El Mundo de Harry Potter no me pertenece, así como esta historia que es de Cuteblndegoddess. Todo lo demás es de JK


Beautiful (Traducción)

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Capítulo 1: Recaudación anual de fondos para San Mungo N° 433

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Se paró en la esquina del gran salón de baile lleno de gente. Era la recaudación para el Hospital San Mungo y Draco Malfoy estaba aburrido hasta las lágrimas. Tomó un trago de champán y observó las falsas sonrisas de sus compañeros de fiesta. Era la fiesta que organizaba por obligación para San Mungo, su familia la había organizado por años y años y él sentía como si fuera su deber continuarlo incluso después de las muertes de su padre y de su madre. El nombre Malfoy cayó en desgracia al final de la vida de su padre pero él había recuperado algo de su antiguo respeto viviendo una vida de hombre de negocios y siendo un prominente miembro de la comunidad.

Cada cierto tiempo alguien se acercaba y entablaba una conversación ociosa, acorde a los impecables modales de magos sangre pura. Él asentía y sonreía y miraba el reloj con la esperanza de que todo terminara pronto para poder volver a su trabajo. Las horas seguían pasando mientras se mantenía lo mejor que podía. Su túnica negra y su camisa blanca se sentían pesadas y rígidas en su cuerpo.

—Necesito un poco de aire —murmuró para sí mismo, partiendo hacia las cocinas donde podría escabullirse por la puerta trasera momentáneamente.

—¿Algo está mal, amo Malfoy? —chilló uno de los elfos.

—No, nada… sólo necesitaba un descanso —dijo y se dirigió a la pesada puerta de roble al final de la enorme cocina.

El aire fresco de la noche golpeó su rostro refrescándolo inmediatamente, las diminutas gotas de sudor que salpicaban su frente se evaporaron al cielo. Se sentó en un gran banco que bordeaba los jardines y suspiró tragando el resto de champan de su copa. El cielo negro estaba salpicado solo por unas pocas estrellas centellantes, brumosas nubes grises estropeaban el vasto manto oscuro. Miró su reloj de nuevo.

—¿Solo son las nueve? —Preguntó en voz alta para sí mismo—. ¡Merlín! ¿Por qué estoy de acuerdo con esto?

Se quedó afuera por un breve tiempo, saboreando la calma antes de regresar al ruidoso salón de baile dentro de su casa.

Nuevos invitados iban llegando que tenía que saludar rápidamente con voz falsa.

—Señor y señora Evans, que bueno verlos. Por favor, disfruten —dijo sacudiendo la mano del señor Evans y besando a la señora Evans en la mejilla. Hizo un gesto hacia la barra y los elfos llevaron pequeñas bandejas con bocadillos.

En ese momento Blaise Zabini se acercó a Draco por atrás y lo estrechó efusivamente.

—Draco, y ¿dónde has estado? —dijo con voz resonante y fuerte acento italiano.

—Solo afuera, en la parte de atrás. Ya sabes cómo me siento en estas fiestas —le susurró de vuelta a Blaise.

—Las amas —Rió—. ¿Dónde está tu cita?

—No tengo una —respondió Draco mientras bebía otro trago.

—¿No tienes una? —repitió Blaise con voz sorprendida—. ¿Qué hay de Pansy? no es tu… oh… espera —se cortó a la mitad.

—Ni siquiera menciones el nombre de esa vaca. Estoy harto de las mujeres como ella. Preferiría vivir solo que tener que aguantar su quejumbrosa voz y sus innumerables demandas en mi precioso tiempo. Es tan interesante conversar con ella como una alfombra y tan bonita como para arrancarla.

—Oooh, cruel —bromeó Blaise, pasándole a Draco un trago de un líquido rojo brillante. Draco lo bebió sofocándose cuando le quemó la garganta.

—Mi vida es perfecta tal como está —dijo Draco, tomando otra bebida de la bandeja de un elfo que iba pasando—. Sin complicaciones. Nada que estorbe en mi camino.

Blaise sonrió.

—Necesitas a alguien exactamente opuesto a Pansy —rió—. Una anti-Pansy, si lo quieres llamar de algún modo.

Draco rodó los ojos a su amigo.

—Creo que simplemente me quedaré con otra bebida —dijo agarrando otra—. Que te diviertas.

Draco se alejó de su amigo y vagó por la fiesta encontrando finalmente un asiento vacío en el otro extremo del salón de baile, se sentó allí por lo que le pareció una eternidad, observando, esperando y poniéndose un poco borracho. Sus ojos se centraron en la gran escalera y la gente reunida a su alrededor. Fue entonces cuando la vio.

Para ser honestos fue el vestido verde esmeralda lo que atrapó sus ojos. Brillaba en la penumbra del salón cuando se movía, sin tirantes y ajustado, parecía estar pintado en su piel. Su pelo castaño amontonado en lo alto de su cabeza con risos sueltos y pasadores de diamantes que brillaban cada vez que giraba. Ladeó un poco la cabeza para obtener una mejor vista, ella era alguien a quien no reconoció. Con una media sonrisa se levantó para ir mas cerca, pero bebió más de lo que tenía planeado y se tambaleo hacia atrás en su asiento, cuando levantó la vista de nuevo ella se había ido.

—¡Maldita sea! —maldijo en silencio mientras se ponía de pie de nuevo y recuperaba la compostura. Sus pálidos ojos grises recorrieron el salón buscándola pero no tuvo éxito. Caminó con cuidado hacia la escalera y miró de nuevo. Ella no estaba a la vista en ninguna parte.

—Disculpe… —habló a un mago que estaba cerca— ¿Ha visto a una mujer aquí hace un momento, una mujer en un largo vestido verde?

El mago negó con la cabeza y continuó con su conversación. Draco se encogió de hombros y rodeo el salón buscando a la misteriosa invitada.

—¿A dónde fuiste? —preguntó en voz alta. Odiaba no saber acerca de algo y pensaba que conocía a cada invitado de la fiesta. Caminaba con indiferencia manteniendo los ojos abiertos para ver el verde esmeralda que destacaba entre los típicos negros y blancos de las ropas de los asistentes. Ella había desaparecido de la faz de la tierra.

—Tal vez bebí más de lo que pensaba —murmuró para sí mismo—. Probablemente es un producto de mi imaginación.

—¿Hablando contigo mismo? —La voz de Blaise resonó desde algún lugar atrás de él—. Esa no es una buena señal.

Draco se dejó caer en una suntuosa silla de cuero café.

—Estaba buscando a alguien —respondió.

—Ya veo —respondió Blaise casualmente, apoyado en el brazo de la silla— ¿Cuánto tiempo se supone que debe durar esta fiesta?

—Solo Merlín lo sabe —dijo molesto—. Desearía que estas personas solo se fueran.

Justo entonces un mago alto con el pelo castaño ondulado y deslumbrantes ojos azules se levantó y se dirigió al improvisado escenario.

—Atención damas y caballeros. Nuestra subasta de solteras comenzará pronto. Todos los que estén interesados en participar como postor deben dirigirse a la mesa cerca de la barra y recoger una paleta con número. Comenzaremos en cinco minutos más —dijo agitando su varita, apareciendo un reloj de cuenta regresiva justo encima del escenario.

—¿Deberíamos? —preguntó Blaise.

—No, ve tu —respondió Draco dando un trago a su bebida.

—Por supuesto que no, no vas a perder tu noche borracho en esta equina —Blaise tiró de Draco, lo puso de pié y lo arrastró a la mesa del registro.

Una bruja rechoncha estaba sentada detrás de la mesa de las paletas con una falsa sonrisa estampada en su ancho rostro.

—¿Necesita un numero? —preguntó. Blaise asintió y tomó dos números y rellenó la hoja con su nombre y el de Draco.

—¿Listo? —preguntó a Draco después de entrégale su paleta con el número 21

Draco se encogió de hombros irritado.

—Solo vamos a encontrar un asiento —gruñó.

Se dirigieron a la zona de asientos que se acababa de crear al frente del escenario. La mayor parte de las primeras filas estaban ocupadas dejando unos pocos asientos en la parte de atrás. Draco hizo su camino por el pasillo lleno de gente y se sentó. Blaise se sentó junto a él y sonrió de oreja a oreja.

—¿Harás una puja compañero? —le preguntó a Draco.

—No, no sé por qué me convenciste de esto. He visto al tipo de chicas que se presentan a estas cosas. Consanguíneas con la inteligencia de una roca.

Blaise rió de buena gana.

—¿Nunca estas satisfecho amigo mío? —preguntó.

—Tengo estándares altos —escupió—. Deberías tomar algunas páginas de mi libro. He visto algunas chicas con las que has salido.

—Está a punto de comenzar —dijo Blaise poniendo su dedo en los labios para indicar silencio.

—Respetados brujas y magos, para mí es un gran placer darles la bienvenida a la beneficencia anual n°433 del Hospital San Mungo. Vamos a comenzar la subasta en un momento. Las jóvenes que se han ofrecido para esta subasta acompañarán al ganador a una cita que consiste en una cena y un baile en el salón de baile Starlight. Todas las ganancias irán al fondo para huérfanos del Hospital San Mungo. ¡Vamos a empezar la diversión! —Agitó su varita y luces parpadeantes comenzaron a caer desde el techo. Las luces se apagaron y un foco de luz apareció en el centro del escenario. Una hermosa mujer en un vestido blanco brillante subió al escenario, tenía un flameante pelo rojo tomado sobre la cabeza con varios mechones cayendo sobre su delicado rostro.

—Y la puja comienza —El mago gritó señalando la primera paleta en el aire.

—Cien galeones —gritó el hombre de la paleta.

—Cien galeones del número 68 —gritó el mago apuntando al otro.

Draco apenas ponía atención. Parecía un interminable desfile de mujeres en el escenario, una tras otra. Una rubia, una morena, otra rubia y otra y otra. Rodó los ojos disgustado.

—¿Ya se acabó? —preguntó a Blaise que estaba absorto prestando atención.

—No, ahora cállate —dijo volviendo su atención a la millonésima rubia que se pavoneaba en el escenario.

—Adjudicado —dijo el mago señalando a Blaise que se reía como un niño.

—Felicidades —Draco se puso de pie para irse, justo cuando otra chica entraba al escenario, una chica con rizos castaños y un vestido verde brillante.

—Nuestra próxima soltera es sanadora en San Mungo. Este es su primer año en la recaudación de fondos y está un poco nerviosa por lo que vamos a empezar con una oferta alta. Es nuestra última dama para tener una cita. Por favor, bienvenida número 21 —La multitud aplaudió ruidosamente y varios silbidos se escucharon desde la audiencia. Draco se detuvo y miró a la mujer. Era la misma que había visto por la escalera antes, su sonrisa era brillante y genuina, los pasadores de diamantes brillaron con la iluminación.

—Mil galeones —gritó Draco levantando distraídamente su paleta. Varios jadeos de la audiencia le siguieron a su oferta. Blaise tiró de la túnica de su amigo.

—Draco ¿Estás loco? —Le susurró. La mujer en el escenario entrecerró los ojos tratando de ver quién estaba haciendo una oferta tan alta por su compañía.

Draco mantuvo sus ojos en ella. La paleta levantada en el aire.

—Muy Bien —Dijo alegremente el subastador—. El n°21 ha pujado mil galeones. ¿Alguna otra oferta?

Draco no esperaba que hubiera otras pero para su sorpresa varias manos se levantaron pujando 1.100 galeones y luego 1.200 Su mano se levantó de nuevo.

—1.500 galeones —Dijo en voz alta dando gélidas miradas a los otros oferentes.

—1.500 galeones a la una, 1.500 galeones a las dos, 1.500 galeones a las !tres! Adjudicado al N° 21 Por favor vaya a la mesa de subastas y complete la garantía de su oferta. Draco se dirigía hacia la mesa pero Blaise lo detuvo de nuevo.

— ¿A qué estás jugando? ¿1.500 galeones? Podrías tener a cualquier mujer ¿por qué pagar tanto dinero por la compañía de una simple sanadora?

—Tengo mis razones —Dijo Draco cuando llegó a la mesa y lo recibió la bruja rechoncha con la amplia sonrisa.

—¿N° 21? —preguntó ella. Draco asintió.

—Oh Señor Malfoy, es usted un hombre muy generoso, primero la fiesta y luego la donación a nuestro fondo de huérfanos de San Mungo. Tenía una mala impresión suya —Ella le entregó una hoja para firmar—. Su donación será retirada de su cuenta en Gringotts —él le entregó la hoja de vuelta y ella una carpeta con la información sobre la cita.

Sus ojos recorrieron la información y sonrió varias veces.

—¿Qué? —preguntó Blaise muriendo por saber qué hizo que Draco se gastara una enorme cantidad de dinero en una chica.

—Ella tiene casi 25 —dijo Draco.

—Prácticamente una solterona —Blaise frunció el ceño.

—Nacida en septiembre, Virgo —leyó en voz alta, más para sí mismo —Le gusta leer, nacida cerca de Londres…

—¿Draco a quién le importa? —Preguntó Blaise— ¿Por qué diablos todo eso importa?

—Ella tiene un gato… fue a Hogwarts… me pregunto si la conozco —murmuró.

—Yo no la reconocí… pero habría estado en el mismo año o uno antes —Blaise respondió pensativo.

—¿Cuándo conoceremos a nuestras citas? —preguntó Blaise.

—El sábado en el salón de baile Starlight. Pero me gustaría conocerla antes de esa fecha —Miraba alrededor del salón buscándola pero ella había desaparecido de nuevo—. ¿A dónde fue? —preguntó molesto.

—Debe ser un fantasma —reflexionó Blaise.

—O un ángel —respondió Draco en voz baja—. Solo hay una forma de averiguarlo —dijo corriendo hacia el escenario.

El mago que había sido el subastador sonrió a Draco.

—¡Señor Malfoy! no tiene idea de lo mucho que aprecia nuestro fondo su donación. Nunca, en todos mis años, conocí a alguien tan generoso como usted —dijo sonriendo, mostrando cada uno de sus perfectos dientes blancos.

—Yo… quería conocer a mi cita esta noche —dijo Draco sin aliento por la corrida.

—Me temo que eso no es posible. Las chicas ya se han ido. ¿Con ganas de conocerla pronto, supongo? —rió.

—Me pareció diferente a las otras —Draco suspiró.

—Oh, lo es. Muy Inteligente, la bruja más inteligente de su edad, siempre digo. Terminó su formación de sanadora en sólo dos años. La mayoría lo hace en tres o más. Fue promovida a Jefe de sanadores de su departamento en San Mungo. Más gente joven debería dedicarse a ayudar a los demás como lo hace ella —dijo sonriendo, pensando en el pasado.

—¿Cuál es su nombre? fui al mismo tiempo que ella en Hogwarts y no la reconocí.

—Oh, Merlín. No puedo decirle eso. Si ella decide contarle eso en la cita será su decisión. De ese modo las chicas pueden tener algo de privacidad —sonrió amablemente a Draco—. Ahora, ¿tiene usted las instrucciones para la cita? —Draco asintió—. Bueno, espero que se diviertan. El salón de baile debe ser hermoso en esta época del año —Draco estrechó la mano del hombre y tomó su camino de vuelta a Blaise.

—¿Y? —preguntó Blaise anticipando su respuesta.

—No puedo conocerla hasta la cita. Ni siquiera sé su nombre. Sólo que ella es la N°21 y que usará su número cuando nos encontremos. ¿No es gracioso que ambos tuviéramos el N°21? —soltó una risa.

—Sí, debe ser el destino —reflexionó Blaise—. Bueno, estoy fuera. Maravillosa fiesta señor Malfoy —Dijo en una simulada voz femenina antes de guiñarle un ojo y dirigirse a la puerta.

Los invitados se fueron reduciendo rápidamente y Draco estaba agradecido. Los magos desmontaron el escenario y lo redujeron al tamaño de una casa de muñecas y encajaron las piezas perfectamente dentro de en un pequeño estuche. Draco se acercó a la barra y pidió una última copa, no sabía qué había pasado con él en la subasta. Lo único que sabía es que TENÍA que conocerla. Tragó su bebida rápidamente y se dirigió a la escalera que lo conducía hacia su despacho. Casi estaba en la parte superior cuando vio a la chica del vestido verde corriendo de vuelta al salón de baile. Sus sentidos se detuvieron mientras la veía. En el momento en que recompuso su mente y decidió ir tras ella, ella se dirigía hacia la puerta, esta vez con un abrigo color crema sobre sus hombros. Sus risos se soltaron de sus fijaciones y caían libremente alrededor de su rostro. Su cara estaba sonrojada por haber corrido y su largo vestido ondeaba como seda tras ella. Draco bajó corriendo las escaleras, tan rápido como sus pies se lo permitieron. Ella salió por la puerta al jardín, él corrió hacia allí segundos detrás ella. Lo único que oía eran sus pasos al correr. La puerta estaba abierta y corrió hacia el aire de la noche. La fragancia a madreselva y lilas llenó el aire, miró alrededor. Ella se había ido segundos antes. Draco contuvo la respiración mientras se apoyaba en una estatua de venus de mármol.

—Te atraparé la próxima vez —dijo dirigiéndose al interior.