¡CORREGIDO, REESCRITO Y RESUBIDO!
De un anime/manga/novela que es que lo he amado *_* HE LLORADO HE GRITADO Y HEHFDJSHFJSLDHANDS... Pues eso, comencemos con lo de siempre xD
Pareja: NEZUMI x SION :'DD Quién si no? ewê
Advertencias: Pues... en realidad es una prueba de lemmon de esta pareja... CREO QUE HA QUEDADO MUY BIEN! w; Así que eso, genialmente lemmon~
Disclaimer: Las novelas las hizo Atsuko Asano, así que de ella es todo este mundo chachis :3
Ninguno de los dos sabía cuándo habían comenzado a ver la puesta de sol juntos desde un pequeño edificio en ruinas, justo a unos metros del hogar que compartían.
Cuando la luz del astro rey empezaba a tomar ese intenso y cálido color del crepúsculo, Sion iba hacia el edificio en ruinas, donde casi siempre se encontraba a la rata callejera, observando también el bello espectáculo.
Aquel mismo día no fue una excepción para la costumbre de Sion y se dirigió a dicho edificio en ruinas, donde esperaba encontrarse con Nezumi y poder hablar con él de cosas banas, como la cantidad de perros que había lavado en el hotel de Inukashi. Pero al llegar a la construcción derrumbada no había nadie.
Sion, sorprendido, miró alrededor por si su compañero estaba escondido entre las sombras. También echó una mirada por donde había venido, por si lo veía subiendo colina arriba, viniendo de la ciudad. Pero tampoco venía por el camino.
Con un encogimiento de hombros, el chico se dirigió al lugar donde siempre se sentaba a admirar la belleza del cielo anaranjado. Tal vez en aquel saliente antes hubiese habido una pared, pero si así era, no quedaba ni rastro de ella. Suspiró mientras se acomodaba en la dura piedra y movía sus pies en el vacío. Se sentía un poco solo y melancólico sin Nezumi allí.
Algo dentro suyo le dijo que era egoísta mirar el precioso paisaje sin el ojiplata, pero los curiosos ojos de Sion no pudieron resistir la bella panorámica que ofrecía aquel lugar y miraron el horizonte, cincelado con la mitad de una esfera anaranjada.
Casi al instante tuvo que cubrirse los ojos con una mano y entornarlos. La luz seguía siendo intensa. Pensó que los rayos no dejarían de ser nocivos hasta que Nezumi llegase. Era algo sin lógica alguna, pero era un hecho y no pensaba cuestionárselo a si mismo. También era un hecho el que Nezumi tendría que aparecer antes del anochecer. Lo sabía.
Por un impulso se levantó de nuevo y volvió a mirar el camino que venía de la ciudad. La rata seguía sin aparecer. Entonces enfocó sus bermejos ojos más allá del Distrito Oeste, donde estaba el muro de No.6.
Dio unos pocos pasos, alejándose del atardecer y acercándose al otro extremo, donde aún había una pared con un recuadro que quería ser una ventana. Apoyó en el borde las manos y su imaginación atravesó el muro; pudo ver los verdes árboles, la ciudad privilegiada donde había vivido hasta que conoció a Nezumi, Cronos, Safu sonriéndole y cuestionando todo lo que hablaban con su análisis científico...
Una suave brisa agitó sus albinos cabellos y entonces vio en su cabeza el gran edificio central: el Moon Drop. Acto seguido, su lamento. Aquel sonido fue real, nada que su imaginación hubiese creado. Odiaba aquel gemido lastimero.
Entonces algo parpadeó en su mente y un delicioso aroma lo cubrió todo. Vio Lost Town y la modesta panadería de su madre. Un suspiro de nostalgia le escapó de los labios.
Una pequeña risa ligera hizo que aterrizase de su pequeño vuelo imaginario a No.6. Reconoció al instante la pizca de soberbia y sarcasmo de aquella voz.
—Nezumi. —Dijo Sion a modo de saludo mientras se giraba para recibir a su querido compañero.— ¿Por qué has tardado tanto?
—¿Qué te importa eso a ti? —Protestó Nezumi sin mirarle y dirigiéndose al lugar que solía ocupar para mirar el horizonte junto a él.— Así que echas de menos tu vida de lujos, príncipe.
Sion frunció el ceño, no como signo de molestia, sino de reflexión, pensando en esa posibilidad. Torció la boca mientras dejaba atrás la ventana en la que estaba apoyado y se sentaba de nuevo donde había estado antes a solas. Miró de reojo a la rata antes de contestar y vio que no le prestaba atención, sino que observaba el atardecer.
—No, no es eso. —Contestó con firmeza el más bajo mientras se miraba los pies.— Por muchos lujos que tuviese, mi vida allí no me llenaba del todo. Estaba pensando en mi madre y en el pan que horneaba. También en Safu cuando intentaba enfadarme al cuestionar todo lo que le decía. —Añadió con una sonrisa de añoranza.
—Así que estabas pensando en esa amante tuya. —Se burló Nezumi, centrando su mirada en el rostro de Sion.— Entonces te has decidido a darle tu esperma. ¿Quieres que uno de mis ratones se lo envíe en una cápsula?
—¡C-claro que no! —Sion se enrojeció tanto que incluso destacó sobre los rayos anaranjados del atardecer reflejados en su rostro. Nezumi empezó a reír fuertemente mientras echaba la espalda sobre el suelo y se cubría el estómago con las manos.
Mientras las carcajadas de Nezumi remitían poco a poco, una sonrisa se fue extendiendo en los labios de Sion. Aunque a veces las bromas del mayor eran pesadas, el albino no podía enfadarse con él. Además, siempre que escuchaba reír a la rata, aunque pareciese que le estaba dando un ataque de locura, su pecho quería explotar de felicidad. Le gustaba ver a Nezumi reír porque sus platrados ojos resplandecían con fuerza y aquello era un espectáculo aún más bello que el atardecer que estaban presenciando.
—De todas formas, aunque quieras darle tú semen, ahora mismo no podrías. —Sentenció la rata mientras recuperaba el aliento y se incorporaba, quedando sentado de nuevo.
—¿Ah? ¿Y eso por qué? —Preguntó Sion arqueando una ceja y mirando con fijeza a su compañero.
—Porque ese semen es mío. —Contestó firmemente Nezumi, como si fuese algo obvio que Sion tendría que aprender, si es que no lo sabía ya. En cambio, el albino se quedó helado ante aquella respuesta, sin encontrarle un sentido lógico ni una contestación coherente.— Mientras permanezcas en mi hogar y fuera de No.6, me perteneces.
Para oídos de cualquier otra persona, las palabras de Nezumi sonaron como una declaración de posesividad, prepotencia y soberbia. Pero lo único que Sion creyó sacar en claro de aquel hecho (que no se atrevía a cuestionar) fue una sutil declaración de amor.
—Entonces nunca me iré de tu hogar. —Murmuró Sion mientras se perdía en la niebla plateada que le suponían los ojos de Nezumi, el cual parpadeó extrañado y se quedó en silencio durante unos largos segundos.
—...¿Estás intentando seducirme? —Dijo el ojiplata habiéndose mojado los labios antes y hablando con cierta lentitud, como si Sion no le fuese a entender.
—... —Sion, como Nezumi había creído, no logró comprender la situación y ni siquiera fue consciente de su anterior afirmación, aunque era totalmente sincera.— ¿Eh?
—Hmph... —Nezumi rodó los ojos y suspiró, pero no puedo evitar sonreír al comprobar la confusa expresión de Sion. Con un elegante movimiento, como siempre, la rata acarició la mejilla de Sion, delineando después la línea de la mandíbula y acabando en la barbilla para así poder elevarle un poco el rostro. Con una penetrante mirada, dijo:— Recuérdalo, Sion: eres sólo mío. No dejaré que nadie más esté a tu lado, te mire, te toque o... —Pareció morderse la lengua antes de seguir y apartó la mano con la que cogía el mentón del más bajo, apartando después la mirada.
"Cálido". Así describía Sion el sentimiento que sentía extenderse desde su pecho hasta sus extremidades. Cuando dejó de sentir el contacto de Nezumi en su barbilla y los ojos de plata se desligaron de los suyos, sintió como si un frío viento le azotase el interior de las costillas.
Deseaba sentir la calidez de Nezumi, la calidez que gritaba que estaba vivo. Pero la rata se quedó en silencio, sin hacer nada. Entonces Sion se sorprendió al verse a si mismo acunando el rostro de Nezumi entre sus manos con infinita delicadeza.
La rata parpadeó confusa justo antes de que Sion se abalanzase sobre él y le robase un beso.
Un beso tierno y dulce de unos labios inexpertos. Nezumi no pudo evitar cerrar los ojos mientras dejaba que su vello se erizase, siendo consciente en su totalidad de las manos que le sostenían las mejillas con increíble suavidad y de los rosados labios que le besaban con la inocencia que se esperaba de Sion.
Nezumi incluso sintió timidez cuando acarició con la lengua los labios de Sion y la metió lentamente en su boca. El albino supo responder ante aquella intrusión y se fundieron en un beso que empezaba a ser lujurioso y lleno de pasión. El hecho de que Sion fuese inexperto y su boca fuese virgen hacía que Nezumi le desease más.
Cuando la rata empezó a dejarse llevar, ladeando la cabeza y agarrándole la nuca, entonces Sion se separó y tomó aire, con los ojos entornados y un rubor cubriéndole las mejillas.
Repentinamente pareció darse cuenta de lo que había hecho y se separó más de Nezumi, mirándole con los ojos abiertos como platos. El mayor soltó su nuca y le devolvió la mirada, preguntándose qué le pasaba ahora. Sion se rozó los labios con la yema de los dedos sin dejar de mirar a la rata y entonces dio un respingo que pareció devolverle a la realidad por completo. Se levantó precipitadamente y por un momento pareció a punto de perder el equilibrio.
—¿Sion? —Dijo Nezumi arqueando las cejas y mirando cómo Sion tropezaba hasta con sus propios pies mientras se dirigía a las escaleras maltrechas del edificio.
— ¡T-tendríamos qu-que volver, ya es de noche! —Exclamó Sion antes de correr escaleras abajo con el rostro totalmente rojo.
Y era verdad, pero Nezumi no se había dado cuenta hasta ahora de que las estrellas empezaban ya a colgarse en el oscuro cielo que cubría el Distrito Oeste. Aún sorprendido por la pérdida de la noción del tiempo, la rata se escabulló escaleras abajo, siguiendo los pasos de Sion y yendo hacía su hogar común.
