I. Por el amor de dios, te morderás la lengua antes de hacértela tragar

Silencio, nadie habla, sus respiración son acompasadas al ritmo del tic tac del reloj empotrado en la pared. Se miran debajo de las pestañas, no se atreven a verlo directamente a los ojos.

- ¿Lo encontraron? – apenas puede decirlo y ya siente que un nudo se ha formado en su garganta impidiéndole el habla. Los demás finalmente se dignan a mirarlo; él no se ve muy bien, está agotado y lo saben pero por fuera no muestra su debilidad como ser humano, solo se admira el rostro atractivo y el porte gallardo de Sasuke Uchiha.

- Sí. – silencio, nuevamente todos dudan si deben agregar algo más o esperar a que su jefe lo haga.

Su corazón se detiene uno segundos. Lo han encontrado, la búsqueda no fue infructuosa después de todo, siente que la saliva que traga está lacerando su laringe.

- Quiero verlo. – anuncia con ese barítono sensual y ronco por el cual ha atraído a muchas jóvenes a su cama.

La única mujer presente sabe que no es buena idea, se reafirma en su posición y sostiene la carpeta contra su pecho.

- Lo siento Sasuke, pero él no quiere verte. – consigue que el mencionado apriete los puños y su frente se frunza.

- Karin, no es que él no quiera verme, no es un pedimento, es una orden – la chica pelirroja se acerca al escritorio de su jefe y azota contra este la carpeta que momentos antes tenía apretujada contra el pecho.

- Primero ve esto – y él no duda en hacerle caso. Toma la carpeta entre sus manos y abre su contenido, no está preparado, pero lo hace. Y entre esas hojas llenas de informes con los movimientos de su antiguo amor, están fotos, muchas fotos donde aparece él y su hermano; quiere ignorar que las ha visto. Un dolor inequívoco punza en su pecho, justo donde tiene el corazón.

- Se casaron Sasuke, él e Itachi tienen un… -

- ¡Basta, Karin! – interviene otro de sus subordinados. – No es necesario que se lo digas, es suficiente con lo que está viendo.

1.- Eres la ilusión que yo persigo

El otoño arrasa con las hojas secas de las calles, el crujido incesante de pisadas resuena rompiendo ese silencio que atrapaba al único merodeador en ese parque. Quería un momento de soledad, y lo había obtenido al huir de sus responsabilidades agobiantes, quería por un momento saborear la irresponsabilidad.

Inspira, alguien ha irrumpido su soledad y con una risa tonta a golpeado su brazo derecho, corriendo como un remolino amarillo.

Fue la primera vez que lo vio.

El chiquillo tenía un cabello besado por el sol al igual que su piel. Y lo más maravilloso de ese niño eran sus ojos azules, un mar abierto que invita a perderse. Sasuke jamás admiro la belleza masculina hasta que conoció a ese pequeño mocoso.

- Fíjate por donde vas, dobe. – insultó, porque como Uchiha no sabía cómo entablar una conversación sin insultar.

- ¿A quién llamas dobe, teme? – el niñito se detuvo en su corredera para mirar al sujeto que lo había llamado de un modo poco apropiado.

Sasuke no evita pasear sus trémulos ojos brunos sobre el cuerpecito del menor. Tiene carita de diablillo, una nariz respingada realza una sensualidad zorruna, el niño sonríe por el escrutinio. Y Sasuke se atraganta.

2. Eres bueno y maldito.

Itachi tiene una rara enfermedad, su corazón se está debilitando, nadie quiere decírselo pero sabe que morirá pronto, por eso ha pedido esos últimos meses quedarse en casa de su familia, quiere disfrutar de la compañía de los suyos, pero sobretodo, quiere estar con su hermanito antes de morir.

Sasuke ha dejado atrás sus clases extracurriculares de francés y alemán para huir a un parque vecino. Y lo ha seguido.

Entre la búsqueda de su tonto hermano, encuentra un remolino amarillo que corretea las hojas que salen volando por la ventisca de otoño. El rubiecito camina contento con muchas hojas secas atesoradas en sus bracitos de querubín.

Es el mes de octubre, Itachi nunca lo olvidará porque cuando el niñito lo miró a los ojos, se encontró con un carmín tan bonito como el de sus lápices de colores.

- Hola – le dice al desconocido de ojos rubís. Itachi sonríe. – Me llamo Naruto, ¿te gusta el otoño? Mamá dice que es una estación con un clima templado, que es lindo cuando caen las hojas, me ha dejado venir solo porque ya soy un niño grande. Tengo nueve años. ¿y tú? – habla sin detenerse, sus dientes blancos en hilera sobresalen de esa sonrisa indiscreta.

Y por primera vez en mucho tiempo, Itachi no quiere morirse.

3. Yo quiero tocarte y poder seguirte por doquier

Naruto es un niño dócil, tiene buena salud, padres que lo aman y una casa muy grande al final de la calle. Pero está solo, no tiene amigos porque los niños son crueles y dicen que sus pintas de extranjero no coinciden con un japonés tradicional, por eso se mudaron a Konoha, para poder iniciar de nuevo con gente que aceptara que su rubio cabello y ojos azules son herencia de raíces europeas. Aun así juega solo, todas las tardes después de la escuela donde lo único que entiende son números y le gusta, va al parque a retozar entre los arboles de Sakura y de ciruelo rojo, se esconde entre los arbustos, e imagina que es un pirata que va en busca de un tesoro.

Naruto es un niño hermoso, tiene una sonrisa bucólica, infla el pecho orgulloso cuando menciona su edad con sus deditos. Ese día es especial, lo sabe, mañana será su cumpleaños pero piensa que ha recibido sus regalos por adelantado, conoció a un joven de cabellos negros que a pesar de haberlo insultado le regalo una sonrisa grande y una paleta. Luego salió corriendo y encontró a otro muchacho, este tenía un semblante de tristeza y de todos modos le revolvió sus rubios cabellos.

Él no sabe que ambos hermanos necesitaban encontrar un motivo para continuar forjando vidas aburridas, uno luchaba por ser el mejor y el otro por aceptar su pronta muerte, y contra todos los malos pronósticos de un otoño con sabor a invierno; apareció un rayo de luz enfundado en pantalones cortos y rodillas rapadas, con sonrisa de héroe y ojos de cielo.

Sasuke recuerda todo eso, porque cuando conoció a Naruto él tenía quince años e Itachi diecinueve. El pronóstico de vida para su hermano había sido malo, en un año debía estar tres metros bajo tierra.

Y no lo estaba. Se largó con su novio, los dos salieron de su vida como un huracán, después de azotarlo lo dejaron destrozado. Podía entenderlo de Itachi, después de todo, se habían fijado una guerra mutua cuando ambos se contaron del inesperado encuentro con un niño rubio. Itachi no iba a ceder y Sasuke tampoco.

Quería explicaciones.

¿Por qué Naruto? ¿Por qué me abandonaste por mí hermano?

Hoy era un día especial, su gente consiguió lo que él durante cinco años había estado persiguiendo.

Naruto e Itachi.

Pero no estaban solos, su hermano vivió, Naruto se casó con él y tenían un hijo. Hicieron su vida sin él, olvidaron al patético hermano menor.

Olvidaron que eran suyos también y que él les pertenecía.