Pequeños Milagros
Autor: Quetzalli
Resumen: Severus deja Hogwarts después de la segunda guerra para empezar una nueva vida. Ocho años después, cuando regresa, tiene una encantadora hijita que se roba el corazón del sanador de guardia en la enfermería del colegio… Harry Potter.
Parejas: Harry-Severus, Remus-Kingsley
Disclaimer: Los personajes son propiedad de J. K. Rowling y Warner Bros. Si por ventura piensas que estoy ganando algo más que gratificación personal a través de sus comentarios, voy a tener que desilusionarlos porque ni un peso ha entrado en mi bolsillo por escribir esto.
Spoilers de El Secreto del Príncipe No estoy segura de calificarlo como spoiler porque esto es un AU y la situación que se menciona es diferente aunque el resultado es el mismo. Cuando empecé a escribir este fic todavía no salía el sexto libro, ahora resulta que hay un spoiler al inicio totalmente involuntario pero ahí está, así que lean bajo su propio riesgo.
Capítulo 1
Un obsequio
inesperado
A veces no es necesario buscar la
grandeza
para encontrar la felicidad,
si encuentras un pequeño
milagro
que te haga sentir el mucho amor que Dios te
tiene
alégrate, muéstrate agradecido, comparte tu
dicha
y consérvalo en tu corazón por siempre
porque
hay que saber apreciar los pequeños milagros
que te da la
vida.
Todo era calma y oscuridad, una combinación que siempre había sido de su agrado. Se arrellanó cómodamente en su sofá favorito disfrutando de la inmensa tranquilidad que lo rodeaba.
Era feliz.
Por fin, después de toda una vida de desastres contínuos todo estaba mejorando. No más guerra, ni Señor Tenebroso del cual preocuparse.
Era libre.
Y pensaba disfrutarlo al máximo antes de cumplir todos sus compromisos. Hasta que el Expreso partiera rumbo a King Cross, él era libre.
Un golpe en su puerta llegó con total claridad a sus oídos, tenías dos opciones ignorarlo o fingir no haberlo oído. Sonrió para sí pensando que no abriría la puerta aún cuando el fantasma de Albus Dumbledore estuviera afuera con un inmenso presente... bueno, quizás abriría si trajera la Orden de Merlín primera clase.
El golpe se repitió con inusual insistencia arrancándole una mueca de disgusto. Quien quiera que estuviera ahí afuera no era Albus, de eso no había duda. Decidió que lo mejor sería seguir ignorando el llamado. Hizo una elegante floritura con su varita y al instante un vaso de wiskey se materializó frente a él. Estaba dispuesto a vaciar su contenido cuando reparó en el brillante líquido y recordó...
Ya sabía quién estaba tocando en su puerta, sólo había una persona lo suficientemente obstinada en el mundo como para no entender que no quería ser molestado en ese momento. Se levantó del sillón y cruzó la estancia hasta la puerta en tres zancadas. En cuanto la abrió supo que no estaba equivocado.
-¿Qué demonios te ha traído hasta mi puerta Potter? –gruñó molesto- ¿No hay suficientes fiestas a las que debas asistir para celebrar tu victoria?
Retrocedió un poco dejando la puerta abierta para permitirle al obstinado joven entrar a su habitación. Un leve sentimiento de triunfo lo inundó al ver a Potter mirando ansioso el piso, casi temblando como una hoja ante la fuerza de un ventarrón, todavía podía impresionar al mago más poderoso de su generación.
Harry lo siguió lentamente hasta la pequeña estancia que se mantenía alumbrada sólo por el fuego que ardía en la chimenea. El lugar era pequeño y moderado, nada demasiado ostentoso, después de todo era el refugio de un estricto profesor.
-¿Es cierto que te vas? –Potter levantó sus ojos y Severus tuvo la primera visión de ellos enrojecidos, no había lágrimas, más era algo perturbador verlo así.
-Con el tren –corroboró preocupado. Por qué estaba preocupado era algo que ni él podía entender, quizás se debiera a que había convivido demasiado con el mocoso en los últimos años y su instinto magisterial estaba manifestándose por reflejo.
-¿Por qué? –musitó Potter obviamente haciendo un esfuerzo por controlar su voz y evitar que temblara.
-No tengo porqué darte explicaciones Potter, ahora si no tienes algo más importante me gustaría que me dejaras a solas.
-Harry.
-¿Disculpa?
-Harry –repitió con mayor fuerza Potter-, habíamos acordado que usaríamos nuestros nombres.
Severus soltó un bufido exasperado, el muchacho no lo dejaría a menos que tuviera las respuestas que buscaba, con un gesto le indicó que lo acompañara y materializó otro vaso de Wiskey para "El Salvador del Mundo Mágico".
-De acuerdo "Harry" ¿a qué debo el honor de tu visita?
El muchacho sonrió ligeramente, sin beber el wiskey jugueteó con el vaso, Severus comenzaba a impacientarse al punto de querer arrancar el vaso de sus manos y echarle el wiskey en la cara para arrojarlo después de su habitación.
-¿Te vas por lo que pasó la otra noche?
La otra noche, con tres palabras Potter le hizo recordar una noche en la víspera de la última batalla, no la mejor de su vida. Él y Potter habían estado entrenando hasta tarde y en un momento de debilidad, Severus se había visto invitándolo a beber con él. El hecho todavía lo horrorizaba.
-Mi retiro de Hogwarts no tiene nada que ver con eso –explicó del mismo modo en que lo hacía con sus amigos, después de todo Harry había demostrado ser tan diferente a su padre y en cierto modo se había ganado su respeto-. Hay un compromiso que he pospuesto demasiado tiempo y ha llegado el momento de cumplirlo.
Harry seguía estudiando el vaso, perdido entre los reflejos que producían el vidrio y el líquido. Debía sentirse algo avergonzado pensó Severus recordando lo mal que se sintió cuando despertó la mañana siguiente en ese mismo sofá con varias botellas vacías rodeándolo y Harry Potter recostado en la alfombra, usando su túnica como almohada, con la ropa desaliñada y la sonrisa boba de los ebrios.
-Escucha Harry –dijo tranquilamente-, no deberías sentirte mal por la borrachera del otro día, ya eres un adulto y sé que perdimos un poco el control, pero estábamos muy tensos y obviamente sirvió porque después de la poción contra la resaca ambos peleamos muy bien.
Harry levantó el rostro sorprendido hacia Severus, aunque bajó la vista avergonzado ante el profesor. Eso ocasionó que Severus se sintiera aún más satisfecho consigo mismo, no cualquiera avergonzaba a Harry Potter así. Sólo por eso decidió que le explicaría a Harry sus motivos, aún cuando no estimaba al joven, reconocía que era alguien especial.
Y ya había sido su compañero de borrachera.
-Regreso a Escocia –dijo después de dar un sorbo a su vaso- a cumplir mi promesa de matrimonio con una bruja que podría ser considerada una santa.
-¿Vas a casarte? –preguntó Harry casi horrorizado ante la perspectiva. Severus dejó libre una risa cristalina que nunca creyó surgiría frente a un Potter.
-Aún eres muy joven para pensar en matrimonio Harry, pero créeme que yo ya he esperado demasiado y ella a mí. Coincidimos aquí cuando yo era un estudiante –agregó con un cierto aire soñador- le propuse matrimonio después de que venciste la primera vez al Señor Tenebroso cuando eras un bebé, y entré a trabajar aquí en busca de un poco de prestigio y varios galeones. Después Él regresó y pospusimos la boda hasta que todo acabara.
Harry lo miraba fijamente sin ocultar la incredulidad que sentía.
-Vamos, ¿es tan difícil pensar que alguien puede amarme? –exclamó Severus ligeramente indignado, entendía la falta de ánimo de Harry respecto a su boda, no eran amigos cercanos y él se había encargado de hacerle la vida imposible los primeros cinco años del colegio, pero esperaba algo más que una pobre imitación de un pez.
-No –susurró Harry saliendo de su estupor, dejó el vaso sobre la mesa y se incorporó, Severus lo imitó pensando que había logrado deshacerse de Potter cuando se encontró envuelto en un abrazo fraternal.
-¡Felicidades Severus! –la sonrisa en los labios del joven era auténtica, llena de vida y muy contagiosa, sus ojos incluso se veían mejor a pesar de seguir enrojecidos-. Estoy seguro de que serán muy felices.
-G-racias –tartamudeó Severus desconcertado por ese despliegue tan repentino.
-Será mejor que me retire, seguramente tienes mucho que hacer antes de partir –Harry había alcanzado la puerta en un parpadeo, desconcertando aún más a Severus que no esperaba una despedida tan extraña.
-¿No querías hablar conmigo de algo? –le preguntó extrañado.
-No –aseguró Harry-, sólo quería saber porque la profesora McGonagalll está buscando un nuevo profesor de pociones. Hicimos una quiniela en la casa de Gryffindor y creo que yo gané.
-¿Qué apostaste?
-Que estabas enamorado –respondió Harry como si fuera lo más obvio.
-¡Vaya! –esta vez si que lo había sorprendido- ¿a cuánto asciende la apuesta?
-Digamos que será suficiente para pagar las prolongadas vacaciones que tengo planeadas en una playa paradisíaca, lejos de todos los reporteros del mundo mágico.
Sin más, Harry Potter cruzó la puerta y esa fue la última vez que Severus lo vio.
° ° ° ° °
No podía permanecer quieto. En su interior bullía con una terrible ansiedad mayor aún que la ansiedad vivida antes de la última batalla. No es para menos, se decía a sí mismo, esta vez no era una lucha a muerte, sino una promesa de vida.
Estaba aterrado.
No podía negarlo cuando sus pies continuaban caminando en círculos sin obedecerlo y su mente seguía creando crueles ilusiones en donde las paredes que lo rodeaban comprimían el cada vez más escaso aire, asfixiándolo. Sentía tal desesperación que imaginaba ver al tapiz desprenderse con la intención de enroscarse a su alrededor para detenerlo. Temía que el tejido de la alfombra enloqueciera creciendo sin control para mantenerlo cautivo por horas.
Justo cuando las cortinas se lanzaban a desgarrar su túnica la puerta se abrió permitiendo la entrada de un ventarrón. Y no era precisamente de aire.
-¡Mírate nada más Severus! Estás hecho un manojo de nervios. No recuerdo haberte visto en ese estado antes.
Kingsley Shacklebolt, el ventarrón personificado se lanzó sobre Severus para continuar el trabajo del tapiz. Lo sacudió un poco, le arregló la túnica y le dio unos golpecitos fraternarles en la espalda.
-Cualquiera que te escuche diría que te encanta la idea de verme así -gruño Severus sin amedrentar ni un poco al auror que no temía a sus comentarios.
-¡Por supuesto que me gusta verte así! Me deja ver al hombre oculto tras el más temido y odiado profesor de Hogwarts o el frío espía.
Severus cesó su recorrido circular para desplomarse en la única silla que estaba en la salita. Kingsley estaba tan cerca, dándole algunas palmaditas de apoyo, que escuchaba claramente los ligeros sonidos guturales de Severus que demostraban su frustración.
-No tienes idea lo asustado que estoy –dijo en un murmullo apenas audible.
-¿Miedo al cambio? –preguntó Kingsley sorprendido. Severus negó con ligero movimiento.
-Miedo a tenerla y perderla después, hemos esperado tanto que temo despertar en medio de la guerra o peor aún, en un mundo donde todo haya sido en vano.
-Relájate, sabes bien que eso no sucederá a menos que lo permitamos de nuevo, algo que dudo mucho suceda porque nadie quiere meterse con Harry, no les apetece terminar hechos gelatina.
-Eso fue algo que sólo un Gryffindor sería capaz de imaginar ¡convertir al mago tenebroso más despiadado de todos los tiempos en gelatina! –Una mueca de finjido disgusto cruzó su rostro-. Disculpa, es sólo que nunca había pasado por esto antes.
-Por eso es tan emocionante, sólo piensa que podrás vivir por primera vez, sin máscaras, al lado de una mujer maravillosa que te ha esperado por años. ¿O ya te arrepentiste?
-Nunca –dijo Severus sintiéndose renovado y más tranquilo-. Gracias.
-No hay por que ¿qué clase de padrino sería si dejo que el novio sufra un colapso nervioso.
Severus se incorporó de nuevo, todas sus inquietudes bajo control.
-No es para tanto. Apenas estoy un poco nervioso.
-Si claro. ¿Listo para dar el gran paso? No debes hacer esperar a la novia.
Severus cabeceó incapaz de formular palabras. A partir de ese momento todo sucedió en un confuso parpadeo en donde lo único que importaba eran los ojos verdes de Jodie, su encantadora sonrisa en su bello rostro delineado por una cortina de rizos marrón oscuro.
° ° ° ° °
-¿No te cansas nunca? –Severus imploró completamente exhausto.
-¿De estar contigo? ¡Jamás! –bromeó Jodie besando la nariz de Severus para después recargar la cabeza en el pecho de su esposo.
Severus giró los ojos intentando parecer molesto y fracasando completamente; cuando fue claro que había perdido la batalla, tomó otro paquete de la pila de regalos sin dejar de abrazarla.
-Espero que no sea otra vajilla.
-Deberías agradecer que las tres anteriores eran iguales –comentó Jodie uniendo esfuerzos para desgarrar la envoltura- tenemos repuestos por si se rompe un plato.
-O podemos organizar una fiesta con los Weasley y todos usarían platos iguales.
Estaban sentados en la alfombra que adornaba la sala de su nueva casa en Edimburgo, un lugar acogedor decorado con esmero por Jodie en donde cada sillón contaba con dos cojines finamente bordados que hacían juego con las cortinas.
-¡Un reloj mágico! –exclamó Jodie con deleite, levantándose de un salto para acomodarlo sobre la repisa de la chimenea en donde empezó su tic tac un segundo después de que aparecieran un par de manecillas con sus nombres- ahora siempre sabré en donde estás –chilló feliz de comprobar que las manecillas de ambos señalaban "en casa".
-Es de Kingsley y Lupin –comentó Severus al leer la tarjeta.
-No tienes idea del gusto que me da saber que Remus por fin tiene a alguien a su lado, tu amigo Kingsley parece hecho a su medida.
-Le dije que no se acercara a Lupin, pero no escuchó mi advertencia y ahora está irremediablemente atrapado en sus lobunas garras –declaró Severus acercando un nuevo paquete-. Supongo que eso les garantiza felicidad eterna. ¿De quién es esto? –preguntó al notar que el obsequio, no mayor a una caja de zapatos, que no estaba etiquetado.
-Estaba junto a esa carta –Jodie se inclinó a recoger el sobre que continuaba en el suelo justo debajo de donde había estado el regalo. Volvió al lado de Severus, en la alfombra y le tendió la carta a su esposo. Adoraba escuchar su voz varonil cerca de su oído.
Severus cortó el sello dorado que protegía el sobre para encontrarse con la elegante escritura de Albus Dumbledore. Estaba tan sorprendido que leyó el contenido con voz baja, porque sentía que esas palabras eran muy valiosas.
Queridos Severus y
Jodie Snape: Muy bien sé que no tuve oportunidad de
estar presente en la unión de dos de los mejores magos que
tuve el privilegio de conocer durante mi dirección de
Hogwarts, pero no lo lamento. No tengo idea de los detalles
porque aún no sucede para mí, pero no temo a la muerte
y estoy listo para partir con la confianza de que he contribuido en
crear un futuro pacífico y cristalino para ustedes. No soy el
salvador, pero sé que haré todo lo necesario para que
Harry venza en la batalla que se acerca. Por eso escribo
ahora, porque no conozco mi propio futuro y no quiero irme sin decir
lo orgulloso que estoy de ti Severus y lo mucho que lamento hayas
postergado este feliz acontecimiento tanto tiempo. Pero ha llegado y
espero que pronto tu tranquilidad sea perturbada por pequeños
pasitos que resuenen en tu casa porque eso será el indicio de
una nueva generación que estoy seguro te quitará ese
gesto molesto que te encanta tener para asustar a los
niños. Honestamente quería escribirles para
formar parte de su nueva felicidad, no estoy muy seguro de querer
morir sin nadie que me recuerde aunque sea como un director muy
entrometido. Aún recuerdo cuando caminaban por el
campo de quidditch uno al lado del otro, con sus manos entrelazadas
por horas sin romper una sola regla. Me gustaría decir
que siempre supe que estarían juntos y felices por toda la
eternidad, pero la verdad es que no tenía idea de que esto
sucedería y me alegro porque fue un verdadero deleite
descubrir la sorpresa. Les deseo una vida larga y próspera
llena de dicha. Suyo sinceramente Albus
Dumbledore
Permanecieron quietos un rato después de leer la carta, no queriendo terminar con la ilusión de sentir al profesor Dumbledore tan cerca, una de las numerosas víctimas de última batalla contra Voldemort y la persona que más extrañaron en su boda.
Juntos recordaron los buenos momentos que pasaron bajo la guía del anciano director hasta que sus miradas se cruzaron expresando toda la fe que tenía en ese futuro que los aguardaba y que tan gentilmente ese dulce hombre les había pronosticado.
No pudiendo controlar más la curiosidad, ambos desgarraron la envoltura, abrieron la tapa para encontrar una figura de plata que representaba un águila en vuelo llevando consigo una serpiente enroscada en su cuerpo en perfecta armonía.
-Es precioso –susurró Jodie trazando con los dedos el relieve de la base circular de la figura.
-Y poderoso –Severus comentó buscando alguna nota en el fondo de la caja que diera alguna explicación sobre el obsequio.
-¿En verdad esperas que haya enviado una hoja con instrucciones?
-Conociéndolo esperaba que descubramos eso juntos –musitó Severus– ¿dónde lo ponemos?
-Junto al reloj –contestó Jodie radiante, levantándose de un salto para hacerle sitio sobre la chimenea. Severus sonrió benevolente, se levantó e intentó cargar la figura, pero todos sus esfuerzos fueron en vano, lo que era ridículo tomando en cuenta que unos minutos antes lo había cargado con facilidad.
Le dedico a la figura una de sus más aterradoras miradas mientras repasaba cada palabra dicha en los últimos minutos. El águila agitó sus alas y la serpiente movió un poco la cabeza, parecía que ambas se burlaban de él.
Entonces se dio cuenta.
-¿Sucede algo? –preguntó Jodie preocupada por la espera.
-Unión –susurró antes de reír con todas sus fuerzas Severus-. No puedo moverla solo –explicó- tenemos que hacerlo juntos, ese es su significado.
La finas manos de Josie cubrieron las suyas, en un instante la figura se aligeró; la levantaron y acomodaron en su lugar. Después retrocedieron un poco para admirar el conjunto que adornaba su chimenea.
Un destello multicolor emergió de la figura envolviéndolos en una calidez inesperada con un ligero aire de inocencia. Todas las cosas empezaron a vibrar cuando el resplandor se contrajo sobre sí mismo y después estalló en una ola de magia que rodeó por completo la casa con esa magia protectora llenando cada rincón con amor. Los cuadros que adornaban la estancia destellaron ligeramente al tiempo que sus colores se volvían más brillantes y algunos de los personajes retratados comenzaron a reír y bailar sin control.
Cuando todo se detuvo, Severus y Jodie miraron maravillados como una casa se había convertido en un hogar.
-A eso llamo un buen regalo –comentó Severus todavía sorprendido por el despliegue mágico que sólo Albus pudo crear.
° ° ° ° °
-Papi –el eco de una aguda vocecita retumbó en las paredes ahora desnudas, no más cuadros ni dibujos infantiles pegados por doquier.
Dolía tener que dejar esa casa llena de amor, pero dolía más estar ahí sabiendo que ahora eran una familia incompleta.
-Paapiiii -insistió la pequeña jalando la túnica de su padre hasta que Severus volvió su atención sobre ella.
-Nos falta eso –dijo la pequeña señalando la chimenea donde reposaban aún la figura de plata y el reloj.
-¿Por qué no me ayudas? –preguntó recibiendo un cabeceo por toda respuesta.
Severus levantó a su hija en un movimiento que le arrancó una risa nerviosa a la pequeña, la sentó en la chimenea y acercó el papel que la pequeña usaba para envolver.
Había planeado empacar el reloj al último en un vano esfuerzo por evitar sus manecillas que marcaban "viajando" y el dolor que le producía saber que eran sólo dos cuando debieran ser tres. También había esperado hacerlo con un movimiento de varita, pero ella quería ayudar y él no podía negarle la oportunidad de despedirse de su casa. Josie era el más preciado tesoro que la vida le había dado y maldito fuera si hacía algo que lastimara a su hija.
Se descuidó unos segundos para convocar una caja del tamaño del reloj, tiempo más que suficiente para sorprenderlo más de lo que creyó posible. La figura que había intentado empacar y que seguía obstinadamente en su sitio había cedido a las manitas de su tesoro, permitiéndole ser cargada hasta su regazo en donde la niña, con gran esfuerzo y cuidado, la cubría con papel.
-¡Listo! –la alzó Josie orgullosa de su trabajo.
Severus aún sorprendido pasó la caja a su pequeña, ella acomodó la figura y esperó a que su padre sellara la tapa, cosa que hizo de un modo mecánico que a él mismo le sorprendió. Tomó la caja y comprobó que le era imposible moverla.
Josie estaba envolviendo el reloj por lo que se perdió la mirada seria de papi que tanta risa le daba porque mamá había dicho que "no es de cuidado si no te ve a los ojos".
-¡Listo! –proclamó de nuevo levantando el reloj como si fuera un trofeo.
Severus terminó la envoltura. Después miró a su hija fijamente, evaluándola. La pequeña torció las manos ansiosa, pensando que no había logrado hacer su trabajo bien, estaba empezando a asustarse cuando su padre habló.
-Josephine Sisley Snape ¿Aceptas proteger el símbolo de nuestra familia contra cualquier peligro que pueda enfrentar?
¡Una responsabilidad! Josie estaba encantada, puso la mano derecha sobre su corazón como se esperaba de alguien que está aceptando una gran responsabilidad, una que la acercaría a tener el permiso para una mascota.
-Acepto –respondió fascinada. Severus le obsequió una sonrisa a su pequeña al indicarle que debía llevar la caja hasta que estuviera en su nuevo sitio, la bajó de la chimenea y le pidió fuera por su capa.
La chiquilla salió corriendo hacia el patio, en donde estaba su capa de viaje esperándola, llevando consigo la mayor responsabilidad que podía imaginar ante la atenta mirada de su padre.
-Unión –murmuró Severus a la casa vacía- sólo ella puede llevar el símbolo que la representa. Albus viejo taimado, lo supiste todo el tiempo.
-Paaapiiiii
-Ya voy –dijo a la pequeña sin moverse del centro de la estancia. Le dedicó una última mirada melancólica a la habitación para llevarse cada recuerdo antes de irse y sumir el sitio en un nuevo abandono. Tomó la caja con el reloj y sacó de su túnica un puñado de un polvo verdoso. Levantó a Josie de nuevo, indicándole que debía abrazarlo con fuerza y no moverse encendió el fuego de la chimenea.
-¿Lista para conocer tu nueva casa?
Un cabeceo fue la respuesta que esperaba, arrojó el polvo al fuego cuyas llamas se volvieron verdes antes de entrar y decir su destino.
-Hogwarts, escuela de Magia y Hechicería.
° ° ° ° °
Continuará
N/A: Hola ya estoy de vuelta. Bien como sabrán este es un Harry-Severus aunque aquí no hubo mucho de los dos juntos pero prometo que lo habrá, de hecho al principio lo había más, pero decidí limitarlo un poco a favor de la historia y para que conocieran un poco de Jodie a quien descaradamente di vida y maté en el primer capítulo. A veces soy tan cruel...
Bien espero sus comentarios (o lo que quieran enviarme) aquí o si alguien quisiera agregarme a su lista de msm mi correo es: quetzalescos.
