Drabble de 500 palabras exactas sin contar notas, título y demás (es tan difícil escribir con las palabras contadas).
Algo extraño. Sin sentido. Cosas normales de mí. Inspirado en un reto que vi por Internet.
Espero lo disfruten.
Shaman king no me pertenece.
Naranjas.
Definitivamente cuando describían a Yoh, muchos decían que era idiota, flojo, despistado, optimista, relajado, de sonrisa estúpida, y adicto a la mariguana.
Pero definitivamente todos concordaban con una cosa: era amante de las naranjas.
Nadie entendía por qué pero casi siempre que tenía tiempo libre, se la pasaba todo el día en una mesa rodando una naranja con su mano, repitiendo una y otra vez la misma frase estúpida con una mirada alegre y un ligero sonrojo.
―Funga fufu, funga fufu…
Nadie entendía el significado de la frase pero llegaba a sacar de quicio a la mayoría de sus amigos, a tal grado de querer golpearlo en un intento por callarlo, principalmente Ren.
Muchos le preguntaron sobre su gusto por las naranjas. Manta fue el primero. Había regresado de su duro entrenamiento y ya estaba comiendo la quinta naranja en la última media hora con una sonrisa tan eufórica que parecía un chiquillo con un juguete nuevo.
Al pobre enano cabezón ya le dolía el estómago de sólo verlo.
―Yoh, ¿por qué te gustan tanto las naranjas? ―preguntó después de darle un sorbo a su té recién preparado.
El castaño paró y lo miró con sorpresa, sin embargo, no respondió. Había agachado la mirada con un sonrojo y una mano en la nuca, acompañado de una risita típica de él. Luego se levantó, tiró la basura y salió, diciendo que quería bañarse antes de que Anna regresara.
Lo había tomado por sorpresa, pero lo dejó pasar. Ya después los demás le preguntarían lo mismo. Desgraciadamente todos, incluso el mismo Amidamaru, habían obtenido ese resultado dejándolos insatisfechos.
Pero Yoh seguía con la misma actitud de rodar naranjas sobre la mesa o comer diez en una hora.
Y es que, a su opinión, nadie debía de saberlo si no quería que terminara en oídos equivocados.
No quería que nadie se enterara de que comparaba a su linda prometida con una vil y pequeña naranja.
Tal vez lo juzgarían de loco, pero era verdad: la naranja es un fruto con cáscara amarga que la cubría del exterior, pero al llegar a su pulpa, ésta es de un sabor muy dulce que te extasiaba.
Así como Anna. Tenía una coraza de hielo que la protegía del exterior y la hacían ver amarga, pero en su interior, era una de las chicas más dulces que podrías conocer.
Eso sin contar que Anna poseía dos naranjas perfectas en su cuerpo.
Sonrió torpemente aún rodando una naranja del tamaño perfecto sobre la mesa, pensando aún en su rara comparación que, sin embargo, era verdadera.
Agradecía el hecho de que Anna ya no pudiera leer mentes: todo eso se quedaba en sus pensamientos.
―Yoh, deja de estar de flojo y sigue con tu entrenamiento.
Se levantó de golpe y la apreció en la entrada, con un ligero sonrojo y el entrecejo realmente fruncido. Un escalofrío le recorrió cuando se percató de que endureció la mirada.
Anna…, ya no podía leer mentes…
―Muévete.
…, ¿verdad?
―¡Ahora!
Oh. Por. Dios.
A que extrañaban mis finales feos e inconclusos, ¿ah? (?). Yo lo sé.
Han pasado meses desde la última vez que publiqué algo. Debo cosas, sí, lo sé, pero no creo volver pronto (aunque a nadie le interese, necesitaba decirlo, ja, ja).
Un abrazo a todos los que se pasaron a leer hasta acá. Espero que no hayan encontrado errores o mucho OoC (hace tanto que no escribo que creo que hasta olvidé cómo hacerlo).
Gracias por leer. Saludos a todos. Besos.
