El siguiente cuento es una interpretación alternativa de una leyenda urbana, con especial influencia del creepypasta "experimento 84-B". Sin embargo, no me limitaré a eso. Pronto (o tal vez no tan pronto) subiré más sobre la historia de este misterioso ser.

I

Cuentan las malas lenguas que hay una criatura que merodea en los bosques. Se oculta entre el espeso follaje camuflándose entre las ramas. Observa silenciosamente, mientras te induce lentamente a la locura. Te mira con su rostro blanco cadavérico, y pacientemente espera.

Nadie sabe sus intenciones. Nadie ha sobrevivido con suficiente sanidad a su encuentro para describir sus actos. Nadie sabe qué es, qué que hace, o qué busca.

Habita en la soledad silvestre. Merodea aparentemente sin rumbo, hasta que por casualidad o desdicha un viajero se topa con él. Y por lo general, el desafortunado viajero no vuelve.

Sin embargo, en ocasiones ha sido avistado en zonas pobladas, generalmente en lugares con gran presencia de niños, que no tienen idea de lo que acecha.

El misterio lo envuelve como la neblina que parece acompañarlo siempre, lo que lo ha convertido en un auténtico mal sin rostro.

Eso es lo que dicta el conocimiento popular. Sin embargo, lo que la gente no sabe es que aquel enigmático ser tiene de hecho un trágico origen. Muchas conjeturas se hacen al respecto, y algunas llegan a ser peligrosas. Es por esto que relataré a continuación su historia, para correr un poco el velo de su misterioso pasado.

Una parte de él nació en una familia bien acomodada. Nunca experimentó la escasez o la necesidad. Sin aptitudes excepcionales, nació escencialmente humano. Sin embargo, desde que entró en contacto con personas de su edad, siempre se sintió infeliz. Si alguien siempre fue la víctima de las bromas pesadas, rumores y prejuicios de sus compañeros, fue él.

En su casa se sentía incomprendido, incapaz de ser ayudado, o demasiado inútil para pedir ayuda. Una víctima silenciosa.

El último día de preparatoria no dejaba de pensar en que deseaba ir a la universidad. Empezar de nuevo en un lugar donde nadie lo conociera. Empezar una nueva vida. Ser exitoso, reconocido, apreciado.

Pero de camino a su casa los chicos en sus automóviles pasaban y le gritaban cosas hostiles. Evidentemente se habían desviado de su camino solo con ese fin.

Tras un interminable trayecto llegó a su casa, y encontró a tres sujetos enormes esperándolo en la puerta. Ellos afirmaron que habían ido hasta allá para darle un regalo; algo que compensaría el hecho de que planeaba no asistir a la fiesta de graduación.

Lo inmovilizaron, le quitaron la llave y la arrojaron a una coladera. Acto seguido le empaparon los pantalones con cerveza. Y lo dejaron tumbado en el suelo.

Como las ventanas tenían barrotes, tuvo que esperar hasta que su madre llegara a casa.

Pasó la tarde sentado observando a las sombras crecer conforme el sol se acercaba a su retiro.

Cuando finalmente llegaron sus padres, no dijo una palabra de lo ocurrido. Sabía que no tenía caso.

Bajó al sótano y tomo una soga. Era la misma soga que ya había sostenido tantas veces, tentado a ponerle fin a todo. Pero aquel día finalmente se había decidido a hacerlo. Ya no creía en un nuevo inicio.

No quería hacerlo en su sótano. De solo imaginar la reacción de su madre al verlo sentía una sensación peor que la muerte. Fue entonces que decidió salir a la calle, a encontrar algún lugar solitario.

Había hecho algo similar otras veces, por lo que no le costó trabajo hallar un callejón abandonado. Esta ocasión se encontraba en la parte de atrás del edificio de una farmacéutica. Colgó la cuerda de un tubo y anudó un extremo de manera que se ajustara a su cuello. Ya había practicado el procedimiento varias veces, en la soledad de su sótano.

En eso, una voz se escuchó a su espalda.

-¿Qué estás haciendo?

El joven volteó, y respondió con una voz sombría:

-Nada que le importe

-Te ves triste. ¿Esa cuerda es para lo que creo que es?

-Solo… quiero terminar con esto. Váyase. Estoy bien

-¿Estás loco? No me iré ahora que he visto lo que planeas hacer

El joven comenzó a desatar la cuerda.

-Entonces iré a otro lado

-Oye, creo que puedo ayudarte ¿qué me dirías si te ofreciera una vida nueva?

-¿A qué se refiere?

-Reconocimiento, prestigio y un nuevo inicio donde quieras. Soy el profesor W. Grant, y estoy trabajando en una investigación. Si accedes a ayudarme, te daré parte del crédito. Tu nombre tendrá relevancia en los círculos científicos, y de ahí puedes moverte en la dirección que quieras. Estoy dispuesto a dar cualquier nombre que tú me digas

-¿Qué… clase de investigación?

-Si te lo digo, no podrás echarte hacia atrás. Si en verdad quieres saber, entra al edificio. Te lo mostraré

El profesor entró, seguido por el joven. Lo guió hasta un laboratorio subterráneo con una gruesa puerta aislante.

-Si atraviesas esta puerta, irremediablemente serás parte de esto, chico

-Está bien. No tengo nada que perder

La puerta se abrió. Era de medio metro de ancho, con una cámara de vacío por dentro.

Atravesaron el umbral, y lo primero que el joven vio fue las trampas adiabáticas en las que estaban atrapadas unas extrañas criaturas etéreas, que se retorcían como babosas cuando entran en contacto con la sal, mientras emitían un espantoso alarido que, sin embargo, estaba notablemente amortiguado por las paredes del contenedor.

-Estas formas de vida, en mi opinión, son la consumación de la creación. Según mis cálculos pueden vivir cientos de años, y solo pueden ser destruidas si se exponen a temperaturas inferiores a -195.8°C o si se les priva del alimento por más de seis meses. Es decir, son virtualmente indestructibles. Respecto a los alaridos, es un mal necesario. Solo son visibles para el ojo humano mientras sienten dolor

El joven observó las trampas, pasmado.

-Fascinantes ¿no crees? Pueden manipular los campos eléctricos como nada que haya visto antes. No he podido recrear esto de manera sintética, pero sí de manera orgánica. La tecnología biológica es el siguiente gran salto de la civilización, estoy seguro

En cuanto se repuso de la impresión, el joven comenzó a sospechar para qué lo necesitaba el profesor. Con la voz temblorosa, preguntó:

-¿Y para que necesita mi ayuda?

El profesor Grant miró a los ojos al muchacho, como si le dijera con la mirada "no te asustes". Habló con un tono calmado y cuidadoso, como si estuviera pensando detenidamente cada palabra.

-Lo que voy a decir sonará extraño, pero créeme, es totalmente seguro. He encontrado la manera de fusionar las células animales con la sustancia que compone su cuerpo plasmático. Puedo darte sus habilidades, al menos parcialmente. Probaría con uno de tus dedos, nada que comprometa tu vida. Si sale bien el experimento, ambos seremos ricos ¿entiendes?

El muchacho retrocedía lentamente, inseguro de qué hacer. La presencia de aquellas criaturas, su dolor, le provocaba un miedo profundo. El profesor se percató de esto, y le dio espacio al joven.

-Si quieres, puedo darte unos minutos para que lo digieras

No hubo respuesta.

-Esto debe ser muy extraño para ti. Pero te estoy confiando esto porque creo que mereces algo mejor. Ambos podemos beneficiarnos de esto

Las criaturas seguían retorciéndose. Probablemente llevaban así días enteros. Y sin embargo, el profesor estaba tranquilo, y hasta entusiasmado. Había algo que no le gustaba de Grant, pero no sabía exactamente qué.

-Solo tienes que firmar algo y seremos socios. ¿Dónde deje el papel? Espera un momento. Sé que lo dejé por aquí

El joven recorrió el laboratorio, observando con recelo todo lo que ahí estaba. Probetas, cables, herramientas. La mayoría de ese equipo podía encontrarse en el laboratorio de su preparatoria o en una ferretería, tal vez con excepción de las bombas de vacío.

Sin embargo, al poco andar encontró en una de las mesas metálicas una caja de plástico de dos metros de largo. Por algún motivo, su apariencia le pareció sospechosa. No estaba sellada como las trampas adiabáticas, así que no contenía criaturas. Lentamente levantó la tapa, y lo que vio adentro lo dejó horrorizado.

En eso el profesor sacó un papel y bolígrafo de su apretujado maletín. El muchacho volvió a tapar la caja, pero no pudo ocultar su turbación.

-¿Que ocurre, chico?

-¡No quiero ser parte de esto! ¡Me voy!

-Ya te lo dije, no puedes echarte hacia atrás. Mejor coopera y todo saldrá bien. Estoy tratando de ayudarte. Tienes mi palabra de…

-¡No me interesa! Le daré lo que sea, pero déjeme ir

-Me temo que no puedo hacer eso. Además, estabas a punto de suicidarte allá afuera. ¿Qué clase de persona sería si te doy la espalda después de eso?

-¡Ahí adentro hay cadáveres! ¡Cadáveres fluorescentes! Y su cara… su expresión de dolor y miedo. ¡Uno de ellos parece que fue apuñalado, el otro tiene la garganta rota!

El profesor no dijo una palabra. El joven se dirigió a la puerta, pero W. lo tomó del brazo y lo jaló hacia el fondo del laboratorio.

-Ellos eran un estorbo. Los convertí en una prueba, en un avance. Lo hice en nombre de la ciencia. Tú me ayudarás, lo quieras o no

-¿Qué clase de monstruo es usted?

El muchacho se soltó y se alejó de él.

-¿Monstruo? ¿Yo? Estoy tratando de salvarte. Pero no me estas dejando otra opción. La vía más lógica es cooperar. Todavía estamos a tiempo ¿Qué dices?

-¡Vete al diablo!

El profesor suspiró. Sacó de su bolsillo una pequeña pistola de dardos y le disparó al joven.

Cuando despertó, estaba atado de pies y manos a una mesa de cristal. Tenía puesto un traje que parecía hecho de plástico grueso negro, de una sola pieza.

El profesor W. observaba a través de una gruesa ventana. Sostenía una grabadora frente a su boca mientras hablaba fuerte y claro.

"Bitácora del profesor Grant. Iniciando el experimento 84-B. El sujeto está en estado de salud óptimo. La temperatura ambiente del laboratorio es de 20 grados centígrados. Se han disipado los efectos del tranquilizante. En estos momentos está iniciando el proceso de fusión"

Un rayo de luz verde comenzó a bañar al cuerpo del joven. Trató de liberarse, pero estaba muy bien sujeto.

"La ionización del cuerpo se está dando sin efectos secundarios"

-¡Hey! ¡Suéltame! ¡¿Qué es esto?!

-Te estoy ionizando para que te conviertas en receptor de las señales energéticas de la criatura con la que te fusionarás. Te prometo que no dolerá- dijo a través de un altoparlante.

-¡Dijiste que solo fusionarías un dedo!

-Bueno, digamos que decidí llevarlo un poco más lejos. Después de fusionarte, haré el proceso inverso y te separaré de nuevo. ¿Te parece bien?

-¡Maldito sicópata!

-Que grosero

El profesor se despegó un poco de la ventana y prosiguió con su bitácora.

"El sujeto ha alcanzado el punto óptimo de ionización. Liberando al espécimen 015"

-Y… ¿Qué es este maldito traje?

-Está hecho de un material aislante térmico y eléctrico. Es para obligar al espécimen a entrar a tus células. La corbata es más bien una broma. Creí que apreciarías la ironía. Además, tiene algo de estilo, ¿no crees?

Una aguja se enterró en el abdomen del muchacho, inyectándole un líquido naranja brillante. El joven comenzó a emitir un brillo blancuzco.

"Las células del sujeto están asimilando el cuerpo plasmático del espécimen 015. Se está liberando una gran cantidad de energía eléctrica y calorífica al ambiente"

Continuó forcejeando contra las muñequeras que apenas permitían la circulación de la sangre hacia sus manos.

"Algo anda mal. Los niveles de energía no se estabilizan. Continúan elevándose. El traje de contención no está resistiendo. Es una reacción en cadena…"

El traje negro se fundió a la piel del joven, y su rostro fue perdiendo sus facciones, como si se derritiera. Su cuerpo aumentó en tamaño al grado en que sus ataduras reventaron.

Tambaleante, se puso en pie y caminó en círculos por el cuarto. La luz que irradiaba lo iluminaba todo.

Al ver al nuevo ser de pie, una gran euforia invadió al profesor Grant.

"¡Eureka! ¡El siguiente paso en la evolución humana! ¡El ser perfecto! ¡Lo he conseguido! ¡Este día es histórico! ¡No más hambruna! ¡No más enfermedades! ¡Longevidad de cientos de años!"

En eso, la mirada del profesor se cruzó con la pantalla que mostraba el encefalograma del muchacho. Sus patrones cerebrales habían cambiado.

"Esto… no lo tenía contemplado. Parece que la fusión afectó los patrones cerebrales del sujeto. Las secuelas psicológicas de esto podrían ser graves. Nota a mí mismo: proteger el cerebro la próxima vez que se realice una fusión completa. En este estado, el sujeto no será capaz de regular su propia energía, que es bastante más de la que había predicho"

-¡Chico! ¡Escúchame bien! Tus niveles de energía no se estabilizan. Recuéstate en la mesa y comenzaré el proceso de separación de inmediato

El joven trató de acostarse en la mesa, pero sus movimientos torpes lo hicieron caer al suelo.

-No puedo… moveeermeee… caasiiii no puueedooo hablaaar… Ayudaaaaa…. Aiuuuuudaaaaaa… Aaaaaa…

-¡Si no lo haces las consecuencias podrían ser fatales! ¡Tienes que levantarte!

-Nooo… puuu…

El profesor miró a la consola del sensor. La energía estaba alcanzando niveles críticos.

-¡No te rindas! ¡Una nueva vida! ¿Lo recuerdas? Aún puedo dártela. ¡Vamos! ¡Solo tienes que subir a la mesa!

-Nooo… nooo… puuu…

W. miró de nuevo la consola, y desahuciado suspiró.

"Si alguien encuentra esto algún día, solo quiero que sepa que todo fue por la ciencia, por el progreso de la humanidad. Hoy se hizo historia, caballeros. Lástima que nadie quedará aquí para contarla"

-Lo siento, chico. Este es el fin

Colocó la grabadora en la que registraba su bitácora en una caja de acero, y se sentó tranquilamente a esperar.

-¿Cómo dijo Galileo? Creo que era… "Y sin embargo se mueve"

Una explosión súbita emanó del muchacho e incineró todo lo que se encontraba 5 metros a la redonda. La onda expansiva derribó todos los edificios de la cuadra unos instantes después. Y bajo los escombros quedó enterrado el joven, el profesor, y todo rastro de su investigación. Sin embargo, la grabadora con su bitácora permaneció intacta, adentro de la caja de acero que la resguardaba.

Las trampas adiabáticas se rompieron, y todas las criaturas volaron, en llamas, hacia las capas superiores de la atmósfera.

Parecían estrellas fugaces. Un torrente de pequeños cometas que ascendían al cielo. Como luciérnagas estelares en el firmamento. Ahora, libres de su cautiverio, tomaban formas majestuosas mientras avanzaban, visibles gracias al fuego que ardía en ellas.

Los bomberos las observaron a lo lejos, un poco maravillados y a la vez asustados, sin dar crédito a sus ojos.

Realmente fue un espectáculo único.

CONTINUARÁ...