CAPITULO 1
-Un día de verano-
Era uno de los primeros días de aquel año en que el sol aparecía tan brillante y caluroso. No había ninguna nube que decorara el cielo y la brisa apenas recorría el lugar. El silencio reinaba en aquel bosque a pesar de que las aves sobrevolaban las copas de los árboles o algún animalito se asomaba por un hueco que se hallaba en el tronco de estos.
De un momento a otro el aire se alteró y se arremolinó para dar lugar a tres figuras que aparecieron de la nada. Había sido tan repentino que la tierra y las hojas que estaban esparcidas en el suelo se habían levantado, rodeándolos por completo. Después de unos pocos segundos todo volvió a su lugar.
Cuando pisaron tierra firme abrieron los ojos y salieron de aquella oscuridad opresora que los había invadido. Allí pudieron confirmar que habían llegado al lugar que habían acordado hacía algunas semanas. El sendero en el que estaban parados partía el bosque en dos, donde simulaba a una serpiente de tierra que se escurría entre los árboles y se perdía entre éstos. En ambos costados crecían diferentes arbustos y flores que indicaban que no era un lugar adecuado para atravesarlos, aunque no se podía evitar observarlos para admirar sus colores y formas.
- No habíamos podido elegir mejor día que hoy, ¿no chicos?-preguntó Anni empezando a caminar mientras estiraba sus brazos, cerraba sus ojos y esbozaba una gran sonrisa. Los otros dos no le contestaron aunque emitieron un sonido para darle a entender que aprobaban sus palabras. - ¡Vamos! Tenemos que disfrutar de este día -dijo nuevamente la chica tomando a su amiga Chloe, que estaba a unos pocos pasos, para ponerla a la par de ella y la agarró de un brazo para que no se alejara.
Andrew, el joven que había aceptado la invitación de las brujas para aquella reunión, no pudo contener una risa al notar la cara que ponía su amiga cuando la otra chica mostraba su buen ánimo.
- Disfruta lo más que puedas, Ann, porque aunque hayamos terminado nuestros estudios en Hogwarts eso no quiere decir que estemos así todo el tiempo. Nos queda mucho por delante… -pero antes de que Chloe pudiera terminar la oración, su amiga le hizo algunas señas para quitarle importancia y que no prosiguiera con lo que podría ser un regaño por su comportamiento de desinterés.
Hacía muy poco que los tres habían terminado sus estudios escolares y habían decidido celebrar con un picnic en un bosque que conocían. En el comienzo del verano, y antes de que comenzaran algunas responsabilidades como otros estudios o sus carreras en el Ministerio, datos importantes que Chloe no dejaba de recordarles, se habían puesto de acuerdo para tomarse semanas cortas para descansar sus mentes, a pesar de haber dejado más que un hogar.
- ¿Les parece ir cerca de aquel lago que encontramos hace un tiempo atrás? No estaba muy lejos del sendero y es muy cómodo para pasar la tarde -les preguntó Anni a los dos chicos.
- Sí, me parece bien. Espero que no hayan venido aquellas algas -comentó Andrew conteniendo una sonrisa y dándole un tono más serio, como preocupándose- ¿Te acuerdas Anni, de la vez que se interpusieron debajo de los pies de Chloe y la hicieron caer al agua? -dijo el chico. Aunque no pudo contener más una carcajada que resonó entre los árboles mientras lograba esquivar un manotazo que le había tirado aquella chica contra su espalda, poniéndose al lado de Anni.
- Eres un estúpido Andy. Tuve un moretón en mi pierna más de una semana -le comentó la bruja de cabello negro, cerrando sus ojos y poniendo cara de ofendida. Aunque no tardó mucho tiempo en acompañar a sus amigos en las risas.
Los amigos siguieron riendo y hablando mientras avanzaban por el sendero lleno de piedritas pequeñas que chocaban y crujían entre ellas por cada paso que daban. La brisa amortiguaba los rayos del sol, a pesar de que no eran tan calurosos como para sentirlos. Sus cabellos y los bordes de las cálidas túnicas se movían al compás del viento que los atravesaba como jugando con ellos. Los minutos pasaban y no se habían dado cuenta que habían llegado a otra parte del camino. Cuando lo notaron, se detuvieron.
- Es aquí. Llegamos al límite -dijo Anni señalando hacia delante, mientras intentaba acomodarse los pelitos que le crecían disparatados en el flequillo y se le movían con el aire.
Sus amigos asintieron mientras se desviaban hacia la derecha del sendero y quitaban los ojos del camino que pasaba de las piedras a la tierra y continuaba entremezclándose con el césped hasta que desaparecía. Los árboles iban pasando a su lado aunque se encontraban bastante separados entre sí, permitiéndoles ver todo lo que los rodeaba, y los huecos que había en las copas de estos mostraban un cielo celeste, brindándole un toque más dorado y verdoso al bosque.
Pasó el mismo tiempo en que caminaron por el sendero para que pudieran escuchar el sonido de una cascada y eso indicaba que iban por buen camino. El agua se oía cada vez más fuerte hasta que llegaron al límite donde los árboles se abrían y empezaba un leve descenso al borde de un lago. Donde habían decidido ponerse era un lugar perfecto para que las ondulaciones del agua no llegaran a ellos y podían disfrutar del panorama que se expandía. El primero que dejó caer la mochila fue Andrew y lo siguió Anni.
- Voy a ver cómo está el agua -les dijo Chloe dirigiéndose directamente a la orilla llena de piedritas y pequeñas porciones de barro. Se agachó y metió una mano al mismo tiempo que observaba su reflejo. Mientras que Anni se sentaba en el suelo su amiga se puso de pie, sacudió la mano empapada y regresó con ellos.
- Traje unas porciones de torta y un poco de jugo de calabaza. Si me quedaba un poco más con mi madre me llenaba con más cosas. ¡Como si viniéramos por una semana! -les dijo Chloe mientras también se sentaba, dejaba su bolso con los otros y ponía los ojos en blanco.
- Yo no traje más que estas galletas de chocolate. Por suerte las tomé antes de pelearme con mi mamá.
- ¿Otra vez? ¿Nuevamente insiste sobre quedarte en tu casa y ayudarla? -le preguntó Chloe a Anni, ya que había presenciado algunas situaciones similares en la casa de su amiga. Mientras hablaba aprovechó a sacar la torta que había traído.
- Algo así, pero más que nada tiene que ver con lo último que pasó. Lo del Ministerio… -contestó arrancando algunas flores pequeñas que tenía cerca de donde estaba. Su cabello era tan lacio que parecía que se hubiera colocado poción alisadora para que quedara de esa manera, pero era natural-. Encima El Profeta no ayuda mucho. ¿Han leído las noticias?
- Pero claro que sí, An. No hay que leer mucho para saber lo que está pasando, aunque no podemos hacer nada. También hay desaparecidos. ¡Muertes! Hasta los Muggles seguramente se están dando cuenta de que algo sucede -exclamó Andrew tomando una porción del pastel. Chloe los escuchaba e iba asintiendo a las palabras de los dos.
Estaba claro que el miedo que les producía reconocer que Lord Voldemort pudiera volver a sus andanzas era estremecedor.
- Pero bueno… mi madre ahora está de los pelos. Y más cuando le dije que iba a venir de todas maneras con ustedes y que ya éramos grandes para cuidarnos solos.
- Está claro que ella no piensa lo mismo -le dijo Chloe a su amiga poniendo los ojos en blanco aprovechando que no la miraba. Sólo su amigo la había visto y así lo había querido ella.
– Creo que pasarán unos días antes de que visite tu casa, Anni. No me agradaría saber que tu madre piensa que soy yo quien te obliga a llevarle la contra -comentó nuevamente la pelinegra. Sus ojos color miel no se desviaron para ningún lado, pero no pudo evitar sonreírle a su amigo.
Los tres recordaron la charla que habían tenido en otro momento, en la cual habían hablado sobre el tema. La madre de Anni pensaba que Chloe no era una buena amistad para ella, aunque ambas chicas eran muy iguales entre sí; se llevaban tan bien que se consideraban hermanas, tanto así que las dos vestían túnicas con el interior, los bordes y los botones de color violeta. Incluso, a pesar de que no tenían la habilidad de la Legeremancia, parecía que se leían la mente con un simple gesto de los ojos.
El agua que llegaba al borde del lago emitía un sonido muy relajante, en cambio el de la cascada, después de estar cerca de ella un tiempo, se volvía algo agotador y opresivo por tanto ruido, aunque ese detalle pasaba desapercibido para los tres. La tarde pasaba lentamente y el sol había dejado su punto más alto hacía tres horas. La brisa movía las copas de los árboles produciendo más ruido alrededor de los chicos. En tanto la torta iba desapareciendo poco a poco mientras que los temas recorrían su conversación con mucha diversidad: iban de Hogwarts al Ministerio, volvían a los profesores del colegio que no verían nuevamente, y llegaban al tema del novio de Anni cuando el Quidditch se presentaba entre sus palabras.
- ¿Cuándo regresa Joseph? Es una lástima que no haya podido venir -le habló Andrew a Anni. Ésta tardó un poco en contestar ya que justo masticaba un poco de torta. Para no atragantarse tomó un poco de jugo de calabaza mientras que el chico se acostó de lado y apoyó su codo sobre el césped.
- La semana que viene. Ahora se encuentra por Stafford -le contestó Chloe mirando a su amiga. Ya estaban acostumbrados a que Anni siempre estuviera comiendo algo. A pesar de su contextura delgada no podían entender cómo hacía para comer tanto.
- Está jugando en una liga menor de Quidditch y me ha contado que se encuentran en los cuartos de final -comentó la chica con una mirada de enamorada, terminando la respuesta que había empezado Chloe. Joseph había decidido dedicarse al Quidditch después de sus estudios, ya que tenía unos padres que poseían grandes negocios en el mundo de la magia.
- ¡Sí! Es muy bueno. Me había invitado a que lo acompañara para poder verlo en los partidos, pero ya saben cómo me llevo con el Quidditch -les dijo el joven, dándole un tono despreocupante.
- ¿Sólo con el Quidditch? Pero si eres malísimo para todos los tipos de deportes, Andy. O por lo menos hasta que te dio de lleno aquella Bludger -bromeó Chloe, riendo de sus propias palabras. Había aprovechado para vengarse por las burlas que le había dedicado su amigo cuando recién llegaban al bosque, pero éste se limitó a hacerle gestos, imitándola y sacándole la lengua.
Los tres estaban pasando un buen rato en el Bosque de Tharbad, un lugar donde había una gran cascada, un lago profundo y estaba rodeado por altas montañas. Desde hacía mucho tiempo que conocían aquel sitio ya que cuando tenían 13 años de edad habían ido a acampar ahí con la familia de Chloe, que era una de las pocas familias mágicas a las que les agradaba realizar actividades que solían hacer los Muggles. Desde entonces, cada verano iban al bosque a pasar una tarde juntos, disfrutando de lo que los rodeaba. ¿Cuál era la diferencia en esa ocasión? Que eran libres de hacer magia sin que nadie los controlara
