MÚSICA Y AMOR

Fandom: Glee

Título: Música y amor

Pareja: Kurt/Blaine

Longitud: 4879 palabras

Notas: Este relato está basado en el prompt que albaclara dejó en el kink_meme de glee-esp. Mientras navegaba y cotilleaba por la comunidad encontré este prompt y me enamoré de la idea. Antes de darme cuenta estaba teniendo todo tipo de flashes e ideas y no pude más que abrir el Word y comenzar a escribir como una loca. Ella quería Profesor!Blaine (de música a poder ser) y sinceramente, ¿quién puede resistirse a la idea? Evidentemente yo no.

Dedicatorias: Por supuesto a albaclara por el estupendo prompt que me inspiró a escribir, y a mi esposa de Tumblr, alibody simplemente porque ella es mi Klainer favorita.

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El Otoño de Nueva York era mucho más frío de lo que había sido otros años, y era en ocasiones como esta cuando Blaine sentía el deseo de quejarse de lo antiguo que era el edificio de la escuela donde trabajaba. Pero, si era sincero consigo mismo, esa era la única cosa mala de su trabajo.

Cada día, después de pagar por su café para llevar y darle un suave beso de despedida a su marido, se dirigía a la escuela de música en la que llevaba ya cinco años trabajando. Cierto, el tiempo pasaba mucho más deprisa de lo que debería, pero era inevitable. No es que eso le hiciera sentirse viejo, por más que a Kurt le gustara quejarse acerca del hecho de que ambos estaban a un paso de la treintena. Al contrario, su vida estaba tan llena de dicha que él no podía evitar sentirse más joven que nunca.

Hace tres años se había casado con el hombre al que había amado desde que tenía diecisiete, ambos tenían un pequeño y perfecto piso a las afueras de la ciudad y la idea de adoptar un niño se estaba haciendo cada vez más real para ambos. Si a eso le añadíamos que Blaine adoraba enseñar música en la Escuela de música de Manhattan, bueno, no había motivo alguno para quejarse. Incluso si la calefacción no funcionaba la mitad del tiempo y las ventanas de la escuela eran demasiado viejas para aislarles completamente de las corrientes de viento helado.

"Un día de estos tendremos que venir a clase con guantes de lana, y sinceramente será interesante ver como algunos de vosotros tocan los instrumentos con los guantes puestos." Dijo Blaine entrando por la puerta.

Sus estudiantes eran jóvenes que rondaban los veinte años, y por más que sus superiores intentaran hacer que Blaine fuera más frío y serio con ellos, él simplemente no era capaz de hacerlo. Era difícil convertirse en una autoridad académica cuando no había ni siquiera diez años de diferencia entre él y sus alumnos.

"Buenos días, Profesor Anderson." Saludaron la mayoría de los presentes en una especie de sonido coral que le hizo recordar a los niños de una escuela primaria.

"Buenos días, chicos. Como podéis ver, hoy tampoco funciona la calefacción, y antes de que empecéis a protestar dejarme deciros que tengo tanto frío como vosotros y esto no es mi culpa."

Los estudiantes gruñeron un poco ante sus palabras. Ciertamente era complicado tocar cualquier instrumento cuando las puntas de sus dedos estaban tan frías que tenían miedo de perder algún dedo por congelación. A Blaine siempre le había hecho gracia como una escuela tan prestigiosa podía ser a la vez tan tacaña como para no actualizar, de una vez por todas, el sistema de calefacción.

"Hoy me siento generoso, por lo que, en vez de practicar la pieza desde donde la dejamos el último día, la practicaremos desde el principio. Eso os ayudará a entrar en calor."

El anuncio vino acompañado de una sonrisa divertida que se dibujaba en su rostro mientras sacaba las gafas de su cartera y se las ponía.

Por alguna razón que no podía entender, el simple hecho de ponerse aquellas gafas de pasta negra le hacía sentir como si finalmente comenzara a ser un profesor. Era extraño, ciertamente extraño, pero hasta que no se ponía las gafas la clase no empezaba para él. Aunque ese no era el único efecto que esas gafas tenían. En el mismo instante en que la montura reposaba suavemente sobre el tabique de su nariz, el suave sonido de un suspiro colectivo flotaba en el aula.

"Es la vieja fantasía alumno/profesor, las gafas te dan ese aire de bibliotecario inglés que tanto seduce a las jovencitas universitarias. Añade a eso el amor que tienes por los trajes que incluyen chaleco y ¡puf! Eres el prototipo de profesor sexy." Le había dicho más de una vez Kurt cuando Blaine le explicaba el extraño efecto de sus gafas.

"Oh Dios mío, adiós capacidad de pensar." Le susurró una chica a otra, pero no lo suficientemente bajo para que Blaine no lo oyera.

Era difícil concentrarse en su trabajo cuando todo lo que quería hacer era reírse. Por más tiempo que pasara nunca podría entender la reacción de sus alumnos. Bueno, la gran mayoría de los estudiantes que suspiraban por él – fuera cual fuera la razón – eran chicas, pero al menos un par de chicos parecían sufrir los mismos síntomas. Blaine no era capaz de entender que era lo que tanto les atraía de él.

A pesar de tener solo veintiocho años la mayoría de la gente le echaba al menos treinta. No podía culparles, su apariencia era demasiado clásica cuando estaba trabajando. El gel – que había desaparecido de su vida durante la universidad tras mucha insistencia por parte de Kurt – había vuelto para vengarse. Sus normalmente alocados rizos reposaban aplastados contra su cuero cabelludo, dándole un aire de caballero de los años cincuenta. Sus trajes, oscuros y sobrios, siempre tenían tres piezas. Chaqueta, pantalón y chaleco. Era la influencia de su padre, quien siempre había tenido una malsana obsesión con los relojes de bolsillo y el hecho de que para él nada era más elegante que guardarlo en el bolsillo frontal de un buen chaleco. Si a eso le sumábamos las anteriormente nombradas gafas de pasta, bueno, Blaine sin duda no podía culpar a nadie por echarle más años de los que realmente tenía.

"Bueno, bueno… Coger vuestros instrumentos y las partituras. Sé que todos estáis aburridos de esta canción y no sois los únicos, pero no todo puede ser diversión. Cuanto antes perfeccionéis esta canción, antes podremos volver a estudiar composición."

"Profesor Anderson, perdone pero, aun no comprendo porque estamos practicando una canción como esta en una clase de composición. Quiero decir, ¿música clásica? ¿De verdad? No le pega nada enseñar eso." Dijo una chica rubia de nombre Valerie.

"Sin duda no es mi genero favorito, pero dado que el Profesor Smith está en un congreso y que tenéis que tocar esta canción para el festival de Otoño, él expresamente me pidió que practicarais conmigo. Personalmente soy más TOP40." Aseguró con una sonrisa en el rostro y un leve rubor en las mejillas.

Aquella frase le recordaba a su tiempo en Dalton, cuando a Kurt le gustaba refunfuñar acerca de sus gustos musicales y su pequeña obsesión con la MTV y Kate Perry. Su mente se distraía con demasiada facilidad cuando esos recuerdos aparecían.

Tantos años, y aun así los recuerdos parecían recientes y frescos. Si se esforzaba un poco aun podía recordar cómo se sentía la suave piel de aquel adolescente Kurt bajo sus dedos, la textura áspera de sus jerséis de Dalton rozándose cuando ambos se acercaban para darse besos furtivos en los corredores de la escuela, el aroma de la dulce mezcla del olor de Kurt con aquel matiz de café tostado que siempre parecía rodearles. Todo un mundo sensorial que parecía situado en algún lugar lejano del pasado y a la se volvía cercano cuando cerraba los ojos y se perdía en ese mundo de amor adolescente.

Ni siquiera se había dado cuenta de lo perdido que estaba en sus ensoñaciones hasta que el sonido de su móvil vibrando sobre su escritorio le interrumpió. Con una rápida mirada a modo de disculpa a sus estudiantes, tomó el móvil en su mano y abrió el mensaje que parpadeaba en la pantalla de su móvil.

"Es injusto que tus alumnos disfruten de lo adorable que estás cuando hace frío y la punta de tu nariz se pone roja, mientras que yo tengo que volver a comprobar si las muestras de las telas son las correctas. Odio a tus estudiantes. ;)"

La sonrisa de su rostro se volvió tan grande que Blaine ni siquiera se molestó en tratar de ocultarla, a estas alturas de la vida sabía que era un intento inútil. Kurt sabía muy bien cómo hacerle sonreír como el adolescente enamorado que de algún modo aún era.

"Oh, todos sabemos de quién era el mensaje." Bromeó uno de los pocos chicos que había en su clase. "Todos conocemos esa cara."

"Hay gente con suerte." Refunfuñó Helena, que se sentaba al lado de Valerie.

"Siento como si tuviera que sentirme asqueada como cuando veo a mis padres besarse, pero lo cierto es que es adorable." Contestó Valerie con una sonrisa divertida en el rostro.

"Bueno, es adorable que se quieran tanto después de tantos años y no son tan viejos como nuestros padres."

"Chicos, chicos, ¿podemos dejar de hablar de mi vida amorosa? Me preocupa que sepáis tanto de ella." Afirmó Blaine frotándose la nuca en un gesto de vergüenza.

"Vamos, Profesor Anderson, sabe que nos gusta oír las historias de amor de cuando era joven."

"Hey! Aún soy joven." Protestó ganándose las risas cómplices de sus estudiantes. "Hace menos de diez años estaba sentado donde ahora estáis vosotros."

"Y seguro que se pasaba la mayor parte del tiempo soñando despierto con su ahora marido. He de admitirlo, no sé con cuál de los dos quedarme."

"Valerie, a veces me das miedo. Suenas como una fan decidiendo cuál de sus personajes favoritos está más bueno."

"Siento decirte, Helena, que ese es exactamente el caso. El Profesor Anderson tiene ese 'je ne sais quoi' que resulta atractivo de una manera adulta y elegante, pero, ¿has visto a su marido? Me hace sentirme resentida con el hecho de ser una mujer hetero. Ojala fuera un hombre gay. Esos ojos y esas caderas deberían considerarse pecado mortal."

"Vale, ahora soy yo quien tiene miedo, Valerie." Bromeó Blaine. "Aunque, por muy mal que esté el que yo lo diga, debo admitir que estoy de acuerdo con la última parte."

Toda la clase se rió ante eso. Blaine Anderson era el único profesor que les trataba como iguales, que les hablaba de tú a tú sin poner por medio las barreras típicas entre profesor y alumno. No es que no marcara unos límites, pues más de una vez le había parado los pies a alguna alumna que intentó tomarse demasiadas confianzas, pero por lo general ambas partes respetaban la confianza mutua sin poner un pie fuera de las líneas marcadas.

"No es mi culpa si soy la única que admite sus pensamientos. La mayoría aquí comparte mis opiniones cuando no estamos delante del Profesor Anderson. Es más, alguna de las chicas da aún más miedo que yo." Añadió Valerie afirmando con la cabeza.

"Entonces, prefiero seguir en la ignorancia. Kurt siempre dice que permanecer ignorante sobre las pasiones que desato es mi especialidad." Bromeó Blaine de nuevo.

"Háblenos de cuando empezó a salir con su marido. Siempre he tenido curiosidad sobre quien sedujo a quien."

"No creo que… Tenemos que practicar."

No era la primera vez, y Blaine estaba seguro que no sería la última, en que sus estudiantes le preguntaban sobre su relación con Kurt. En más de una ocasión había bromeado acerca del hecho de que las chicas parecían tener algún tipo de obsesión enfermiza con su relación con Kurt. Era como si la simple mención de ese nombre las convirtiera en fans de alguna serie comentando los amoríos de su pareja favorita. Era divertido, pero también era agradable y entrañable.

La vida había cambiado mucho para Kurt y para él. Hace años la mayoría de los chicos de esta edad hubieran usado palabras nada agradables para describir la relación entre dos hombres. Sin embargo, Nueva York era la ciudad de la libertad, el lugar donde no importa a quien ames, ni el sexo de esa persona. Todo el mundo tiene los mismos derechos y nadie te juzga por las decisiones de tu corazón.

"¡Vamos! Háblenos un poco de sus años como adolescente enamorado, y después practicaremos todo lo que quiera. ¿Verdad chicos?" Preguntó Helena mirando alrededor para ver los gestos de afirmación de sus compañeros. Para alguien que se burlaba tanto de la obsesión de Valerie, Helena siempre estaba muy interesada en sus historias.

"Está bien, pero luego quiero veros dándolo todo. Nada de descansos."

"¡Por supuesto!"

"Ok, ok. ¿Qué queréis saber?" Preguntó Blaine sentándose en su escritorio de profesor y mirando a sus alumnos por encima de la montura de sus gafas.

"¿Quién dio el primer paso? ¿Quién pidió salir a quién?"

"Bueno, eso depende de a quien preguntes." Una suave carcajada se escapó de entre sus labios. "Si me preguntas a mí te diría que fui yo, pero ahora que Kurt no está presente admito que su versión en más ajustada a la realidad. El primer paso le dio él, aunque fui yo el que le besó primero y le pidió salir."

"No lo entiendo. Si usted le pidió salir y le besó primero, ¿por qué dice que él dio el primer paso?" La curiosidad en la voz de Michael, uno de los chicos más jóvenes de su clase, era evidente.

Con una sonrisa suave en el rostro y un brillo dulce en los ojos, Blaine comenzó a relatarles la historia de su amistad con Kurt. Tantas cosas habían pasado en los meses desde que ambos se hicieron amigos hasta el momento en que Blaine había besado a Kurt por primera vez, que Blaine no pudo más que extenderse en detalles estúpidos como su fallida serenata a Jeremiah, o la secreta mentira dicha a Kurt para que el muchacho cantara 'Baby it's cold outside' con él.

Los pequeños detalles eran los que definían su relación, mientras que los grandes momentos habían cimentado el amor que ambos compartían ahora. Tal como una gran obra de arquitectura, todo era importante, e incluso la más pequeña de las piezas era fundamental para explicar por qué su relación aún se mantenía en pie.

En algunas partes de su historia sus estudiantes afirmaban con la cabeza, entendiendo perfectamente como es sentirse enamorado y confuso. En otras partes sus alumnas fruncían el ceño como si compartieran con Kurt el sentimiento de que Blaine había sido un estúpido. Y en otras, bueno, en otras todos sonreían de una manera cómplice que era igualmente mágica y cálida.

"Así que, tras el fracaso con Jeremiah, un momento fugaz de heterosexualidad y la muerte de un canario, me confesé a Kurt, le besé y comenzamos a salir. Cierto es que fue Kurt quien confesó sus sentimientos primero, en San Valentín, pero negaré haber dicho eso hasta la tumba. Me gusta pensar que fui yo quien se confesó y le sedujo." Finalizó Blaine mientras se rascaba la barbilla.

"Espere, espere… ¿momento fugaz de heterosexualidad? ¿Dónde estaba yo cuando eso pasó?"

"Valerie, seguramente estarías jugando con tus Barbies y haciendo pasteles de barro. De todos modos, no es algo que me guste recordar demasiado. Más que nada porque incluye un par de besos y citas con una de las mejores amigas de Kurt. Aún sufro las consecuencias de ese error."

"Y las seguirás sufriendo mientras tengas ese sonrisa idiota en la cara cuando lo cuentas."

La nueva voz a su izquierda les sorprendió a todos. Tan metidos estaban en el relato de su historia de amor que nadie había notado la presencia de Kurt Hummel en la puerta, apoyado en el marco de la misma con una pose que le hacía parecer un modelo sacado de la portada de Vogue.

"Oh Dios mío. Definitivamente voy a ser un hombre gay en mi próxima vida." Todos ignoraron el comentario de Valerie, lo cual no era muy complicado porque todos estaban acostumbrados a sus locuras.

"¿Qué haces aquí? Aún estoy en horario de clases." Le informó Blaine a su marido, aunque su cuerpo estaba moviéndose automáticamente hacia él, tentado de darle un beso, pero intentando no sucumbir a esa tentación porque sabía que no era correcto.

"El timbre sonó hace diez minutos. Al parecer todos estabais teniendo un viaje por la memoria y no lo habéis escuchado. Vine a darte una sorpresa, pero la sorpresa me la he llevado yo. ¿Desde cuándo las clases de composición consisten en el profesor contando historias de cómo me hizo sufrir durante meses con su incapacidad para captar lo evidente?"

A pesar de sus palabras, el dulce tono con el que estaban dichas hacía evidente que Kurt estaba bromeando. Si había algo que Kurt adoraba hacer era bromear acerca de esos meses antes de que comenzaran a salir. 'Oh, pobre de mí' eran las palabras favoritas de Kurt siempre que recordaban el pasado, pero siempre sonreía y alargaba la mano tocar a Blaine de un modo u otro.

Era sorprendente ver cómo, después de tantos años, ambos seguían enamorados como el primer día. Las miradas, las bromas, los besos robados en momentos furtivos, el deseo continuo de estar juntos, y tantas otras cosas más que a estas alturas ya no deberían ser iguales seguían presentes en sus vidas. La época de luna de miel de una relación se suponía que duraba como mucho un año o así, pero después de diez años juntos ellos seguían actuando como dos adolescentes cegados por el primer amor.

"Bueno chicos, al parecer la clase acabó hace un rato. La próxima clase va a ser solo práctica, avisados estáis. Si vuestros dedos no están sangrando para el final de la clase, es que no os he hecho practicar suficiente. ¿Entendido?"

"Oh, qué miedo das." Se rió Kurt a su lado, ganándose algunas risas entre los estudiantes. "Perro ladrador…"

"Sexy, muy sexy. Creo que definitivamente escojo a su marido en vez de a usted, Profesor Anderson. Lo siento. " Murmuró Valerie mientras recogía sus cosas y se ponía en pie.

"¿Debería preocuparme por el hecho de que tu alumna esté tirándome los tejos?" Preguntó Kurt divertido ante la actitud de la chica.

"Valerie tiene la política de ser siempre sincera y compartir todos sus pensamientos con la humanidad. Es aterradora pero inofensiva."

"Al menos tiene un buen sentido de la moda." Comentó Kurt ojeando su vestido negro de corte asimétrico y los botines de diseñador.

"Deberías sentirte honrada, Valerie. Creo que es la primera vez que oigo a Kurt decir eso de alguien de menos de veinticinco años. Incluso yo, siendo su marido, sufro las críticas diarias por mi sentido de la moda."

"El problema no es tu sentido de la moda, sino la total falta de sentido de la moda. Los trajes con chaleco son algo que mi abuelo llevaba cuando tenía tú edad. Y estoy seguro que incluso entonces ya estaba pasado de moda."

"No seas tonto, adoras los chalecos y las chaquetas." Dijo Blaine antes de acercarse más a Kurt para susurrar algo en su oído. "Siempre te sonrojas cuando llego a casa y me quito la chaqueta. Ambos sabemos que mis alumnos no son los únicos que tienen debilidad por el look de bibliotecario inglés."

La tentación de moverse unos centímetros y enterrar su nariz en la suave curva del cuello de Kurt era demasiado fuerte. El olor de su especiado perfume siempre le atraía como el canto de una sirena deseosa de probar los labios de un marinero. A veces, Blaine sospechaba que esa era la razón por la que Kurt no había cambiado de marca de perfume en los últimos tres años.

Sin embargo, por más que quisiera hacer caso a ese dicho tan popular acerca de que caer en la tentación es la única manera para superarla, aún estaba en presencia de la mitad de sus alumnos. Además, algo le decía que besar el cuello de su marido delante de las chicas solo echaría más leña al fuego de su pequeña obsesión.

Con un suspiro resignado y una última bocanada de aquel perfume se alejó de Kurt, dispuesto a echar a sus alumnos lo más pronto posible, cerrar la puerta del aula y besar, por fin, a su marido.

"Esta noche voy a tener dulces sueños llenos de sexo entre hombres." Suspiró felizmente Valerie, y Helena asintió sin darse cuenta.

"¿Estás seguro que es inofensiva?" Preguntó Kurt con un leve sonrojo en las mejillas fruto de las palabras que Blaine le había susurrado.

"Eso creo, pero no pondría la mano en el fuego. Chicas, ¿no tenéis alguna clase a la que ir?"

"No se preocupe. No me importa llegar tarde si puedo presenciar algo de acción."

"Oh Dios mío." Exclamó Kurt avergonzado. "Me recuerda a Tina."

Blaine no pudo evitar reírse ante la comparación. La verdad es que si tenían un cierto parecido en lo que a la personalidad se refería. Bueno, Tina siempre había sido menos habladora y algo tímida, pero una vez que se soltaba siempre comenzaba a preguntar si podía ver algo que acción chico-chico. Sí, bien mirado Valerie se parecía mucho a Tina.

"Nada de espectáculos. Ir a clase antes de que yo mismo os mande al Director con una nota."

"Ya no estamos en el instituto." Se quejó Helena.

"Pues seguís actuando como si lo estuvierais. Ahora, venga, fuera."

"Solo quiere que nos vayamos para poder continuar con cualquier cosa que estuviera proponiéndole a su marido cuando le susurró al oído. Es injusto que nos tienten con el tráiler y luego no nos dejen ver la película."

"Valerie, vete, ahora."

"Ok, Ok. Aguafiestas." Se rió ella. En un abrir y cerrar de ojos Valerie cogió su mochila y salió por la puerta con el resto de sus compañeras, cerrando la puerta tras ellas.

"Bien, he de admitir que eso ha sido interesante." Afirmó Kurt una vez que la puerta estaba cerrada. "Cuando hablabas de su pequeña obsesión por nosotros siempre pensé que exagerabas, pero veo que no es así."

"Ya te lo dije. Mis alumnos están un poco locos. Muchas veces me recuerdan a nuestros amigos de New Directions."

"Sin duda puedo ver las similitudes."

"Aha. Ahora, olvídate de mis locos alumnos y dame un beso."

La voz de Blaine era ronca y profunda, y vibraba suavemente en el corto espacio entre su boca y la de Kurt. Blaine ni siquiera se había dado cuenta en que momento había acortado la distancia que les separaba, pero no es que eso le importara en este momento.

El viaje por los recuerdos de sus primeros meses juntos como amigos, la agradable visita sorpresa y el simple hecho de tenerle tan cerca, hacían que Blaine no pudiera detener ese deseo cálido que se enroscaba en su estómago haciendo que besar a Kurt fuera más una necesidad que un deseo.

"Tus deseos son órdenes para mí."

Un segundo después de que esas palabras fueran dichas, Kurt dio un paso adelante y besó a su marido. Era el tipo de beso que das a alguien que amas cuando le has echado de menos. Lento, dulce y de algún modo necesitado.

Y sí, ahí estaba, la sensación de cosquilleo en la boca del estómago. Aún seguía ahí después de tanto tiempo, y ambos rogaban al cielo que las mariposas nunca desaparecieran. La magia de estar enamorados, de sentirse completos cuando sus labios se fundían incluso en el más inocente de los besos. Cualquier toque, cualquier roce, despertaba una chispa que pronto se convertía en un fuego que les devoraba a ambos.

"¿Tienes más clases hoy?" susurró Kurt contra los labios de Blaine.

"No, esta era la última. Tengo algo de papeleo, pero nada que no pueda esperar para mañana. ¿He de suponer que tienes planes?"

"Oh, créeme, tengo grandes planes."

Blaine podía sentir la sonrisa traviesa de Kurt contra sus labios. Ninguno de los dos parecía dispuesto a alejarse todavía. En los últimos días ambos habían estado terriblemente ocupados. Blaine con exámenes y pruebas varias y Kurt comprobando una y otra vez que todo estuviera listo para la nueva línea de ropa que la marca para la que trabajaba iba a lanzar el próximo mes.

Era horrible como sus horarios nunca coincidían. Mientras Blaine dormía – o más bien miraba a la pared y echaba de menos el cuerpo de Kurt a su lado – Kurt trabajaba en su oficina. Cuando Kurt por fin volvía a casa, Blaine tenía que marcharse a la escuela, y cuando llegaba por la tarde a casa Kurt estaba preparándose para volver a trabajar. Lo único que les ayudaba a mantenerse cuerdos era el continuo intercambio de mensajes y los románticos post-it que dejaban por la casa.

"Te he echado tanto de menos" suspiró Blaine y mordió levemente el labio inferior de su marido. "Me alegro que hayas podido escaparte hoy."

"Lo sé. Estaba a punto de volverme loco. ¿Cómo es posible que te eche tanto de menos después de tan solo tres o cuatro días?"

"A mí no me preguntes. Me llevo haciendo esa pregunta desde el primer día." Blaine le miró por un momento, perdiéndose en el azul grisáceo de aquellos ojos que nunca dejaban de robarle el aliento. "Bésame otra vez."

Antes de que Kurt pudiera acceder a sus deseos, unas risitas y un golpe contra la puerta les interrumpieron. Ninguno de los dos necesitaba ser adivino para saber que estaba pasando detrás de esa puerta.

Con un suspiro algo molesto, Blaine se separó de Kurt, no sin antes levantar la mano para dejar una tierna caricia en su mejilla a la vez que caminaba hacia la puerta.

"Shhhh… Creo que están a punto de hacer algo importante. Demasiado silencio." La voz de Helena era apenas un susurro.

"Si lo hacen encima del escritorio del profesor no voy a ser capaz de prestar atención en clase nunca más. Si tan solo esta puerta no estuviera interrumpiendo mi campo de visión."

"Shhh, calla o nos descubrirán. Están demasiado callados."

"A estas alturas esperaba oír gemidos o algo." Valerie dijo decepcionada.

"Bueno, siento decepcionaros pero no va a haber sexo." Afirmó Blaine mientras abría la puerta de golpe. "Y he de decir que estoy muy decepcionado de vosotras. ¿Desde cuándo sois aficionadas al 'voyerismo'?"

"Oh. ¡Oh! Profesor Anderson, que placer verle. Nosotras… Nosotras estábamos de paso."

"Sí, Helena, eso suena muy convincente." Protestó Valerie. "Yo no me resigno tan fácilmente. No todos los días su marido viene de visita."

"Hay algo llamado privacidad. Deberíais buscar la definición en el diccionario. Ahora, iros a clase. Si es que aún os dejan entrar. Si os vuelvo a pillar espiando vuestros compañeros van a tener que agradeceros más de un examen sorpresa."

"¿Qué? No, no. Vamos Valerie. Ya tengo bastantes exámenes para los que estudiar sin que me pongan más."

"Hoy el mundo está en mi contra." Refunfuñó la chica con un puchero.

Por fin, Blaine y Kurt se quedaron a solas. A pesar de que Blaine estaba tentado de cerrar la puerta del aula con llave, sabía que eso sería demasiado sospechoso si alguno de sus superiores venía en su busca. No había más remedio que esperar para cumplir esos planes que con tan poca sutileza le había sugerido Kurt. Sin embargo, eso no quería decir que no pudiera robarle otro par de besos antes de coger el abrigo, la cartera y marcharse de la escuela.

La sonrisa en el rostro de Kurt era una prueba clara de que sus intenciones eran claras.

Un paso, otro paso, y otro más. En unos segundos su cuerpo estaba tan cerca del de Kurt que cada respiración hacía que sus pechos se rozaran. En un movimiento inconsciente las manos de Blaine fueron a las caderas de su marido, acercándolo a su cuerpo hasta que no había espacio alguno entre ambos. Así mismo, los brazos de Kurt rodearon el cuello de Blaine con una necesidad casi enfermiza de retenerle, de no dejar que se alejara.

"Te he echado de menos. He echado de menos esto…" susurró Blaine antes de besar su cuello con dulzura, dejando que la punta de su lengua tocara por un segundo la suave piel bajo su boca. El sonido, grave y placentero, que salió de la boca de Kurt solo añadió más intensidad a su deseo. "…y esto…" movió la boca unos centímetros para poder morder su mandíbula. "…y esto…" sus labios rozaron la sien de Kurt, provocando un cosquilleo bien conocido.

Aquel gesto, tan aparentemente simple, siempre había sido algo personal para ellos. Un beso en la sien podía significar tantas cosas, pero cada una de ellas estaba relacionada con sentimientos que eran difíciles de explicar con palabras. Cuando todo lo demás fallaba, un beso en la sien era la manera de hacer llegar el mensaje sin necesidad de romper el silencio.

"Creo que capto el mensaje." Respondió Kurt, su voz apenas audible y evidentemente corto de aliento.

"Te quiero." Murmuró Blaine, y dejó su frente reposar contra la de Kurt.

"Yo también te quiero, cariño. Ahora, ¿por qué no nos vamos? Tengo muchos planes para nosotros, y esos planes no incluyen ropa."

Una carcajada jovial sonó en el aula vacía. Lo cierto era que, a pesar de los años que habían pasado, Kurt y Blaine seguían amándose como el primer día y actuando como dos adolescente enamorados para los que el resto del mundo nunca sería tan importante como los sentimientos que compartían.

No importaba si uno de ellos era ahora el maestro de una reputada escuela de música, o si el otro trabajaba para una importante marca de ropa. Al final del día, cuando la ropa quedaba tirada en el suelo y sus profesiones no eran más que parte de un todo, ellos eran tan solo dos personas normales disfrutando de su amor.

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CONTINUARÁ?

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Estoy pensando en hacer una segunda parte en la que Kurt decida darle otra sorpresa a Blaine y le lleve la comida a su despacho, y por supuesto sus locas alumnas intenten cotillear. Quizás incluso incluya smut. Comentar y decirme que os parece, ¿por favor? Este es mi primer Klaine fanfic en español (tercero en general) y necesito opiniones.