Travel Alone
by Primera Espada

Capítulo 1: You're NOT Here


El sonido de pisadas resonaba por las amplias paredes del inmenso castillo, una larga figura recorría calmadamente los pasillos, arrastrando una vieja carretilla de acero, cuyas oxidadas ruedas agregaban un horrendo chillido al eco de las pisadas. La larga figura se detuvo ante una de las puertas, y sin tocar, ingresó velozmente a la habitación. Un par de ojos entristecidos lo recibieron cuando apareció en el cuarto, y la figura de una adolescente se mantuvo inmóvil en el gran sillón que descansaba en el centro, inexpresiva y en silencio.

"Hora de comer." Anunció la larga figura. Un hombre de piel pálida y marcas como maquillaje que caían cual lagrimas desde sus ojos color esmeralda. Cabello negro como la noche, el hombre vestía una túnica color blanco, y en su cintura descansaba una fina espada, amenazante y peligrosa.

"No tengo hambre." Respondió únicamente la mujer, aún sin moverse de su lugar en el asiento. Su cabello era largo y azafranado, decorado por un par de orquillas celestes con la forma de dos flores, sus ojos eran de un tenue color grisáceo y se hallaban nublados por un sin número de sentimientos, la mujer vestía, al igual que el hombre, una túnica blanca.

El hombre de piel pálida cerró sus ojos, tomó la bandeja de la carretilla y se adentró en la habitación. "Ya hablamos de esto antes." El extraño hombre ubicó la bandeja de comida en una pequeña mesa y se volteó para abandonar el cuarto. "Si no has comido para cuando regrese en media hora, tendré que obligarte."

La puerta se cerró con un gran estruendo, y finalmente el hombre de piel pálida se había ido. El silencio regresó una vez más a la gran habitación.

La mujer suspiró sonoramente y se dejó caer en el sillón. Sus hombros cargaban con una gran pena, y sus ojos estaban secos de todas las lagrimas derramadas. La soledad que la rodeaba era ya insoportable, no estaba acostumbrada a esto, siempre durante toda su vida ha habido alguien en su mundo que la acompañara y la cubriera con su cálida presencia.

Su hermano Sora, la protectora Tatsuki, Rukia, quien era como una hermana para ella, Sado, el gigante fiel, el inteligente y amable Ishida...

E Ichigo. La persona a la que amaba en silencio.

Siempre había alguien en su mundo que le hiciera compañía.

Y esta eterna soledad la devoraba lentamente.

Su voz perdía fuerza, y sus ojos se fueron cerrando poco a poco, hasta que no pudo más y la fatiga venció, y finalmente se entregó al sueño. Pero antes, unas últimas palabras escaparon sus labios, la razón por la que estaba allí, y aquello que le daba fuerzas para continuar cada día.

"Es por mis amigos."


"¿Cómo está ella, Ulquiorra?" Hincado en el suelo a modo de reverencia, el hombre de piel pálida, Ulquiorra, alzó la cabeza para atender a la figura delante de él.

Un gran trono se alzaba a lo alto, al fondo de la habitación, alcanzado tan solo por las largas escaleras. Sentado ahí permanecía un hombre de cabello castaño, ojos que encerraban una gran malicia y una sonrisa repleta de confianza. Al igual que los otros dos personajes, este hombre vestía la misma prenda blanca, y en su cintura también se encontraba una espada.

"Como lo esperaba Aizen-sama, ha perdido todas sus fuerzas para luchar y su espíritu ya se ha doblegado por completo." Sentado gloriosamente como el rey que era, Aizen Sousuke, el gobernador de Hueco Mundo, sonrió malignamente por las nuevas noticias.

"Su alma no puede combatir." Continuó Ulquiorra.

El plan iba justamente como lo planeado.

"El recuerdo de sus días felices está por desvanecerse."

Una vez más todo funcionaría a su favor.

"Sus poderes son suyos."

Todo su esfuerzo valdría la pena, y todos los que se le oponían estaban a punto de sucumbir ante su poder.

"Usted ganó, Aizen-sama."

Una nueva era estaba por comenzar, y él sería el Dios de ese nuevo mundo.


"Ustedes ya conocen los peligros a los que se enfrentarán, saben bien las consecuencias de sus actos, y tienen en cuenta que tal vez no regresen con vida." Dijo un hombre rubio, su cabeza cubierta por un sombrero de franjas verdes y blancas, y su cuerpo protegido por una bata del mismo color. Su mirada seria e interrogante, cubierta por la sombra de su sombrero.

"Aún así," Habló nuevamente, golpeando su bastón contra el suelo arenoso del desierto donde se encontraba.

"¿Desean proseguir con esto?"

Tres figuras asintieron en silencioso acuerdo. Tres figuras que permanecían inmóviles en el extenso desierto, esperando pacientes ante dos inmensos pilares de roca.

"Bien, entonces empezaremos con el ritual."

El hombre del sombrero se acercó a los dos pilares, y elevó su bastón en el aire. Sus ojos se encontraban cerrados, y su respiración comenzó a acelerarse levemente.

"En mi mano derecha descansa la piedra que une ambos mundos," Su fuerza espiritual comenzó a elevarse, y parte de esta se fue acumulando con velocidad en el bastón que sostenía en su mano. "En la izquierda, la espada que ata la existencia."

"Oveja negra, silla del hombre colgado." Continuó el hombre. Pequeñas gotas de sudor caían desde su frente y su voz temblaba ligeramente al seguir con el encantamiento.

"Con el arribe del banco de nubes, golpeamos al Ibis." Dijo finalmente, antes de golpear nuevamente el suelo con su bastón. Los dos pilares de roca comenzaron a brillar, y desde su cima se abrió un portal con forma de media luna, tenebroso y aparentemente profundo.

"Esto es Garganta, la puerta dimensional usada por los Arrancars para transportarse a través de los mundos." Los tres adolescentes miraron impresionados el portal que se había formado, y presurosos se alistaron para atravesarlo.

"Este portal deberá llevarlos al lugar exacto donde se encuentra Orihime-san. Fue creado especialmente para abrirse en el sitio donde se encuentre acumulado su poder espiritual," Los tres asintieron nuevamente. "No sabemos si habrá guardias vigilándola o no, o si estuviese incluso frente del mismo Aizen." Esto último lo dijo preocupado, temiendo por la vida de los muchachos.

"Si eso llegará a suceder, están muertos."

Sus rostros no mostraban duda alguna, siempre firmes, su postura nunca flanqueo.

"Estamos listos Urahara-san." Habló uno de ellos, aquel cuyo cabello brillaba con un color naranja y cuya vestimenta negra bailaba con el viento, acompañada de una enorme espada que cargaba en su fuerte espalda. "Pero antes ¿Puedo pedirte un favor?"

Urahara asintió.

"Cuida de mi familia, diles que estaré bien."

"¿Y tus amigos?" Preguntó el rubio.

"Ya me disculparé con ellos cuando regrese."

"De acuerdo, déjalo en mis manos." Le aseguró Urahara.

"Gracias." El pelirrojo sonrió agradecido, y se dio la vuelta para observar a sus dos compañeros. "Nos veremos luego Urahara-san." Y así, los tres brincaron para entrar en el portal, siendo succionados instantáneamente.

"¡Encuéntrenla y tráiganla, no inicien ningún enfrentamiento!" Gritó Urahara antes de que la puerta se cerrara por completo, y aunque sabía que los tres lo habían escuchado con claridad, también sabía bien que lucharían con sus vidas si era necesario. Salvar a Inoue Orihime era su gran misión. Y la cumplirían sin importar lo que fuera a suceder.


Algunas horas pasaron hasta que sus ojos se abrieron nuevamente, un extraño flujo de poder espiritual la despertó de su profundo sueño. Inoue Orihime se levantó rápidamente del sillón y comenzó a recorrer todos los rincones del cuarto, buscando el origen de aquella fuerza.

Aquel poder incrementó en tan solo unos instantes, y fácilmente pudo notar que seguía aumentando con el paso de los segundos.

¿Qué está pasando? Se preguntó preocupada.

Su recorrido por la habitación no se detuvo, Orihime seguía buscando con insistencia la fuente de dicho poder, y a pesar de que este crecía con rapidez, le era imposible determinar de dónde provenía exactamente.

Mientras tanto, lejos de su prisión, trece cabezas pudieron detectar de igual manera este extraño flujo de poder que invadía el palacio de Las Noches.

"Ulquiorra." Llamó la fría voz de Aizen desde una pantalla luminosa que apareció en una de las paredes del castillo.

"Hai." Respondió Ulquiorra. "Me encargaré de lo que sea inmediatamente Aizen-sama." Y dicho esto, el Arrankar desapareció del corredor, dejando tras suyo una corriente de viento y polvo.

¿De dónde proviene? No había caso alguno, por más que lo intentara no podía encontrar el lugar exacto, tan solo sabía que estaba justo dentro de su prisión. Por eso abandonó todos sus esfuerzos y se dedicó únicamente a esperar a que lo que fuera aquella cosa se manifestara frente a ella.

Lo cual resultó no ser mucho tiempo, ya que luego de unos segundos, un arco luminoso se abrió delante suyo, y dentro de aquella puerta vio algo que le causó una gran sorpresa.

N-No... No puede ser...

Sus ojos se dilataron de la sorpresa al ver los rostros de tres de sus amigos en aquel portal.

Ishida-kun... Sado-kun...

Ku-Kurosaki-kun.

Su boca se mantuvo cerrada, sus manos comenzaron a temblar y sus ojos a humedecer. Tanto tiempo había permanecido encerrada sin ver a sus amigos, tanto había anhelado volver a verlos, y allí estaban ahora, corriendo hacia ella desde adentro del portal.

"¡Inoue!" Gritó el pelirrojo. Kurosaki Ichigo.

Orihime retrocedió con miedo. Ellos no debían estar ahí, si acaso llegaban a pisar suelo de Hueco Mundo, estaban muertos. Ulquiorra y los demás Espada probablemente ya se habían percatado del flujo de poder espiritual que aquella puerta había creado, y era cuestión de tiempo para que llegaran.

No podía permitirlo. Ella aceptó acompañar a Ulquiorra con tal de proteger a sus amigos, y por más que quisiera estar a su lado en este momento, estar ahí era su decisión y no dejaría que sus captores les hicieran algún daño a las personas que amaba.

Orihime corrió hacia el portal y extendió sus brazos. Ya muchas veces había visto a los Arrancar abrir aquel portal, incluso había atravesado uno para llegar a Hueco Mundo, entonces, podía entender mas o menos como funcionaban.

"¡Inoue, entra!" La llamó nuevamente la voz de Ichigo, quién junto con sus dos acompañantes corría en su dirección para rescatarla.

Orihime cerró sus ojos y comenzó a acumular su poder espiritual, concentrándose intensamente.

¡Por favor, funciona!

La puerta empezó a titubear, y lentamente se fue cerrando.

"¡¿Inoue-san?!" Esta vez era otro adolescente el que gritó para llamarla. Un chico de cabello índigo y gafas. Ishida Uryuu observaba perplejo la situación delante suyo, Orihime luchaba con todas sus fuerzas para cerrar aquel portal que sería su salvación. ¿Por qué? No paraba de preguntarse.

"¡¿Qué haces Inoue?!" Gritó Ichigo con desesperación, incrementando la velocidad con la que corría en un intento de llegar lo antes posible al lugar dónde Inoue se encontraba cautiva.

"Muchas gracias amigos," La tristeza era notable en sus suaves palabras y las lagrimas salían de sus ojos con fluidez. "Pero no puedo permitir que ellos los lastimen." Su reiatsu incrementó una vez más, dando todo lo que tenía para cerrar aquel portal de una vez por todas.

El tiempo parecía detenerse, y todo el sonido abandonó el ambiente. Los gritos mudos de los tres adolescentes se perdían en la inmensidad del agujero y los llantos de la chica eran consumidos por el dolor de la situación.

"Detente en este instante." La fría voz rompió el silencio y alcanzó sus oídos con agudeza, sus ojos se abrieron nuevamente por la conmoción y su corazón latía con fuerza. Era como lo había predicho, Ulquiorra había arribado.

"¡¡INOUE!!" Gritó Ichigo con todas sus energías, extendiendo su mano. Ya estaba cerca, tan solo unos metros más, unos pocos pasos...

"Lo siento Kurosaki-kun." Un último impulso de energía espiritual abandonó su cuerpo y el espacio restante se cerró por completo. Pero antes Orihime pudo expresar unas últimas palabras.

"Sayonara, minna."

Y una gran explosión de blanco nubló sus miradas.

¿Qué?Al notar la misteriosa explosión Ulquiorra se adelantó presuroso hacia su presa, su blanca mano alargada para detener a la mujer de lo que fuera que estuviera haciendo.

"¡¿Qué está pasando?!" Exclamó Ichigo al ver el increíble destello de blanco, lanzando su cuerpo hacia la derecha para agarrar a los otros dos.

"¡NO SE SEPAREN!" Ishida tomó la mano de Ichigo y juntos se encargaron de sostener a Sado.

"¡AAAAHHHHHHHH!" Y las tres figuras desaparecieron en la oscuridad del portal.

¡¿Qué está sucediendo?! La deslumbrante fuente de luz encegueció su mirada y una gran corriente la arrastró hacia el frente. Su cabeza daba vueltas y no podía ver lo que sucedía, sus oídos no captaban sonido alguno más que sus gritos de desesperación, su cuerpo se sentía liviano, como si volara, y la velocidad con la que giraba era increíble.

"¡Ahhhhhh!" La sensación era insoportable y pronto su mundo se cubrió totalmente de negro.


TBC


Autor's Note: Si lo se, algunos detalles dentro del Fic no calzan con la realidad en el Universo de BLEACH, como el hecho de que Inoue pueda controlar un portal Garganta o que Urahara haya podido abrirlo justo en el lugar dónde Orihime se encontrara. Pero da igual, son detalles propios del Fic, pero no es de alarmarse, la historia se apegará casi por completo a la lógica de BLEACH, aunque con pequeños cambios por supuesto, especialmente ya que será un Crossover con NARUTO, lo que significa que hay que hacer cambios para que las historias/realidades se unan "correctamente".

Espero les haya gustado. Me gustaría que dejaran algunas review para saber lo que piensan, sus comentarios y críticas, las cuales pueden ayudarme a crecer como escritor. Pero por supuesto, críticas CONSTRUCTIVAS.

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