Notas de autor: Bueno, como casi siempre, generalmente no comienzo un fic por las notas de autor, sino más bien que suelo terminarlas. Pero para ser el primer capítulo querría simplemente saludar a toda la gente que realmente, y después de tantas cosas, sigue pendiente de que un día vuelva a ser la que era antes como escritora. Sinceramente, no lo sé. Ni idea de si volveré a ser la misma, ya que creo que cuando una persona cambia, es complicado que vuelva en algún momento ser la misma.

No obstante, no creo que pueda emular exactamente a mi yo anterior, esa que escribía por los codos y no miraba otra cosa que no fuera el Word. Después de mucho tiempo escribiendo fics algo decepcionantes para mi gusto, quisiera aclarar antes de nada algo referente a esto último:

Antes de comenzar un fic, un escritor o al menos a mí me suele pasar, tiene una especie de chispa que es la que hace que la inspiración se eleve a lo más alto y haga que no pares de escribir hasta saciar tu mente creativa. Por ende, en esos momentos escribes sobre lo que quiera que tengas en la cabeza y no puedes pensar en otra cosa que no sea esa. En mi caso personal, si empiezo un fic y no lo termino, es que probablemente no lo haga jamás, por varias razones; no me parece que sea lo suficientemente bueno; o no me parece que tenga tanta inspiración como creía desde un principio para llevarlo hasta su fin. Debido a esto, pasa lo que tengo ahora mismo en mi canal de FF, que tengo varias historias que aún no he acabado y es probable que nunca pueda hacerlo.

Aclaro esto por el hecho, no de que la historia que comience ahora, la vaya a abandonar, sino para que podáis entender que si dejo de escribir y me distraigo, es posible que me cueste mucho acabarla y hasta inclusive, tenga un final forzado.

En ningún momento es mi intención de que esto ocurra, pero por último he sentido que igual escribir realmente no era lo mío y lo he ido dejando. No he estado muy contenta de lo que hice hasta ahora con las historias que empecé y que lo más seguro no termine. Tan sólo quería explicarles esto y de esa forma, comprendan que no puedo complacer sino a mi cabeza que es la que generalmente me domina y me dice 'Tú, ahora escribirás esto' sí, mi cabeza me habla así, la confianza da asco xd.

Sólo espero que esta vez no me falten las ganas y las fuerzas que ahora tengo y que he intentado retrasar lo máximo posible para cogerla con más ganas. La historia aparentemente no es que pase de una historia común y corriente, puede que piensen eso pero, lo que si será es real. Es algo que puede pasarle a muchas personas. Por eso creo que aunque sea una historia bastante normalita, igual les puede acabar gustando tanto o más que cualquiera de los otros fics famosos que he escrito.

Ahora les dejo con ella, no sin antes desearles que disfruten de ésta. Saludos.


Negro sobre Blanco y Viceversa

Por NaYmCo

1.- Curiosidad

La lluvia golpeaba suavemente los cristales del coche de mi padre. Hacía ya varias horas, que habíamos salido de mi ciudad natal para llegar a un destino, que posiblemente, cambiaría toda mi vida.

El parabrisas con aquel sonido tan característico anunciaba que las finas gotas que caían del cielo, se iban volviendo a cada kilómetro más y más densas. Por motivos de trabajo, mi padre y toda mi familia, viajábamos para empezar una nueva vida en una ciudad que se encontraba a mucha más distancia de la mía, de lo que realmente hubiera deseado. Tras nosotros, un enorme camión con tráiler, nos seguía desde que salimos. En éste había unas letras en rojo bajo el fondo blanco metálico que formaba la parte de atrás de aquel armatoste con ruedas. Todas nuestras posesiones, muebles, y objetos personales, iban dentro empaquetadas debidamente.

Nerviosa, y con ganas de llegar, nos adentramos en la que seguramente, sería a partir de ahora el lugar donde viviríamos. Los edificios eran enormes y en ese momento pensé, ¿es posible que vivamos en un piso y no una casa como hasta ahora? Así que como no sabía, pregunté a mi madre que se encontraba en la parte delantera del coche familiar, justo al lado de mi padre que suavemente sostenía el volante dejándose llevar por aquella vía ancha y larga.

"¿Vamos a vivir aquí?"- Preguntó mi hermana Miyuki, antes de que yo dijera exactamente lo mismo.

"No viviré en medio de una ciudad, me niego rotundamente"- Comentó mi hermano mayor con algo de desánimo en su voz.

Mi madre volteó medio cuerpo para intentar mirarnos a los tres lo más de frente que el cinturón de seguridad le dejaba. Luego arqueó sus labios hacia arriba en forma de sonrisa.

"En realidad, no viviremos en la ciudad sino en una residencia cercana"- Dijo con entusiasmo.

Mis hermanos suspiraron fuertemente al unísono, agradeciendo que el cambio no fuera tan extremadamente radical como creían. Aunque dada la situación, el lugar iba a dar igual, porque en realidad todo iba a ser nuevo. Con tristeza volví a voltear para mirar la lluvia golpear en mi ventana, cuando mi padre detuvo el coche en un semáforo. Estábamos ya fuera de la ciudad desde hacía algo menos de un minuto. En realidad él sólo seguía la ruta del GPS que le indicaba por donde tomar y cuál era el camino más rápido. Cosa que no me extrañaba en absoluto, dado que llevábamos toda la noche viajando y aunque todos estábamos algo cansados, él seguramente lo estaría mucho más, ya que había llevado el coche todo el tiempo.

Por el ventanal del lado donde yo me encontraba y parados con un semáforo en rojo, observé un gran parque, que parecía más un bosque. Era realmente grande con mucho césped y árboles por todos lados. Aunque en esos momentos no se encontraba mucha gente pasando por ahí, dada la lluvia que caía. La verdad pensé que en qué momento para llegar a ese sitio con la que estaba cayendo. Generalmente no me molesta la lluvia, incluso me gusta, pero gracias a ella, no podía ver qué tal era el ambiente de aquella zona. No sabría definir si era una residencia de viviendas o un pueblo, ya que me parecía mucho más grande de lo que imaginé en un principio. Además había muchas pequeñas tiendas, algún que otro pequeño supermercado e inclusive algunos kioscos de periódicos. Finalmente mi padre giró en el siguiente cruce y un poco más adelante, paró el coche frente a una casa, que tras los cristales llenos de gotas de agua, no se podía diferenciar en gran medida.

Mi madre fue la primera en abrir la puerta del auto y entro esa pequeña brisa a humedad y tierra mojada que tanto me gustó siempre. La verdad acababa de comenzar el otoño y las primeras lluvias ya se habían apresurado en llegar.

El verano había acabado y con él, todo lo que significaba, las vacaciones, el sol y la playa ya no serían visitadas hasta el siguiente año. Recuerdo que sabiendo de la mudanza aquel fue el último que pasé con mis amigos de la infancia, y que extrañaría demasiado a partir de ahora.

"Es enorme"- Comentó Kyouya mientras observaba la formidable casa.

Mi hermano, generalmente no era una persona muy impresionable, así que realmente debía ser un sitio hermoso. Para ese momento, y por suerte, la lluvia se había detenido. Salí del vehículo y al ponerme de pie no pude evitar desperezarme un poco, por el cansancio del viaje.

Miré absorta el lugar que a partir de ahora llamaría mi nuevo hogar. Era una casa realmente preciosa, muy al estilo de los Takamachi sin duda, y además, eso era lo que ponía en una placa justo en la entrada. 'Hogar de los Takamachi'.

El camión hizo su entrada, aparcando justo delante de nosotros. Los peones bajaron para comenzar la descarga de los muebles. Mi madre comenzó a dirigirles ocupándose del mobiliario. Mi padre llego a la puerta principal y la abrió. Los tres corrimos escaleras arriba como si fuéramos niños pequeños para elegir el mejor juguete.

No era un juguete en este caso, más bien lo que sería a partir de ahora, nuestra nueva habitación. Después de observar durante un momento, elegí la última del largo pasillo. No había mucha diferencia en cuanto a espacio, ya que eran bastante grandes y luminosas.

Lo que me llamó de aquella particularmente, era el árbol que había justo frente a mi ventana. Recuerdo que era muy parecido a la anterior habitación. Tomé aquello como una revelación y espere y desee que lo pasara tan bien como lo había pasado en la otra casa.

Después de varias horas y de desempacar las maletas y varias cajas, podía decirse que el aspecto del sitio no distaba muy diferente a la habitación de mi vida anterior.

Con cansancio me dejé caer en la cama y recordé que al día siguiente comenzarían las clases. Un nuevo instituto, donde en realidad no conocía a nadie. Aquello hizo que mi estómago de retorciera y los nervios afloraran. Después de tantas horas de viaje, lo había olvidado por completo.

Me preguntaba cómo serían mis compañeros y a quién conocería. Quienes serían mis nuevos amigos y muchas más cosas. Estaba entre emocionada y agotada.

Después de eso recordé también que tendría que tirar la basura, así que pensé que ya que estaba, no vendría mal dar una pequeña vuelta para visitar el barrio.

A diferencia de la ciudad, allí no había edificios demasiado altos, y puede que la única casa más alta fuera el propio instituto, donde al día siguiente me tocaría conocer por dentro. Las casas eran todas muy diferentes entre sí, y tan sólo una me pareció algo diferente. Posiblemente era la más grande de todas aquellas, incluso más que la de mis padres. Se veía bien cuidada y con un bonito jardín, con rosales florecidos. La verdad me pareció un lugar hermoso.

Me di una vuelta más y luego me encaminé hasta mi nueva casa. Y en el siguiente cruce, me apareció repentinamente un muchacho sobre una bicicleta que, iba demasiado rápido. Éste en un intento de no arrollarme se desvió con demasiada fuerza y acabó cayendo al suelo. Del susto me quedé sentada y con la respiración más que alterada.

El joven chico, era rubio y con el pelo largo, llevaba gafas y a pesar de que se golpeó en la rodilla, se levantó rápidamente a comprobar si yo estaba bien.

"¡Dios mío!"- Exclamó corriendo donde yo y agachándose.- "¿Te encuentras bien?"- preguntó asustado.

Yo me había quedado blanca y apenas comenzaba de nuevo mi corazón a bombear sangre.

"S… Sí."- Contesté aún afectada.- "Estoy bien, Nyahaha."- Reí suavemente.

El muchacho me ayudo a ponerme en pie y fue cuando vi su rodilla algo moreteada por el golpe.

"¿Y tú, te encuentras bien?"- Dije mientras señalaba su pierna.

Él la miró y luego volvió a observarme. Sonrió y pasó una mano por su cabeza a modo de restarle importancia.

"No es nada… en realidad ya estoy algo acostumbrado a este tipo de tortazos."- Comentó aun riendo. -"Mi nombre es Yuuno Scrya."- El chico de ojos verdes volvió a sonreír.

"Oh, yo soy Nanoha Takamachi, es un placer aunque nos conociéramos de un modo tan repentino."- Le imité con una amplia mueca.

Comenzamos a caminar, hablando un poco más y me acabé enterando de que él también iba a ir al mismo instituto que yo. Así que decidimos quedar para ir juntos y así que no me pareciera tan brusco llegar sola a un sitio desconocido.

"¿Y qué tal es la gente de allí?"- Comenté divertida.

Él se volvió a rascar la cabeza un momento, tal vez pensando un poco.

"Pues la verdad, no sé si me tocará con la misma gente del año pasado, pero por lo general, es un instituto como cualquier otro. Lo único que yo veo un poco fuera de lugar es algún que otro gamberro, pero supongo que en todos lados hay de esos."- Dijo cambiando un poco el tono al terminar la frase.

Le iba a preguntar pero ya estaba frente a mi casa y mi madre se asomó en ese momento para llamarme a cenar. Así que nos despedimos para vernos al día siguiente.

Lo único que me preguntaba esa noche, incluso después de apagar la luz, es a qué se referiría Yuuno-kun, con eso de que hubieran gamberros. Además su voz cambió en ese momento.

La verdad es que la curiosidad podría decirse que mató al gato, pero lo que no tenía idea es de lo que me iba a encontrar al día siguiente.

~o~

De repente me encontraba esa mañana corriendo como loca por toda la casa. No encontraba nada y eso que lo intenté dejar todo preparado justo, para que eso no ocurriera. Tanto me retrasé, que se me hizo tarde y tuve que salir con una tostada en la boca, para no hacer esperar a mi compañero.

Por fin, y ya en las puertas de lo que sería mi nueva vida escolar, me encontré con una gran cantidad de estudiantes corriendo, saludando seguramente a sus amigos de otros años e incluso, a algunos simplemente parados cerca de la puerta principal.

Como yo era nueva, según me comentó Yuuno-kun, lo mejor era que fuera a dirección para ver en qué clase me pondrían.

Después de que una amable profesora me atendiera, y yo le comentara, miró el registro de alumnos y sonrió.

La mujer de larga melena y ojos verdes, me observó un momento.

"Así que tú eres Takamachi-san"- Comentó risueña.

Tenía en una mano un bolígrafo y en la otra un café, que probablemente le habían traído. Estaba de pie tras un mostrador con los codos apoyados en él y después de pensar un poco, se alzó y caminó unos pasos hasta estar justo frente a mí.

"De acuerdo, creo que yo seré tu profesora de aquí en adelante, así que me presentaré."- Dijo con una voz alegre y una sonrisa. -"Mi nombre es Lindy Harlaown, y seré tu tutora todo este curso."- Terminó diciendo.

Finalmente, y con la misma alegría del momento, me dio un pequeño plano de donde se encontraba mi aula. Me comentó por último que simplemente esperara fuera para que me pudiera presentar ante los demás compañeros.

Contenta, salí mucho más tranquila de allí, y poco después estaba delante de un montón de chicos y chicas de mi misma edad, que permanecían sentados mientras la profesora me presentaba.

Y justo cuando, se supone me tocaba hablar a mí, la puerta de la sala se abrió bruscamente. Sin siquiera tocar o pedir permiso, entró una chica, alta de largo cabello rubio y ojos algo peculiares. Por un momento me pareció un vampiro porque estaba muy pálida.

Llevaba un cigarrillo en la boca que soltó al suelo y lo pisó para apagarlo. Sentí como el corazón y el pecho se me encogía cuando esa persona se me quedó mirando fijamente.

El ambiente paso de cálido y alegre a pesado y cargado. Era como si toda la clase sintiera lo mismo que yo al ver a esa persona. Con la misma desfachatez, y arrastrando los pies, se sentó en la primera mesa que encontró.

La profesora se quedó tan paralizada como nosotros. Pero ésta intentó tomar las riendas del asunto.

"¡Fate Testarossa!"- Dijo severamente a la chica que no hacía más de un minuto, había entrado en aquella clase como si fuera su casa.-"Hágame el favor, de cerrar la puerta y limpiar lo que ha ensuciado, ahora mismo."- terminó diciendo, con voz demandante.

La nombrada tan sólo la miró, con esos ojos profundos que hasta podría decirse que daban verdadero miedo.

La chica además iba con ropa de calle. Ni tan siquiera llevaba el uniforme y no tenía pinta de querer llevarlo. Vestía pantalón y camisa negras, esta última prenda la llevaba por fuera y algo desabrochada, dejando ver una camiseta también del mismo color debajo. Además, llevaba una especie de botas militares que aparentaban pesar muchísimo, medio desatadas.

Tanto ella, como la profesora se mantuvieron por un momento en silencio, hasta que ésta volvió a reclamarle. Hastiada, se levantó y fue directamente hasta donde yo me encontraba.

Su mirada turbia y encendida en rabia observó a nuestra tutora, que juraría que por un momento pareció estremecerse.

Después de aquello, Fate Testarossa, tomó la colilla del suelo y la tiro a la papelera, posteriormente salió del aula y al cerrar la puerta el pequeño cristal de ésta se quebró. En realidad no parecía importarle demasiado faltar a clase, porque poco después en el recreo, la volví a ver.

Me estaba dando una vuelta por el lugar con mi nuevo amigo Yuuno-kun. En esta ocasión, la vi al lado un chico moreno de rodillas en el suelo. Me quedé perpleja al darme cuenta, de que el muchacho estaba siendo golpeado por otros dos que imagino, estaban bajo el mando de aquella rubia con cara de pocos amigos. Yuuno-kun, intentó jalarme del brazo para que siguiera.

"Nanoha…"- Susurró. -"No mires por favor, o será peor."

La voz de aquel muchacho rubio sonó entrecortada y temblorosa. Parecía muy nervioso, como si no fuera la primera vez que veía algo semejante. ¿Esto era lo que él llamaba ser gamberros?

Fate Testarossa se volvió a mirarme, y de nuevo por mucho que Yuuno-kun tiró de mí para que me moviera y siguiera caminando, fue imposible. Sinceramente me había quedado paralizada. Los otros dos chicos que la acompañaban, dejaron caer al muchacho moreno al suelo, con gran cantidad de golpes. Tomaron algo de su bolsillo que le entregaron a la chica de ojos carmesí. Ésta caminó despacio hacia mí. Sus botas arrastraban por la grava y tan sólo ese sonido, hacían que me temblara el cuerpo.

Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una cajetilla de tabaco. Se puso un cigarrillo en la boca y lo prendió, sin dejar de mirarme. Tomó una bocanada y se paró justo a pocos centímetros de mi cara. Soltó todo el humo en mi cara y mi reacción fue la de toser. Tomó aquel veneno entre sus dedos y continuó mirándome fijamente.

El corazón me palpitaba en los oídos y mi respiración era cada vez más entrecortada.

"Lo… lo sentimos mucho. No… no era nuestra intención mirar.".- Dijo Yuuno-kun, que para mi sorpresa estaba casi rogándole.

La chica siguió fumando tranquilamente, y luego miró a uno de aquellos chicos que no tenía una pinta mucho mejor que ella. Éste automáticamente, agarró a Yuuno-kun del brazo.

Mi amigo empezó a balbucear sin comprensión, imagino que debido al miedo. Fate Testarossa se volvió y tomó al chico rubio por el cuello.

Debía hacer algo, no podía permitir que su destino fuera como el muchacho que ahora yacía en el suelo o tal vez incluso peor.

La rubia que hasta ahora, había permanecido en silencio, por primera vez habló.

"Escúchame, pingajo."- le dijo en un tono cruel y déspota.- "Espero que no se te ocurra decir nada de lo que has visto aquí, o no vivirás para contarlo otro día." - Terminó sentenciando con una voz ahora mucho más ronca.

"¡Suéltale!"- Grité casi sin control de lo que hacía. Algo de lo que probablemente me arrepentiría.

Sorprendida, Fate Testarossa le asestó un golpe en el estómago a Yuuno-kun con su rodilla derecha. Luego de dejarlo caer al suelo se volvió hacia mí.

Se acercó a mi oído tanto que notaba el calor de su aliento en él.

"No te creas que esto es un cuento de hadas. No va a aparecer ningún príncipe azul que te salve, niña de papá."- Susurró gravemente y con un tono cargado de ira.

Aunque, estaba temblando y mi cuerpo apenas reaccionaba, al ver a mi amigo en el suelo sin parar de toser, dejé de nuevo que toda mi rabia se acumulara en mi mano, para acabar volteando su cara con una torta.

"Jamás… nunca se te ocurra creer que puedes hablarme como te plazca, Fate Testarossa."- dije con furia.

El cachete de la rubia se había quedado colorado y ésta me miró fijamente de nuevo. Sonrió cínicamente. Y tomó mi cara con una de sus manos.

"Así que nos ha salido revoltosa."- Musitó entre una leve risa.

Luego hizo algo que de verdad sí que nunca había pensado que pasaría. Pudo haberme pegado, o empujado o cualquiera de las cosas violentas que ahora mismo se me pasaban por la cabeza. Pero no, en vez de eso, Fate Testarossa acercó sus labios a los míos y me beso con fuerza.

Por un momento pensé que aquello tan sólo era una pesadilla y además de las malas. Sentí el sabor a tabaco y sus labios. Al sostenerme tan fuerte por la cara me era imposible apartarme, pero no por eso me iba a quedar quieta. Comencé a golpearle en el pecho para que me soltara.

Luego bruscamente me empujó contra la pared, he hizo un gesto con la cabeza a sus otros dos 'colegas'. Finalmente se fueron y por fin pude recuperar los latidos de mi corazón. Tomé aire y luego fui hasta donde se encontraba Yuuno-kun que seguía en el suelo.

Pude haberme imaginado, mil formas de haber llegado a este instituto, pero jamás pensé que sería tal y como pasó. Ayudé a mi amigo a ponerse en pie y este aun tosiendo me comentó cosas sobre ella.

"Nanoha, nunca se te ocurra volver a hacer lo que hiciste si quieres contarlo."- Dijo consternado. -"Jamás y nunca vuelvas a pararte, te lo estoy diciendo en serio, ni tan siquiera los profesores son capaces de hacerle frente. Tan sólo la tutora ha sido capaz de mantenerla a raya pero le ha llevado muchos dolores de cabeza."- Terminó contando.

"¿Cómo demonios dejan que alguien así esté aquí?"- Pregunté ingenua.

"Digamos que la herencia de Fate Testarossa, les dejó un buen pellizco y por ende, no es tan fácil sacarla de aquí sin más."- Suspiró mientras se sentaba despacio y yo miraba si el otro chico estaba consciente.- "Es curioso como su hermana gemela es todo lo contrario a ella."

"¿Tiene una hermana gemela? ¿Y dónde está?"- Insistí.

"Pues, es posible que en otra aula o tal vez hoy no pudo asistir. La verdad no lo sé."- su voz parecía más que sincera.

El otro muchacho al final despertó y le ayudamos a ir a la enfermería. Su excusa fue que se había caído, aunque la mujer que le atendió no parecía muy convencida.

Ya con la caída del sol, y después de despedirme de Yuuno-kun, que me acompañó hasta mi casa, noté una sensación extraña tras de mí.

Me quedé totalmente en blanco, cuando me giré para ver la cara de la persona que había sido dueña de mis pensamientos desde el momento en que la vi por primera vez. Preguntas como qué hace ella aquí y cómo sabe dónde vivo, no creo que fueran contestadas. Más después de ver cómo me miraba.

"¿Qué demonios quieres?"- De nuevo sin controlar mis palabras, tapé mi boca. Para no acabar soltando alguna burrada más.

"En realidad, vivo cerca. Así que mi sorpresa es mayor que la tuya."- Contestó en un tono un poco más jovial de como la había conocido.

Es curioso que, a pesar de todo lo que me hizo horas antes en el instituto. De sus amenazas, y su forma de mirar, ahora sus ojos eran realmente profundos. Podría decir que incluso, muy en el fondo, había un atisbo de tristeza. De enorme desesperación. Como si estuviera gritando en silencio.

"¿Por qué me besaste?"- Volví a soltar sin pensar, pero esta vez sin arrepentirme de nada.

Ella sonrió levemente.

"¿No es lógico? Eres preciosa."- Susurró casi en mi oído.

Me sonrojé violentamente y bajé la mirada. No sabía por qué demonios me había contestado así. Sin duda esta persona, no es para nada predecible, pensé.

Volví a mirar cuando comenzó a caminar con esa lentitud que ya parecía característica en ella. Sus manos las llevaba en los bolsillos traseros de su pantalón y de nuevo, un cigarrillo en su boca.

Iba a reaccionar o intentar contradecirle pero antes de que pudiera un ruido de motor me hizo volverme a mirar. Observé por un momento una pequeña motocicleta con dos personas en ella, que pararon justo donde Fate Testarossa estaba.

Parecían conocerse por cómo se saludaron. La persona de atrás, que además era una chica, se bajó y se abrazó a la rubia. La muchacha que se bajó era bajita y con el pelo por el cuello, castaño oscuro. Llevaba unas tirillas de colores en dos pechones cogidos.

Para mi sorpresa a mí no era a la única a la que besaba, pues también lo hizo con aquella chica. Sólo que mucho más suave y hasta podría decir morboso. Sin esperarlo me sonrojé notoriamente, cuando se me ocurrió pensar en sus labios.

La otra persona de la moto se despidió dejando a estas dos a solas. Parecía que tenían una especie de tonteo entre ellas. Y por un momento juraría que la rubia se me había quedado mirando con una sonrisa implacable a la vez que abrazaba a su compañera. Esta última finalmente tomó su mano y comenzaron a caminar.

Mi pregunta era, dónde iban a ir a estas horas. Calle abajo y ya casi entrada la noche. La curiosidad mato al gato Nanoha, me dije.

Miré el reloj de mi móvil y vi que aún faltaría una hora para la cena. Mi curiosidad sin duda era más fuerte que otra cosa. Ya me inventaría cualquier excusa por llegar tarde a mi casa. Ahora sólo deseaba seguirlas un momento y lo más increíble, es que ni sabía por qué.

Dejé que se alejaran a una distancia prudente para que no pensaran que iba tras ellas. Las seguí por varias calles hasta que de repente me encontré delante del parque, que justo había visto el día que llegué a esta ciudad.

Se adentraron en el como si lo conocieran de toda la vida. Esta vez y para disimular un poco más comencé a esconderme tras algunos arbustos. Sinceramente, parecía una locura lo que estaba haciendo. Mas aquello no hacía sino impulsarme cada vez para saber a dónde iban.

Después de varios minutos, por fin pararon y se sentaron en un banco. La castaña se sentó sobre Fate Testarossa y comenzaron a besarse sin parar. De nuevo me veía totalmente sonrojada al ver como sus labios lentamente se unían y hasta podía percibir el juego de sus lenguas.

Aquello no cabía duda que parecía irreal. Ellas no aparentaban mucha más edad de la que yo pudiera tener. Después de un rato de manoseos mutuos, La castaña también encendió un cigarrillo y estuvieron hablando durante un rato. Me acabé agachando casi en el suelo sin mirar, pensando de qué estarían hablando, cuando escuché como una rama se rompía a mi espalda.

Me quedé paralizada hasta que escuche una suave voz tras de mí.

"Muy bien espía, ¿qué rayos quieres?"- preguntó aquella suave voz, que más bien parecía burlona.

No sabía qué hacer. ¿Qué les iba a decir? ¿Eh tan sólo miraba, no os preocupéis vosotras a lo vuestro?

Me giré lentamente para encontrarme unos zapatos, y recorriendo la pequeña estatura de su cuerpo, alcancé a observarle la cara. La castaña, parecía bastante tranquila, mientras observaba como yo pasaba la mayor vergüenza de mi vida.

Se mantenía en una posición de espera, con un brazo levantado sosteniendo el cigarrillo que hacía poco había visto como encendía.

"Bueno, ¿vas a levantarte o te vas a quedar ahí por siempre?"- Inquirió.

Decidí que no me iba a quedar en esa situación toda la vida. Así que no me quedó de otra que ponerme en pie. Mas no estaba muy segura aún de qué demonios contestarle.

"¿Así que te gusta ver como dos chicas se besan? Qué morbosa eres, ¿no?"- Me miraba con aquellos ojos azules tan profundos como los de la rubia, pero mucho más alegres.

"Yo…"- ¿Y qué más podría decir? No tenía ni idea.

"Vaya… que original tu respuesta."- La voz burlona de aquella chica se apagó para pasar a ser algo más sarcástica.

"Hayate… déjala."- Soltó desde el banco en el que permanecía sentada, la rubia.

"¿No quieres que le patee el trasero? Por menos de esto has mandado a gente al hospital." – Comentó a la ligera, como si no fuera importante.

Aquello hizo que mi corazón se parara en seco y mis manos comenzaran a temblar. Mis ojos creo que aún no habían salido de su asombro. ¿En qué momento se dieron cuenta de que yo estaba mirándolas? Tal vez lo supieron todo el tiempo o tal vez sólo desde hacía poco.

La castaña volvió de nuevo al banco, casi que obedeciendo lo que Fate Testarossa le había dicho. Y un segundo después varias motocicletas pararon justo donde ellas estaban. No me había dado tiempo siquiera de darme la vuelta, cuando sentí que me agarraban por ambos brazos y me arrastraban hasta donde estaban la castaña y la rubia.

Demonios, ¿de dónde había salido tanta gente? Para mayor sorpresa, no parecían para nada amistosos. Casi me lanzaron al banco en el que parece, me había quedado pegada. Sorprendida, noté una fría mano sosteniendo la mía. Miré a la castaña que me agarró suavemente.

Ella hizo un pequeño gesto para que me calmara, pues parece que algo iba a pasar.

"Vaya, vaya, vaya…"- Dijo uno de aquellos chicos que se bajó de una de las motocicletas.- "Miren a quién tenemos aquí."- Soltó con una sonrisa sarcástica. –"Así que a pesar de que te dije, que mi hermana no iba a volver a verte, de nuevo las veo juntas, y no sólo eso, sino que además, la compartes con ésta otra."- Sentenció aquel chico con cara de malas pulgas.

Tenía una cicatriz horrenda en la cara que cruzaba su ojo izquierdo. Por increíble que pareciera aquel chico tenía los mismos ojos azules que la castaña que aun sostenía mi mano.

"La verdad, me da lo mismo lo que me digas, ya sabes que no suelo pedir permiso para tomar lo que desee."- Dijo Fate Testarossa que se levantó al tiempo y encaró con ojos de ira a aquel muchacho.

Su contrincante no parecía temerle cuando sacó de su chaqueta una navaja, demasiado grande para mi gusto.

"¿Aún deseas que te iguale la cara, Keiko?" – Dijo la rubia sin inmutarse, y ni tan siquiera parpadear.

Al parecer aquel comentario no le sentó nada bien, porque le puso la navaja en el cuello. Horrorizada, observaba la situación que parecía salir de una película de gangsters.

La rubia comenzó a carcajearse del muchacho que parecía cada vez más molesto.

"Sabes qué pasaría si llegaras a hacer lo que piensas, ¿verdad?"- Musitó la chica de ojos carmesí.

Era curioso que aunque la situación era del todo espeluznante, La castaña se mantuviera con total tranquilidad ante todo aquello y no parece que le asustara en absoluto que a su 'novia' o lo que fuera, la estuvieran amenazando de semejante forma.

Finalmente el chico bajó el arma e hizo un gesto a uno de sus 'amigos'. De repente, me encontré yo misma con la misma navaja en el cuello y los ojos de Fate Testarossa mirándome fijamente. Su cara ahora había cambiado y ya no era pasible sino más bien de sorpresa.

Por algún motivo que desconocía ella era intocable. La castaña se supone era hermana de él así que dudo que la amenazara de muerte pero yo no era nadie. Estaba temblando y fue cuando me acordé, 'La curiosidad mató al gato'

Por dios, tan sólo tenía quince años y tenía una vida por delante. No me podía creer que por seguir a alguien llegara a estar en esta situación. No sabía qué hacer, ni qué pensar, ni qué decir. En esos momentos me había quedado tan pálida que creo que la rubia se dio cuenta.

Mi destino ahora estaba en tus manos, Fate Testarossa.