Bienvenidos antiguos y nuevos lectores, como dije aquí está el primer capítulo de este fic, con todas las adiciones que pude antes de que comenzara toda la trama. Espero realmente les guste mucho todo lo que añadí.

Y gracias por leer a todos esos lectores nuevos que hoy visitan este primer capítulo.

Espero lo disfruten.

El comienzo.

Seis años, esa era la edad que tenía justo en ese momento la pequeña princesa Sakura. Esos años que podía demostrar que tenía con sus pequeños dedos, mientras elaboraba una hermosa sonrisa en sus labios a cualquiera que le preguntara aquel detalle a la pequeña. Esa era la edad que tenia Sakura cuando viajó por primera vez al hermoso Reino de la Luna. Como princesa en ese momento no sabía exactamente el porqué era que su madre y hermano estaban en aquel lugar, en su mente, nada más se podía concebir el momento en el que se encontraba. Jugaba en un hermoso jardín lleno de muchas flores que ella nunca había visto, pero que eran muy hermosas. La pequeña Sakura estaba muy concentrada en su muñeca, sentada en el pasto verde y con su vestido blanco bailando entre la grama y la brisa. Sabía que no muy lejos de ella, su hermano mayor Touya la vigilaba para que nada malo llegara a sucederle, por lo que se sentía segura de huir de la realidad solo por aquellos momentos y entrar en la fantasía de sus propios juegos y cuentos que ella manejaba. Pero no tenía ni la más mínima idea de que, acercándose con lentitud y curiosidad, estaba el príncipe que cambiaría su vida y sería el caballero que ella esperaba, tal y como era en sus cuentos.

Syaoran Li era un año mayor que la niña que había visto jugando en los jardines, normalmente no se acercaría a cualquiera solo porque si. Pero el pequeño a pesar de su corta edad y gracias a la buena educación que sus padres ya le estaban dando, pudo deducir que era alguien importante, o aquella niña no estaría jugando allí en su jardín como si fuera dueña del mismísimo palacio. Estaba muy aburrido de ver a niñas jugar, nada mas tenía hermanas y una muy insoportable prima, Eriol muy raras veces lo dejaban pasar tiempo con él. Por lo que acercarse a aquella pequeña castaña para Syaoran era algo muy extraño. Pues no sabía que era, pero algo en ella le llamaba mucho la atención.

-¡Hola! –saludó Sakura en cuanto se dio cuenta que aquel niño estaba de pie justo al lado de ella –me llamo Sakura, ¿y tú? –preguntó ella regalándole una gigantesca sonrisa, con un brillo especial en sus gigantes ojos verdes.

-Syaoran –repuso el aludido con las intensiones de marcharse de allí, pues realmente él no quería jugar a juegos de niñas.

Sakura soltó una risita traviesa al escuchar al niño hablar, le ofreció la muñeca que traía en la mano, pues para ella aquel juguete era muy preciado -, ¿quieres jugar conmigo?

Syaoran arrugó el entrecejo, aquello era justo lo que había querido evitar –yo no juego cosas de niñas –le respondió, poniendo la espalda lo más recto que pudo, tal y como le habían dicho que un elegante príncipe debía hacerlo.

Sakura no vio aquellas acciones, sino que bajó su mirada a su regazo en donde tenía su muñeca. Ella nada más había deseado tener un nuevo amigo, pues rara vez tenía a alguien con quien jugar. Que fuera de edad contemporánea al menos -¿y a que juegas? –preguntó al fin con una vocecita tímida.

-mmmm….podría mostrarte –fue la respuesta que obtuvo de Syaoran después de un tiempo.

Una vez que Sakura había levantado su mirada con mucha emoción, el pequeño Syaoran le había regalado una sonrisa antes de salir corriendo y adentrarse mucho más al jardín. Sakura se levantó lo más rápido que pudo y siguió al niño hasta que llegaron a una especie de torre cubierta por muchos árboles. La pequeña Sakura tragó saliva de forma gruesa y fuerte, ella simplemente no era tan valiente y aquel lugar le estaba dando escalofríos.

-¿Y a que juegas aquí? –preguntó la castaña casi tartamudeando, pues algo le decía que estaba a punto de ver un fantasma.

-A ser un pirata, o alguien muy fuerte y hay guerras y….-a pesar de la entusiasta respuesta que Syaoran en aquel momento estaba brindando, pronto sus palabras se quedaron muy en el fondo de su garganta. Una luz cálida y brillante los invadió a ambos. Sin saberlo, estaba recibiendo la bendición del mago Clow, pues ellos serian los próximos protectores de una gran magia.

Ninguno de los dos pudo explicar lo que sucedió en aquel momento. Sakura lo confundió con una pesadilla, en la cual le explicó a Touya que el fantasma de un señor muy risueño le había hablado en sueños. Syaoran lo olvidó por completo, y si algún día lo recordó, ese recuerdo no tuvo valor, hasta que muchos años más hubieran pasado. Y ya fuera todo un rey, casado.


Azotó la puerta de su habitación con extrema furia. Syaoran tenía 15 años cuando mucho, y había pasado casi un año entero de viaje fuera de su reino buscando las cartas Clow. A petición de su madre se había marchado de inmediato y había emprendido el viaje, pero poco había contado con que había ya alguien más que también tenía la misma tarea que él.

Debía admitirlo, al principio la verdad no le importó. A pesar de que aquella chiquilla había podido recolectar unas cuantas cartas al igual que él. Nunca se le cruzó en la cabeza a Syaoran que a la hora de la decisión final, fuera ella quien se terminara adueñando de todas las cartas. A su madre aquello no pareció importarle, simplemente le había sonreído y le había dado la bienvenida al palacio. Y aunque quizás Syaoran estaba demasiado cegado por el enojo y algo más, para poder advertir que la tranquilidad de su madre no era simple generosidad. Quizás con tal magia a su favor, su madre le cedería al fin el trono que estaba a su cuidado hasta que él estuviera listo para ser rey. Pero no, Syaoran Li en aquel momento que estaba harto y deseó jamás volver a ver a Sakura Kinomoto por ningún motivo. La odiaba y estaba seguro que ese sentimiento no iba a radicarse dentro de sí.


No podía entenderlo, por más que lo pensaba las cosas se le ponían un poquito más que complicadas y se estaba comenzando a preocupar.

La noche era bastante clara, había miles de estrellas brillando en el cielo, sin contar la hermosa luna llena que iluminaba más las paredes de aquel castillo. El joven príncipe se acomodó más sobre la pequeña banca en la que estaba sentado en el jardín, una fiesta se estaba ofreciendo esa noche en su palacio. Y aunque él participaría en ella sin ningún problema, sus pensamientos no lo dejaban en paz.

Veía a su padre y a su madre desde donde estaba sentado, mientras su mente corría con la misma pregunta: ¿Cómo es que dos personas tan opuestas pueden estar juntas? Y con esa pregunta se refería a sus dos padres.

Adoraba a su madre, era una persona dulce a quien nunca le faltaba una sonrisa en el rostro, que enamoraba a cualquiera con una sola mirada con sus potentes ojos verdes. Y aunque podía ser un poquito torpe y despistada en ocasiones como su labor de reina, como madre jamás le había fallado.

Eso lo llevaba a su padre, un hombre serió y de carácter fuerte, eran pocos y muy bien contados los que no le temían, él era una de esas excepciones. No se preocupaba por nadie y según él, cuidaba a su reino porque era más su labor como rey, de lo contrario su madre le ahorraba esas tareas penosas de tener que ver por las demás personas, al fin y al cabo ella tenía alma para esas cosas. Pero tampoco no era un amargado total, solo era un hombre bastante apartado de los demás. No es que su padre en algún momento lo haya tratado mal, al contrario veía el esfuerzo del hombre en adaptarse a él, cuando tuvo edad lo entendió porque él había sido el primer hijo de aquella pareja.

Pero su preocupación radicaba en que entendía muy bien que en la época de la juventud de sus padres los matrimonios arreglados eran muy comunes, y definitivamente no quería ser el hijo de un par de seres humanos que han tenido que vivir juntos por obligación en los últimos 16 años de su vida.

-Un lugar muy bonito para pensar, aunque no creo que con una fiesta allí adentro sea el momento más adecuado –le dijo una mujer de largos cabellos negros y una tierna sonrisa. Por estar sumido en sus propios pensamientos, no se había dado cuenta que la mejor amiga de su madre se había acercado a él.

-¿Puedo sentarme Syao? –preguntó la mujer al ver ninguna respuesta en el joven.

Él le sonrió y se hizo a un lado para que, la que conocía como una más de sus tías se sentara junto a él. Tomoyo observó al joven que tenía al lado, reconociendo al instante que el joven príncipe tenía un problema en mente.

-¿Sucede algo? –preguntó ella tiernamente.

Un suspiro enorme fue solo lo que salió de la boca del joven, continuó viendo a sus padres en la fiesta y después de un momento de pensarlo en su cabeza decidió confiar en la mujer que tenía a su lado. Así que le contó todo lo que le preocupaba.

-¡Pero eso es algo horrible de pensar! –exclamó Tomoyo una vez que él había terminado de contarle sus preocupaciones, él la miró asustado cuando vio como ella negaba preocupada con la cabeza.

-Lo siento, es que no se qué pensar –dijo él joven apenado -, ¿Te molestaría contarme cómo fue que todo sucedió?

Tomoyo la miró dudosa por unos segundos para decirle - no lo sé Syao, es una historia bastante larga de contar y no sé si tengas la edad para escucharla. –Con un suspiro terminó por decirle -, a los jóvenes no les gusta lo romántico.

-Por favor, la tengo, no tengo problemas con esas cosas puedo escucharlo –rogó Syao mirando con sus mejores ojos de borreguito a su tía -, te conozco y no creo que se lo hayas contado a nadie y sé que mueres por contarlo.

-Está bien Syao –aceptó Tomoyo al final -, lo haré porque creo que no debes de pensar así de tu padre, Syaoran es un gran hombre y de lo contrarió no lo hubieran dejado casarse con la joya que es Sakura.

Él joven arqueo una ceja al ver el brillo en los ojos que aparecía en los ojos de aquella mujer al ver la alegría con la que hablaba de sus dos padres. Cambio su mirada cuando vio que Tomoyo giraba su mirada hacia él, en su lugar la miró expectante, esperando que ella iniciara con la historia.

-Bien, el reino del sol y el reino de la luna eran y son conocidos por ser los guardianes de una gran magia…-comenzó Tomoyo su historia.

-La del antiguo mago Clow –interrumpió Syao, y Tomoyo asintió.

-Tus padres creo que se conocieron cuando las cartas Clow fueron liberadas, y ambos tuvieron que recorrer los dos reinos enteros en su búsqueda –continuó Tomoyo, pero esta vez no hubo interrupción de parte del joven –, una vez que las capturaron a todas, tu madre se ganó el derecho de ser la Maestra de las Cartas Clow, eso no afectó a ninguno de los dos reinos. Que siguieron siendo muy unidos y además las cartas Clow no era la única magia que cuidaban del mago, por lo que no hubo problema.

-¿Entonces como es que…? –preguntó Syao pero esta vez fue interrumpido por Tomoyo.

-Cálmate, ya llegaré a eso –dijo Tomoyo con una sonrisa, Syao asintió y dejo que ella continuara – yo era la dama de compañía de Sakura desde un año antes de que comenzara a atrapar las cartas, desde el año en que tu abuela murió, ¿lo sabías verdad? –Él asintió con la cabeza como respuesta -, bien, yo la acompañé en toda su aventura, y se dé hecho de que tus padres no se volvieron a ver hasta que ambos tuvieron 18 años.

-¿Qué ninguno se había comprometido o algo así? –preguntó Syao.

Tomoyo negó con la cabeza y continuó hablando con una sonrisa –tengo la teoría de que Syaoran le gustaba mucho estar solo. De lo contrario, ya sea por él mismo o por la intervención de su madre hubiera aceptado estar con alguien. Sakura, ella no creo que tenía mucho de que escoger: tu tío Touya no aceptaba a ningún pretendiente que Sakura tuviera, a él se le unía Kero, ya ves que como siempre suele mantener su verdadera postura muchos le tenían miedo al ver al gran león.

-Bien, ¿Y entonces…?

-A eso voy –le interrumpió Tomoyo -, Todo comenzó en una reunión del Rey Fujitaka y la Reina Ielan, en una noche muy parecida a esta. Excepto que no en este castillo, sino en el antiguo hogar de tu madre, el palacio del sol…


En una de las tantas salas que aquel enorme palacio poseía, el Rey Fujitaka recibía con orgullo a su Reina vecina, la Reina Ielan Li. Sentado junto a ella en aquel salón, donde estaban seguros no serían escuchados, ambos discutían su plan para que ambos reinos al fin fueran uno solo.

-Muchos ya han fracasado pidiendo la mano de mi hija, debo decir que mi hijo es demasiado celoso con ella –dijo el Rey Fujitaka preocupado de sus decisiones.

-Lo sé, y mi hijo no desposaría a nadie por obligación y tampoco lo haría por el reino –dijo la Reina Ielan - y es por eso que vengo con una última idea para resolver la situación. Usted sabe que desde que mi esposo falleció el cuidado del reino de la luna ha sido mi trabajo, pero le aseguro que como madre también es difícil. Si Syaoran se casa, él podrá hacerse cargo del reino y eso sería de mucha ayuda para mí.

El rey asintió y continuó diciendo -, la comprendo, mi hijo Touya heredara el trono a este reino, pero mi hija merece un hogar digno y alguien que la cuide. Si mis días en este mundo acaban odiaría tener que dejarla sola.

-Ambos están en edad para casarse –continuó la reina asintiendo -, solo necesitamos que los dos se acepten él uno al otro.

-Creo que ya hemos dejado claro que ese es el problema –dijo Fujitaka con una risita de molestia.

-Mi hijo es un joven que le gusta disfrutar de su soledad, alguien que oculta muy bien sus sentimientos hacia las otras personas, pero es una buena persona en el fondo aunque él no lo deje ver, en otras palabras es lo opuesto a su hija –explicó Ielan -, la última vez que ambos se vieron llegaron a agradarse bastante. Se tomaron confianza, se hicieron amigos, claro fue algo pasajero debido a las circunstancias. Pero ahora creo que unos días juntos no les vendría mal. Ella podría acercarse al él, dejar que abra ese corazón que él dice no haber usando en los últimos años.

-Sabe que solo tenemos un mes antes de que la dinastía Chien se aproveche de que mi hija ya se ha pasado de la edad para estar casada –dijo Fujitaka enderezándose y los más serio que pudo.

-Lo sé, y entiendo su preocupación porque el pretendiente no es adecuado para ninguna dama –dijo Ielan con severidad -, además hay que agregar que Sakura posee las cartas Clow, nosotros las hemos cuidado y hemos logrado mucho con mantener el secreto de que ella las posee. Ni si quiera el gran consejo de magas está completamente seguro de que ella las tiene.

-¿Y aun está segura de que va a funcionar? –Preguntó Fujitaka -, ¿Qué piensa que debamos decirles para que entiendan que no los estamos obligando a tomar esta decisión?

De los labios de la elegante Reina Ielan apareció una hermosa y maliciosa sonrisa, justo para responder al rey que tenía en frente -, por el momento solo que usted nos acepte por una semana en su palacio, porque estamos haciendo una visita de negocios, luego quizás ocurran algunas cosas con él tiempo.


Una joven estaba afuera en el jardín de aquel hermoso castillo, estaba sentada a la orilla de una gran fuente luminosa, la cual daba un brillo especial a las flores de alrededor. La castaña jugueteaba con un dedo su reflejo en el agua, esa noche se sentía un poco triste, su madre cumplía dos años de haberse muerto y justo en ese lugar era donde solía jugar con ella.

A su lado, el gran Kerberos cumplía sus obligaciones de guardián, acompañando a la joven en su silencio. Este al ver la mirada triste en el rostro de Sakura se movió de su lugar y aprovechando su larga melena se acercó a Sakura y le hizo cosquillas en el cuello. Sakura sonrió y abrazó a su guardián por el gesto.

-Monstruo, ¿Has visto a mi hermana? –preguntó un joven alto acercándose a Sakura con una sonrisa burlona en el rostro.

Sakura levantó la mirada a su hermano mayor y haciendo parecer lo más enojada posible le contestó -, ¡Que grosero eres Touya! ¿Qué quieres?

-Van a ver invitados para la cena y papá quiere que te apresures para estar presente temprano –contestó Touya metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón y suspirando -, he tardado años buscándote, ni siquiera Tomoyo sabía en dónde estabas, ¿Qué haces aquí?

-Pensaba, además es luna llena y según sus ordenes Yue regresa esta noche –respondió Sakura poniéndose de pie y limpiándose la falda del vestido -, no entiendo porque mi padre lo tubo que mandar tan lejos, es mi ángel no suyo…

-Sakura… -la detuvieron al unísono Kerberos y Touya.

-Hoe…lo extraño –dijo Sakura con un poco de color en las mejillas.

-Ya apresúrate –dijo Touya sonriendo de lado y comenzando el camino hacia adentro del castillo, seguido de cerca por Kerberos y Sakura.

Entraron a al castillo y de inmediato buscaron el salón principal donde los esperaba su padre y Tomoyo, con un cierto grupo de personas a su lado. El Rey les indicó que se acercaran y ellos se colocaron al lado derecho de él junto con Tomoyo, quedando justo en frente de sus invitados.

-Reina Ielan, me imagino que recuerda a mi hijo, él heredero al trono, Touya –dijo el Rey Fujitaka indicando a Touya, este hizo una pequeña reverencia hacia la Reina quien le sonrió con altivez – y mi pequeña hija Sakura.

Sakura repitió una reverencia con una gran sonrisa, la Reina Ielan sonrió aun más al recibir el saludo de la joven princesa.

-No tan pequeña diría yo su majestad –dijo Ielan sonriéndole al padre de Sakura –en su lugar se diría que es una hermosa princesa.

Sakura sintió que de inmediato los colores se le subieron a las mejillas, y para disimular su sonrojo giró volteo la mirada para que la reina no la mirara. No escuchó las gracias que daba su padre por el cumplido que le habían dado, sintió como volvía a normalizar el color en el rostro y se detuvo a ver un par de ojos marrones que la observaban con cierta altivez.

Lo conocía, pero había cambiado tanto, ya no era el mismo niño que había conocido antes, ahora era todo un príncipe y la palabra se quedaba corta con el gran cambio que veía. Se miraba un joven serio, como con cierto orgullo aunque algo le decía que eso no era del todo cierto. La realidad le llegó de golpe de inmediato, cuando Syaoran se percató de que su mirada estaba en él, él le asintió con la cabeza como saludo aunque no hubo sonrisa en ese rostro. Sakura se quedo perpleja, como si su cerebro no pudiera mandar órdenes para que se moviera su cuerpo, como pudo asintió débilmente y como era su costumbre le sonrió ampliamente.

-Sakura –la llamó Kerberos indicándole que prestará atención de nuevo a su padre.

Sakura regreso de inmediato la atención como le había dicho su guardián. La Reina Ielan era la que estaba hablando en ese momento, estaba presentando a las tres figuras que tenía a su lado… - él es mi hijo Syaoran –dijo ella indicando al joven a su lado, él castaño hizo una reverencia parecida a la que Touya había hecho solo que aun con muchísima más seriedad –mi querido sobrino Eriol Hiragizawa –él pelinegro con gafas hizo una profunda reverencia al Rey Fujitaka y a Touya, luego con una enorme sonrisa bastante cautivadora se giró hacia Sakura y a Tomoyo e hizo un pequeño saludo hacia ellas. Las dos jóvenes intercambiaron una rápida mirada para luego sonreír profundamente al invitado –y por último una de mis más pequeñas nietas, y la más querida por supuesto –dijo la Reina haciéndole señales a una pequeña niña de unos hermosos ojos cafés que estaba de pie justo detrás de Syaoran, o más bien escondiéndose justo detrás del príncipe. La pequeña niña penosa sacó penosa la cabeza escondiendo más su cuerpo por detrás de su tío, Syaoran bajo la mirada y les dio un leve empujoncito a la niña y ella camino con cuidado hasta quedar en frente del Rey.

-Soy la princesa Keeroshi –dijo la pequeña haciendo una gran reverencia con su vestido.

-Es un gusto, preciosa –dijo el Rey con una gran sonrisa.

Con esto la pequeña salió corriendo de nuevo para esconderse ruborizada atrás de Syaoran.

-Espero que no le moleste la tardanza –dijo el Rey hacia Ielan -, mis cocineros no estaban preparados para más personas que las de costumbre.

-Pierda cuidado su majestad –aseguró Ielan –agradezco profundamente que nos hospede en su hogar. Quizás sería tan amable de distraernos con algo de entretenimiento, ha llegado a mis oídos que la música que ejecutan en este reino es perfecta para un buen vals.

El rey aceptó enseguida y haciendo sonar una pequeña campanilla mando a pedir lo que la Reina había solicitado. En segundos un par de jóvenes se acercaron y se pudo escuchar por todo el salón con claridad la preciosa música que estaba siendo ejecutada.

-Tomoyo, ¿Es cierto que usted es muy buena bailando? –preguntó el Rey a la amatista que estaba al lado de su hija.

-Un poco mi señor –contestó Tomoyo tímidamente.

-Entonces, ¿No le molestaría darme esta pieza? –pidió Eriol que se había acercado a Tomoyo y ahora caballerosamente le extendía una mano a la chica con una enorme sonrisa. Tomoyo dudo un poco pero aun con algo de timidez acepto la mano que él joven le estaba ofreciendo, en segundos ambos estaban bailando alrededor del enorme salón, a la vista de todos.

-Syaoran hijo, ¿Se caballeroso y no dejes a la joven Sakura allí sola si? Sácala a bailar –pidió la Reina Ielan con gentileza.

Syaoran miró a su madre por unos instantes un poco dudoso de lo que se le estaba pidiendo, la niña de inmediato había corrido al lado de su abuela dejándolo sin ninguna excusa para no aceptar la petición de su madre. Suspiró suavemente y sin dejar la altivez de lado, seriamente se dirigió hacia Sakura.

Sakura, que lo había estado viendo atentamente desde que escuchó la proposición de la Reina, tomó color inmediatamente cuando vio la mirada del serio príncipe en ella.

Pronto él joven ya estaba frente a ella, sin poner ninguna expresión en el rostro hizo una pequeña reverencia y le ofreció su mano a Sakura. Ella la tomó nerviosa de pies a cabeza, no podía mirarlo si quiera a la cara porque sabía que ese sonrojo en sus mejillas aparecería de nuevo.

Pero cuando sus manos estuvieron unidas una corriente extraña les dio en la mano sin explicar el constante cosquilleo que ambos sintieron en el estomago. Sin dudarlo y asombrados los dos se cruzaron sus miradas, perdiéndose cada uno en el marrón y en el verde. El sonrojo apareció en las mejillas de Sakura al instante, una extraña sonrisa apareció en los labios de Syaoran, de esas que los presentes que lo conocían estaban seguros de solo haber visto cuando Syaoran aun era muy pequeño.

Como por su propio instinto, Sakura siguió hasta la pista a Syaoran, donde él la guió en el baile más perfecto que había dado ella en su vida. Lo cual era mucho que decir pues nunca pisoteo a su acompañante en lo que restó de la canción. Terminó justo como empezó y con una leve inclinación de la cabeza de Syaoran, ambos se separaron y con los demás fueron llevados al comedor, a tomar la cena de esa noche.


-Así que dime primito, ¿Fue de su agrado el baile que compartió con la princesa Sakura? –preguntó Eriol con una flamante sonrisa mientras él y Syaoran caminaban por los pasillos del castillo. Y con la voz bastante queda para asegurar que solo su acompañante lo escuchara, bien conocía el genio de Syaoran Li como para ponerlo a prueba.

Syaoran lo miró de reojo o es que ya Eriol había aprendido a leer las mentes o es que él estaba siendo demasiado obvio, porque la verdad no había dejado de pensar en las extrañas sensaciones que sintió justo después de haberle tomado la mano a la joven y que por algún extraño motivo habían aumentado al ver esos bellos y hermosos ojos que ella poseía. Con un medio suspiró de cansancio se limito a contestarle –no veo porque sea algo interesante de compartir, solo fue un baile más en donde no puse ninguna intención, lo hice porque me lo pidieron. ¿Quedó eso claro?

Eriol no pudo evitarlo pero soltó una carcajada que resonó en todo el castillo -, tranquilo, solo quiero hacer conversación, eso no significa nada.

-Como quieras –le espetó Syaoran sin ninguna complicación – tú y tus…

-YUE YA ERA HORA QUE APARECIERAS –ese gritó lo interrumpió en sus palabras y de pronto vio a la chica en cuestión correr y pasarles de lado para abrazar al ángel que estaba a sus espaldas.

-Al menos parece que me extrañaste, Yukito estará complacido por escuchar eso –dijo Yue en un tono de voz fuerte pero haciendo girar a Sakura en su abrazo. -¿No me vas a presentar a los invitados? –preguntó este viendo a los dos jóvenes que tenían sus miradas fijo en ellos, uno con una sonrisa completa y el otro sin expresión alguna.

-Lo siento, él es Eriol Hiragizawa –dijo Sakura señalando a Eriol –es primo de Syaoran Li, seguro lo recuerdas.

-Por supuesto que sí –dijo el ángel viendo a los dos jóvenes con altivez desde arriba –Sakura ya tendrás tiempo de hablar con Yukito o conmigo, por ahora vengo de ver a tu padre y ha solicitado tu presencia y la de el joven Li en su despacho. Creo que su madre también está allí –dijo viendo a Syaoran de reojo luego regresando su total atención a Sakura -, vayan yo me ocupare de hacerle compañía al joven Hiragizawa.

Sakura asintió mientras le regalaba una sonrisa a su ángel, luego puso atención en el joven que tenía en frente. Syaoran solo intercambio una extraña mirada con Eriol y comenzó su camino sin decir más. Ella se apresuró tras él y doblando en la primera esquina que encontraron caminaron en un profundo y absoluto silencio. Sakura lo observaba de reojo cuando podía, era extraña realmente la presencia que tenía su acompañante, de seguro para ojos de muchos era un engreído pero no podía de dejar pensar en porque para ella no. Porque tenía esa ciega fe de que por dentro él era un hombre completamente diferente a lo que tal vez muchos pensaban, por mucho de que su fama lo precediera.

Llegaron al despacho lo más pronto de lo que ella pensó, se le adelantó un poco a él para tocar la puerta antes que él, pero lo que comenzó a escuchar la dejó con una mano en el aire.

-Así que usted está segura de que todo esto funcionará –dijo el rey Fujitaka adentro.

-Por supuesto que sí –se escuchó una muy segura Ielan Li afirmar adentro de la habitación -, cuantas veces tengo que repetírselo, para dentro de un par de semanas esos dos van a estar tan enamorados que no tendremos porque preocuparnos más por nuestros Reinos y pronto podremos hacer esa unión que tanto hemos esperado.

-Confiare en usted mi señora, solo hay que esperar que vengan para empezar a trabajar cuanto antes –indicó el Rey.

Sakura bajó el brazo con el que estaba dispuesta a llamar a la puerta, impresionada por lo que acababa de escuchar se giró un poco sobre sus zapatos para ver al joven que tenía a su espalda. Syaoran tenía el ceño completamente fruncido, le dio una extraña mirada a Sakura que le hizo a ella que se le ruborizaran las mejillas.

Él se acercó lo suficiente hasta que su espalda chocó con ella y bajando un poco la mirada le dijo en un susurro – no les dejes saber que te acabas de dar cuenta, o las cosas se van a poner más complicadas –ella asintió entre sus propias penas, sentirlo tan cerca le provocó una oleada de extrañas sensaciones de las cuales no podía entender porque. Viendo como ella asentía, levantó esta vez su mano y golpeo la puerta con firmeza, pudieron escuchar el saludo de bienvenida que les daban desde adentro, ella trató de concentrarse justo cuando él abría la puerta y ambos entraban en aquel salón.

-No has mandado a llamar –dijo Sakura disimulando todas sus dudas en ese momento. Syaoran la observó de reojo muy cerca de ella, impresionado del autocontrol que estaba haciendo la joven.

-Por supuesto hija, estaba hablando con la Reina Ielan de algunos negocios y nos hemos dado cuenta que tardaremos una semana en resolverlos –dijo Fujitaka mirando con ternura a su hija – por lo que le he ofrecido de tus servicios a la Reina, mi hija. Sus jóvenes acompañantes no tienen porque aburrirse con estos negocios absurdos y supuse que tú aceptarías gustosa en enseñarles el castillo y guiarlos para que no se aburran.

-Yo… esto…

-Tomoyo puede acompañarlos si van con el joven Hiragizawa y la pequeña niña –dijo el Rey adelantándose a los balbuceos de su hija.

Sakura dudo por un segundo en que contestarle luego miró a Syaoran que con un extraño brillo en los ojos le indicó que si con la cabeza, lo bastante disimulado como para que ambos reyes no se dieran cuenta de esto.

-Por supuesto, yo estaría encantada –dijo Sakura con una sonrisa un poco forzada.

No podía entender básicamente lo que estaba pasando, que estaba planeando él para que dejara que ella aceptara, o es que no le importaba la decisión que estaban tomando sus padres. Con eso ya no presto atención a lo demás que le fue dicho a su acompañante solo sintió que sin sentido alguno se despedía de su padre y salía de la habitación.

Caminó lo suficiente hasta que se dio cuenta que él aun estaba a su lado, solo que esta vez tenía una sonrisa burlona en su rostro que para ser verdad daba un poco de miedo. Ella se detuvo en seco y se quedó viéndolo seriamente.

-¿Qué tiene en mente? –Preguntó reuniendo todo el coraje de su interior - ¿O acaso piensa aceptar que nos pongan en esta situación de tener que casarnos el uno con el otro?

-Por supuesto que no –contestó Syaoran secamente –pienso que no me conocen del todo, jamás podría enamorarme de alguien como usted. Además esas son puras tonterías.

El corazón se le aceleró lo suficiente como para saber que lo que había dicho el príncipe había tenido el suficiente impacto en ella, como paras enfurecerla lo suficiente como para quererle dar una bofetada, y se consideraba a ella una persona bastante pacífica.

-¡Es usted un demente! –Exclamó ella apretando sus puños con furia -, si piensa en esas cosas entonces porque dejo que aceptara ser su compañía, y aun más porque dejo que no les dijera nada de lo que ambos escuchamos.

-Simple –dijo él con esa sonrisa perversa -, porque quiero ponerle un fin a todo esto de inmediato y pensé que usted misma quería cooperar.

-¿Qué propone? –preguntó Sakura cruzándose de brazos y mirándolo tan amenazante como él la estaba viendo, se estaba retractando interiormente de haber pensado bien de él, solo era un estúpido amargado.

-Si les hacemos creer que antes de lo esperado usted y yo somos una pareja ellos nos dejaran en paz, al final solo tenemos que fingir que hemos tenido una pelea y que ya no queremos vernos –explicó Syaoran -, así quitaran en compromiso de inmediato y usted y yo quedaremos libres para hacer lo que queramos.

-¿Y qué me asegura que usted no quiere propasarse conmigo? –preguntó Sakura aun sin abandonar la guardia.

Syaoran soltó una pequeña risita en forma de burla -, ¿No estará hablando en serio verdad? –ella no se movió ni le dijo nada. Es más hizo algo que muchos no había podido hacer en mucho tiempo, le detuvo fuertemente la mirada –tiene mi palabra de que no quiero tener nada que ver con usted y que solo haré las cosas con su debido consentimiento –contestó Syaoran entre vencido y sorprendido y le extendió una mano para cerrar el trato, ella lo miró fijamente una vez más y le apretó la mano -, trato hecho señorita, empezaremos mañana.

-Como diga, buenas noches –dijo ella y apresurándose a caminar hacia su habitación.

Él se quedo viéndola marcharse, impresionado del carácter de la chica.

"Hasta se mira bonita fingiendo ser enojada" dijo para sí mismo. Se sacudió la cabeza de inmediato alejando esos pensamientos absurdos y siguió el camino.


-Syao… Syao…

-Aquí estamos Nadeshiko –gritó el joven príncipe a la cálida llamada que su hermana menor le estaba dando.

Una pequeña de algunos seis años se acercó hacia ellos montada sobre Kerberos como si fuera su propio pony.

-Hermano, mamá te ha estado buscando, están a punto de servir la cena y mis padres quieren saber si nos acompañaran –dijo la niña mientras se aferraba al cuello del guardián y este hacia una mueca de dolor.

-Iremos en seguida –le dijo Syao y se giró a ver a Tomoyo y le dijo -, pero, ¿y la Historia? ¿No pensaras dejarme así verdad? Solo sin saber.

-Por supuesto que no –contestó Tomoyo poniéndose -, no te preocupes Syao ya tendremos tiempo de hablar, Eriol y yo estaremos aquí toda la semana y eso creo que es tiempo suficiente para terminar.

-Bien, Gracias –dijo Syao.

Luego se acercó hacia su hermana y levantándola del guardián, que estaba seguro caería estrangulado si no lo hacía caminaron hacia adentro del castillo.

-Siento haberme distraído, es que empecé a charlar con mi tía Tomoyo y se me olvido –dijo el joven al ver a su madre.

Ella le sonrió tiernamente y le dio un beso en la mejilla, indicándole que entrara y ocupara su lugar en la mesa. Dejó que todos pasaran y al final miró al hombre que había permanecido al lado de ella esperando a su hijo, este le dio una pequeña sonrisa y apretando su mano contra la de ella la guió hasta adentro del salón, elegante y altivo como siempre.

Besos espero reviews...

Estoy muy ansiosa por saber su opinión al respecto de todo esto.