Día de júbilo en el Reino de la Oscuridad. Los Incorpóreos habían sido desbandados, su líder Xemnas aniquilado, de Maléfica y Pete nada se sabía; el Rey y los portadores de la llave-espada habían vuelto a sus respectivos mundos. Por un tiempo, los Sincorazón no tendrían nada de que preocuparse.
Wagram se despertó después de un sueño agitado, lo primero que vio fue el cielo negro, con grandes nubes tormentosas arremolinadas por un viento salvaje. Había imágenes inconexas, de su época como Sombra, reptando, acechando, esperando a un pobre humano para robarle su corazón. Al fin el momento llegó, fue en la ardiente Agrabah, ¿un camellero? Tal vez, humano al fin, lo tomó de los tobillos y lo lanzó al suelo. El humano estaba paralizado, su rostro era una mueca de horror. Fue fácil hundir la garra en el pecho, y sacarle el caliente, luminoso corazón; el camellero (¿lo era?) se hundió de inmediato en un pozo de oscuridad, del cual emergió otra Sombra, que se escondió en el suelo. Ese corazón le permitió ascender, de arrastrada Sombra pasó a ser un gallardo Bandido Lunar. Le gustaba mucho la forma que había adoptado, los brazaletes dorados, las babuchas blancas, las cuchillas que juntas formaban un perfecto círculo. Lo único que detestaba era la constante presión de sus jefes locales, los hermanos Volcánico y Gélido. Siempre gritándoles tanto a Bandidos Lunares, Bandidos Obesos, a Pitonisas, como Rocas Plateadas, para que dieran el 100 por ciento en la recolección de corazones. Raras veces otorgaban un descanso. Tal actitud, severísima, contrastaba con la blanda y comprensiva actitud que tenían para con los Cubos Helados y los Globos Fieros, sus directos protegidos.
Aunque hace unos días que no tenía que soportarlos, había sido llamado al Reino para lo que prometía ser la reunión más importante de Sincorazón desde la fallida apertura de Kingdom Hearts. Completamente despierto, Wagram emergió de las ruinas en las que había improvisado un campamento, se desperezó y empezó a admirar el paisaje. El cielo tormentoso, ruinas por todos lados, un suelo irregular, pedregoso y llenos de charcos con agua púrpura. "Todo un paraíso", pensó, y no pudo evitar una sonrisa irónica plasmarse en su boca de zigzag. Ante él pasó una jauría de Perro Rabiosos. Luego una procesión de Osados Caballeros. Más tarde un alud de Estrellas de la Mañana. Los Sincorazón se lo tomaban en serio, él no sentía demasiado entusiasmo, hasta sentía algo de miedo, los jefes siempre tenían ideas estúpidas, altisonantes, prometiendo la gloria a los orgullosos portadores del Emblema. El resultado: la primera generación casi desapareció (Invisibles, Angel Stars, Behemoths, etc.), los Sincorazón se replegaron, perdiendo todo los mundos conquistados. Aún así, muchos veían a Ansem como al gran líder. Wagram sintió una presencia detrás de él, sin perder tiempo, sacó su cuchilla circular y la lanzó contra lo que estaba acechándolo. Hubo un destello, las cuchillas del Bandido Lunar, chocaron contra la gruesa lanza de un Lancero; el rostro de Wagram se iluminó, su ojitos amarillos brillaron.
-¡Osric!-Gritó, al tiempo que dejaba caer sus cuchillas. El Lancero hizo a un lado su lanza y lo abrazó.
-¿Cómo se encuentra el señor del mameluco?-Le preguntó con su habitual jovialidad.
-Muy bien, hombre de hojalata.-Contestó. Osric, uno de los pocos Sincorazón por los que Wagran sentía aprecio. Lo había conocido por casualidad, cuando el Lancero, aburrido de vagar por el Inframundo, decidió salirse de su ruta. Entre tantos pasillos tétricos, llenos de llamas azules y burbujas por doquier, perdió el rumbo y fue a parar a Agrabah. Wagram encontró en Osric a un Sincorazón capaz de hablar de otras cosas que no sean sólo devorar corazones y mundos, hablaban de cómo vivían los humanos, de cosas que les gustaban en común, llegaban a arriesgarse grandes reprimendas sólo por abandonar sus respectivos puestos, con tal de verse. A Wagram se le hinchaba el pecho de orgullo al mencionarlo como "su amigo". De improviso, entre los dos, apareció una Sombra, por la forma en que agitaba sus antenas y movía nerviosamente su cuerpo, se podía decir que estaba enojada.
-¿Qué esperan? Los jefes están a punto de comenzar a dar los lineamientos de lo que será nuestra revivificación. La oportunidad de redimirnos de tantos fracasos.-Examinó los rostros oscuros y carentes de interés de ellos-Es lógico que ustedes no sientan el orgullo de ser Sincorazón, no es sólo llevar un emblema, o asustar humanos, es una forma de vida, superior a todas las demás. Yo, veterano de Ansem, sé lo cómo llevar con orgullo nuestro estandarte.-Concluyó, golpeándose el pecho con orgullo. Wagram y Osric se miraron. Los Purasangre y su prosapia, soberbios que deben su alta estima al hecho de no haber sido rebanados por la llave-espada.
-Claro, ustedes son lo que derrotaron definitivamente al Rey.-Comenzó a recitar Osric, con la voz en falsete, remedando la altisonancia de la Sombra.
-Abrieron la puerta a Kingdom Hearts.-Siguió en el mismo tenor Wagran.
-E inundaron de oscuridad eterna al Universo entero.
-Loados sean, Ansem y ustedes, nos guiaron a la gloria.
-¡Salve!-Gritaron al unísono, para luego estallar en carcajadas. La Sombra emitió un gruñido de enojo, fundiéndose en el suelo.
-Mejor vamos, no nos vamos a perder la diversión.-Sugirió Osric. Wagram asintió.
Juntos emprendieron el camino al Anfiteatro, un edificio (por supuesto que en ruinas) ubicado al norte, que sirve para reuniones masivas. Para llegar ahí, se tenía que atravesar un terreno ondulante, cubierto de piedras, tras unas colinas grises.
Al llegar a las puertas, enormes y en forma de arco, se separaron. Cada uno ocupó las gradas que le correspondía a sus respectivos tipos de Sincorazón. Wagram lamentó eso, los discursos solemnes y aburridos se llevaban mejor con Osric al lado; la anodina charla de otros Bandidos Lunares, o la inexistente de los Bandidos Obesos, no lo satisfacía. En el centro del Anfiteatro había una plataforma de mármol, que se elevaba dos metros sobre el suelo. Se encontraban todos los jefes, Posesor, Iluminador, Carcelero (que se rumoreaba tener cierta relación de parientes con Jaula Parásita), Jefe Gélido y Volcánico, Jinete de Tormentas, Parca Pirata; Temblor Salvaje no pudo asistir por problemas personales, anunciaron unos Soldados, pero todos sabían que era por falta de espacio (aunque nunca se mencionaba su problema por temor a herir sus sentimientos).
-Me siento muy seguro al ver a todos estos brillantes líderes juntos.-Le comentó otro Bandido Lunar. Wagram lo miró fijo.
-Supongo que eso fue irónico.-Le dijo, su colega se quedó callado. Mientras tanto, en el centro de la escena, Parca Pirata se adelantó y con voz macabra (muy conveniente) anunció:
-Saluden a vuestro nuevo líder.-Señalando con la palma de su garra a su flanco derecho. Ese lugar quedó cubierta en sombras, que se agitaban con violencia, fueron ascendiendo hasta formar la figura de ¡Phantom! "Que no se había muerto" pensó con perplejidad Wagram, por la exclamación general, el auditorio compartía su confusión. Phantom se acercó al borde del escenario y empezó a flotar como si fuera una estrella de rock pavoneándose en un concierto.
-Hemos sufrido tremendas derrotas, hemos perdido a nuestro amado líder Ansem, casi nos caemos en el abismo de la extinción a manos de esos insufribles Incorpóreos, ¡pero sobrevivimos!-Exclamó con voz estentórea. Todos aplaudieron, emocionados hasta las lágrimas. Excepto Wagram, que optó por un tímido aplauso.-Sabemos que no podemos vencer, al menos por ahora, al Rey y al portador de la llave-espada.-Un tremendo abucheo tapó lo que estaba diciendo, con un gesto de ambas manos pidió calma.-Pero podemos hacer algo más sensato, tal vez algunos lo juzguen cobarde en el corto plazo, pero los Sincorazón con grandes miras y aspiraciones, sabrán lo beneficioso que será en el futuro. Incluso, nos hará tan poderosos que podremos derrotar a todos nuestros enemigos, y engullir todos los corazones que deseemos.-Estruendo ensordecedor, vítores, la masa oscura entusiasmada a más no poder. "Ni siquiera saben de quê se trata", pensó con amargura Wagram. Phantom prosiguió.
-Como saben, los mundos están conectados, pero no de una manera general, cada mundo tiene sus conexiones específicas con unos, y con otros no. Formando sistemas, que a su vez forman racimos de mundos. El número de mundos es finito, aunque son tantos, que su número roza la infinitud, y ni el Rey podría contarlos todos. Debemos movernos a un sistema muy alejados de donde residen nuestros enemigos, donde las noticias no lleguen o tarden siglos en llegar. Yo, y mis colegas.-Señaló a los demás jefes.-Hemos encontrado un racimo de mundos muy especiales, casi todos son sistemas únicos, de un sólo planeta. Entre ellos, uno se destaca, paradójicamente, por su mediocridad. Sus habitantes, humanos, lo llaman Tierra. Quienes allí habitan carecen de toda habilidad mágica, y sus aptitudes físicas dejan mucho que desear. Y lo mejor de todo, su taza de reproducción es enorme y el grueso de su población está concentrado en unos pocos centros urbanos. Jamás la habíamos tenido taaan fácil. Para nosotros, la Tierra y sus humanos significan tres cosas: desayuno, almuerzo y cena. Ya hemos abierto distintos corredores de oscuridad a ese mundo. Mañana comenzaremos la invasión, cada uno de ustedes será, en la brevedad, asignado a las distintas áreas del planeta de acuerdo a sus capacidades.-Otra rastrera ovación. Wagram miró directamente al abismo negro de la capucha de Phantom, percibió algo indefiniblemente maligno, más retorcido y cruel de lo que cualquier Sincorazón podía ser. Enseguida comprendió que todo era un error. Que nos los guiarían a la gloria, sino que se perpetuaría el dolor y la miseria. Hasta tal punto se sintió aterrado que deseó que el portador de la llave-espada los hubiera exterminado a todos. Buscó el rostro de Osric en el palco de los Lanceros, necesitaba un rostro amigo. Lo encontró, pero en lugar de calmarse, se sintió peor. Su gran amigo tenía el mismo horror reflejado en el rostro.
