Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son todos propiedad de Sayo Yamamoto y Mitsuori Kubo, ama y señora del universo... y de estudios Mappa.
PRÓLOGO
Para estar agotado, Victor seguía moviéndose con una gracia indiscutible, pensó Yuuri mientras lo miraba desde la entrada de la pista, apoyando la mejilla contra su puño. Ya era tarde, pero Victor había insistido en dar una última vuelta mientras Yuuri se quitaba los patines. Habían pasado gran parte de la tarde ensayando la nueva rutina para su próximo programa libre, así que era justo dejar a Victor relajarse un poco. Su secuencia de pasos era impecable, como siempre; sin embargo, esta noche lucía más relajado que de costumbre. Tal vez se debiera a que Yuuri por fin había logrado terminar el nuevo programa a la perfección. O quizá, pensó, se trataba de algo más simple, como la cena que compartieron la noche anterior.
Desde que volvieron a Japón –para saludar a la familia, había dicho Victor a Yakov antes de partir- no habían dejado de practicar un solo día. Cuando no estaban en el hielo, estaban durmiendo o ejercitando. No se estaba quejando, por supuesto, pero su regreso había sido una excusa para descansar del frío infernal de San Petersburgo, "como vacaciones", había dicho Victor; sin embargo, todos los días trabajaban más que cuando Yakov los vigilaba durante su tiempo en la pista. Yuuri estaba feliz de volver a casa y, después de tres semanas de trabajo ininterrumpido, había reunido el valor suficiente para invitarlo a cenar.
-Hemos estado trabajando mucho. Sobre todo tú. Vamos a tomar un descanso, esta vez invito yo- había dicho Yuuri mientras buscaba su chaqueta.
Victor se sorprendió al principio. No era propio de Yuuri ser tan espontáneo, después de todo, no cuando estaba fuera del hielo, -por lo regular ese era el trabajo de Victor- pero la forma en que le sonrió había hecho que valiera la pena. Era ridículo lo difícil que era para Yuuri hacer cosas tan simples como invitarlo a salir cuando ya dormían en la misma cama y caminaban tomados de la mano siempre que podían. No era como si sintiera vergüenza, eso se había terminado hacía mucho tiempo, sino que ambos estaban tan ocupados últimamente que no podía encontrar la ocasión adecuada.
En la pista, Victor dio un loop triple. Perfecto. A través de los largos cristales que rodeaban el Ice Castle, Yuuri pudo ver la luna llena reflejándose en la pista y sonrió, recordando la charla que tuvo con Victor mientras volvían del nuevo restaurante italiano que habían abierto a unas cuadras de la pista. Ambos habían comido pasta y agua mineral.
-Nada de vino hasta después de la competencia,- había dicho Yuuri tan pronto como Victor abrió la boca para ordenar. Una botella no era suficiente para darles resaca, pero era mejor prevenir, se dijo mientras Victor trataba de ocultar su risita mientras ordenaba agua.
La cena había sido deliciosa y, al salir, ambos caminaron abrazados hombro contra hombro. La luna brillaba aún más gracias a la oscuridad de la calle y, en lugar de reflejarse contra la pista, como ahora, lo hacía contra el cabello de Victor. Yuuri no podía dejar de mirarlo. Con esa luz, parecía casi etéreo, como hada nocturna, se dijo, sonriendo para sí. Victor rió, negando con la cabeza.
-Ese más bien sería Yurio- dijo, y Yuuri se sonrojó de inmediato. ¿Había dicho eso en voz alta?
-Sabes, cuando era pequeño, mi abuela solía contarme una historia sobre noches como esta. Decía que, cada año bisiesto, la Señora de la Luna bajaba del cielo a cumplir sus deseos a los puros de corazón- dijo Victor, mirando la luna con una pequeña sonrisa. Yuuri lo miraba a él.
-Este año es bisiesto, ¿no es así?
Victor rió, asintiendo. –Hacía mucho que no pensaba en esa historia,- dijo. –Cuando era niño, solía pedir cientos de cosas: nuevos patines, ganar mi siguiente competencia… Dime, ¿qué pedirías tú, Yuuri? Si se te concediera una cosa, lo que más deseas en el mundo, ¿qué sería?
-Yo…- Yuuri se sonrojó de nuevo, agradeciendo a la penumbra por no hacerlo tan notorio. –Ya he conseguido todo lo que siempre he deseado- dijo. Victor lo había abrazado más fuerte que de costumbre, sonriendo tanto que era difícil apartar la mirada.
-Yo también- había dicho él antes de entrar a casa, y Yuuri no pudo dejar de sonreír hasta quedarse dormido.
Ahora, mientras veía a Victor clavar otro salto, pensaba en su pregunta casi sin darse cuenta. ¿Si pudiera pedir una cosa, lo que fuera, qué sería? No había metido cuando dijo que ya tenía todo lo que deseaba: su familia, sus amigos, Victor… Yuuri no recordaba haber sido tan feliz como lo era ahora. Su carrera como patinador había mejorado notablemente, y Victor parecía feliz. Seguía ganando en cada competencia en la que participaba y no había día en el que no dijera lo satisfecho que se sentía. Su patinaje era más limpio que nunca. Así que, en realidad, no había nada que pudiera desear por el momento, no cuando podía ver a Victor sobre el hielo, conectando un salto tras otro, moviéndose con soltura alrededor de la pista. Yuuri suspiró. Jamás habría pensado que su vida terminaría así o que alcanzaría tanta felicidad. Era casi aterrador, ser tan feliz cuando aún era tan joven. Ahora más que nunca tenía algo que no quería perder.
Si pudiera decirle al Yuuri que apenas comenzaba a patinar que esta era la vida que le aguardaba, no lo habría creído… o quizá habría llorado de la emoción. O de la pena, por una broma tan cruel. Ah, en ese tiempo Yuuri lloraba con más facilidad que ahora. Siempre había sido un chico demasiado sensible para su propio bien. En la pista eso era un punto a su favor, pero en su vida diaria era terriblemente impráctico. La primera vez que había visto patinar a Victor cuando aún estaba en la división Junior se había puesto a llorar de la emoción al igual que Yuuko. Todavía podía recordar aquella vieja rutina: era delicada y triste, como ver caer la hoja marchita de un árbol; en ese entonces, Victor llevaba su cabello largo y suelto, y eso, anudado a la música de su programa, lo habían ver como a un ángel caído.
-Ahh…- Yuuri suspiró, sonriendo sin darse cuenta. –Cómo habría deseado conocer a Victor cuando él todavía era un Junior- murmuró mientras Victor –el Victor de hoy, el hombre de sus sueños- patinaba hacia él luego de terminar su rutina. Yuuri aplaudió, como siempre, recibiéndolo con una sonrisa.
-Eso fue increíble,- le dijo. Victor se inclinó para besar su frente, sonriendo también.
-¿Tú crees?- preguntó, limpiando el sudor de su rostro. –Muero de hambre. Ya es hora de volver a casa. Yuuri sonrió. Sí, en definitiva, no había nada que Yuuri pudiera desear más que esto.
Al apagar las luces, Victor tomó de su mano, aun tibia por el ejercicio y caminaron juntos hacia la puerta. A sus espaldas, la pista seguía iluminada por la luz de la luna, brillante y plateada, danzando delicadamente sobre el hielo.
N.A.
Ah... se siente bien estar de "vuelta". Sé que este no es mi fandom usual, pero YOI me levantó en un tiempo muy difícil para mí. Hacía mucho que no me atrevía a escribir, pero esto se sintió tan bien que quise dejarlo por acá.
Gracias por leer.
-DN
