Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro.

Marín y yaoi

Capitulo único: De Nochebuenas y Navidad.

Empezaba a odiar esos días de descanso que su diosa les había asignado por las fechas y mas el haber dicho que quería permanecer en su cabaña a solas, descansando, aunque en el fondo agradecía no tener que entrenar bajo el inclemente frio, su consuelo era su pequeña chimenea y su ropa de dormir aun puesta.

¡Feliz Navidad! ¿Quien había sido el genio que la había postulado ese día como sinónimo de compañía y unión?, pensó Marín.

Y si, así ese día se había vuelto un martirio para la amazona, pues todo el mundo días antes y desde que la diosa de la sabiduría la instituyo como celebración, todos sus conocidos con caras de emoción comenzaron a hacer planes para reunirse, ¡incluso Shaina!, y aunque había recibido algunas invitaciones, sinceramente su corazón melancólico le hizo declinarlas.

Tal vez y solo tal vez en el fondo odiaba esos días porque no tenía algo en que y quien ocupar su tiempo y permanecer en soledad en su cabaña se tornaba de lo más aburrido y nostálgico. Nunca había celebrado fechas como esas que recordara, así que le parecía de lo más común estar en casa o eso creía ella...

Por lo menos ya había pasado más de la mitad del día, y eso ya era ganancia, aunque en el fondo deseaba que cada segundo pasara más rápido. Tanto tiempo de encierro le estaba comenzando a calar y los libros que ya había leído ya eran insuficientes. Fue entonces que se levanto de su cama y quiso arreglar un poco la cabaña, así perdería tiempo, removiendo sus pocas pertenecías de un lugar a otro.

Y mientras caminaba en el interior de su cabaña, con nostalgia y al sentir debajo de sus pies un papel, alzó de su puerta un sobre colorido, sonriendo al ver una nota de Feliz Navidad cortesía de su alumno Seiya. Era cierto que él la había persuadido para que pasara esas fechas a su lado, mas ella prefirió reservarse como ahora se encontraba y hacer que la tarde pasara como cualquier día común, pero mientras mas pasaban los minutos, más parecía arrepentirse de negarse. Y el único en quien podía pensar la acompañaría un rato para hacer mas fácil el día, parecía estar muy ocupado con celebraciones en el Salón Papal. Sin duda ese día pintaba para fatalidad total.

Y ahora su estómago estaba rumiando de hambre, así que dejó de mover cosas y se allego hasta su cocina ,buscando en la alacena algún alimento que pudiera cocinar, cualquier cosa común, nada en particular, mas sus sorpresa no fue mayor al encontrar nada exquisito entre latas que ni si quiera sabia que estaban ahí como pimientos en escabeche o arroz frito.

Definitivamente tenía que ocuparse más de su cocina y menos en entrenamientos si quería sobrevivir, sobretodo si mantenía guardadas latas de tres años ya caducas. Siguió rebuscando y al fin encontró dos latas de atún frio.

Tomó en sus manos las latas de la alacena y al verlas, suspiro fastidiada, extrañamente una pereza le había invadido.

Resignada, pensó que la mejor solución seria salir a comprar algo, sin embargo...¡ era Navidad, ¿qué lugar podría estar abierto en Navidad si todos habían hecho sus compras días antes?!,pensó.

Molesta, se allegó a la ventana y observo tras la cortina como el Santuario se había teñido de blanco color y las brisas frías se colaban por todas partes, al igual de algunos cuantos jóvenes que se reunían bajo la nieve y corrían a las demás cabañas a apandillarse con sus amigos.

Suspiro triste, ¿Qué acaso todo estaba en su contra ese día? , quiza hubiera sido mejor optar por la sugerencia de Shaina de irse a embriagar en la cabaña de Misty, mas eso no le satisfacía del todo.

Y cuando estaba por tirarse a la tristeza, extrañamente un golpeteó en la puerta atrapó su atención. ¿Pero quién se había atrevido a llegar a ese lugar y ese día?, pensó y con la curiosidad en mente, corrió a abrir la puerta.

Al girar la manija del portón, su corazón se congeló:

—Aioria...—balbuceó incrédula mientras veía al bello caballero con algunos copos sobre su cabello, envuelto en una bufanda y una enorme chamarra que le sonreía— ¿Qué haces aquí?

Divertido al percibir la reacción de la amazona, se adentró a la cálida cabaña y mostró una bolsa que juzgaba contenía algunos alimentos— ¿Creíste que te dejaría pasar la Navidad sola y no vendría verte?

Ella sonrió complacida tras esa máscara aunque se avergonzaba al recibir con su ropa de descanso al santo, le perdió importancia, total, ella no esperaba visitas.

—Espera... ¿como supiste qué...?—preguntó la amazona después de todo , ella no le había comentado que haría en esas fechas al santo.

—Un pajarito o mejor dicho, una Cobra me comentó sus planes con los caballeros de plata y supe de inmediato que declinarías de ellos, así que yo decidí escaparme de la celebración con los demás santos—sonrió tierno mientras tomaba la mano de su compañera— además no creo que lo noten, Milo estaba contando unas anécdotas que los tenían de mas entretenidos.

— ¿Tan bien me conoces...?—cuestionó picara la pelirroja mientras invitaba a sentarse en su pequeño comedor de madera al santo.

—Lo se tanto como que no te gusta el alcohol en exceso, las lentejas y la Navidad—exclamo él mientras depositaba las cosas en la mesa y al instante buscaba algo con la mirada.

— ¿Esa es tu cocina verdad?—señalo un rincón de la cabaña el santo.

—Si.

—Que bien, espero que te guste lo que voy a preparar—dijo con alegría el santo mientras avanzaba hacia el lugar afirmado. Con tristeza, Aioria miró las latas fuera de lugar de la amazona y trato de disimularlo, tomando las cosas de la bolsa y comenzando a sacar paquetes de pasta de ella, mientras Marín se acercaba curiosa.

Al percatarse de las latas, Marín intento acomodarlas y devolverlas a la alacena, haciendo que el santo se ruborizara:

— ¿Así que el atún es bueno para Navidad?—bromeó el felino mientras la amazona se ruborizaba tras la máscara.

—Es que yo...—afirmo apenada la pelirroja—no planee nada para hoy.

—No importa, hoy te hare el mejor espaguetti que has probado, incluso mejor que el de Máscara Mortal—comento orgulloso Leo mientras cortaba pimientos, champiñones y ponía la sopa a cocinar.

— ¿Quieres que te ayude?—preguntó Marín ansiosa, después de todo Aioria hacia todo aquello por ella.

—Si quieres, abre la botella de vino que esta en la bolsa y saca algunos bocadillos que traje, es queso, zarzamoras y no recuerdo que mas—ordenaba amable Aioria mientras continuaba en su ardua labor de sazonar los ingredientes.

La amazona le accedió y fue hasta la bolsa, sacando lo que faltaba de la misma. Entonces su sorpresa no fue mayor, una caja oscura de chocolates con una nota para ella con su "Feliz Navidad Marín", descubrió.

Aioria al no escuchar sonido alguno, giró su mirada hacia la amazona y la vió con su regalo en las manos:

—Son para ti, espero te gusten.

—Aioria...—suspiro ella conmovida mientras su corazón comenzaba a latir de manera descomunal—gracias.

Al verla tan callada, el santo quiso saber en que era lo que pensaba la amazona tras la máscara, pero seguramente era algo bueno, así que decidió seguir con su celebración. Se aproximo al ver que ella no reaccionaba y le tomó las manos—Oye porque no te cambias en lo que se termina de cocinar la pasta, aun me falta una sorpresa para ti.

La amazona asintió divertida y se dirigió a su pequeño apartado buscando alguna prenda para resistir el clima. Al cabo de unos minutos, la amazona llamó al santo:

—Aioria...

Al girar su mirada para verla, no hacia falta que ella luciera una prenda de alta costura para verse hermosa a sus ojos, si con su simple encanto lucia perfecta, un modesto pantaloncillo y abrigo suelto de color rosado.

Si tan solo pudiera ver su rostro a través de la mascara, seguro seria mas hermoso que lo que ahora veo, pensó Leo.

—Estoy lista, ¿cuál es la siguiente sorpresa?

El santo se aproximó lentamente hasta ella e involuntariamente le acaricio los cabellos, posando sus manos alrededor de su rostro metálico. Se quedo algunos segundos con aquella sensación esperanzada, mas su cordura le hizo carraspear la garganta y continuar con lo que tenia preparado.

Y así, santo y amazona salieron de la cálida cabaña caminando entre la espesa nieve hacia un monte donde había señalado Aioria. En el camino ambos juguetearon con la nieve, comentado increíbles historias sobre ella, aventándose algunas bolas de nieve y removiendo los pequeños arbustos con nevisca para que cayera sobre ellos.

Y así, al paso de los minutos, la noche los atrapó a ambos, quienes iniciaron su regreso a la cabaña, aunque Aioria al verla tan tiritante en su retorno a la pelirroja, alcanzó su cintura y se apego a ella para calentarse.

Al final y cuando recién llegaron a la cabaña, ambos se postraron en las escalinatas de la entrada unos minutos, observando la inmensa oscuridad y el impresionante brillante cielo de aquella noche.

— ¿Te has divertido, te ha gustado tu Navidad, Marín?—pregunto sereno el santo mientras su aliento se convertía en brisa blanca y apretaba sus manos una sobre otra para aguantar el frio.

—Por su puesto que si, Leo—murmuro la amazona mientras se balanceaba en la escalinata abrazada a sus rodillas.

—Estas congelándote—murmuro el santo mientras la veía removerse impaciente y él le estiraba su mano—ven, te abrazo.

Ella se quedo pasmada, no sabia porque su corazón se estaba desbordando de emociones en aquel momento pero tenia miedo de acceder pues su aliento ya de por si se resistía, así que sin querer, le toco el rostro y le embarró algo de nieve—Tu también te estas congelando.

—Si...—sonrió é,l regresando su bella mirada esmeralda al cielo—pero es mejor estar aquí que adentro.

Entonces suspiró el santo—Marín, ¿quieres que te cuente una historia?

Ella le miró intrigada y después le afirmó.

—Existe una flor...muy conocida en estas fechas, su nombre Noche buena. —explico—Son flores muy especiales. Crecen en regiones de América en fechas como estas y cuenta la leyenda que...erase una flor amarilla, que de la nieve de invierno brotó y que un buen día, se enamoro de la única rosa roja de lugar, la rosa al ver tan sola a la flor amarilla le robó un beso y se ruborizo tanto la flor amarilla, que no pudo evitar teñir sus pétalos de ese color convirtiéndose en Nochebuena. La flor que era amarilla, estaba tan enamorada de la rosa que fue en busca de un avellano para regalárselo, pero he de recordarte que es raro que una rosa crezca en invierno, así que cuando un habitante del lugar paso a su lado, la arrancó y cuando la Nochebuena regresó con su avellano, busco a la rosa por todas partes, pero no la encontró. La Nochebuena creyó que la rosa había ido a buscarle y que algún día regresaría, así que decidió esperarle ahí sola en la nieve, sin importar el frio ni lo duro que fuera, su amor siempre la esperaría. Y cada invierno que la esperaba, recordaba aquel beso, tiñendo sus pétalos de rojo, de ahí su mágico color.

—Vaya... que linda y triste historia—murmuro la amazona encantada.

—Y como esa flor amarilla siempre esperaría a su amor, yo quise regalarte una...—debajo de sus ropas, el santo saco un broche de flor roja encantadora que maravilló a la amazona.—para que nunca olvides que siempre te estaré esperando.

Un silencio se hizo en el ambiente, dejando escuchar la pesadez en la respiración del felino mientras le dedicaba una mirada ilusionada—Feliz Navidad Marín.

Los nervios recorrieron como espiral el cuerpo de la amazona y algunas lagrimas amenazaron con brotar de sus ojos, aquellas palabras y regalos era mas de lo que podía esperar, ese hombre sabia en definitiva como volverla loca.

Entonces pensó, el ya había dado tanto, ¿por qué ella no se regalaba también un poquito de felicidad y a él? .Al principio Aioria suspiro nervioso al no obtener respuesta aparente de a la amazona, ¿acaso se había equivocado?.

—Yo...—dijo ella sin dejar de observar el bello broche en forma de flor—yo también tengo un regalo para ti, Aioria.

Lentamente, la amazona tomó las manos del santo y las llevó hasta su rostro quien abría cada vez más sus ojos ante la sorpresa. Definitivamente eso no estaba en los planes.

— ¿Estas segura?—pregunto con miedo el santo y ella así, le asintió.

Lánguidamente la máscara se fue separándose de la piel, dejando con los labios ligeramente abiertos al santo quien se sorprendió al ver el más encantador rostro tras el metal.

¡Era hermosa!, sus largas pestañas enmarcando esos preciosos y azulados ojos como el mar, y una pequeña naricita deliciosa con unos labios que le hicieron titubear.

Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

Apasionada, ella se allegó al abrazo del santo mientras este posaba unos segundos su nariz contra la de ella. —Feliz Navidad Aioria.

Y tras decir esto, él santo se separo escaso centímetros y relamió sus labios nervioso mientras su mirada lo traicionaba anhelante de los ávidos labios de ella.

Y sin dudarlo mas, Marín dio el siguiente paso, atrapando sus labios entre los de Leo. Tras unos segundos de apasionadas caricias que hacían olvidar el frio de la noche, ella se alejo unos centímetros del tacto de Aioria.

— ¿Volvemos adentro a cenar?—preguntó aun deseoso el santo de Leo.

—Volvamos adentro...—murmuro ella poniéndose de pie mientras le tendía la mano—aunque esta noche no creo que quiera pasta, te quiero a ti.

Continuara...no lo se, por ahora fin!

Lindos lectorcitos pues a un día que sea Navidad, les dejo este fic que surgió entre un rato de ocio, mi preparación de la cena de Navidad y villancicos románticos como las canciones del Michael Buble, si lo adoro! La verdad es que ya les traía ganas a mi pareja favorita, espero lo hayan disfrutado y que ustedes pasen una excelente Navidad al igual que esta parejita !Les mando miles de bendiciones y besos, espero verlos pronto y Feliz Navidad les desea Saint Lu y el arquerito!

P/d:si continuara este fic, seria con otra parejita como Shura y Geist o Milo o Shaina, aunque aun no lo se, depende del tiempecin!