Éste es un fic enfocado en Kim Possible pero con algunos personajes de videojuegos, anime, series animadas y de comics que tenía en mente hace bastante tiempo merodeando mi cabeza y ya que hay pocos fics de Kim Possible en mi idioma, quería agregar más. Primero lo primero, los personajes no son míos, pertenecen a sus respectivos dueños. Y ahora, disfruten de la aventura!

Capitulo uno: La dama blanca.

Ciudad Gotica 21:40 pm

Las explosiones y disparos provenientes de la Torre Wayne sacudían la ciudad. La policía sacaba a las personas que se encontraban cerca edificio por temor a lo que pasaría. Las unidades de élite estaban listos para entrar. Los noticieros estaban atentos y filmando con sus cámaras todo el movimiento. Ni siquiera los helicópteros de las noticias ni de la policia se acercaban al edificio, era evidente que algo peligroso estaba ocurriendo en la Torre Wayne. El comisionado James Gordon ordenó a sus muchachos de acordonar la manzana y los preparó para lo peor.

-¡Comisionado cuidado!

Los pedazos del edificio caían rápidamente hacia el hombre y el oficial a su lado. Como un relámpago, la heroína adolescente, Kim Possible, los empujó, salvándoles la vida.

-Kim Possible... Pensé que te habías retirado.

La pelirroja sonrió.-¿Que está pasando en la torre Wayne, comisionado? Preguntó.

-Todavía no sabemos, parecería que hay una guerra allá arriba... ¡Cuidado!

Caían más pedazos del edificio al piso, rompiéndolo todo. Los parabrisas de los autos policiales, las calles y golpeando a las personas. Kim y el comisionado Gordon se alejaron unos pasos atrás. Un gran pedazo del edificio destruyó una patrulla completamente. La pelirroja se acercó a ver las extrañas marcas que había en el metal. Con su mano, las tanteó lentamente.

-Diva...

Kim levantó la vista y miró con seriedad las explosiones que seguían haciéndose mas frecuentes en lo más alto de la torre Wayne. Saltó el cordón policial junto y con toda su energía corrió hacia el interior del edificio.

Unos días atrás...

En las frías tierras de Suiza, dos hombres vestidos para las bajas temperaturas, cortaban los árboles para obtener leña para prender fuego y pasar la noche. Con una carreta traían los troncos y las dejaban dentro de una casa ubicada en un hermoso paraje que parecía una pintura. Las noches eran heladas, el dueño del rústico hogar, traía dos tazas de café. Una para él y la otra para su amigo, que estaba sentado en un sillón frente a la chimenea, cerca del cálido fuego. Ellos disfrutaban de la bebida caliente, mirando por la ventana la tormenta de nieve que asediaba el lugar.

-Parece que vamos a estar un buen rato aquí, Bruce.

-Esa tormenta va a ser estragos por estos lares. Por lo menos tenemos comida para un mes. Te vas a tener que conforman con hamburguesas, Sam.

-Mientras sea comestible está bien.

El hombre llamado Sam caminó hacia la ventana, donde podía ver la tormenta de nieve, cubriendo todo de blanco el bosque de pinos y las inmensas montañas. Le dió un buen sorbo a su café, mientras olía su aroma.

-Escucha: Cuando apenas la tormenta pare debemos... ¿Que rayos es eso?

Sam dejó el café en una mesa y se concentró en una figura que se divisaba muy lejos de donde estaba. Bruce al ver que su amigo estaba tan concentrado en lo que estaba viendo, se levantó y se puso junto a él. Ambos vieron lo que parecía ser una persona caminar con la tormenta de nieve, arriesgando la vida. Los dos tomaron abrigos y salieron de la casa, con dirección a la temeraria persona. Caminaron por varios minutos y encontraron a una chica de pelo corto tumbada en la fría nieve, con la ropa desgarrada y una espada oriental en su mano. Ellos se acercaron a ayudarla, estaba manchada de sangre y herida, la sangre brotaba de su boca. Con la ayuda de Bruce, Sam y él la llevaron a la casa rápidamente, la tormenta de nieve se hacía más intensa cada minuto.

La chica estaba acostada cerca de la chimenea, tapada hasta la nariz con frazadas. Bruce Wayne se acercaba a poner debajo de la cabeza, una almohada con cuidado. Sam se encargó de vendarle la herida en su abdomen y limpiarle la sangre de la boca. Lentamente, ella abría sus ojos, viendo a sus salvadores sin moverse del lugar.

-¿Quienes son? Preguntó débilmente la chica.

-Yo me llamo Sam Fisher y el Bruce Wayne. Se presentó Sam.

-¿Como te llamas muchacha? Preguntó Bruce.

-Saya. Saya Otonashi. Y debo...

Tratando de levantarse, la chica dió un pequeño quejido por la herida en su abdomen. Bruce la acostó nuevamente y la tapó con las frazadas.

-¿Ir a donde?, ¿Quieres congelarte otra vez?. Decía preocupado Fisher. -¿Como terminaste aquí?

-Si te cuento como terminé viviendo acá... No me creerías.

-Trata de que te creamos, Saya. Dijo Bruce sin perder su seriedad. -Sam, prepara café.

-Y... ¿Para ellos también Bruce?

Bruce miró a Fisher que con su mentón señaló a un pequeño grupo que se acercaba a la casa. Ambos se miraron y luego se acercaron a la chica, que seguía tumbada en el suelo. Bruce Wayne levantó a Saya y a llevaba a una zona más segura. Fisher preparaba sus puños para una posible pelea.

-Eres algo más que una chica.

-Les contaré todo, pero primero tengo que detener a esos... Oh que dolor.

Saya no pudo terminar de hablar, la herida en su abdomen le dificultaba moverse. Bruce tomó la espada se la dió, mientras salían de la sala principal.

-Escapen hasta el muelle, si no regreso en una hora váyanse sin mi. Espero que esté ayudando al lado correcto.

La chica y el joven tomaron abrigos y salieron hacia afuera por donde aquel amenazante grupo no los vieran. Fisher al quedar solo, sacó de un mueble una pistola con sólo un cargador. Apagó las luces y esperó al enemigo en las sombras.

Bruce y Saya caminaban por el frío, con sus piernas inundándose en la nieve y el viento congelándose hasta los huesos. Fueron por el bosque, hasta toparse en el lugar donde se encontrarían con Sam Fisher. El agua movía el bote de un lado para el otro, solamente había una pequeña cabaña, donde entraron y esperaron. El joven Bruce dejó a Saya en el suelo cubriéndola con su campera térmica, quedando solamente con un suéter y una bufanda. Asomó la cabeza y luego cerró la puerta, esperando a que Sam regrese.

Los vidrios de las ventanas estallaron, seguido de una explosión, rompiendo y despedazando la pared. Cuatro hombres armados y bien equipados entraron con sus armas junto con su líder. Prendieron las linternas y con ellas, alumbraron a una persona sentada frente a la chimenea, con el fuego a medio apagar. Se acercaron lentamente con sus dedos apoyados en los gatillos. El líder pateó la silla bruscamente y se encontraron con ropa envuelta. El fuego de la chimenea se apagó, estaban a oscuras.

-Es una trampa, preparen sus armas... ¿Donde está...

El líder se dió cuenta que faltaba uno de sus hombres, quedando anonadados. Nadie escuchó nada, ni siquiera un ruido. Comenzaron a moverse por la casa, el líder iba primero y sus hombres lo cubrían desde atrás. Ordenó a dos que se queden con él y el resto que busque a la chica. Uno caminaba por el pasillo y escuchó detrás de él una lata de gaseosa estampándose contra el suelo. Al darse vuelta nuevamente, se topó con Sam Fisher y su pistola. Uno menos. Otro hombre revisaba los cuartos, cada centímetro y cada lugar, nada extraño. Salió y se dirigió al baño, dejó su arma apoyada en la pared y se bajó los pantalones, tratando de orinar. Cuanto terminó y se subió los pantalones, vio que su arma no estaba, desapareció. Salió del baño y calló pesadamente al piso, Sam Fisher lo noqueó y empezó a revisar sus bolsillos, sacándole todas las municiones que podía.

Bruce miraba detalladamente a Saya Otonashi, que seguía sentada en el suelo, abrazando sus piernas y su cabeza apoyada en sus rodillas. Él buscaba toda las posibilidades de como ella terminó en un lugar así. Nada cuadra, pensó Bruce. Se arrodilló frente a ella y posó su mano en el hombro de Saya.

-Tienes que contarme, ¿Quien eres?

-Soy de.. Okinawa.

-Estás muy lejos de tu casa ¿Y esos hombres te buscan? Y si es así ¿Que es lo que quieren?

-Lo que quieren es mi sangre.

Bruce disimuló su reacción con un respiro. La mirada preocupada de Saya Otonashi lo decía todo. El joven dejó de tocarla y se apartó de ella sin dejar de mirarla.

-¿Tiene algo de valor tu sangre?

-Digamos que vale mucho, mas que el oro y el petróleo juntos.

-¿Que tiene de especial?

-Solo quiero dormir. Quiero descansar un poco más.

Saya permaneció en el mismo lugar, se tapó y cerró sus ojos, seguía cansada. Bruce entendió y le dio palmadas en el hombro, miró hacia abajo y luego veía la nieve caer desde la ventana algunas partes faltantes de vidrio.

Sam Fisher seguía a los hombres armados hasta el living, donde esperó la oportunidad para atacar. Tomó una roca y la lanzó, estrellándola contra el vidrio de la puerta principal. Los hombres dispararon apenas escucharon que el cristal se rompió en pedazos. Gastaron todas las balas, era momento de recargar sus armas. Sam disparó contra ellos, dejándolos fuera de combate y el líder se protegió en una esquina. Cargó su arma y respondió los disparos.

-¡Se que estás ahí! ¡Sal de la oscuridad y enfréntame!

El líder siguió disparando hasta gastar el cargador, los casquillos rodearon sus pies, había gastado todas las balas. Asomó su cabeza lentamente y de repente, Sam Fisher con un pedazo de vidrio, se lo clavó en el ojo izquierdo. Lo empujó fuertemente y le disparó dos tiros en las piernas. Los gritos llenaron el hogar, el ex agente corrió hacia el muelle con toda su energía dejando atrás al líder ahogándose con su dolor.

Bruce estaba sentado al lado de Saya, esperando la llegada de Sam. Apresuradamente, Fisher entró en la pequeña cabaña, agitado y sudoroso a pesar del frío.

-Tenemos que escapar, ahora.

-Sam. ¿Te dijeron algo?

-No Bruce, dispararon. Me encargué de ellos. No te preocupes, no molestarán. Le dijo Sam a su amigo, luego dirigió su mirada a la chica. -¿Estás despierta?.

Saya se levantaba del suelo lentamente, apoyándose en la pared y tomando su espada. Miró hacia abajo, viendo su herida vendada y pasando su mano sobre ella. Levantó la vista y miró a Sam y Bruce que esperaban que hablase.

-Solamente quiero dormir un poco más... Tengo que ir a... Middleton. Dijo Saya perdiendo el equilibrio. Los dos hombres la sujetaron. -Ahora...

Ninguno de los dos habló, se quedaron callados. La chica no huía de esos hombres que la querían, escapaba de algo peor. Necesitaban hablar de eso en un sitio más seguro. Bruce ayudaba a Saya hasta llegar a la lancha junto con Sam Fisher. La sentaron y prendieron el motor, el joven Wayne aceleró mientras el ex agente miraba hacia el muelle para luego mirar a Saya Otonashi que cerró sus ojos, tratando de dormir. Había tenido un día largo y fatídico.

El primer capítulo y la introducción a esta historia. En el próximo capitulo aparecerá nuestra querida heroína adolescente. Hasta el cap que viene!