudiar otra cosa un tanto mas… tranquila, así que estudio literatura universal- sonrió un poco mas relajada y la analista le devolvió la sonrisa con ternura. A pesar de lo que le había sucedido siendo una niña, ya tenía un titulo y estaba en busca de otro, jamás se había detenido; eso era realmente admirable en alguien joven y con un oscuro pasado. El teléfono sonó, y la técnica se apresuró a atender.

–Si señor, ella ya esta aquí. Enseguida señor- dijo apresurada y tras cortar se puso de pie. –Ya es hora de irnos. Quítate el abrigo, que lo dejaremos aquí con el bolso. ¡Por cierto, te vistes muy bien niña!- dijo alegre y la joven la observo sin ocultar el nerviosismo. –No pasara nada Emma, estamos aquí para protegerte- sonrió con ternura mientras tomaba la bufanda y el abrigo que la joven le entregaba y luego de un minuto de silencio, salieron de allí.

El problema no eran ellos, pensó la joven, el problema era de que o de quien la protegían. ¿Por qué estaba allí? ¿Por qué el FBI necesitaba su ayuda? No entendía nada de lo que estaba sucediendo y el temor iba consumiéndola de a poco, mezclándose con los recuerdos cada vez mas nítidos de hacia quince años, a medida que se acercaban a la sala donde debía ser presentada. Sentía nauseas y mareos; no podía haber otra explicación, eso debía ser por el asesinato de sus padres…

Hotch había presentado el caso, que se vinculaba con otros diez de hacia quince años; los padres asesinados y niñas de entre 9 y 10 años desaparecidas y muertas aunque nunca se encontraron los cuerpos, con reporte de objetos de la familia desaparecidos. En el nuevo, tres familias habían sido asesinadas, de las cuales en la ultima sus dos hijos, una niña de tres y un niño de cinco años, habían desaparecido. Si bien se le vinculan diez, los cuatro primeros fueron de práctica ya que asaltaba casas y mataba de una manera desorganizada a los propietarios. Recién en los últimos seis, los agentes habían encontrado la firma del asesino que los vinculaba con estos tres nuevos: escribía citas de cuentos de hadas infantiles en las paredes de las casas con la sangre de los padres. La cita en la pared del ultimo crimen rezaba: "Ya habían pasado tres días desde que salieron de casa. Comenzaron a caminar de nuevo, pero cada vez se internaban más en el bosque, y si no llegaba pronto ayuda, morirían de hambre y debilidad." El equipo estaba desconcertado y era claro que la información se estaba tornando retorcida y complicada ya que sabían muy poco del sospechoso.

Dentro de los seis primeros asesinatos, el último no había llegado a concretarse ya que había dejado una sobreviviente cuando el sospechoso escapo. Tanto Rossi como Hotch, que habían sido parte de ese caso que nunca pudieron cerrar, creían que el asesino había vuelto, en busca de algo en particular: la última victima que había dejado con vida, que por supuesto ya no era una niña.

-¿Secuestraba a las niñas luego de matar a sus padres frente a ellas, para llevarlas a su casa donde las violaba, luego las mataba y las enterraba en el jardín de su casa?- pregunto JJ sin poder ocultar el horror en su mirada, al igual que Prentiss cuyo rostro se había desfigurado debido a la impresión y Rossi asintió. –Entonces hay algo que no cierra con los nuevos, es decir son dos hermanitos, no es su patrón a excepción de la firma-.

-Así es, ha intentado recrear sus fantasías con las niñas, pero algo sucedió con la última. Ahora creemos que ha encontrado a la sobreviviente del último asesinato, ya que ahora es una joven de unos 25 años y que quiere llamar su atención. Por alguna razón no pensaba matarla hace quince años, fue por eso que prefirió escapar a matarla como las demás y ahora ha vuelto en su busca- informo Hotch. -La quiere de regreso, solo para él-.

-Tal vez quiera formar una familia con ella o hacer una especie de intercambio con los niños- señalo Reid observando la pantalla con seriedad; realmente era retorcido y espeluznante. –Pero aun no comprendo de que se tratan las citas y de que tipo de textos son… porque lo hace-.

-¿Cómo la ha encontrado? Ustedes dijeron que esta en un programa de testigos- dijo Morgan un tanto ceñudo ya que la imagen de la joven del bar no se iba de su cabeza y le impedía concentrarse.

-Hasta hace unos meses el programa de testigos ha funcionado, es decir, ella debía cambiar de ciudad y domicilio cada dos años, desde lo sucedido y nosotros controlábamos que así sea, pero los asesinatos nos hicieron pensar que estaba en peligro nuevamente. Al ser pederasta, si antes fue cuidadoso, ahora lo es al extremo tal de pasar completamente inadvertido. Selecciona con cuidado a los niños sin mantener un contacto previo con ellos y aguarda al momento ideal para secuestrarlos; es muy paciente y planea los secuestros. Es por eso que debemos tenerla con nosotros y protegerla. Es la única que puede ayudarnos con el perfil, la única que ha convivido con él más de dos semanas-.

-Sera difícil encontrarlo, Nueva York es grande y en esta época del año hay muchas personas en las calles- dijo Morgan negando con la cabeza mientras observaba las fotos de los crímenes.

-¿Por qué Nueva York y no Portland que es el lugar donde ella vive?- pregunto Prentiss que había estado muy callada observando el informe.-Porque sabemos que ha estado asechándola, que sabe lo que hace y donde vive-.

-No lo sabemos aun, tal vez sea para generar más pánico y atraer la atención del público. Tal vez él vive allí ahora o es un lugar de pasada hasta llegar a su real objetivo- dijo Hotch mientras discaba un numero en su celular. –García ¿ya llego? Nosotros estamos listos, ¿puedes traerla?- dijo y cuando corto se apresuró a darle algunas indicaciones al equipo antes de que llegaran. –No le diremos de que se trata, solo lo mínimo e indispensable como para que este tranquila y segura con nosotros, y pueda ayudarnos con el perfil; ha realizado un viaje largo y no debemos atosigarla de repente. Se vera en situaciones limite ya que recordara constantemente su pasado, por lo que debemos protegerla de ella misma también y de lo que pueda llegar a hacer. Y por sobre todas las cosas no debe ver las fotos de las escenas del crimen- informo con seriedad ya que en algunas paredes estaban escritas con su nombre. Es en extremo peligroso para ella ya que es muy paciente, intentara acercarse de una manera cuidadosa, y no debe encontrarla- finalizo al mismo tiempo que tocaban suavemente la puerta y García aparecía acompañada de la testigo. Todos la observaron con curiosidad excepto Morgan que no pudo disimular su asombro al encontrarse con un par de ojos redondos y dorados que brillaban con intensidad al verlo y parecían tener el mismo interrogante tatuado en ellos, que los de él: "¿Qué haces tu aquí?".

-Equipo, ella es Emma Grant- presento Hotch luego de estrecharle la menuda mano a la joven que sonrió con timidez a todos, y volvió a posar sus ojos atónitos, en el moreno que por obra del destino estaba sentado al otro extremo de la mesa correspondiéndole la mirada.

-¿Tu?- pregunto Morgan interrumpiendo el cómodo silencio con su voz grave, conmocionado de encontrase con esa belleza que se había resignado a no ver nunca mas. Todos se giraron para observarlo unos instantes y luego hicieron lo mismo hacia el otro lado para observar la reacción de la joven que se limito a observarlo fijamente con serenidad.

-Hola Derek- saludo ella con suavidad al lado de Hotch, clavando su mirada intensa en él que sintió taquicardia. La observo con temor y preocupación; tenía sentimientos encontrados, por un lado le alegraba saber que era ella la que debían proteger, ya que le daría tiempo para estar a su lado y tenerla cerca, pero por otro no era bueno que corriera peligro, que corriera el riesgo de morir asesinada, que él deba trabajar como si estuviera haciéndolo con cualquier otra victima, lo que era imposible porque sentía que ella era especial, si, a pesar de haberse cruzado en un bar aquella mañana, Emma ya le gustaba y mucho.

-¿Se conocen?- pregunto Rossi asombrado, pero con la mueca en el rostro que tiene cada vez que sospecha de algo y no parara hasta saber que es, observando al moreno pero fue ella quien respondió ya que Morgan no podía articular palabra alguna.

-Nos hemos conocido en un Café a unas cuadras de aquí, esta mañana- contesto con suavidad; Emma era del tipo de personas educadas como Reid, que no necesitaba levantar la voz cuando hablaba.

-Bien ya que lo conoces, me resta presentarte a los demás- dijo Hotch sin apartarse de su lado; había estado a su lado hacia quince años, aunque ella no lo recordara, y aun sentía al igual que Rossi, que debía estarlo en ese momento. –Ellos son los agentes, Emily Prentiss- señalo a una morena de perfil respingado, ojos oscuros y rasgos delicados que le sonrió ampliamente. –Jennifer Jerau o JJ- dijo y la de cabellos rubios como los rayos del sol y ojos celestes e increíblemente dulces y maternales, le sonrió amable. –Y el Dr. Spencer Reid- finalizo señalando al que parecía ser el mas joven del grupo, de cabellos castaños, ojos caramelo y rasgos aniñados, que alzo la mano y le sonrió tímidamente, a lo que extrañamente ella se sintió identificada; fue como verse en un espejo. –El agente Rossi al que ya conocerás como a Penélope García nuestra analista, experta en computación- presento y Emma sonrió nerviosa. -Por lo que veras nuestro equipo es mas numeroso que la ultima vez- dijo con amabilidad observándola desde su gran altura y ella asintió con una media sonrisa tímida. Morgan no le quitaba los ojos de encima ya que parecía una ilusión, un producto que su imaginación había creado para recordarla con detalle, pero no, ella se encontraba allí mismo frente al equipo, con su irresistible y contorneada figura perfectamente vestida mostrando sus esbeltas piernas debido a la pollera que tenia puesta. Parecía una muñeca.

-Estará con nosotros un tiempo más; le harás mal si sigues mirándola de esa forma- susurro Penélope que se había sentado a su lado y él dio un brinco como si lo hubiesen pinchado con una aguja. La observo sin comprender a que se refería pero la de cabellos rojos, se limito a sonreír ampliamente. –Aunque después deberás contármelo todo, porque no esperarás que me conforme con tan poco como esas miradas que intercambiaste con ella, además de que me hayas remplazado con tanto descaro- bromeo sonriéndole con cariño mientras le guiñaba un ojos, y luego se ponía de pie como el resto para regresar en silencio a su guarida tras despedirse de la joven testigo que sonrió relajada.

-Salimos en 30 minutos, por favor no se retrasen. Emma acuérdate de darle el numero telefónico a García antes de salir ya que ella te llamara a menudo mientras estemos en Nueva York y antes de que nos vayamos le pondrá a tu celular un chip GPS para localizarte- dijo Hotch antes de salir de allí con Rossi y el resto del equipo, y ella asintió nerviosa. Su mente era una laguna, aun no le habían dicho nada más que presentarla al equipo y grande fue su sorpresa al encontrarse con que el atractivo moreno del Café de esa mañana era uno de los agentes de FBI que se acercó a ella cuando la sala quedo vacía.

-Así que… Emma Grant- dijo con una media sonrisa y sus oscuros ojos brillaron de una manera particular. -Ahora comprendo porque no querías darme tu nombre- dijo con una sonrisa amable, aunque afectada. Emma lo observo fijamente sin sonreír, intentando saber que era lo que él quería de ella; porqué le interesaba tanto.

-Espero que ahora comprendas porque no pude hacerlo- dijo con una sonrisa tímida a modo de disculpa, observándolo fijamente, atenta a cualquier gesto o mueca. –No lo tomes como algo personal, es algo que hago con todo el mundo- finalizo y él asintió sonriendo provocándole a la joven taquicardia; realmente estaba deslumbrada.

-¿Qué te parece si comenzamos de nuevo?- pregunto amable, contagiándola con su sonrisa y ella asintió sonriente. –Mi nombre es Derek Morgan- dijo tendiéndole la mano que ella tomo con suavidad.

-Es un gusto, Derek- dijo observándolo y sus ojos dorados brillaron intensamente y él sintió como una descarga eléctrica que comenzaba en su mano que tomaba la de ella se esparció por todo su cuerpo, muriéndose en su cabeza luego de estimular miles de neuronas. –Soy Emma Grant- finalizo con suavidad.

-¿Lista para viajar a Nueva York, Emma Grant?- pregunto con dulzura y su voz grave hizo la pregunta más provocadora y sensual de lo que él se disponía y luego de que ella asintiera, ambos sonrieron sintiéndose cómodos con la presencia del otro, iniciando una guerra silenciosa de miradas intensas y curiosas.

Del otro lado de la ventana, con el agente y la joven aun dentro de la oficina, García observaba atenta a lo que ocurría, llamando la atención de Prentiss y JJ que se acercaron curiosas.

-García, Hotch dijo que…- comenzó Prentiss, pero se interrumpió cuando la de rojos cabellos la chisto. JJ la observo curiosa y ambas se asomaron con la técnica en informática, a la ventana de donde podía observar sin ser vistas.

-¿Acaso son…?- comenzó JJ atónita mientras las tres observaban como Morgan y Emma hablaban animadamente antes de irse.

-¿Es lo que creemos que…?- pregunto a su vez Prentiss sonriendo inconscientemente.

-¿Acaso no son tiernos? ¡Miren a mi Derek como intenta acercarse a ella!- dijo Penélope entusiasmada y las dos agentes sonrieron. –¡Parecen dos barras de chocolate, una negra y una blanca; son perfectos juntos!- Emily y JJ se observaron atónitas riendo por la comparación, aunque dándole la razón a su amiga ya que Emma y Morgan parecían el dia y la noche, y la química que se percibía en ambos era increíblemente positiva; se hablaban a través de las miradas y parecían cómodos con la presencia del otro.

-Bueno al menos sabemos que él no pierde el tiempo- bromeo Emily riendo entre dientes, debido al extenso prontuario de conquistas de su compañero y JJ asintió, pero García se limito a bufar.

-Mmhh, yo no lo diría así, mi querida y buena Emily Prentiss. Emma realmente le gusta, mira el interés en sus ojos, como la mira, como le sonríe!- dijo ahogando un gritito de excitación.

-Si tú lo dices- dijeron la rubia y la morena cantarinamente, sonriendo burlonas y Penélope la observo con el ceño fruncido.

-Pero no le será para nada fácil- dijo JJ observando a través de la ventana con pena en sus ojos, ya que la situación era complicada y Emma una víctima muy frágil.

-¿Cuándo las cosas han sido fáciles para Derek?- dijo Penélope casi con tono maternal debido a la dulzura de su voz, conociendo a su compañero mejor que nadie y sus compañeras estuvieron de acuerdo.

-Bueno tal vez pueda con este reto que el destino le presento. Después de todo tal vez sean el uno para el otro- señalo Prentiss, reconsiderando la idea. –Tal vez Emma lo entienda como nadie a excepción de ti, lo hace- dijo y al notar que el agente y la joven se acercaban a la puerta para salir, las tres amigas se apresuraron a desaparecer de allí antes de ser vistas.