El señor Jhon Hadley cree que el amor paternal puede ser la mejor cura de una enfermedad hereditaria. Aquel sentimiento que lo convenció al conocer a la madre de sus hijos, de establecer una vida con una joven simpática y cariñosa. Es el amor por ese recuerdo y en agradecimiento por la existencia de sus hijos es que cuida y lucha contra la enfermedad de su mujer.
Trata de equilibrar la vida de padre/madre con sus hijos y la de un esposo con su esposa. En el que Remy ayuda pero poco a poco se aleja, cuando las reacciones de su madre le ahuyentan y dañan su vida, la marcan para siempre. Y no hablan cuando su madre es confinada a una clínica. Y les llega la noticia de que ha fallecido el día después de que su hija quedara en cuarto lugar a nivel estatal, en el festival de ciencias.

Llora en gran parte de la noche, lo sabe por estuvo un rato parado al lado de su puerta y luego pudo escucharla a la mañana siguiente, cuando se había marchado a la escuela, tenía tan sólo 12 años.

Al parecer nada cambia. Pasan los años ante sus ojos cuando Remy llega tarde con una camiseta de AC/DC y la cara sudada y feliz, era la edad de los 17. Con la brillantez de su inteligencia se va en el otoño, y ella se saluda desde el Sarah Lawrence. Cuando tropieza en su habitación recuerda su maleta con destino a la escuela de Medicina. Sólo regresa a casa en navidad y llama para su cumpleaños mientras que él no ha conseguido otra esposa, ni ha tenido más hijos que Amy quien viene y va de la escuela y se prepara para su fiesta de promoción. Por lo que consideraría una falta de respeto ante Anne y sus hijos.

Despierta, va a trabajar. Pasa el tiempo con sus amigos en el bar y regresa a casa a dormir, su última hija a partido hacia el mundo de la independencia. La misma que ha heredado de él al igual que sus hijos mayores. Como todo lobo solitario que necesita resguardar a su cachorros, cuando a va a visitar a su hijo mayor. No puede evitar hacer un esfuerzo para pasar saliva y traer a la memoria la misma imagen de hace 15 años. Lo abraza como al bebé que sostuvo cuando se lo entregaron al nacer, culpándose a si mismo que a la ausencia de Anne. Escucha el relato interrumpido y largo de su hijo. Habían heredado la enfermedad. También Remy lo tiene.
Es la última vez que ve a su hijo. Según los vecinos poco después de su partida, él salió de su apartamento con una maleta. Días más tarde se enteraba que había muerto. Una jove que se negaba a dar pistas de identificarse. Sabe que es un acto de misericordia hecho por otro ser que necesita ayuda.

Siente las lágrimas de Amy a través de su saco mientras ve el féretro entrar al horno crematorio. Es un día de verano y estrecha la mano de un hombre oscuro que dice que trabajo con ella. Que ella se regía por el espíritu libre y a pesar de que rompieron, él la valoraba como lo que ella representaba. Una gran mujer.

-Mucho gusto de conocerle, señor Foreman- Contestó el hombre que aún no pasaba de los cincuenta-y-tantos años.