*¡B I E N V E N I D O S! *
N/A: ¡Hola a todos, de nuevo! Gracias a los que siguen mi historia de "Ojou-sama y Sensei", que seguro esta propuesta que les traigo, les encantará. Es ni más ni menos que de la genial pareja, por supuesto, ICHIHIME (¡Sí, banzai!... Eh... Cof, perdón me emociono XD).
Así que por favor disfruten y dejen sus comentarios, observaciones, etc. Que todas ellas me hacen muy feliz. ¡No sólo de los lectores ya asiduos, sino los nuevos también eh! ^^
Advertencia: Los personajes de Bleach NO me pertenecen. Toda alusión al mundo de Bleach es del gran Noriaki Kubo o Tite Kubo, para los amigos (¡Gracias Tite! XD)... ¡Eso sí, TODA la trama es mía!
Aclaratoria: La historia es un total UA (Universo Alterno) y POV (Punto de Vista) de Kurosaki Ichigo.
Capítulo Uno: "Conociéndote".
— ¿Te gusta la nieve? —me preguntó una chica de un hermoso cabello naranja y ojos grises, que para ser sincero, eran los mejores que había visto en mi vida. — A mí me gusta mucho —me dijo, con una preciosa sonrisa. — Es tan hermosa y me trae mucha tranquilidad con sólo verla.
Yo no sabía qué responderle, mi mente estaba completamente en blanco; había quedado totalmente paralizado con el sólo hecho de verla, puesto que yo sólo había salido a dar un paseo al parque y fue ahí en donde la encontré... Estaba nevando y hacía mucho frío, pero ella estaba ahí parada. Observando la nieve que caía sobre su mano, tan entretenida y con una expresión tan hermosa en su cara y sus ojos llenos de luz, como una niña pequeña que miraba la nieve por primera vez. Inconscientemente me atrapó en un instante, me dio curiosidad y me acerqué un poco a ella, haciendo que notara mi presencia y realizara esa extraña pregunta.
— N-No me gusta mucho —contesté balbuceando, logrando que en el rostro de la chica se reflejara un poco de tristeza. — Pero tampoco me desagrada —dije rápidamente.
— Ya veo —contestó la chica, con una sonrisa de nuevo.
— ¿Qué es esto? ¿Qué es esta sensación que me invade? —me pregunté a mí mismo. — Por alguna razón no quiero dejar de ver esa hermosa sonrisa que tiene. — Pero, ¿qué haces aquí? —le pregunté saliendo de mis pensamientos. — Está haciendo mucho frío, pescarás un resfriado.
— Está bien —me respondió sonriendo. — No pasa nada, de todos modos no me afec-... —no pudo terminar lo que iba a decir, porque cayó al suelo.
Rápidamente corrí a donde estaba ella, y la sostuve en mis brazos. ¡Por Dios, era muy ligera!
— ¡Hey, hey! ¿Estás bien? —le dije gritando. — ¡Resiste!
Ella no respondía nada, sus ojos estaban cerrados. ¿Qué pasa? ¿Por qué no reacciona?... Un escalofrío invadió todo mi cuerpo de sólo pensar que no despertaría. De verdad que me estaba asustando, pero en un atisbo de lucidez toqué su frente, dándome cuenta de que tenía un poco de fiebre. Su cuerpo estaba débil, no podía seguir viéndola así.
— Estoy... bien —me dijo débilmente, despertando. — No... Es nada.
— ¡¿Qué dices?..., pero si te acabas de desmayar! —le dije exaltado. — Lo mejor será que te lleve con un doctor.
Entonces ella me tomó de la chamarra y me miró a los ojos. — De verdad no es nada —me dijo, intentando ponerse de pie. — Ya me siento mejor —.
— Ten cuidado —le dije, y la tomé de la cintura para evitar que cayera de nuevo.
Cuando la sostuve de nuevo, ella me miró, pero ésta vez lo hizo con una mirada tan dulce, que creí que iba a morir en ese momento.
— Eres muy amable —me dijo, regalándome una de sus hermosas sonrisas. — Gracias —.
— ¡Oh no, voy a morir!—me dije a mí mismo. No sabía qué sería capaz de hacer con ésa mirada fija en mí, tenía ganas de estrujarla contra mi pecho y no dejarla ir.- Espera un momento—me dije. —¿Qué tonterías estoy pensando? ¡Apenas la acabo de conocer!— La chica se soltó de donde yo la tenía sujeta y se puso de pie.
— Bueno me tengo que ir, creo que he estado mucho tiempo fuera —me dijo despidiéndose.
— ¿Qué ya te vas?—pensé, algo desilusionado. —Oh, pero es lo mejor. Hace mucho frio y ella podría enfermarse, sí, es lo mejor. — Sí, está bien —le contesté algo triste.
— Gracias por todo —me dijo por último. Se dio la vuelta y empezó a caminar para alejarse de mí.
Me quedé como idiota, viendo su silueta desaparecer a lo lejos; por alguna razón me preocupaba que llegara bien a casa. Empecé a imaginarme varias cosas que podían sucederle y me quería arrancar los cabellos de desesperación. No pude aguantarlo por mucho tiempo, sentía que ya no podía más, quería asegurarme de que estuviera bien. Entonces decidí salir corriendo detrás de ella para alcanzarla y acompañarla hasta su casa, en verdad corrí como un loco, corrí lo más que pude, pero al llegar a la salida del parque... Ella ya no estaba, la busqué por todos los alrededores y no la encontré.
De regreso a casa estuve pensando en ello, me detuve un momento y miré al cielo. —Tal vez me tardé mucho en decidirme—pensé. —Si le hubiera dicho antes que la acompañaría a su casa, no estaría sufriendo en este momento—. Seguí caminando mientras recordaba su rostro, de sólo acordarme mis mejillas se ponían muy calientes, a lo mejor tenía fiebre.
Llegué a casa y todo era normal, cené con mi familia y subí a mi habitación a descansar. Sólo logré dar vueltas y vueltas en mi cama, no podía dormir, todavía seguía pensando en ella. Realmente me frustraba estar así, pero no podía evitarlo. ¿Por qué será?
Durante todas las vacaciones de invierno, me levanté muy temprano y salía corriendo en dirección al parque; todo con el fin de volverla a ver, pensaba que podía haber ido ahí otra vez para ver la nieve. Lo mismo era en la tarde y en la noche, pero nunca la encontré de nuevo. Me decía mil veces a mí mismo que era inútil, pero mi mente no lo quería entender, de alguna manera quería verla de nuevo. Quería ver a esa hermosa sonrisa que tiene, así es, quería verla sonreír de nuevo.
Sin darme cuenta, las vacaciones de invierno terminaron en un abrir y cerrar de ojos. Llegando así la primavera, dándole inicio a las clases. Por supuesto que yo no estaba muy contento, no es que no me gustara la escuela, pero tampoco me agradaba mucho la idea. Simplemente era algo para pasar el tiempo, tal vez así me olvidaría de ella, además de ver nuevamente a mis amigos de la escuela.
— ¡Buenos días, Onii-chan! —me dijo alegremente mi hermana pequeña.
— Buenos días, Yuzu —le respondí mientras bajaba las escaleras.
— Ichi-nii, date prisa o llegarás tarde a la escuela —me dijo mi otra hermana.
— Sí, ya voy —le respondí, revolviéndole los cabellos.
— ¡Ichigo, prepárate! —me gritó un viejo atacándome.
— ¡Cállate! —esquivé su golpe. — Tan temprano y ya estas haciendo escándalo, debería darte vergüenza viejo arrugado —.
— ¿A quién le estás diciendo viejo arrugado? —me dijo furioso. — Deberías estar contento que tu padre aún es joven, y además... blah, blah, blah —siguió hablando, como un loro.
— Bueno me voy ya —les dije a mis hermanas, tomando mi maletín.
— ¿Eh?, ¿y el desayuno Onii-chan? —dijo Yuzu haciendo un puchero.
— Lo siento Yuzu, almorzaré algo en la cafetería —le dije mientras salía.
— ¿Eh?... ¡Ichigo, regresa! —me gritó mi padre.
Y salí corriendo en dirección a la escuela.
N/B: Podrías utilizar alguna simbología para demostrar un cambio de escena, pondré algo por mientras ;)
— ¡ICHIGO! —gritó un loco detrás de mi, al parecer tenía intenciones de abrazarme.
— Buenas, Keigo —le dije, esquivándolo y provocando que cayera al suelo.
— ¡Que cruel eres, Ichigo! —me dijo, llorando desde el suelo. — Tanto tiempo sin vernos y me tratas así.
— Buenos días, Ichigo —me saludo alguien más.
— Buenos días, Mizuiro —le respondí.
— Eso es discriminación —dijo Keigo, levantándose. — ¿Por qué lo tratas a él diferente?
— ¿Cómo estuvieron tus vacaciones, Ichigo? —me preguntó Mizuiro.
— No fue la gran cosa —le respondí, y entramos al salón.
— ¡Esperen!.. ¡No me ignoren! —gritó Keigo, haciendo pucheros.
En el salón estaban todos mis amigos reunidos y al parecer ya estaban platicando como siempre.
— Llegas tarde, Ichigo —me dijo Rukia.
— Él no conoce la puntualidad —le siguió Renji.
—Deberías levantarte más temprano, Kurosaki —agregó el cuatro ojos, digo Ishida.
— Eso es imposible. Verdad, ¿Sado? —dijo Tatsuki.
— Sí —respondió Chad.
— ¡Oigan ustedes, ¿podrían dejar de fastidiarme?! —les dije furioso, balanceando amenazantemente la mano empuñada.
— Cálmate, Kurosaki —dijo Ishida, poniendo una de sus manos sobre mi hombro.
— Eres una niña, no sabes aguantar una broma —dijo Rukia, con los brazos cruzados.
— Maldición, con ustedes. —dije aún enojado.
— Vamos, vamos. Entren, tomen asiento. —decía la maestra, entrando al salón. — Oh vaya Kurosaki, es bueno verte en el inicio de clases. Espero y no te saltes ninguna —.
— S-Sí —le respondí, tomando asiento.
— Bueno, les tengo una excelente noticia —dijo la maestra. — Hoy tenemos una nueva alumna, que se traslada desde América —.
En ese momento todos empezaron a murmurar en el salón. Yo no le tomé mucha importancia, no me interesaba saber quién era, así que volteé la cabeza hacia la ventana. Lo único que yo quería era...
— ¡Una chica...! —alabó Keigo. — ¡Qué bien! —.
— Asano-san, eres un pervertido —le dijo Mizuiro, mientras rodaba los ojos.
—... No me digas Asano-san —le suplicó Keigo.
— ¡CÁLLENSE! —gritó la maestra.
Todos se quedaron en silencio.
— Así está mejor —se compuso las gafas. — Bien, ya puedes entrar, querida —.
—... —silencio absoluto, nada de nada.
— Vamos, no seas tímida —la empujó la maestra. — Ella estará en nuestra clase a partir de hoy, así que más les vale que sean buenos con ella —amenazó la profesora. — Vamos, preséntate —.
— S-Sí... —torpe silencio. — Yo soy Inoue Orihime... —.
— Esa voz...—pensé.
— Uhm... Vengo de América y espero nos llevemos bien —dijo algo apenada.
Cuando la miré no podía creerlo, era ella... era ella. De verdad era ella, la chica que conocí en las vacaciones de invierno. No lo sé a ciencia cierta, pero creo que mi corazón en ese instante comenzó a palpitar muy fuerte.
— A ver... ¿Dónde será tu lugar?... —pensaba la maestra, con una mano en su mentón.
— ¡Aquí! —gritaban varios.
— ¡Aquí, sensei! —gritaba, queriendo llamar la atención, Keigo.
— ¡Ah, ya sé! Al lado de Kurosaki no hay nadie, ése será tu lugar —dijo la maestra, señalándole el asiento.
— ¿Qué? ¿Al lado de mí? ¿Acaso quieren matarme? —pensé.
— S-Sí —respondió ella, tímidamente.
Mientras ella se dirigía al lugar, mi corazón palpitaba muy fuerte conforme se acercaba. — ¡Realmente voy a morir! —gritaba en mi mente. Ella se detuvo a verme, me miró primero sorprendida..., pero luego sonrió.
— Tú eres... —dijo señalándome.
— S-Sí —le respondí nervioso. —H-Hola —.
— Hola —me respondió alegre.
No lo podía creer, realmente estaba frente a mí. Después de haberla buscando tanto, ahora estaba frente a mí.
— Cof, cof —tosió la maestra. — Disculpen, pero tenemos que continuar la clase.
Todos en la clase nos miraban extrañados.
— ¡L-Lo siento! —contestamos al mismo tiempo. Nos volteamos a ver y reímos un poco.
— ¡Maldito Ichigo! —dijo Keigo, en lágrimas.
Ella tomó asiento y enseguida la clase dio comienzo.
Sinceramente no sé qué pasa conmigo cuando te veo, mucho menos cuando me sonríes, pero... pero aún así, quiero seguir conociéndote…¿Puedo?
N/A: ¡Ta-rán!... Aquí termina el primer capítulo, ¿qué les pareció?... Por favor, ¡díganmelo! Que yo espero sus reviews con ansias.
Bueno, cuídense ¡y que el ICHIHIME los acompañe XD!... Les quiere su amiga Friki-chan.
Bye bye.
