Capítulo 1.
Era la boda más bonita en la que había estado. El pasillo, adornado con esa alfombra roja hacía que el vestido de la novia resaltara de lo blanco que era. Ella, guapa como nunca. Y él, rebosante de felicidad.
Por un momento, se olvidó de que no era su boda y se imaginó ser ella la que avanzaba lentamente por el pasillo, hacia un desconocido, claro. Aún no tenía ni siquiera un amago de novio con el que ensayar en su imaginación, aunque siempre podía poner a ese cachas de la revista de moda que había estado ojeando unos días atrás.
Lily se encontraba en la segunda fila, con el pañuelo firmemente agarrado en la mano, porque sabía que de un momento a otro se echaría a llorar. ¡Cómo había pasado el tiempo! Parecía que hace nada había salido de Hogwarts y ahora estaba allí, en la boda de su mejor amiga.
La boda transcurrió sin ningún problema y, tras el paripé del arroz, las fotos con los novios y las llantinas de todos los asistentes, los invitados fueron pasando a la sala del convite, donde cenarían y después se convertiría en la discoteca donde finalizar la fiesta.
Según iba avanzando hasta su mesa, recordó que por unos momentos pensó en no acudir a la boda, y discutió con Beth por el tema…
- ¡No! No y ¡mil veces no! – gritó Lily.
- ¿Pero cómo que no? ¿Y como quieres que haga, señoritinga? – Replicó Beth, mirando la maqueta que tenía delante con la forma de la sala, y las banderitas con cada nombre de los invitados – ¡no queda otra!
- Me niego en rotundo. Si me colocas ahí, será la primera vez en la historia que tras una boda haya que ir a un funeral.
- Cállate exagerada – la miró Beth – sabes que van a ir. John los va a invitar, aún siguen quedando los domingos para echar partidos de Quidditch.
- Pues ponme en otra mesa – Lily miró el esquema – ¿Qué tal ahí? – señaló un hueco vacío.
- Ahí no. Es donde estará la familia de John.
- ¿Y qué problema hay? – dijo levantando la mirada hacia su amiga.
- No eres familia de John – contestó Beth como diciendo una obviedad.
- ¡Puedo hacerme! Ahora mismo voy a casa de sus padres y que me adopten.
- Lily, cielo. De verdad que lo he estado pensando mucho y no puedo colocarte en otro sitio. Además, ¡Ni que fueras a estar sola! También estarán contigo Margorie y Tom.
- Pues vaya plan Beth. Estaré en una mesa con la parejita feliz, que seguramente estén planeando su boda cuando vean la tuya, y los cuatro impresentables. – contestó Lily cruzándose de brazos y enfurruñándose.
- Cuatro no, solo tres – señaló Beth al esquema, marcando que solo había tres sillas libres.
- ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Sabía que no podías hacerme eso – gritó Lily esperanzada.- Haberme dicho antes que Potter no iba, y no habríamos discutido.
Beth se mordió los labios mientras sonreía y Lily la miró, sabiendo que sus tres segundos de felicidad estaban a punto de finalizar.
- Potter si va… – protestó Lily cayendo en la cuenta, y mirando a su amiga preguntó. - ¿Y quién no va? ¿Black? Por favor, dime que al menos es Black…
- Lo siento Lily. El que falta es Peter, que está en Ucrania por trabajo. Le destinaron dos años allí, ¿recuerdas?
- Todo lo que me cuentas de ellos se me olvida. – volvió a cruzarse de brazos.
- De verdad, Lily, no puedo ponerte en otro lado…
Lily miró con enfado a su amiga y juró y perjuró que no iría a la boda.
Pero allí estaba, dirigiéndose a su mesa. Había perdido a Margorie y a Tom por el camino, que se habían quedado haciéndose fotos en los jardines como si los novios fueran ellos; y viendo como se le habían iluminado los ojos a Margorie, no creía que tardaran mucho en volver a vestirse de gala.
Se acercó a la mesa redonda, donde ya había tres personas. Las tres estaban de espaldas, pero eran totalmente reconocibles. Por un lado, a la derecha, podía ver una media melena negra y unos hombros anchos y fuertes; se estaba untando mantequilla en pan mientras se reía sonoramente de algo que había contado alguno de los otros dos acompañantes. A la izquierda, un rubio de pelo corto más delgado, con una pose recta y solemne que sujetaba un vaso de agua mientras negaba con la cabeza; Y en el centro, la cabeza más reconocible de todo el mundo mágico (al menos para ella): un pelo castaño despeinado, tan característico, que no se equivocaría aunque estuviera en una multitud.
Estaba a unos metros de distancia de los tres merodeadores: Sirius Black, Remus Lupin y James Potter. Junto a Peter Petrigrew habían hecho de sus años en Hogwarts una pequeña pesadilla. Cuando fue nombrada prefecta y después Premio Anual del colegio, mantener controlados a esos cuatro fue una tarea muy dura. Eso sin olvidar que, por algún motivo, James se había obsesionado con ella, apareciendo en cualquier esquina dispuesto a llevarle los libros, reservándole las magdalenas del desayuno que sabía que adoraba y haciendo que tuviera bastantes problemas con Roy McKinnon (su novio, en aquel momento). Había sido después de salir de Hogwarts cuando terminó el noviazgo de Lily con Roy, pero ella continuaba pensando que fue a raíz de que James empezó a perseguirla por el castillo, cuando su relación se empezó a derrumbar.
Tomó aire y se acercó lentamente con sus zapatos de tacón a la mesa y se propuso a saludarles. Antes de que le diera tiempo a terminar su escueto "hola", Sirius se le adelantó:
- ¡Evans! ¡Lily Evans! Dichosos los ojos. ¡Siéntate mujer!
Lily se quedó de piedra a medio camino de apartar la silla para poder sentarse. Había elegido el sitio más alejado de los tres merodeadores, aunque eso supusiera que la mesa, de seis, quedaran separados los dos sitios de Margorie y Tom.
- Buenas noches – dijo al fin Lily.
- ¡Cuánto tiempo Lily! No sabíamos que venias a la boda – dijo Remus, saludándola.
- Ya, bueno… es que tardé en confirmar…
- No es que tardaras, es que hasta ayer habías dicho que no venías – replicó Sirius, dando un mordisco gigante a su pan con mantequilla – ya pfodfias habed avisfado a la nofvia antes.
- Lily le miró poniendo cara de no haberse enterado de nada de lo que había dicho, y siendo sinceros, con un poco de asco también, por eso de hablar con la boca llena.
- Black, compórtate por favor. – Dijo ella.
- ¿Quieres vino? – preguntó James, desviando la conversación.
- Sí claro. – Contestó Lily-. Echa hasta arriba, que no se si voy a poder aguantar. – terminó diciendo para sí misma.
Mientras James le servía el vino, Sirius termino de tragar y volvió a hablar:
- Bueno, bueno, y ahora que ya tienes alcohol… cuéntanos Evans. ¿Qué es de tu vida?
- ¿Qué más te dará? - Lily dio un pequeño trago a su copa y en seguida se arrepintió de haber sido tan borde. Ellos estaban siendo majos y siendo sincera consigo misma, Remus siempre había sido muy agradable.- Estoy trabajando en la clínica del dr. Coleman.
- Así que tiraste a la rama de la medicina – dijo Remus.
- JA! Sí, medicina – se rió Sirius – Pero la de los perros Moony.
James y Sirius estallaron en carcajadas haciendo que la pelirroja se pusiera roja y se volviera a sentir incómoda. Pero justo cuando Remus iba a protestar la chica les miró con el ceño fruncido y dio un golpe en la mesa, haciendo mucho ruido:
- ¡Basta! Oídme bien. He venido porque quiero a Beth y porque es su día. Pero llega a ser cualquier otra persona y no habría venido. Menos aun sabiendo que estaríais por los alrededores. Así que vamos a llevar la cena con tranquilidad.
Durante un momento, los tres chicos se quedaron muy sorprendidos y en silencio, pero al momento, Sirius volvió a estallar en carcajadas apoyándose en James, que también se reía.
- Tranquila Lily, que nosotros también queremos la fiesta en paz. – dijo James, limpiándose con la servilleta. – al menos, hasta dentro de un rato – La miró levantando las cejas rápidamente y guiñándole un ojo.
Lily se puso roja y cuando estaba a punto de contestar que de donde se había sacado tantas confianzas, se aceraron Tom y Margorie a la mesa. Margorie enseguida protestó por tener que separarse de Tom en la cena y al final convenció a Lily para que se moviera un sitio. Eso sí, Lily se movió a la silla que quedaba al lado de Remus, ya que bastante tenía como para encima ocupar el hueco al lado de Sirius.
La cena continuó con más o menos tranquilidad, aunque para gusto de Lily estaba durando demasiado. La verdad es que el vino ayudaba bastante a llevarlo con mejor humor.
Cuando hubo terminado, el personal de la sala empezó a separar las mesas para preparar la pista de baile. "Solo el baile nupcial y a casa" pensaba Lily. Tenía dos grandes motivos por los que no quedarse en la boda. El primero era que al día siguiente trabajaba y encima, la siguiente noche tendría guardia. El segundo era la compañía. Margorie y Tom, como ella había predicho, no estaban resultando de mucha ayuda. Es cierto que Margorie había sido compañera de habitación durante su época escolar, pero nunca habían llegado a ser amigas. No había sido como con Beth, que desde que se conocieron en el tren habían sido uña y carne. Por tanto, la única compañía que le quedaba si no quería morir de aburrimiento, eran los tres merodeadores, que para ser honesta consigo misma, no estaba resultando tan malo como pensó al principio.
Cuando los novios se acercaron al grupo, Lily abrazó muy fuerte a su amiga, contentísima por ella y por cómo la veía sonreír. A la vez, Sirius y James habían cogido a John en brazos y lo hacían saltar como si hubieran ganado la copa de casas. Beth se reía y Lily tampoco pudo evitarlo, viendo como Remus intentaba que esos dos pararan para que no escalabraran al recién estrenado novio.
Cuando comenzó a sonar la música del primer baile, todo el mundo rodeó a los novios y entre aplausos y vítores comenzaron a bailar. Terminó el baile nupcial y Lily se acercó a la mesa a coger su abrigo y su bolso. Justo cuando estaba buscando en el bolso para coger la tarjeta regalo que iba a dejar en la mesa de obsequios, alguien se acercó a su lado y la agarró de la muñeca.
- Li-Ly-ta –canturreó James, que ya llevaba la corbata atada a la frente- ¿dónde vas?
- Me voy a casa – contestó soltando el agarre.
- Noooo –dijo James-. No puedes irte ahora. ¡Aún no hemos bailado!
- Créeme que necesitaría mucho más vino para bailar contigo.
- Vengo preparado Lily – dijo ofreciéndole una copa de lo que parecía whisky de fuego-. ¡Vamos! Un baile solo, pelirroja.
Lily le miró y, sabiendo que no iba a dejar que se fuera, cogió la copa que le ofrecía y se la bebió de un trago:
- Solo un baile, Potter.
Pero esa amenaza no se cumplió. Bailó el primero con James, y después fue rotando: primero con Tom, luego con Beth, Remus, volvió a repetir con James… y entre todos los bailes, no sabía cómo, pero siempre terminaba con una copa en la mano. Ya no había filtro, bebida que le pusieran, bebida que terminaba.
Con el paso de las horas, las necesidades fisiológicas del cuerpo se hicieron patentes y tuvo que abandonar la pista de baile para ir al baño. Entró al baño, que estaba vacío y tras terminar, se acercó al lavabo y se quedó mirando al espejo. Había sacado el lápiz de ojos para perfilárselos de nuevo, ya que el paso de las horas había hecho que se emborronara un poco el maquillaje cuando alguien entró en el baño y cerró dando un portazo. Lily, asustada por el ruido, se giró con el lápiz en la mano y vio a James apoyado en la puerta.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó ella, sonriendo a causa del exceso de whisky de fuego.
- Huir. – contestó con sinceridad.
- ¿De qué?
- Sirius.
Y sin que diera tiempo a más explicaciones, alguien aporreó la puerta.
- Jaaaames, ¡te he visto entrar! –dijo Sirius tras la puerta. – ¡Sal! ¡que te tenemos que poner la liga de Beth!
James miró a Lily, que se estaba aguantando la risa y rápidamente, la cogió de la muñeca y la acercó a él, tapándole la boca con la otra mano para que no se escuchara ningún ruido.
Cuando Sirius se aburrió de golpear y gritar detrás de la puerta, probablemente asumiendo que su embriaguez le había engañado, James y Lily pudieron empezar a reírse sin ningún pudor.
- Ha sido divertido – dijo, mirándola y sonriendo.
- Sí, lo ha sido… pero más divertido habría sido verte con la liga puesta. ¿Dónde te la habrías puesto?
- Mmm… aquí – se señaló el bíceps y miró a Lily a los ojos-. Habría parecido el brazalete de capitán. Como el del colegio. Qué ojos más bonitos.
- ¿Qué? – preguntó Lily un poco desconcertada.
- Tus ojos, siguen siendo preciosos– susurró James.
- Cállate – dijo Lily, sonrojándose. Si no hubiera llevado varios whiskys de fuego encima, la respuesta habría sido otra.
- Es una lástima que a partir de mañana no volvamos a vernos – comentó James.
Probablemente, si Lily hubiera estado en plenas facultades ahí habría terminado toda la acción, pero cuando fue a soltarse del agarre de James se dio cuenta de que aún tenía el lápiz de ojos en la mano y tiró de su antebrazo escribiendo en él.
- Para que no haya excusas. – guiñó un ojo y salió del baño.
Cuando volvió a la pista de baile, vio que los novios habían decidido marcharse ya para disfrutar de su nueva vida de casados; así que ya nada la retenía en aquella boda, por lo que recogió su bolso y se fue, dando pequeños tambaleos a la salida. Ya en la calle, levantó su varita y llamó al autobús noctámbulo para que la llevara a su casa. Miró el reloj y se lamentó de haberse quedado hasta tan tarde; como no pusiera el despertador varias veces, no habría quien la levantara al día siguiente para ir a trabajar.
Hola a todos! Gracias por haber leído hasta aquí!
Espero que os esté gustando la historia. Es la primera que me atrevo a publicar, sobre todo, después de habiendo leído tantos fics estupendos.
Si os ha gustado, nos vemos en el siguiente capítulo! :)
