Esta historia participa en ¡Fandoms unidos, Jamás serán vencidos! del Foro Las Cuatro Naciones".


Atravieso las puertas del laboratorio de armamiento. Creo que estoy sola como la una pero ahora me doy cuenta que no es así. Un hombre que desde hace unos días va con silla de ruedas me está observando. Es alguien que conozco muy bien.

-Hola, Tris- dice David apuntándome con un arma.

No puedo defenderme. La pistola que llevaba encima se cayó al suelo cuando el suero de la muerte intentaba matarme pero, por suerte, no lo consiguió porque soy divergente y también porque tengo una habilidad especial, que muchos de los otros divergentes no tienen, para evitar que los sueros me afecten. Ahora, estoy sola y desarmada, frente a él. Sé qué me matará pero primero tengo que intentar distraerle solo un poquito para que pueda soltar el virus y ese se escampe por el complejo. Y así todos los que no están vacunados contra él perderán la memoria y no recordaran las diferencias de genética y mucho menos podrán jugar con las vidas de las personas que viven encerradas en la ciudad.

-¿Cómo te has vacunado contra el suero de la muerte?- me pregunta.

Echo una mirada rápida a la sala para visualizar el dispositivo que Mathew nos describió a Caleb y a mí. Sé que se trata de una caja negra con un teclado plateado y una cinta de color azul que contiene números. La visualizó a pocos metros de donde estoy.

-No me puesto la vacuna- le contesto mirándole a la cara.

Tendré que esperar la oportunidad de poder distraerle un poco y rápidamente poner el código y soltar el virus. Para que cuando me haya disparado yo ya habré liberado el suero y al menos ese se estará escampando por el edificio.

-No seas estúpida. Podría haberte matado. Pero esa locura de querer robarnos el virus no te servirá de nada y además te costará la vida porque te mataré.

Cree que le vamos a robar el virus y no que venía a soltar uno. Intento que mi cara no delate nada de las intenciones que tengo realmente.

Veo sombras detrás de David. Alguien está entrando a la sala donde el suero de la muerte se ha escampado pero se de sobras que ya no queda ni rastro y quien sea que este viniendo a ayudarme ya no corre peligro de morir. No puedo verle la cara ya que va cubierto con el traje especial para entrar en ese laboratorio. Me fijo en sus manos y veo que lleva un arma.

David no se da cuenta que ya no estoy sola. No sabe que detrás de él tiene a alguien apuntándole en la espalda. Ha llegado el momento de actuar y liberar uno de los dispositivos que hay justo a mi lado.

A una velocidad rapidísima me giro y me lanzo en dirección al dispositivo. Mentalmente repaso el código que Mathew le hizo memorizar a mi hermano. Coloco la mano al teclado y empiezo a escribir la serie de números.

Mientras escribo escucho el primer disparo y un dolor agudísimo me recorre todo el cuerpo. La bala me ha dado al costado derecho pero no sabría decir donde exactamente. La pistola vuelve a disparar pero sé que no ha sido David si no mi compañero anónimo.

Se me nubla la vista por el dolor y sé que estoy a punto de desmayarme. Ya he terminado de teclear los números y ahora mismo estoy alargando la mano la cual me cuesta levantar por la poca energía que me queda en el organismo, para clicar el botón verde para librar el dispositivo. Con lentitud lo logro y se abre la capsula donde estaba encerrado uno de los aparatos cuyo virus ya se está escampando primero por la sala y luego si tenemos suerte por todo el complejo.

Con la última fuerza que me queda me giro y veo a David muerto con un balazo en la cabeza y la persona que le ha disparado ahora mismo se está arrodillando a mi lado para ayudarme. Se quita la máscara y al fin puedo verle la cara. Es Tobías. Pero ¿Qué hace él aquí?¿ no debería estar en la ciudad con los demás?

Me pregunta algo pero yo ya casi no le escucho porque en ese mismo momento me desmayo por el dolor y la pérdida de sangre de mi cuerpo.

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