Disclaimer. Naruto es propiedad de Masashi K.

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PARECIDO A UN HIJO.

Extraño

Extraño. Esa era la palabra que usaría para nombrar el sentimiento que surgía en él cuando veía a la señora Uzumaki.

Cuando cocinaba deliciosamente, lo más delicioso que hubiera probado en su vida, y no sólo eso, sino que al cocinarlo lo hacía con, al parecer, infinito amor. Les servía a la mesa esa exquisitez de alimento, que con tan solo olerla, se te hacía agua a la boca, es como si estuvieras ya probando el primer bocado.

Se le hacía extraño que los demás, el Hokage, el idiota de Boruto y la niña llorona, Himawari; no notaran el delicado actuar de la mayor, en todas sus acciones. O es que ya se habían acostumbrado a ello, no lo sabía.

Cuando lo miraba, lo hacía con tanta dulzura que podrían darle náuseas. No estaba acostumbrado a este ambiente que ella desprendía por doquier. Cariño y calidez. Ese ambiente que le provocaba ser arisco con la mayor: sin él quererlo.

-¿Te gustaría algo en especial para la cena, Kawaki-kun? - Preguntó a distancia Hinata, con un vaso de agua en la mano, con la intención de ponerlo en la mesa del comedor; justo delante de él.

-Nada en realidad. - Contestó seco el susodicho, intentando ocultar su incomodidad.

Como él lo había dicho, no estaba acostumbrado a tantas atenciones; bueno en realidad sí, pero de forma diferente. Y por esta causa, no sabía identificar bien si la azabache era así con él por pura lástima, obligación, o era por que le importaba su persona.

Pero cuando veía a la señora Uzumaki, regando sus flores, arreglando su jardín, hacer quehaceres, servir la comida o preguntar cómo les había ido en su día a todos los integrantes que pisaban su hogar, se le apretujaba el pecho.

Nunca había tenido una madre, ni siquiera amor paternal o de cualquier tipo.

Pero cuando veía a la familia de Boruto, tan unida, sentía que no pertenecía ahí; en sus conversaciones casuales en la sala de estar, en el comedor lleno de risas y ademanes de disfrute.

Ese mundo no era para él. Esa burbuja en donde nadie se preocupaba por nada.

Él no estaba en esa burbuja, y cuando tuviera la oportunidad de salirse de ese mundo que no estaba hecho para él, se iría sin vacilaciones.

Pero sabía que era mínima la posibilidad, ya que siempre era vigilado por el Séptimo Hokage.

-Kawaki-kun, te preparé agua caliente para que puedas darte una ducha. -

-Hum.- Asintió el chico, pelinegro con toques rubios.

Pero algo más lo detenía...

-Si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en decírmelo… Puedes confiar en mi. - Dijo Hinata con voz suave, tratando de fijar su vista en los ojos grises del muchacho, pues éste rehuía de su mirada.

O alguien...

Subiendo a las escaleras encaminadose al baño, Kawaki se detuvo al escuchar una voz femenina.

-Por cierto, hice esto para ti Kawaki-kun, como no tenías mucha ropa, te hice ésta, pero si no te gusta está bien… Puedes decirme lo que piensas. - Hinata mostró una una playera gris junto con un pantalón azul con una espiral roja en el costado.

-Gracias. - Tomó las prendas y vió la sonrisa que asomaba en los labios de la azabache. Se volvió al pasillo que dirigía a la ducha, y cerró la puerta.

Tal vez nunca había tenido una madre, o amor paternal, pero la señora Uzumaki era lo más cercano que había tenido.

Pero lo más extraño, es que, ante esta situación, él fuera lo más parecido a un hijo.

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Desde hace tiempo se me había ocurrido esto, pero siempre se me olvidaba la idea; Espero desarrollarla bien.

Muchas gracias por leer.

16/02/19