Lo logré! Por fin está listo el primer capítulo de esta continuación.

Acompañen a Rukia, Ichigo, las gemelas y los pequeños demonios en esta nueva aventura donde algunos viven sus últimos tiempos de adolescencia y otros reciién comienzan a vivirla...

Espero que les guste! O.-/


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La mañana apareció en un abrir y cerrar de ojos, o al menos eso creía Tatsuki luego de haberse dormido a las dos de la madrugada la noche anterior. A decir verdad, la pelea del luchador más grande de toda Karakura, Tensa Zangetsu, había sido épica y muchos periodistas hablaban de ella por las noticias, ¡Debía verla! ¿Y qué mejor que un domingo a la medianoche?

El despertador comenzó a sonar sobresaltando a la pequeña de, ahora, doce años, quien mandó a volar el maldito aparato ruidoso hacia el otro lado de la habitación estampándolo contra la pared y desarmándolo en mil pedazos.

– Maldición… Rukia me matará… –susurró al escuchar las consecuencias de su sutil manotazo al despertador de Chappy que su hermana atesoraba desde hacía tres años.

Tras desenredarse de las sabanas que la envolvían como una serpiente a su presa y sentándose al borde de la cama para asimilar el tedioso hecho de tener que levantarse, bostezó perezosamente y dirigió su mirada al maldito conejo despertador que yacía en el suelo.

– ¿Arreglarlo luego… o comprar uno nuevo? –Fue el dilema que atravesó su mente al imaginar el enfado de su hermana al verlo todo roto–. El dinero es de ambos, Uryuu me lo prestará –fue su juicio final refiriéndose al dinero que ambos ahorraban desde que comenzaron la secundaria para su futuro universitario.

Tomó su teléfono dispuesta a corroborar la hora. Demonios… todo sería tan sencillo si tan sólo no tuviera que ir a clases.

– ¿Seis y treinta? Genial, Rukia ha tocado el despertador para jugarme una mala broma –de mala gana, tumbó su teléfono a un lado de la almohada y se giró entre las sábanas para seguir durmiendo.

– ¿Piensas seguir ahí tirada toda la mañana? –Escuchó que le preguntaba desde la puerta–. Llegarás tarde a tu primer día de clases y conseguirás un largo sermón de parte del profesor titular. He escuchado que nos tocará el mismo que a Rukia y no es con el puedas tratar con demasiada confianza.

– Déjame en paz, Uryuu –gruñó tapándose hasta la cabeza para evitar seguir oyendo su molesta voz.

– Son las siete y treinta. Rukia y yo saldremos dentro de quince minutos y si no te apresuras te dejaremos sola –aconsejó saliendo por el mismo lugar por el que había llegado.

Segundos después, Tatsuki se destapó y fijó su mirada en la pantalla de su celular, otra vez. Efectivamente eran las siete y treinta.

Debería ser más rápida que su madre al limpiar la casa entera antes de la llegada de un invitado.

Habían pasado dos años y los niños ya no eran niños sino pequeños adolescentes, Tatsuki y Uryuu se encontraban en segundo año de secundaria del Instituto Mayor de Karakura, justo al que iba su hermana. La familia Kuchiki se había mudado a otro vecindario, a una casa más espaciosa y bien ubicada, podría decirse que estaban de maravilla e Hisana estaba más que feliz por la buena relación de hermanos que llevaban sus tres hijos, es decir, creyó que Rukia explotaría al descubrir que su nuevo hogar sólo constaba de tres habitaciones y, como Uryuu ya era un adolescente varón, Tatsuki debería compartir habitación con ella. Sí, sólo les había rezado a ella y a Byakuya un rosario de quejas y luego se encerró en el cuarto por dos días completos sin probar bocado, pero tan pronto acabaron de negociar con ella un nuevo set de maquillaje, más completo que el que ya tenía, su humor cambió como si nada hubiera sucedido. Hisana estuvo preocupada al principio, pues los niños se habían acostumbrado a compartir ruta hacia el instituto con los hermanos Kurosaki y desde la mudanza tuvieron que cambiar el trayecto y ya no se veían muy seguido, sin embargo ella y Masaki se las ingeniaban para organizar cenas y almuerzos como excusa para ponerse al día sobre sus vidas, además del deseo oculto de querer juntar a sus dos hijos mayores para que aclararan sus malentendidos, en vano, claro, pero valía el intento.

Byakuya ya estaba enterado acerca de la ruptura en la relación de su hija mayor con la persona que había calificado como un posible delincuente juvenil, se lo había dicho su esposa por error dos meses después de haber sucedido, y aun ya sabiéndolo no hizo comentario alguno, sólo sonrió de lado volviendo su concentración al periódico en sus manos aquella mañana. Hisana le había jurado que tarde o temprano ellos volverían a estar juntos, pues la prueba de que todavía se seguían queriendo radicaba en el anillo de plata que Rukia llevaba puesto siempre, regalo que escondía una promesa realizada con ese mocoso y que nadie más que ellos dos conocían; de todas formas él sabía que eso jamás pasaría ya que su hija era una Kuchiki que se hacía respetar y no permitiría que un mocoso como ese la hiciera sufrir. Había hecho bien en mudar a su familia lejos de Kurosaki Ichigo.

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– Bien, disfruten de su primer día –les deseó Hisana desde la puerta de entrada mientras les entregaba a Rukia y a Uryuu sus respectivos almuerzos–. Sobretodo tú, Rukia, recuerda que éste es tu último primer día de clases en el instituto. Dios, ya casi eres una universitaria –pensó lo último en voz alta.

– No empieces, mamá. Todavía no comienzo mi primer día y ya piensas en la universidad –se quejó Rukia con falsa molestia.

– Cuando menos te lo esperes ya estarás en la ceremonia de graduación.

– Ya veremos entonces –contestó con una mueca graciosa y le dio un beso de despedida.

– Que les vaya bien.

– Gracias mamá –fue la respuesta unánime por parte de ambos hermanos.

– ¡Esperen! –Se escuchó a Tatsuki bajando las escaleras con su saco y portafolio en una mano, un cepillo en la otra, con la que daba batalla a su alborotado cabello, y unas cuantas hojas en su boca–. ¡Estedes magictos traidors cu pnfan dejferme atrás! –los regañó sin ser entendida

– A ver, Tatsuki –llamó su atención su madre acercándose a ella–. Mejor quítate eso de la boca si quieres que ellos te entiendan. ¿Y qué es lo que llevas, por cierto? –le preguntó a la par que intentaba retirarle las hojas.

– ¡URU! –exclamó dando un paso hacia atrás y esquivando a su madre.

– Mamá, no creo que quieras verlo aún –intervino Uryuu tomando por ella las hojas de su hermana–. Es un proyecto en el que Tatsuki estuvo trabajando con Karin durante el verano pero no está terminado y ellas no se los quieren mostrar a nadie por el momento.

– Exacto –apoyó su hermana tirando del cepillo que se había atorado en su cabello.

– Ahh… Está bien –aceptó su madre sonriendo con confianza.

– ¡Ya dejen de hablar o llegaremos tarde a clase! –los regañó Rukia abriendo la puerta para salir–. ¡Vámonos o los dejaré!

– Mejor nos vamos o la bruja nos lanzará una maldición –aconsejó Tatsuki luego de colocarse su saco y despidiéndose de su madre.

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OwOwOwOwO

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– ¡Apresúrate, Uryuu!

– Ya voy, ya voy.

Ambos hermanos llegaron a su respectivo salón y descubrieron, con alivio y emoción, que estarían otro año en compañía de las gemelas Kurosaki.

– ¡Karin! –La llamó por detrás.

– ¡Tatsuki! –Devolvió el saludo y fue a su encuentro. Un choque de manos y puños, y luego un abrazo más… femenino.

Uryuu terminó de acercarse a Yuzu y le sonrió amistosamente en señal de saludo, a lo que ella correspondió con otra sonrisa.

– Sí que se han perdido durante las vacaciones, chicos.

– ¿Nosotros? Ustedes son las que han vuelto de su viaje el viernes por la noche –reclamó Tatsuki haciéndolas reír.

– No nos culpes, fueron nuestros padres quienes insistieron en pasar tiempo de calidad en familia luego de estar separados casi todo el último año.

– ¿Qué tal Kyoto?

– Muy verde y natural. Hubieras odiado estar ahí.

– ¡Karin! –Le reclamó su hermana–. No digas eso, hemos aprendido mucho de la naturaleza y de cocina.

– Y no podría estar más feliz por ello, hermanita.

– ¿En serio han aprendido sobre cocina? –indagó Uryuu con curiosidad.

– ¡Claro! La casera del lugar nos ofreció clases gratuitas al ser los primeros inquilinos, así que nuestra madre aceptó y las tres estuvimos a su cargo.

– Te compadezco –susurró Tatsuki a Karin apoyando una mano en su hombro en señal de consuelo.

– Deberías haber conocido a la mujer. Sola y criando a sus cuatro gatos como si fueran hijos.

– ¿Es viuda?

– ¡Soltera! Tiene cincuenta años y llama a sus gatos Ricky, Martin, Michael y Jackson. Dice que pronto conocerá al amor de su vida y vivirá por cien años más por el milagro de llegar virgen a su edad.

– No es cierto –musitó Tatsuki imaginándose a la mujer y temblando por ello.

– Lo es. Nuestra madre se negó a salir corriendo de allí aunque se lo supliqué.

– ¡¿Ricky Martin y Michael Jackson?! –exclamó ignorando lo anterior.

– ¿Sólo eso has escuchado?

– Uryuu, anota esto, debemos adoptar un gato y colocarle el nombre de un famoso artista –alegó emocionada.

– Kon se lo comería tan pronto lo viera –destruyó sus ilusiones sin pizca de remordimientos.

– Como sea, debes escuchar esto, Tatsuki. Mi padre nos ha llevado a mí y a Ichigo a un partido de fútbol donde conocimos al famoso Nnoitra Gilga y Dordoni Alessandro Del Socaccio –la aludida dejó caer su quijada y ninguna palabra se dignó a salir de su boca–. Además, hemos encontrado a los luchadores más profesionales de Kyoto en el centro comercial.

– ¿Gantenbainne y Yammy?

– Exacto.

– ¿Qué es lo que hacían en el centro comercial? –preguntó Uryuu confundido.

– Comprar faldas y carteras nuevas –respondió Karin con ironía–. No lo sé, sólo los vimos y no pude resistirme a pedir sus autógrafos.

– No te has olvidado de mí, ¿cierto?

– Tengo sus autógrafos para ti también.

– ¡Sí! ¿Sabes? También tengo algo que de seguro te encantará. En nuestro viaje al pueblo de Inuzuri, donde nuestra madre vivía de pequeña, no hemos visto más que campos y ríos, pero se llevó a cabo un encuentro de lucha libre donde Tensa Zangetsu lucharía contra el invencible Zommari Rureaux –Karin sonrió sabiendo de sobra la respuesta–. Adivinas quién ganó, ¿cierto?

– Nadie es invencible a excepción del gran Tensa Zangetsu –contestó como si fuera lo más obvio del mundo.

– Pues debes ver su grandiosa victoria y el saludo especialmente dedicado a Karin Kurosaki.

– ¡¿Qué?! ¡¿Lo has filmado y hasta le pediste que me enviara un saludo personalmente?! –Tatsuki sonrió de lado y se cruzó de brazos–. Eso es incluso mejor que mis autógrafos – se lamentó teatralmente–. Recuérdame hacer un monumento en tu honor la próxima vez que vayamos a Kyoto.

– ¡Niños, siéntense en sus lugares y pongan atención al anuncio que les daré a continuación! –Pidió un hombre alto y de gafas que de inmediato reconocieron como su profesor titular.

Ya que las niñas estaban sentadas en la segunda fila del lado de la ventana, Uryuu tomó asiento en la tercera fila al lado de Yuzu y al frente de la clase, mientras que Tatsuki se sentó detrás de él y a la derecha de Karin.

– Así nos sentamos el año pasado –se quejó Tatsuki recordando sus posiciones en primer año de secundaria–. Karin cambiemos –la aludida la miró con una ceja levantada pero al final aceptó soltando un bufido.

– Mi nombre es Sosuke Aizen y seré su nuevo profesor titular durante el resto del año escolar. Espero que podamos entendernos y así llevarnos lo suficientemente bien como para que no deba suspenderlos por alguna estupidez que estén pensando realizar durante el año. Recuerden que como su titular tengo la libertad de decidir su castigo, y si decido que su castigo es limpiar el instituto de arriba abajo en una hora, también deberán hacerlo.

Todos los alumnos se quedaron en blanco ante tan motivador discurso de su profesor. Intentaron pasar por alto el miedo que les causó escucharlo hablar con tan profunda voz, sin embargo todos sintieron un escalofrío recorrer su espina dorsal. Ese tipo sí que daba miedo.

– Y tú que querías quedarte en la cama y llegar tarde a clase –susurró por lo bajo Uryuu sin atreverse a voltearse para encarar a su hermana.

– Ustedes dos, ¿de qué hablan? –Acusó a los dos chicos mirándolos con altivez–. Preséntense antes de que decida castigarlos en el primer día.

–Sí, señor. D-digo profesor –contestó Uryuu con temor–. Soy Uryuu Ishida y ella es Tatsuki Arisawa. Por favor, disculpe nuestro atrevimiento.

– No están sus apellidos en el registro –comentó Aizen revisando la planilla de datos de los alumnos–. ¿Están seguros que pertenecen a esta clase?

– Nuestros apellidos no figuran como tal, profesor –respondió Tatsuki con desdén–. Aparecemos bajo el apellido Kuchiki pero todos nos conocen como Arisawa e Ishida.

– ¿Y a qué se debe eso? Si se puede saber, claro.

– No, no se puede saber –contestó con relajación, ajena a la mirada amenazadora de su profesor.

Uryuu tomó el cuaderno que ya había sacado de su portafolio para tomar notas y le pegó en la cabeza con él.

– Cállate si no quieres ser castigada el primer día de clases, idiota –la regañó entre susurros antes de que ella protestara. Enseguida, se levantó de su asiento e hizo una reverencia formal a su profesor–. Me disculpo por la actitud de mi hermana, profesor. Ciertamente figuramos como Kuchiki Tatsuki y Kuchiki Uryuu, sin embargo nuestros padres adoptivos nos han permitido seguir utilizando nuestros apellidos para presentarnos con nuestros amigos.

– Así que son hermanos de Kuchiki Rukia –habló por lo bajo llevándose una mano a la barbilla–. Interesante.

– No me gusta su expresión –susurró Uryuu a su hermana.

– Pues a mí me parece que es más malévolo que Rukia ideando un plan de venganza.

– Bien, atención que ahora pasaré a presentarles a sus nuevos compañeros. Muchos de ustedes ya se conocen desde el año pasado, así que espero puedan integrar a estos cuatro chicos sin problemas. Entren –indicó a quienes esperaban fuera del salón.

Al instante, dos niñas y dos niños ingresaron al salón y se pararon frente a toda la clase. Las gemelas y los pequeños, tanto como sus compañeros, se quedaron emocionados al ver en ellos la posibilidad de nuevos amigos. Uryuu se quedó maravillado por la belleza de sus dos nuevas compañeras, pues de verdad eran muy lindas.

– ¡Debes serle fiel a tu futura esposa! –se auto regañó Uryuu luego de darse una fuerte cachetada para despertar de su ensoñación.

De inmediato, sus compañeros comenzaron a reír a carcajadas por semejante comentario. Incluso los nuevos lo miraban divertidos por la escena. Tatsuki se hundió en su asiento mientras desviaba la mirada aparentando no conocerlo, maldijo el día en el que creyó enamorarse de una pechugona como Inoue-pechos-jumbo, lo apostaba todo a que esa bruja disfrazada de princesa lo había atrapado con sus enormes…

– Señor Kuchiki, ¿Quiere ser castigado por falta de respeto a sus compañeros? –lo regañó Aizen molesto por ser la segunda vez que interrumpía la clase.

– Lo siento –se disculpó sonrojado por la vergüenza.

Sus compañeros rieron nuevamente, contagiando a los cuatro chicos parados frente a la clase. La niña de cabello castaño le sonrió divertida mientras que la otra, de cabello recogido en una trenza, lo miraba fijamente. Uryuu enrojeció más y se hundió lentamente en su asiento.

– Es suficiente –exigió Aizen mirándolos gélidamente y asustándolos en el proceso–. Niños, preséntense.

– Mi nombre es Yoshino Soma y seré su nueva compañera. Espero poder llevarme bien con todos –se presentó la chica de cabello largo y castaño. Uryuu pudo apreciar sus bellos ojos color violeta y su sonrisa de…

"Recuerda a tu Princesa Tejedora. Recuerda a tu futura Señora Embajadora de Algas" se regañaba cada vez que comenzaba a halagar mentalmente a su nueva compañera.

– Mi nombre es Nemú Kurotsuchi, soy hija de uno de los profesores de este instituto. Es un gusto conocerlos –saludó formalmente la niña de cabello negro trenzado y con flequillo.

Los demás alumnos del salón se la quedaron viendo con curiosidad, pues a pesar de ser una niña muy menuda y bella, caracterizada por sus grandes ojos verdes, su expresión era algo frívola y hasta un poco melancólica si se la observaba mejor. A diferencia de Yoshino, ella no había sonreído en ningún momento y les hablaba con una voz neutral y monótona. Bastante misteriosa, al parecer.

– Soy Yukio Hans Vorarlberna –se presentó el primer niño alzando una mano en señal de saludo–. Mi madre es japonesa pero mi padre es alemán. Viví en Alemania hasta hace poco, pero debido al trabajo de mi padre me nos hemos mudado a Karakura. Espero llevarme bien con todos.

La mayoría de las niñas suspiraron ante la elegancia que emanaba del chico nuevo. Además, era muy apuesto, alto, rubio y de ojos verdes. No era muy difícil imaginar que tenía una ascendencia alemana.

Sólo dos niñas le prestaban tanta atención como al insecto que revoloteaba de un lado a otro por el salón. Tatsuki y Karin ponían toda su atención en su actividad de encimar dos gomas de manera vertical, obviando las presentaciones de sus nuevos compañeros luego de haber escuchado a la aburrida de Nemú Kurutso… lo que sea.

– Me llamo Kosei Shukuro. Ahh… espero poder ser amigo de todos –habló con torpeza reverenciando con algo de exageración y sonrojándose un poco.

Yuzu ahogó una pequeña risa que llamó la atención de Uryuu y lo hizo sonreír de lado poniendo mayor atención en el niño de cabello negro y lentes del mismo color que enmarcaban su mirada azulada.

– Muy bien. Tomen asiento en donde vean un lugar y así comenzaremos la clase –pidió Aizen tomando asiento en su escritorio y revisando nuevamente la planilla de alumnos.

Kosei tomó asiento en la primera fila junto a la ventana, del lado izquierdo de Yuzu. Yoshino se sentó al lado de Uryuu y detrás de ella Yukio, coincidentemente al lado de Karin. Por último, Nemú decidió optar por el asiento que se encontraba al final de la primera fila al lado de la ventana, casi apartada de su nuevo grupo de compañeros, algo que llamó mucho la atención de Uryuu.

– ¡YA LLEGUÉ! –Gritó Renji abriendo escandalosamente la puerta del salón y, en consecuencia, sobresaltando a todos sus compañeros–. Siento mucho no haber llegado a tiempo, profesor –se disculpó con el hombre que asumió sería su profesor titular al ser el único adulto en la clase–, es que esta mañana mi padre se ofreció a traerme pero el auto se descompuso antes de siquiera haber podido salir. Cuando decidí venir caminando, una anciana dejó caer accidentalmente sus compras y no pude no ayudarla, tuve que cargar sus bolsas y ayudarla a cruzar la calle para que nada malo le sucediera pero entonces recordó que había dejado su cartera olvidada en el mercado y fui corriendo a buscarla. Por eso llegué tarde.

Aizen no sabía si creer o no tan emotiva historia de un niño que tenía cara de delincuente juvenil. Por su parte, todas las niñas del salón suspiraron como enamoradas al escuchar su bondadosa hazaña; si el profesor no lo perdonaba entonces ellas tampoco lo perdonarían a él por desalmado.

– ¡Por favor! –Exclamó Tatsuki rodando los ojos y frunciendo su ceño–. También usaste esa excusa el día de mi cumpleaños, ¿Quién eres? ¿Defensa civil para los desahuciados?

– Pues mis padres me han enseñado a ser amable con las personas mayores –respondió como si nada, dejando a Tatsuki sin respuesta.

– Tome asiento, Señor…

– Abarai, Abarai Renji, profesor…

– Aizen. Profesor titular de la clase, Aizen Sosuke.

– Pues es un gusto, profesor titular Aizen Sosuke –repitió su título engrosando la voz. Antes de que él pudiera responder, Renji se dirigió hacia el único lugar libre que quedaba en el salón.

En su trayecto, saludó con un choque de puños a Uryuu y un efusivo "hola" a Yuzu y Karin, sin embargo se detuvo al no reconocer al chico de gafas a un lado de Yuzu.

– Creo que no te conozco –le dijo acercándose a su rostro–. ¿Eres nuevo?

– S-sí –contestó el niño tímidamente–. M-mi nombre es Kosei Shukuro –se presentó algo temeroso, pues ese niño parecía algo… brabucón.

– ¡Pues bienvenido, Kosei! –exclamó sonriendo abiertamente y palmeándole el hombro con brusquedad desmedida–. Yo soy Abarai Renji, espero que podamos ser amigos –Kosei lo miró sorprendido y luego sonrió. Él había sido el primero, después del director, en darle la bienvenida al instituto.

– Claro que sí –le respondió animado sonriéndole él también.

Renji prosiguió con su camino hasta llegar a su nuevo asiento.

– Siéntate en otro lugar. Me estorbas –gruñó Tatsuki desviando la vista.

– ¿Molesta por lo de recién? –Preguntó riendo con burla–. Tranquila, lo haría si pudiera, sin embargo no hay otro lugar en el salón donde pueda sentarme lejos de ti y tu cara de feliz cumpleaños.

Tatsuki volteó a verlo furibunda, mas todo se esfumó de su mente al ver su sonrisa que… ¿la encandilaba? Ah, no, eso sólo era la luz del sol que se colaba por las ventanas.

– Sólo trata de no molestarme –le pidió de mala gana desviando nuevamente la cara para que éste no notara su leve sonrojo.

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OwOwOwOwO

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Rukia suspiró derrotada y dispuesta a aceptar su duro destino, abrió la puerta del salón de clase y alzó la vista comprobando con pesadez que definitivamente Ichigo sería su compañero de curso hasta en el último año de preparatoria. De inmediato fue abordada por sus amigas, quienes la abrazaron con tanta efusividad que la asfixiaban.

– Chi…cas… su amor me… asfixia –logró articular entre tanto abrazo. Sólo entonces ellas la soltaron–. Mejor –aclaró inspirando profundo y soltando el aire con lentitud–. No entiendo el motivo de tanta emoción si nos hemos visto por última vez hace unos días.

– Bueno, no es lo mismo cuando se trata de volver a vernos con los uniformes escolares puestos –comentó Rangiku girando sobre sus talones y posando sensualmente–. Rukia, ¡Es nuestro último primer día de instituto! El próximo año seremos cuatro sexis universitarias.

– Creí que seríamos serias y adultas universitarias.

– Pues entonces seremos serias, adultas y sexis universitarias –se corrigió poniendo énfasis a la "y" –. Debemos aprovechar este último año al máximo –las demás se miraron y ahogaron risas de diversión al imaginar lo que Rangiku tomaba por divertido.

– Deja que tome asiento primero, Ran –pidió Momo empujándola suavemente hacia su asiento para darle paso a las demás.

De sobra ya sabía el lugar que sus amigas habían elegido, el año anterior se habían sentado de la misma manera, y el anterior al anterior. Básicamente obtenían los mismos puestos todos los años desde primero de preparatoria gracias a los esfuerzos que Rangiku ponía en ello.

– Ahh… chicas creo que… ahh… –las aludidas voltearon a verla casi bien coordinadas. Rukia no sabía cómo decírselos –. Creo que… podríamos cambiar este año –Rangiku alzó una ceja y la miró sin comprender–. Es decir, tú misma lo dijiste, Ran, es nuestro último año de instituto y debemos aprovecharlo al máximo. Creo que… para que eso suceda podríamos sentarnos más… al medio esta vez.

Todos los años desde primero de preparatoria se sentaban en los mismos lugares por más que el salón fuera diferente, ya se estaba cansando de eso. No es que no quisiera estar con ellas pero tampoco quería que fueran sus únicas amigas. Estar sentadas al final del salón daba la impresión de que eran parte de un grupo cerrado para sus demás compañeros, mientras que para los profesores significaba que eran las más problemáticas de la clase, cuando en realidad no era cierto.

– ¿Por qué haríamos eso, Rukia? –preguntó Rangiku confundida–. Creí que te agradaba que estuviéramos todas juntas. ¿Acaso te molestamos?

– ¡No, no es eso, para nada! –se apresuró a aclarar antes de que pudiera malinterpretarlo todo–. Es que… leí en la revista adolescente, El Joven Chappy adolescente…

– ¿Eso se considera "adolescente"? –se preguntó Soi haciendo una mueca de disgusto ante la mención del conejo.

–…que en un salón de clase hay tres clases de estudiantes y que se pueden identificar muy sencillamente. Miren –sacó de su portafolio la dichosa revista y la abrió en la página correspondiente. Soi observó con horror los garabatos que daban forma al endemoniado conejo y sus amigos–, los inteligentes son los que siempre se van a sentar al frente de la clase, para ser vistos y escuchados sin problemas por los profesores cada vez que tengan que hablar o dar su opinión; los más rezagados tienen la afición de sentarse atrás por las razones contrarias, pues muy a la inversa de los inteligentes ellos no quieren ser vistos con facilidad por los profesores cuando se encuentran durmiendo o jugando durante las clases.

– Esa es la justa razón por la que todos los años desde que estamos juntas me sacrifico el primer día para venir antes que otros a clase y así reservar nuestros lugares antes de que cualquier tonto nos lo gane –se quejó la rubia al notar que Rukia no sabía valorar o siquiera comprender sus esfuerzos anuales.

– ¡Escucha! –Exigió perdiendo la paciencia y señalando repetidas veces la página de la revista–. Los terceros son la gente social del salón, personas que estratégicamente se sientan en el medio de la clase para tener libre acceso a todo su grupo. Conocen tanto a los inteligentes como a los rezagados y siempre saben todo de todos –comentó maravillada al imaginarse parte de esa clase de personas–. Quiero ser así. Este último año quiero conocer más a nuestros compañeros y que no crean que sólo ustedes pueden ser mis amigas.

– Ellos no creen eso –refutó Rangiku.

– Senna lo hizo –le recordó Momo mordiéndose la lengua al percatarse de su impertinencia.

Rukia bufó y desvió la mirada, molesta. Cruzó sus brazos delante del pecho y miró el suelo como si fuera lo más interesante del mundo. Claramente su amiga había metido la pata.

– R-Rukia… lo siento. No quise…

– ¿Por qué lo sientes? No me molesta en lo más mínimo que nombres a nuestra dulce, cariñosa, arpía, amigable y simpática compañera –todas fruncieron el ceño al encontrar algo raro entre tan bellos halagos. Rukía sí estaba molesta–. Quien por cierto parece estar de nueva cuenta en nuestro mismo salón –agregó con desdén al ver de reojo cómo Senna entraba alegremente por la puerta.

– Rukia, ¿en serio quieres conocerlos más? –preguntó Soi volviendo al tema principal y evitando mayor incomodidad entre ellas–. ¿Estás segura de que en realidad no quieres ser popular y darle una lección a Kurosaki?

– ¿Y desde cuándo Ichigo ha entrado como tema de conversación? –Preguntó más que ofendida–. Yo sólo quiero conocer a más personas, ¿está mal querer sociabilizar más? –ninguna respondió–. ¿Saben qué? Déjenlo así. Me sentaré más delante de todos modos –tomó su portafolio y avanzó dos asientos más adelante, donde arrojó sus cosas con algo de brusquedad.

– ¡Oh, vamos, Rukia! No te enfades por algo tan tonto –pidió Momo tomando asiento a un lado de ella–. Sabes que desde primero de preparatoria nos sentamos todas juntas. Para Rangiku es una tradición ocupar los mismos puestos todos los años. Además, yo también he leído ese artículo y creo que es muy cierto, este año me sentaré al frente de la clase para que los profesores reconozcan mi inteligencia y capacidad de aprendizaje –confesó orgullosa de su decisión.

– Eso no es totalmente cierto, a decir verdad quiere que los profesores la reconozcan, pero eso sólo para que luego le vayan con el cuento al grupo de Toshiro Hitusgaya y sus amigos nerds.

– ¡Rangiku! –la regañó Momo sonrojándose. Rukia la miró y rió por lo bajo.

– ¡Oh! Acaba de reír, ¡Acaba de reír!

– No, no es cierto –contestó rápidamente volviendo a su semblante indiferente.

– ¿Cómo que no? Acabo de verte con mis lindos ojitos azules –le reprochó fingiendo molestia–. Eso sólo puede significar que no perdonas, ¿cierto? –Sin comentarios–. ¿Cierto? –nuevamente, la pelinegra no contestó.

Rangiku le indicó a las demás con su mirada que inmovilizaran a Rukia. De inmediato, ella comenzó a hacerle cosquillas para que ésta riera a carcajadas fuertes y sonoras. Todos sus compañeros voltearon a verlas y se contagiaron de su risa, "el loco grupo de la clase" volvía a hacer de las suyas.

– ¡¿Nos perdonas?! –preguntó Rangiku a los gritos sin dejar de torturarla.

– ¡N-no! ¡JA, JA, JA, JA, JA! ¡SUÉLTENME!

– ¡Primero di que nos perdonarás!

– ¡No lo haré!

– ¡Pues no te dejaré!

– Está bien –susurró entre risas–. Está bien, está bien.

– ¡¿Qué está bien?!

– Las perdono.

– No te escucho –canturreó cínicamente sin parar de hacerle cosquillas.

– ¡Las perdono!

– Creo que estoy sorda…

– ¡LAS PERDONO PERO YA SUÉLTENME! –de inmediato la solaron y ella procedió a acomodarse el uniforme escolar. Entre las cuatro se miraron y no pudieron evitar reír a carcajadas–. Son imposibles –se quejó con diversión.

– Pero así nos amas.

Luego de unos minutos y cuando sus compañeros terminaban de llegar, Momo y las demás se encaminaron a sus respectivos asientos dejando a Rukia sola en medio del salón. Ella se giró para ver nerviosa a Soi y Rangiku obteniendo como respuesta un pulgar en alto por parte de la pelinegra y un guiño de ojo por parte de la otra. Inspiró profundo y volvió su vista al frente.

– Creo que no ha sido una buena idea dejar que se siente en ese lugar –sopesó la rubia dirigiendo una mirada preocupada a la espalda de Rukia.

– Pues yo creo que este último año será interesante –le respondió Soi mirándola también y con una sonrisa ladeada.

Rukia pensó en distintas formas de comenzar una buena conversación con sus nuevos vecinos. Tal vez podría empezar con un "mucho gusto, mi nombre es Rukia Kuchiki", no, era muy insulso; quizá un "hola, soy Rukia, espero que podamos ser buenos amigos", ni pensarlo, ¡Era muy infantil! Se echó hacia adelante sobre sus brazos y fijó la vista en una portafolio que descansaba sobre la mesa que estaba a su lado izquierdo, ¿acaso había estado allí todo ese tiempo? ¿Cómo no lo había notado antes? ¿Sería de una chica o un chico? ¿Sería amigable o más bien reservado? Bueno, si fuera reservado o tímido entonces no elegiría sentarse al medio de la clase.

– Piensa menos y actúa con naturalidad, Rukia –se dijo a sí misma sacudiendo la cabeza y dispuesta a sacar sus cuadernos del portafolio. Sin embargo, notó que en el fondo había algo pequeño entre sus libros–. Mi espejo –susurró sorprendida al encontrarlo al fin. Lo había estado buscando por largo tiempo y jamás se imaginó que lo olvidaría en su portafolio durante todo el verano.

No pudo resistirse a echarse una mirada en él, después de todo era una costumbre que aún mantenía. Su reflejo le devolvía un rostro fresco y natural, libre de maquillaje. Sólo realzaba su mirada con un poco de marcador de pestañas pero ya no se pasaba la mañana entera entre cremas, polvo de base, sombras y brillos labiales, Ichigo le había quitado esa manía hacía mucho tiempo y ahora se tenía más confianza que antes. Ichigo…

– Me pregunto dónde se sentará esta vez… –murmuró con nostalgia guardando con parsimonia el espejo en uno de los bolsillos de su portafolio. Al fin y al cabo, su último año de instituto lo compartiría con él… y la otra estúpida.

Sacudió su cabeza y frunció su ceño.

– Este año será increíble. No tengo por qué preocuparme de ese idiota –se auto convenció obligándose a sonreír.

– Muy bien, tomen asiento en este mismo instante si no quieren un castigo a primera hora del día –todos obedecieron por miedo a sus amenazas–. Supongo que no será necesario presentarme ya que me conocen mejor que a ustedes mismos…

– Mejor que a nuestros últimos años de preparatoria –farfulló Keigo haciendo referencia a los dos pasados años que también habían tenido el infortunio de soportarlo como profesor titular.

– Asano, ya comienza con un punto menos en el primer examen.

– ¡¿Qué?!

– Sabrá callarse si no quiere convertirlo en dos puntos menos –Keigo agachó la mirada acatando la orden–. En fin, pueden estar orgullosos de saber que seré su profesor titular este año también –un coro de quejidos inundó el salón lleno de alumnos que querían llorar de la frustración–. Tal parece ser que Asano no será el único con puntos menos en el examen –explicó con una sonrisa tenebrosa que espantó a la mayoría. El mismo coro que antes lloriqueó ahora se disculpó al mejor estilo militar.

– ¡Disculpe la tardanza, profesor! –Se escuchó decir a Senna desde el umbral de la puerta–. Aizen alzó una ceja y se cruzó de brazos–. El profesor nos mandó a llamar por un asunto urgente –"¿Nos?" se preguntó Rukia con mal presentimiento.

Senna se apresuró a llegar a su asiento que, casualidad o no, se encontraba a un banco de por medio de Rukia. "Oh, no, no puede ser cierto" se lamentó Rukia sintiendo como el mal augurio crecía en su interior. Volvió su vista al frente para comprobar que Ichigo había entrado y se dirigía, exactamente, hacia el asiento… con el misterioso portafolio a su izquierda.

– Maldición –dejó escapar en un muy bajo susurro que nadie más escuchó.

–…porque todos sabemos que usted y la señorita Harugasaki andaban haciendo de las suyas quién sabe dónde –ambos chicos atinaron a mirar instintivamente a Rukia, quien se hacía la desentendida mirando a través de la ventana–. Mejor ahórrense las excusa e intenten, por lo menos, de llegar a tiempo a clases o los castigaré.

Todos vitorearon y aplaudieron la osadía de Kurosaki y la valentía de Harugasaki al desafiar a los profesores incluso el primer día de clases.

– ¡Estábamos con el director! –respondieron al unísono ganándose más bromas de parte de sus compañeros, pues su sonrojo y la manera de negarlo todo de manera sincronizada no los ayudaba en nada.

– Ya siéntense de una vez –exigió Aizen tomando la planilla de asistencia–. Debo comunicarles algo importante así que pongan atención.

Ichigo suspiró derrotado y acabó de llegar a su asiento comprobando esta vez que Rukia se encontraba sentada a su lado. No evitó ocultar su sonrisa de felicidad y finalmente se sentó en su lugar.

– Ha sido un simple y feo error –dijo ella antes de siquiera saber si le preguntaría o no.

– Y lo de recién un simple y feo malentendido –contestó él siguiéndole el juego.

– Eso no tienes por qué explicármelo, después de todo ya no somos nada –explicó Rukia con molestia.

– Eso te lo creeré cuando ya no lleves puesto el anillo que te regalé aquella vez –refutó Ichigo apoyando su mentón en su mano.

– S-sólo me lo puse porque queda bien con los pendientes que me ha regalado mi padre –se defendió ella desviando la mirada para que no notara su sonrojo–. S-si quieres te lo devuelvo.

– No es necesario. Tengo el mío –le enseñó su mano izquierda donde descansaba un anillo similar –ella no respondió.

–…Es algo repentino, teniendo en cuenta que este es su último año de preparatoria, pero tendrán nuevos compañeros de clase. Entren –ordenó a los chicos que esperaban pacientemente del otro lado de la puerta.

Dos chicos y una chica se pararon frente a toda la clase siendo escrutados por la mirada de todos y cada uno de sus compañeros.

– Mi nombre es Nelliel Tu Odelschwanck, nos hemos mudado con mi familia desde el sur de Tailandia y seré su nueva compañera desde ahora. Espero poder llevarme bien con todos –se presentó la chica de cabello largo y ondulado color verde-lima y ojos pardos grisáceos. De inmediato se dejó escuchar un silbido descarado por parte de… Keigo–. ¡Oh, gracias! –Exclamó Nelliel–. Me haces sonrojar, ja, ja. Pueden decirme Nell.

– ¡Hola, Nell! –saludaron como hipnotizados los varones del grupo. Las mujeres solo bufaron derrotadas ante su estupidez mental.

– Soy Grimmjow Jeagerjaquez –fue el turno del chico a su lado mirando a todos con desdén y, aun así, rompiendo varios corazones femeninos.

A decir verdad, era alguien bastante bien parecido, alto –de tal vez un metro ochenta y seis, un poco más que Nell–, musculoso a juzgar por sus bien torneados brazos, de ojos azules y con aspecto felinos, y un cabello erizado color… azul claro.

– Por favor, se nota a kilómetros que su cabello es teñido –bufó Ichigo al notar la mirada de Rukia posada en la presencia del idiota ese.

– Pues no tienes mucho de qué quejarte –refutó ella sin remordimientos.

– Cállate.

– Sólo estás celoso porque él parece ser más apuesto que tú.

– Así que ¿Crees que soy apuesto? –le preguntó con intenciones de desviar su atención del chico nuevo. Rukia lo miró y sonrió de lado.

– Pude haberme equivocado contigo pero eso no significa que tenga tan mal gusto en cuanto a chicos –le respondió dejándolo sin más que decir.

– Ulquiorra Cifer –fue lo único que dijo el último de los tres nuevos. Un chico también alto, pálido, de cabello negro y largo hasta un poco más arriba de los hombros, mirada verde y seria.

– Él también es lindo –expresó Rukia a nadie en particular. Ichigo bufó de nueva cuenta y desvió su mirada, haciendo sonreír triunfante a la pelinegra.

Una vez acabada las presentaciones, Aizen les pidió que tomaran asiento donde encontraran lugar, así que Nell se encaminó hacia el banco que se encontraba detrás de Ichigo; al pasar por su lado, la chica le guiñó el ojo sorprendiéndolo, mas un escalofrío en su espina dorsal le advirtió que no había sido el único en notar ese gesto, pues Rukia lo escrutaba con su mirada gélida y casi asesina.

Grimmjow no encontró otro lugar cerca de donde estaba parado más que el que se encontraba cerca del de Nelliel; ¿Qué más daba? Si al menos ella no le dirigía la palabra con eso sería suficiente. Lanzó su portafolio a la mesa, sobresaltando a Rukia en el proceso, para luego arrojarse él a la silla escandalosamente. Suspiró aburrido y se dispuso a jugar con las llaves de la casa, cuando sintió la tímida mirada de la chica de al lado.

– ¡Oye, tú! –Rukia se supo descubierta y rápidamente volvió su vista al frente–. ¿Por qué me ignoras? No muerdo, ¿bien? –Ichigo escuchó sus palabras alertándose de inmediato. Miró al chico con su ceño fruncido y esperó por la reacción de Rukia.

Rukia comprendió que con su actitud tal vez habría herido al chico nuevo, a Grimmjow, así que, arrepentida, giró su cabeza para mirarlo otra vez. Era cierto, no tenía por qué temerle si a fin de cuentas todos podían despertar con el pie izquierdo, tal vez ese había sido su día malo. A pesar de la penetrante mirada que él le dedicaba, sonrió amablemente y en señal de disculpas, algo que descolocó a Grimmjow lo suficiente como para tener que desviar su mirada y así ella no notara su leve sonrojo. ¿Quién cambiaba su humor de un momento para otro tan fácilmente? Sobre todo tratándose de una chica.

Sólo Ichigo fue capaz de comprender esa reacción avergonzada… y ciertamente no le había agradado para nada.

Por último, Ulquiorra tomó asiento lo más cerca posible de la ventana, al lado izquierdo de Orihime. La chica sintió acelerar su corazón en cuanto él dejó su portafolio en el asiento a su lado, ¿Desde cuándo ella se sentía tan nerviosa ante la presencia de un chico? De mal en peor fue la situación en cuanto el chico nuevo se había percatado de su acosadora mirada, Orihime se hizo la desentendida y fijó su concentración en el libro que, por alguna razón, tenía sobre la mesa. Ulquiorra suspiró cansinamente al comprender que la situación era similar a la de años anteriores en los demás institutos, así que esta vez se decidió por descubrirla cruelmente.

– Disculpa –le habló a la mujer a su lado. Orihime sintió latir tan rápido su corazón que creyó que le agarraría un paro cardíaco en ese instante.

– ¿S-Sí?

– Tu libro –señaló para confusión de la otra–. Está al revés. ¿Segura que puedes leer con todas esas letras de cabeza? –indagó con su profunda y grave voz.

– A-ahhh… u-ups, ja, ja, ja. Gracias por la indicación –le respondió apenada y completamente avergonzada por su incompetencia. "¿Pero qué demonios fue eso, idiota? ¿Desde cuándo te pones nerviosa por la presencia de un chico?" se regañó mentalmente sintiéndose una tonta.

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OwOwOwOwO

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Durante la hora del almuerzo, Rukia sacó su bento dispuesta a comer, ya que sus amigas se disculparon por tener que ir hasta la cafetería para comprar lo suyo, a ella no le quedó más que comenzar sola. Tomó sus palillos, abrió el envoltorio y sonrió divertida al descubrir que su madre lo había preparado a las apuradas antes de que se fuera.

– Bien, ¡A comer! –se dijo dispuesta a devorarlo todo con hambre. Sin embargo, un ruido estomacal llamó su atención, pues no era el suyo sino el de su nuevo compañero de banco.

Volteó su vista hacia él y lo descubrió recostado en su silla y con la cabeza colgando hacia atrás mientras oprimía su estómago en un vano intento de callarlo.

– Ahh… ¿Disculpa…? –comenzó intentando averiguar si se sentía mal o no había llevado nada para almorzar–. ¿Se te ha olvidado traer tu bento o dinero para el almuerzo? –Preguntó con el mayor tacto posible.

– ¿Crees que si hubiera traído algo de eso estaría aquí tratando de calmar a mi bestia interior? –le devolvió la pregunta con enfado.

Rukia comenzó a reír por lo bajo y pronto la dejó ser, después de todo era divertido. Aun así Grimmjow no lo sentía de igual forma y volteó a verla con su ceño extremadamente fruncido, visiblemente ofendido por su gesto.

– Me alegro de que mi humillación te divierta –respondió furibundo y dispuesto a irse de allí.

– Espera –lo detuvo Rukia dejando de reír–. No era mi intención ofenderte, lo siento. Si quieres puedo compartir mi almuerzo contigo, de todos modos mi madre se ha pasado con la cantidad.

Grimmjow dirigió su vista al bento que su compañera le ofrecía. Quiso declinar la oferta y así mantener su orgullo masculino, mas su estómago no estaba de acuerdo con él.

– No deberías coquetear con un chico malo tan temprano por la mañana –le aconsejó girando su silla en dirección a ella.

– ¿Chico malo? ¿Dónde? –Ambos rieron por la broma–. Si hubiera querido coquetear me habría puesto brillo labial y no te ofrecería un bento que mi madre preparó descuidadamente esta mañana.

Grimmjow volvió a ver su almuerzo y omitió comentario alguno, tenía razón. A pesar de no querer decir nada, no pudo evitar carcajear fuerte, algo que ofendió a la pelinegra lo suficiente como para darle un tincazo en la frente obligándolo a callarse si quería comer. Grimmjow se frotó la zona afectada y miró el perfil de la chica sorprendido por su reacción, nadie nunca se había atrevido a tratarlo de esa manera.

– Toma –Rukia sacó de su portafolio un par de palillos y se los dio–. Siempre llevo un par de repuesto, por si acaso.

– Para tener sólo diecisiete años eres una chica bastante precavida –la alagó observando los palillos que le había dado.

– Aprendes a serlo cuando tienes un par de hermanos que te juegan bromas pesadas a cualquier hora del día, sin límite de tiempo.

– ¿Qué sucedió?

– El año pasado se enojaron conmigo por haberle recomendado a nuestra madre más verduras en vez de frituras y comida chatarra. Cuando al día siguiente descubrieron brócoli en sus bentos corrieron a mi salón para intercambiar mi pescado y arroz por sus porciones de brócoli y se llevaron mis palillos dejándome una nota que decía "Los traidores comerán con la mano" –contó con naturalidad. Grimmjow no pudo no reír como desquiciado al imaginársela tan fina y delicada comiendo brócoli con la mano.

Desde una de las ventanas que comunicaba con el pasillo, Momo, Rangiku y Soi observaban la escena con incredulidad, pues su amiga se veía muy cómoda con aquel sujeto y viceversa. Por otro lado, podían notar el aura asesina que emanaba desde el asiento de Ichigo, quien observaba con su ceño extremadamente fruncido cómo aquel chico osaba hablar con su ex novia.

– Recuérdame comenzar a creer en tus predicciones, Madame Fong –comentó Rangiku sin despegar la vista de ese trío. Al parecer Soi no se había equivocado al creer que ese año iba a ser bastante interesante. Tal vez no había sido mala idea dejar que Rukia se sentara en ese lugar.

Detrás de Ichigo, Nelliel veía con recelo la escena que se desarrollaba a su derecha. Aquella pequeñita había resultado ser bastante rápida como para arrojarse a los brazos de ese estúpido; pobrecita, si tan sólo supiera del lobo hambriento y despiadado que se escondía debajo de ese prospecto de persona… y no se refería a lobo hambriento respecto a la comida. Aunque… a decir verdad, si ese idiota quería jugar de esa manera entonces ella tampoco se echaría para atrás. Dos podían jugar el mismo juego.

– ¿Disculpa…? –Llamó la atención de su compañero de adelante. Ichigo volteó su cuerpo pero no su mirada–. Ahh… ¿Podrías enseñarme dónde queda la cafetería, por favor? Es que he olvidado mi bento en casa por los nervios del primer día de clase –explicó inocentemente esperando que aquel baboso cayera en su trampa.

– Ah, claro. Ve hacia la derecha por el pasillo y baja las escaleras hasta dar con un enorme retrato de un viejo canoso con el título de "Primer director", toma el pasillo de la izquierda y sigue por él hasta que sientas el olor a carne y verduras hervidas, eso te guiará hasta la cafetería –indicó Ichigo sin siquiera dirigirle la mirada. Apretó su puño al notar cómo ese tipo volvía a hacer reír a Rukia por alguna estupidez que hubiera dicho.

Nell notó la poca y nula importancia que le daba por más que ella estuviera dándole toda su atención aunque no se la mereciera. Chasqueó su lengua y probó con otro método. Acomodó su cabello, desabrochó otro botón de su camisa, dando más escote a la prenda, y se irguió al tope para enseñar sus atributos femeninos.

– ¿Disculpa…?

– ¡¿Qué?! –preguntó Ichigo exasperado al notar que la chica no se había ido. Volteó a verla con su ceño fruncido y la notó algo asustada por su repentina reacción–. Ah… lo siento –se disculpó suspirando más calmado–. Hoy no es buen día y me he desquitado contigo aun cuando tú no tienes nada que ver en esto.

– Tranquilo, todos tenemos nuestros días malos –le contestó más animada y con una sonrisa inocente, juntando ambas manos hacia adelante y, en consecuencia, oprimiendo sus voluminosos pechos entre ellos. Ichigo ni siquiera lo notó–. Te perdonaré sólo si aceptas enseñarme dónde queda la cafetería.

– Ya te lo he dicho –respondió él con verdadera inocencia.

– Es que… es algo vergonzoso –musitó Nell apenada y sonrojándose un poco–. He olvidado mi dinero en casa también. Ya sabes, los nervios del primer día –rió con fingido nerviosismo.

– Ah, es eso –cayó en cuenta sacando su billetera del bolsillo del pantalón–. Lo hubieras mencionado antes –sacó unos cuantos yenes y se los pasó ante la atónita mirada de la chica–. Toma, no tienes que apresurarte en devolverlos, está bien –la tranquilizó creyendo que su reacción era de pena.

– ¡Por el amor del cielo! –exclamó desesperada. ¿Es que no entendía las indirectas?–. Es decir… bueno, es que no es caballeroso de tu parte y menos si me has pedido disculpas por haber sido grosero conmigo –se rectificó al reconocer su metida de pata.

– No entiendo…

– Claro que no –susurró para sí misma comprendiendo que era en serio un idiota–. Debes acompañarme, ¡por favor! Me perderé si voy sola –le imploró tomando su brazo y aferrándose a él, muy a incomodidad de Ichigo.

– E-e-está bien pero ya suéltame –le pidió forcejeando para que lo dejara en paz. Nell sonrió y luego lo tomó de la mano para arrastrarlo hacia la salida del salón–. ¡Sí! Por fin conoceré el instituto –hizo un escándalo frente a los alumnos que aún estaban allí–. ¡Gracias, eres un buen compañero! –le dijo acercando la unión de sus manos a su pecho con la intención de demostrarle a Grimmjow su nueva posible conquista.

No fue posible para Rukia y su nuevo amigo apartar la vista del escándalo que Nell estaba armando con Ichigo a su lado. Ambos desviaron la mirada, claramente restándole importancia al asunto, sin embargo ocultando su enfado por verlos tan juntos.

– Estúpido/a –susurraron al unísono cuando Ichigo y Nell se retiraron del salón–. ¿Qué dijiste? Yo nada –siguieron hablando en sincronía, algo que les pareció cómico.

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OwOwOwOwO

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Durante el tiempo del almuerzo, Yuzu y Uryuu giraron sus mesas para quedar de frente con Tatsuki y Karin respectivamente, mientras que ellas dos acercaban sus mesas para cerrar el espacio que las separaba. Habían pactado, desde que se hicieron amigos, sentarse y almorzar juntos, así que ya se les había hecho costumbre girar sus asientos y compartir sus almuerzos en un mismo espacio improvisado.

– ¿Qué comeremos hoy? –preguntó Renji saltando entre Tatsuki y Karin y curioseando con la vista las cajas de bento de sus amigos.

– Pues nosotros nuestros almuerzos, no sé tú –contestó Tatsuki quitándose su brazo de encima.

– Tranquila, Tatsuki, esta vez aposté con Karin que el capítulo de "Sangre sobre el Ring" no se emitiría durante el fin de semana pasado. Adivina quién ganó qué cosa –le comunicó frotándose las manos y buscando su bento entre el de los chicos.

– Lo siento, primo, pero lo he olvidado. Tal vez mañana –se disculpó Karin tallándose la nuca con pena.

– ¿Qué? Ya venía preparado con mis palillos –se quejó el pelirrojo enseñando los palillos que guardaba en sus pantalones.

– Tranquilo, Tatsuki te dará del suyo, ¿verdad hermana? –Tatsuki miró a Uryuu entrecerrando los ojos.

– ¿Y por qué demonios haría algo como eso? –indagó confundida ante el comentario de su hermano.

– Pues porque dudo que él quiera comer el brócoli que Yuzu ha preparado para ambas o las zanahorias que yo he mezclado con mi arroz –comentó él para desagrado de ambos niños.

– ¿B-brócoli? –preguntó con asco la gemela pelinegra.

– Es saludable ahora que estamos en época de crecimiento –alegó Yuzu–. Si no lo comes todo le diré a mamá y no te dejarán ir a las prácticas de softball la semana entrante –la amenazo viendo las intenciones de su hermana.

– Por favor, Tatsuki –rogó Renji con ojos de cachorro.

– No.

– Por favor –insistió.

– No.

– Eres la única que comparte mis gustos en cuanto a comida. No dejes morir de hambre a un buen amigo –algo hizo que Tatsuki reconsiderara la idea de compartir su almuerzo. ¿El que haya reconocido que compartían gustos, tal vez? No lo sabía, pero qué más daba si al final terminaría robándole la comida si no le compartía.

– Está bien –sopesó sin ganas.

– ¡Esa es nuestra Arisawa-Kuchiki! –festejó Renji preparándose para atacar ante las risas de sus amigos y el imperceptible sonrojo de la aludida.

Sin embargo, Yuzu se percató de su nuevo compañero, quien parecía estar almorzando solo y eso no le gustaba, al igual que Tatsuki se fijó en la niña de cabello castaño y Karin en su nuevo compañero de banco. Las tres se miraron entre sí y asintieron comprendiéndolo sin mediar palabras.

– ¡Oye, alemán! –Llamó Karin al rubio que se sentaba a su lado–. Ven y siéntate con nosotros. Estás obligado por ser mi nuevo compañero de banco –le ordenó sonriendo de lado.

– No me digas alemán. Mi nombre es Yukio –la corrigió correspondiendo a su sonrisa de igual manera. Karin se sorprendió al principio pero luego volvió a sonreír divertida.

Yukio, al igual que Kosei y Yoshino, se acercó a la mesa del grupo al que pertenecía la niña y sacó de su portafolio su lonchera.

– ¿Qué es eso? –preguntó Karin al notar que no parecía un bento, ni siquiera era similar al suyo.

– Espagueti con salsa a la boloñesa. Nuestro mayordomo me lo ha preparado por ser mi primer día. El calor se conserva –comentó lo último casi en un susurro.

Karin observó boquiabierta la apariencia de esa deliciosa comida. Tragó grueso evitando dejar caer la baba que se le producía con tan sólo verla y sacudió su cabeza concentrándose en lo importante.

– Me refiero a qué es esa caja, no recuerdo haberla visto antes –dijo refiriéndose a la caja que contenía su almuerzo.

– ¿Esto? Se llama lonchera, la usamos para nuestros almuerzos allá en Alemania –aclaró con naturalidad. Es lo que aquí llamarían "caja de bento", nosotros lo llamamos lonchera.

– Pues se ve genial –lo alagó observando maravillada el pequeño maletín con dibujos de Marvel impresos en el exterior.

– Es lindo poder tener más amigos sentados junto a nosotros para almorzar –comentó Yuzu llamando la atención de todos–. Yo soy Yuzu Kurosaki y ella es mi hermana, Karin Kurosaki –se presentó y a su gemela con una sonrisa alegre–. Él es nuestro primo Renji –el aludido levantó la mano y los saludó como si nada–, y ellos son Tatsuki y Uryuu.

– Tatsuki Arisawa.

– Uryuu Ishida.

Los niños sonrieron y saludaron a sus nuevos amigos. Se sentían felices de haber encontrado un buen grupo de amigos desde el primer día de clases.

Comenzaron a hablar animadamente acerca de sus lugares de procedencia y el motivo por el que se habían mudado a Karakura. El almuerzo transcurría con normalidad y cada tanto reían de alguna ocurrencia de Renji o los regaños de Tatsuki.

–…entonces le arrojamos una caja de purpurina cada uno y la dejamos decorada como a un brillante payaso –terminó de contar Tatsuki recordando la broma que le jugaron a su hermana mayor la primera vez que los había ido a buscar con el Príncipe Delincuente.

Todos reían ante la historia excepto Uryuu, quien se había percatado de la soledad de la chica que se llamaba Nemú. Ella estaba sentada en su lugar mirando a través de la ventana y sin nada para comer. Curioso, y apenado por haberla olvidado cuando invitaron a los demás a unírseles menos a ella, se le acercó para entablar una conversación e invitarla a que fuera con ellos.

– Hola –saludó tímidamente ganándose su atención–. Soy Uryuu Ishida, me preguntaba si…

– Nemú –la llamó alguien desde la puerta del salón. De inmediato, la niña desvió su atención al dueño de esa vos y sonrió al, posiblemente, reconocerlo, dejándolo a él solo y con la palabra en la boca.

En silencio y confundido por su actitud algo grosera se dirigió nuevamente a su asiento, donde los demás seguían hablando sin haberse percatado de su momentánea ausencia. Sólo una niña puso atención a todos sus movimientos desde que se había levantado, Yoshino observó cómo Uryuu terminaba de comer en silencio y sin mediar palabra, sin embargo cuando Tatsuki le preguntó si recordaba cuando habían puesto una araña en la cama de su hermana él volvió a su habitual sonrisa y se unió a la plática como si nada hubiera ocurrido.

– Oye, y siendo hijo único ¿con qué pasas el rato? –le preguntó Renji a Yukio interesado en saber de él.

– Pues, desde pequeño me han interesado los videojuegos. Tengo todo tipo de consolas. Incluso en mi celular he descargado varios videojuegos increíbles con los que paso el rato cuando mis padres me llevan a una de sus aburridas fiestas de negocios –sacó su teléfono celular y se lo enseñó al pelirrojo.

– Es de alta gama –susurró Renji sosteniéndolo con sumo cuidado y contemplándolo como al más fino diamante.

– Sí pero es del año pasado. Mi padre aun no lo renueva –comentó Yukio restándole importancia–. Cómo sea, no es tan divertido como jugar con la PS4, la Xbox o SuperGamma.

– ¿SuperGamma? –preguntaron al unísono Tatsuki, Renji y Karin.

– Ah, lo siento. Así es como yo lo llamo, aún no tiene un nombre. Es una nueva consola de videojuegos no lanzada al mercado y que todavía está siendo probada por mí y por otros cinco niños en el mundo y así valorar nuestra opinión.

– Huelo grandes cantidades de dinero a su alrededor. Golpéame si tú no –pidió Tatsuki a Karin sin poder creer lo que había escuchado.

– Lo haría con mucho gusto, amiga, pero creo que tienes razón.

– Amigo, ¿Qué eres, un niño multimillonario? –bromeó Renji palmeando su hombro.

– Bueno, quisiera poder decirte que sí pero eso sólo sucederá cuando yo herede la compañía de mi padre, por el momento sólo podemos conformarnos con ser simples millonarios –le respondió él con seriedad, dejando descolocados a los tres niños.

– Ahh… y ¿cuáles son tus videojuegos favoritos? –indagó Karin para romper el tenso silencio que se había formado luego de semejante declaración.

– No hay un videojuego al que considere mi favorito pero sí tengo muchos relacionados a combates de cuerpo, lucha libre y fútbol americano.

– Karin –comenzó a decirle Renji apoyando una mano en su hombro y mirándola con seriedad–. Me cuesta decir esto pero… en representación de tu padre, quien estoy seguro que lo aprobará también, te doy mi bendición para casarte con él –Karin entrecerró los ojos y lo miró con cautela–. Sé que él es tu hombre ideal –aseguró con una mano en el corazón.

Karin golpeó a su primo directamente en la cara dejándolo K.O al instante. Volvió su vista al rubio y sonrió como si nada hubiera ocurrido.

– Entonces… todos esos videojuegos ¿eh? Pues me encantaría tener la oportunidad de desafiarte alguna vez, estoy segura de que será la primera en la que pierdas contra una chica.

– Pues debes saber que ni los mismos creadores han logrado ganarme en sus propio juegos. La tendrás difícil, Karin –aceptó su reto sonriendo con autosuficiencia.

– Entre hombres todos son unos idiotas –siguió provocándolo retadoramente.

– Pues ya lo veremos entonces. ¡Los invito a todos esta misma tarde para que vengan a mi mansión y contemplen la inminente derrota de Karin Kurosaki! –anunció a los cinco niños que se encontraban en la mesa, sin contar a Renji, claro, que estaba aún inconsciente en el suelo.

– ¡Ja! Acepto tu reto, pequeño insecto. Conocerás lo que es ser un perdedor frente a una chica –bramó Karin parándose en su silla y señalándolo acusadoramente.

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OwOwOwOwO

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Una vez finalizado el período escolar, Rukia se encontraba esperando en la entrada del instituto a sus hermanos, algo que solía hacer desde que los pequeños habían entrado al mismo instituto que ella. Los minutos pasaron la media hora y pronto ella se quedó sola en el lugar, a excepción de otro individuo al que en realidad no tomaba en cuenta. Ichigo también se encontraba esperando a sus hermanas, pues la costumbre no sólo se había hecho presente en la pelinegra sino también en él, además era una excusa que le permitía pasar más tiempo con ella aunque no se dirigieran la palabra.

– Si tus hermanos aún no salen y las mías tampoco, eso significa que deben estar juntos –decidió romper el silencio intentando entablar conversación con ella.

– Hmp –fue su única contestación. Ichigo suspiró derrotado, al menos valía el intento, ¿verdad?

Media hora más transcurrió y Rukia ya comenzaba a impacientarse. El chico lo notaba debido a las repetidas caminadas que daba hacia un lado y hacia el otro, cuando ella comenzaba a preocuparse solía caminar cinco pasos hacia un lado y hacia el otro en un ciclo de cuatro idas y vueltas que finalizaba en un chequeo de la hora. Precisamente como lo hacía en ese momento.

– Por más que estuvieran juntos ya es tarde como para que sigan allí dentro –advirtió Rukia en respuesta al comentario que él había hecho antes–. Iré a buscarlos, tú espera aquí por si ellos salen antes que yo –le pidió encargándole su portafolio y corriendo hacia el interior del edificio.

Veinte minutos después, Rukia salió más preocupada alegando que no los había encontrado en ninguna parte por más que buscó hasta en donde no estarían. Comenzó a morderse el labio inferior, señal de que su preocupación estaba transformándose en desesperación. Ichigo iba a decir algo pero tan pronto quiso llegó un mensaje a su teléfono.

"Querido y estúpido hijo, olvide decirte que tus hermanas y los hermanos de Rukia han quedado para ir a jugar a la casa de un nuevo amigo. Luego pasaré por ellos y llevaré a Tatsuki y Uryuu a su casa, avisa a Rukia y acompáñala a casa como todo buen caballero. Papá"

– No puede ser –murmuró apretando su teléfono como si se tratara del cuello de su estúpido padre.

– ¿Qué sucede? –preguntó Rukia al notarlo nervioso. Ichigo le pasó su celular y ella leyó el mensaje frunciendo su ceño–. ¿Qué? ¿Ya se habían ido? –preguntó molesta por haberse preocupado por nada. Sin embargo se relajó y suspiró más tranquila, al menos estaban bien y eso era lo importante–. Bien, agradécele a tu padre de mi parte en cuanto lo veas. Y descuida, no es necesario que me acompañes, puedo ir sola –le dijo refiriéndose a la última parte del mensaje.

Le quitó de las manos su portafolio y salió deprisa del establecimiento, doblando a la izquierda y encaminándose a su casa. La tarde ya estaba cayendo y debería apurarse si no quería ser sorprendida por la noche, pues el camino era largo. Agachó su vista y desaceleró su paso, ¿Qué más daba llegar algo tarde? Ya era lo suficientemente mayor como para cuidase sola hasta llegar a casa, además no es como si hubiera desviado el camino, todo era por culpa de su padre al no avisarle que los niños irían a lo de un amigo.

Suspiró agotada, al llegar a casa se daría un buen baño y a la cama. Una piedra que pasó por su lado desde atrás llamó su atención. Frenó su andar y se volteó a ver quién estaba detrás de ella.

– ¿Por qué me sigues? Ya te dije que sé cuidarme sola, no necesito que me acompañes por obligación de tu padre.

– ¿Y quién ha dicho que lo hago por mi padre? Te acompañaré y punto, tus reclamos no serán escuchados por lo que ni te molestes en hablar si es para eso –declaró Ichigo pasando por su lado y siguiendo su camino delante de ella.

Rukia no respondió pero se permitió sonreír ahora que no podía verla. Por más que él no lo entendiera ese era un lindo detalle de su parte.

– Ya te dije que puedo ir sola, idiota –volvió a atacarlo.

– Y ya te dije que no oiré reclamos de tu parte. Además –se volteó a verla–. Hay otras dos razones por las que te acompañaré. Una, no me arriesgaré a dejarte sola cuando pronto caerá la noche y tú vas vestida de colegiala, y dos –bajó su vista hacia sus manos–, tienes aún secuestrado mi teléfono, ladrona –la acusó con una sonrisa divertida.

Rukia bajó su vista y comprobó con vergüenza que él tenía razón. Se lo devolvió de inmediato y se disculpó apenada, a lo que él rió a carcajadas.

– Si vas a acompañarme entonces apresúrate o te dejaré atrás, idiota –lo regañó varios pasos más adelante de él.

Por fin la noche había caído y ambos seguían en el centro de la ciudad, gracias a que Rukia se había aprovechado de su amabilidad y se detuvo en algunas tiendas de ropa para observar vidrieras. A pesar de lo tedioso de tener que esperar cada vez que ella se detenía en alguna tienda, se sentía contento de poder pasar más tiempo con quien aún seguía queriendo, pues a Rukia no parecía molestarle su presencia y en más de una ocasión pensó en él al observar distintas prendas. En otras palabras, todo parecía… normal entre ellos.

–…entonces ya tenemos todo excepto por… ¿Ichigo?

– ¿Ichigo? –preguntó confundido.

– ¡Ichigo! –exclamó Nell al reconocer a su compañero de clase. A decir verdad, le había caído de maravilla una vez que lo conoció mejor.

– ¿Nell?

– ¿Grimmjow?

– ¡Rukia! –Exclamó Grimmjow alejándose de inmediato de Nelliel, pues hasta entonces venían enredados en un cariñoso abrazo–. ¿Qué haces a estas horas por aquí y con el uniforme escolar? –preguntó percatándose de que aún lo llevaba puesto.

– Me he entretenido un poco y la hora se me fue volando –respondió apenada.

– Ya veo –musitó comprendiendo que el tipo que venía con ella no entraba en esa oración–. Pues ¿Qué te parece si de ahora en adelante te diviertes conmigo? –Preguntó descaradamente para asombro de Ichigo, quien instintivamente se posicionó delante de Rukia cubriéndola con su cuerpo y encarando a Grimmjow.

– No deberías ser tan descarado con quien apenas es tu nueva compañera de clase. Además, tampoco estás siendo muy justo con Nelliel si ambos están en una cita, ¿me equivoco?

Grimmjow borró su sonrisa y se dispuso a contestarle al imbécil que parecía querer pelea con él, mas Nell lo apartó hacia atrás con una mano y fue ella quien le contestó.

– No te formes una idea equivocada, Ichigo. Grimm y yo no estamos en una cita ni nada parecido. Es sólo que nuestros padres han decidido hacer una fiesta con los vecinos en honor a la nueva casa y nos han enviado a hacer las compras.

– Ustedes dos… ¿Son hermanos? –se preguntó Rukia sin comprenderlo muy bien.

– Preferiría llamarla hermana política.

– Nuestros padres se han casado resultando en que ahora somos familia con Grimm. ¿Sabes? Ahora que lo recuerdo, mi padre ha dicho que podía invitar a quien quisiera a la fiesta –recordó con emoción–, ¿Te gustaría ir, Ichigo? –preguntó aferrándose, nuevamente, al brazo del chico.

– Tú también estás invitada si quieres –se dirigió Grimmjow a Rukia sonriéndole de lado.

Rukia se lo pensó, no sería buena idea considerando que apenas lo conocía de esa mañana. Miró a Ichigo captando en su mirada la clara advertencia de que declinara la oferta, sin embargo no pudo evitar bajar su vista al brazo que él tenía aprisionado entre los pechos de Nelliel y que, al parecer, poco le importaba.

– Me encantaría, Grimmjow –aceptó sonriéndole amablemente y dirigiéndole una mirada de burla a su ex novio.

– Perfecto, vamos entonces –le dijo extendiéndole la mano y ella aceptándola.

– ¿Sabes qué? No creo tener nada más interesante que hacer así que iré –declaró Ichigo alegrando a la chica a su lado.

Las dos parejas se encaminaron hacia la casa de los chicos nuevos. Grimmjow miró de reojo a Nell descubriendo que ésta hacía lo mismo y le sonreía con burla, él volvió su vista al frente y se concentró en la plática que mantenía con la pelinegra. Ichigo observó a Rukia pero ella ni siquiera reparaba en su presencia, estaba más animada en hablar de cualquier cosa con el imbécil de Grimmjow y eso lo hacía sentirse desplazado, algo que evitaría que llegara a mayores.

Al fin y al cabo, Rukia seguía siendo suya, el anillo en su mano izquierda lo afirmaba y el mantendría esa afirmación hasta que volvieran a estar juntos..

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Lo habría subido anoche pero algo pasó que no me habilitaban la página (al principio creí que me habían cancelado la cuenta y no saben cómo me asuste jaja)

¿Qué dicen? Yo opino que Soi ha quedado muy influenciada por Aizen, pues su manera de decir "Interesante" me dio escalofríos hasta mí... ¿Creen que tendrán razón con sus predicciones?

Espero que les haya gustado este primer capítulo, pues a mí ha encantado escribirlo para ustedes :3 Y ya saben, pueden comentar qué les pareció y qué no, me agrada leer sus comentarios y, de paso, aprovecho para agradecer enormemente por los review que me han dejado en los omakes :D me alegro muchísimo de haber podido transmitir los sentimientos que quería en cada uno de ellos. No olviden que es preferible leer esos omake ya que al menos dos contienen información importante respecto al tiempo transcurrido entre el primer fic y éste.

Nos leemos pronto! Bye! O.-/

PD: A quien le interese, he creado un facebook en facebook -w- jeje Pueden encontrarme como Kía Aoi-chan y con la misma foto de perfil jaja (en serio así me veo en la vida real O.-)