Disclaimer: Como sé que sabéis, los personajes aquí citados no me pertenecen, son del tío Rick que a su vez se inspiró en la mitología griega, así que, son suyos.
El sudor perlaba su frente mientras se esforzaba por seguir corriendo, alejándose del cíclope que había reclamado como suyo una parte del camino que había tomado. Podía ver el pequeño fuego que comenzaba a apagarse en la lejanía y se alegró de haberlo dejado encendido antes de su incursión al restaurante de comida rápida cercano a su nuevo punto de descanso.
Desde la muerte de Bianca, había estado huyendo; de Percy, del Campamento, de las Cazadoras, de él mismo, de los recuerdos que le perseguían y se cernían sobre Nico como una sombra, casi de manera tan real que podía verla frente a él. No. Había una pared oscura frente a él, una que ya no podía esquivar. Sintió el frío recorrer su columna vertebral cuando su cuerpo chocó con la incorpórea sombra antes de sentir como el suelo desaparecía bajo sus pies.
El sol le molestó atravesando la piel de sus párpados. Movió una mano para taparlos, comenzando a pestañear muy suavemente, acostumbrándose a la luz que le rodeaba, en especial al fuego que parecía brillar de una manera especialmente rojiza y a la niña sentada al otro lado, vestida de marrón, de pelo castaño y unos ojos tan brillantes que reflejaban las llamas frente a ella de las que parecía estar encargándose. Se puso en guardia, sabiendo que podía ser un monstruo camuflado, que en el mundo de un semidiós no se podía confiar en nada.
-¿Quién eres? ¿Qué ha pasado? –demandó. Ella alzó la vista, sorprendida.
-Hola –respondió con una cálida sonrisa, acercándose a él a gatas-. Hola –repitió, sentándose sobre sus talones. Sus ojos no reflejaban las llamas; sus ojos parecían llamas-. Te encontré desmayado en el suelo junto al fuego hace una semana y me he encargado de ti –en apenas un parpadeo, la chiquilla, visiblemente más pequeña que él, tenía un cuenco en las manos de sopa que le ofreció. Al cogerlo, Nico pudo notar lo tibia y reconfortante que era su piel al tacto-. Tenías esa comida horrorosa del restaurante de comida rápida, pensé que te gustaría más esto –el semidiós bebió del recipiente, notando el delicioso olor y sabor casi al mismo tiempo, terminando con ella casi de un solo trago si no hubiera sido por su alegría al reconocer a esa niña.
-Sé quién eres –ella sonrió ante la excitación del muchacho.
-Lo dudo.
-¡Eres Hestia! ¡Sales en mis cartas de…! –su voz se perdió durante un segundo- mitomagia. Un juego estúpido para críos.
-No creo que lo sea. No si te ha hecho feliz.
Por primera vez en mucho tiempo, Nico sonrió, comenzando a hablar con ella como si fueran viejos amigos. Ella le dejó hablar de sus conocimientos mitomágicos mientras qué él anotó mentalmente todos los datos que Hestia le dio (cómo encontrarla de nuevo, por ejemplo).
Ambos quedaron satisfechos tras aquel primer encuentro. Él había descubierto una habilidad molona, viajar por las sombras, como ella le explicó. Hestia, tras muchos años, por fin fue notada por alguien.
