Advertencia: AU, Un poco dark-fic.

Disclaimer: ni vampire knight ni, sus personajes me pertenecen, solo los tomo prestados a la gran Matsuri Hino.

"El Grinch"

Kuran Kaname, podría definir aquella navidad con una sola palabra.

La palabra era "perfecta", absoluta y abominablemente perfecta.

Un bufido se recreó en su mente, a la vez que una candidez culposa en el estómago cuando Zero tomo su mano en pleno villancico.

La familia Kiryuu se había reunido alrededor del piano, mientras el menor de los gemelos entonaba una pieza atroz que los demás humanos en la faz del mundo, llamaban "Silent Night".

No malinterpreten, ciertamente el mocoso lo hacía bien y con un poco más de practica los tres restantes podrían llegar a hacer musicales en broadway. Pero había algo en todo aquello que lo hacía sentir arcadas.

Aquella navidad, era perfecta. Con una madre amorosa que apenas los recibió en la puerta los abrazó como si ambos fueran sus dos hijos que habían partido hace años. Con un hermano considerado y simpático que intentaba hacer migas con él. Con un padre afable que amaba a su esposa y a sus dos hijos.

La buena noticia; ya no tenía dudas que Zero, su amado e idolatrado Zero, había crecido con mucho amor. Se veía tan feliz y campante…

La mala, es que Kaname jamás había tenido tanta luz y buenos deseos. No era su entorno. El simplemente no estaba acostumbrado a tanto amor y calor humano. Apenas empezaba a integrarse a la humanidad en un proceso lento y esforzado gracias al albino.

Aquella navidad, era perfecta y Kuran Kaname además de sentirse fuera de lugar, sentía envidia. Envidia de la casi mala.

Llegando a una nota alta, el peliplateado rodeo su cintura acercándolo más hacia sí. La sonrisa de Kaname fue torcida, casi revelando lo mal que se sentía en la comisura de sus labios, por sentirse de aquella manera.

Si Zero supiera al monstruo que tiene por novio…

Él nunca había tenido aquella clase de navidades, sus fiestas eran solitarias y lúgubres. Oscuras, vanidosas y frívolas en la mansión Ishijou.

Casi sentía pena de sí mismo. Lo odiaba.

El frondoso y humilde árbol en una esquina. Las luces de colores tilitantes. El fuego en la chimenea. El sin fin de adornos. Los copos de nieve cayendo afuera. El arrullo del viento. Y la sala atestada de calidez humana.

Si aquella navidad, era perfecta y Kuran podría decir que…

¿Estás bien? – la voz de Zero se oía preocupada. Parpadeó, el resto de su familia aún seguían cantando. Era el único que había notado su ensimismamiento.

Claro, ¿Por qué lo preguntas? – inquirió nervioso. Zero arropo una de sus mejillas con una mano y se acercó para depositar un beso en sus labios. Un beso que sabía a calor y navidad.

Kuran volvió a sonreír, esta vez de forma sincera.

Me alegro que estés aquí, esta noche, conmigo… – confeso el menor con las mejillas ardiendo.

Todo lo demás se desvaneció.

Aquella navidad era perfecta y podría serlo para el también. Solo debía darle la oportunidad a Zero de contagiarle todo lo bueno que poseía dentro y de lo que el tanto tenia escases.

Quizá nunca dejaría de ser como era, quizá las navidades Kiryuu seguirían incomodándolo pero, en verdad estaba agradecido de que ambos estuvieran juntos esa noche. Y esperaba…realmente esperaba que continuara así en las siguientes.